De Margaritas y Un Amor itali...

By autumn-may

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Tiziano Amรฉndola es un hombre de negocios y padre soltero. Desesperado por encontrar a alguien que cuide de s... More

๐ŸŒผ Aclaraciรณn ๐Ÿฆ
๐ŸŒผ Sinopsis ๐Ÿฆ
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๐ŸŒผ Epรญlogo ๐Ÿฆ

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By autumn-may

Tiziano se acercó a ellos de manera molesta.

―Me voy ―les avisó a los tres―, si tú quieres, vuelves conmigo ―miró a Génesis.

―¿Por qué tan rápido? ―preguntó preocupada y desconcertada su hermana.

―No quiero estar más aquí ―le respondió mirándola―. ¿Vienes o te quedas? ―le inquirió ésta vez a la joven.

―Iré contigo ―contestó bajándose de la silla.

―Nosotros nos quedamos un rato más ―le dijo Alessandro.

―De acuerdo, nos vemos después. Pásenla bien ―les comentó Tiziano.

Tomando la mano de Génesis sin que ella se lo pidiera, salieron de allí entre la multitud de personas, cuando estuvieron fuera, caminaron hacia el coche aún tomados de la mano.

―Fogosita la vecinita ―comentó con sarcasmo la joven.

―No estoy de humor, Génesis. No empieces ―contestó tajante.

―Creí que te gustaba, Regina ―expresó asombrada.

―Me parecía bastante atractiva, hasta que tú abriste la boca en decirle que tenía dos hijos más ―habló con rabia.

―¿Ahora yo tengo la culpa? ―inquirió con asombro―, no me hagas reír, Tiziano. Cuando le dije eso, tú mismo pudiste desmentirlo y sin embargo te quedaste calladito, señal de que no la aguantabas. No me digas eso ahora, te jodió que te haya besado, aunque creí que le ibas a seguir el beso pero parece que no te gustó mucho, ¿acaso tenía mal aliento? ―cuestionó con burla y riéndose.

―Qué viveza la tuya eh ―emitió con ironía el hombre.

―¿No crees que se perderá para volver? ―habló con intriga la muchacha.

―Esa clase de mujeres no se pierden, no te preocupes, encuentran fácilmente otro hombre.

―Pues parecía que tú querías ser ese hombre ―declaró con burla y recalcando las últimas cinco palabras.

Cuando llegaron al coche, él le abrió la puerta del acompañante y ella se sorprendió.

―Prefiero ir atrás ―le dijo tragando saliva con dificultad.

―No digas tonterías, ¿o acaso piensas que te morderé? ―le inquirió acercándose más a ella.

Génesis se puso nerviosa e incómoda y se metió al coche, Tiziano sonrió ante la actitud de ella y cerró la puerta. El hombre condujo por otro camino, alejándose del centro. La muchacha se puso más nerviosa que antes.

―¿Hacia dónde vamos? Este no es el camino para volver a tu casa ―le contestó con intriga.

―Al puerto, ¿te gustaría ver los yates anclados?

―Si tú quieres, está bien por mí también.

La actitud de Tiziano había cambiado por completo aquella noche a raíz del beso de su vecina y la joven no sabía cómo tomar aquella nueva postura de él. Cuando llegaron al puerto, Génesis apoyó sus brazos cruzados sobre la ventanilla bajada y se deleitó con el precioso paisaje nocturno.

―¿Alguna vez Alejo te llevó a bucear? ―le cuestionó queriendo saberlo.

―No, queda a varias horas de donde vivimos para hacer algo así y no en todos los lugares se dan clases de buceo. Aparte, el mar que tenemos es bastante frío incluso en verano.

―Por su posición en el mapa, al estar del lado del sur, sus aguas son frías.

―Así es y por ese motivo casi nunca me meto al mar, ha no ser que esté sofocante el día.

―Me imagino. ¿Volvemos? ―preguntó.

―Sí, cuando quieras. Es una preciosidad el paisaje ―expresó con sinceridad sin poder evitar suspirar de satisfacción.

―Me alegro que te haya gustado ―respondió con una sonrisa y encendió el motor del coche―. ¿Quién te enseñó a bailar así? ―le inquirió con mucha curiosidad.

―Un poco Alejo y un poco aprendí sola viendo videos. Cuando le tomas la práctica, te salen solos y fáciles los pasos.

―Te movías como si sentías la música en tu piel.

―Puede que un poco sí ―contestó con una risita.

Unos quince minutos después, llegaron a la casa haciendo pasar primero a Génesis al interior.

―¿Qué ha pasado que llegaron tan temprano? ―preguntó preocupado el padre de Tiziano.

―No ha pasado nada, papá. Estaba cansado y quise volver ―le explicó y Génesis no dijo ni una palabra―. Brunella y Alessandro quisieron quedarse.

―Está bien ―comentó el hombre―. Tu hijo está en la habitación de Génesis, tu madre está intentando hacerlo dormir.

―En ese caso, me retiraré, buenas noches ―le emitió a ambos y caminó hacia la alcoba.

Cuando Giulietta vio a la muchacha dentro de la habitación, se levantó de la cama.

―Quédate tranquila, si no te molesta, me gustaría ponerme el camisón y luego lo tendré.

―Haz lo que necesites con tranquilidad, si a ti no te incomoda, me quedaré aquí para intentar hacerlo dormir. Se encuentra algo fastidioso.

―Para nada, quédate el tiempo que quieras, no me molesta. ¿Está así desde hace rato? ―le preguntó.

―No, hace unos minutos atrás se puso así, tiene el pañal limpio, está cómodo con su pijama y ya lo alimenté pero está inquieto.

Génesis se lavó las manos y se desvistió dentro del baño para después ponerse el camisón que había tomado de la cómoda.

―¿Quieres que intente para ver si se duerme? ―le inquirió ella extendiendo sus brazos.

―Por supuesto ―le contestó entregándole al niño.

Ambas se sentaron en el borde de la cama y de a poco, Stefano comenzó a dormirse.

―Parece que tus brazos hacen magia en él. Es como si sintiera que eres su madre ―expresó con plena sinceridad la mujer.

La muchacha quedó entre incómoda y feliz al escuchar las palabras de Giulietta. Se le llenaron de lágrimas los ojos y no pudo evitar comentarle algo a la mujer que quizá luego se iría a arrepentir.

―Sé que mi madre solía mecerme y acariciarme la barriga para que me durmiera.

―Parece que a él le gusta también lo que le haces ―respondió acariciando su suave mejilla―. Génesis, ¿por qué te pones así? ―le preguntó muy preocupada.

―Algo que recordé cuando era pequeña. Ya se me pasará ―le habló intentando recomponerse.

―¿No quieres contarme eso? ―le inquirió.

―Me acordaba en general de mis padres y a veces, como ahora me pongo como me ves ―le contestó sintiendo que la barbilla le temblaba.

Giulietta no le dijo nada, ni siquiera intentó preguntarle algo porque intuyó lo que le había terminado por decir Génesis. Lo único que le salió fue darle un beso en la frente. Un gesto que dejó petrificada a la muchacha. Un afecto que hacía tiempo necesitaba de alguien que representara una madre.

―No te preocupes, disfruta de esta oportunidad y ahora descansa, buenas noches ―le confesó dándole un beso en la frente a su nieto y un segundo beso en la frente a Génesis.

―Gracias, buenas noches ―le emitió con suavidad apenas la miró al rostro y la mujer le regaló una sonrisa, un gesto que la muchacha le correspondió también.

Cuando la mujer salió del cuarto, se encontró con su hijo que iba hacia la habitación de Génesis para ver a su bebé.

―Acaban de dormirse los dos ―le mintió solo para que ella estuviera tranquila.

―De acuerdo, lo veré mañana, buenas noches mamá ―le dijo dándole un beso en su mejilla.

―Descansa, querido ―respondió a su beso.

―Gracias, tú también ―emitió y volvió a hablarle―, casi me olvido, quería saber si tienes algún problema en que mañana por la mañana deje al niño con ustedes. Verás, luego del club nocturno, llevé a Génesis al puerto para que viera los yates y se me ocurrió llevarla a bucear.

―Ve tranquilo con ella, no me molesta que salgas, creo que sería una gran chica para ti, Tiziano ―le expresó con sinceridad dándole unas palmaditas de cariño en una de sus mejillas a su hijo.

―Mamá...

―Lo sé, querido. Las viejas no sabemos nada ―contestó con pesar―, nos vemos mañana ―le expresó acariciando su mejilla y después caminó hacia la sala.

El nuevo día que había amanecido con un hermoso sol y los pájaros piando de alegría, Génesis fue despertada con unos golpecitos en la puerta del cuarto. Se restregó los ojos y salió de la cama para abrirla, dejando solo un resquicio. Era Tiziano.

―Buen día ―le dijo el hombre.

―Buenos días, ¿qué hora es? ―preguntó.

―Seis y media.

―¿Qué necesitas? ¿Pasó algo? ―cuestionó bostezando.

―Nada, tenemos que ir a comprar unas cosas y abren temprano, los demás aún duermen.

―Bueno, deja que prepare a Stefano y luego lo haré yo.

―Es mejor que dejes al bebé dormir, llevaré la cuna a la recámara de mis padres.

―De acuerdo pero espera aquí para que me ponga una bata.

Tiziano esperó fuera del cuarto y ella pronto le abrió la puerta. Entró para mover la cuna hacia la habitación de sus abuelos mientras la joven tenía en brazos al pequeño, cuando volvió a ver al italiano, este tomó a su hijo e ingresó al cuarto para ponerlo dentro de la cuna y que continuara durmiendo.

―Vístete tranquila, ponte bikini.

―Hiciste un tremendo lío en llevar al niño de un lado al otro. ¿Y bikini para qué? ―le preguntó frunciendo el ceño―. Si solo te acompañaré a comprar.

―Es mejor que la tengas puesta, así cuando volvemos no tendrás que perder tiempo en volver a cambiarte de ropa y ponértela. Hazme caso ―le respondió de manera sincera y mirándola a los ojos.

―Ok... si el señor Améndola lo pide, ¿quién contra él? ―le cuestionó con burla.

―Comienza a prepararte ―le contestó riéndose y caminó hacia su dormitorio.

Génesis cerró la puerta y se dispuso a vestirse. Hizo todo lo que debía en menos de una hora y cuando salió del cuarto, Tiziano la estaba esperando en la cocina. Enseguida salieron de la casa, se metieron dentro del coche y él condujo hacia el puerto, lugar que la muchacha no sabía que irían allí.

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