De Margaritas y Un Amor itali...

By autumn-may

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Tiziano Améndola es un hombre de negocios y padre soltero. Desesperado por encontrar a alguien que cuide de s... More

🌼 Aclaración 🍦
🌼 Sinopsis 🍦
🌼 Prefacio 🍦
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🌼 Epílogo 🍦

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By autumn-may

Alrededor de las siete de la tarde, aunque la mayoría de los demás habían salido del agua, Tiziano disfrutaba de la piscina junto con sus sobrinos. Mientras que el resto de la familia, ya había planeado ir a cenar fuera.

―¡Niños salgan de la piscina! ¡Apróntense a ducharse que iremos a cenar fuera! ―les gritó su madre y ambos le obedecieron.

―¡Enseguida vamos mamá! ―gritó uno de ellos.

Ambos niños entraron a la casa y fueron directo hacia la habitación de sus padres.

Tiziano salió del agua y se secó con una toalla grande el cabello, el rostro y parte del torso. Su padre había quedado sentado en el patio y bebiendo limonada.

―¿Irán a cenar afuera ustedes también? ―le preguntó su hijo.

―Esa es la idea. ¿Por qué no le dices a Génesis también? ―le cuestionó su padre.

―Se lo preguntaré.

Cuando el hombre entró también junto con su padre, este primero se quedó desconcertado mientras caminaba por el pasillo hacia la recámara de la muchacha para preguntarle lo que le había dicho su padre.

¿Era su impresión o todos creían que estaba saliendo con Génesis o que tenían algo entre ellos? Cuán equivocados estaban si pensaban eso ―reflexionó Tiziano.

Golpeó a la puerta y ella preguntó quién era antes de abrir. Apenas escuchó el nombre, abrió.

―¿Necesitas algo? ―preguntó con intriga.

―Vamos a salir a cenar.

―De acuerdo, vayan tranquilos, me quedaré con el niño, ¿o quieres llevarlo? ―contestó.

―El vamos fue para decirte que tú también irás con nosotros.

―Mejor no, es una salida en familia, quizá en otra ocasión ―le expresó intentando evadirlo.

―No te dejaré sola aquí.

―¿Por qué no? ¿Hay peligro? ―le inquirió con dudas.

―Para nada, pero no te quedarás sola, así que será mejor que vistas al niño y te vistas tú también. En una hora y media te quiero en la sala.

Aunque Génesis quiso contestarle lo contrario, era preferible no hacerlo porque si se volvía a negar y terminaba no yendo con los demás, Brunella iba a sospechar que en verdad gustaba de Tiziano y no quería que ella confirmara la evidencia.

―Está bien, iré con ustedes y gracias.

―Nos vemos luego.

Ambos se respondieron con palabras algo tajantes y él cuando se encaminó hacia su cuarto, ella cerró la puerta.

Primero baño al bebé con cuidado y mucho cariño y lo envolvió en su bata de toalla de ositos, salieron del baño para acostarlo sobre la cama y secarlo con lentitud. Cuando lo dejó desnudo en el medio de la cama, ella mientras lo vigilaba le elegía ropa para aquella noche. El niño comenzó a gatear por la cama y la joven quedó tan sorprendida que lo levantó en brazos y le dio muchos besos de lo contenta que se sentía al presenciar aquello nuevo de él. Teniéndolo así, fue seleccionando la ropa del bebé de a poco y la dejó sobre el colchón. Fue el turno de Brunella en golpear la puerta para luego entrar al cuarto.

Quiso estar un rato con su sobrino.

―Vienes con nosotros, ¿verdad? ―le preguntó mirándola a la cara.

―Sí. Me dijo Tiziano que planearon cenar afuera.

―Así es.

―¿Es desubicado si te pregunto qué te pondrás? ―le inquirió con algo de dudas.

―Para nada, Génesis ―le respondió con una risita―, hace mucho calor así que me pondré algo ligero, un vestido irá bien, con unas lindas sandalias. Deberías ponerte algo así también.

―De acuerdo, veré qué usaré. Gracias ―le expresó y volvió a cuestionarle algo más―. ¿Quieres vestir a tu sobrino mientras me doy una ducha?

―Me encantaría ―le respondió con gran entusiasmo y una sonrisa.

―Perfecto, iré a ducharme, su ropa está sobre la cama y los pañales y demás cosas que tú sabes también, están en el bolso sobre la cómoda.

―Está bien, dúchate tranquila.

Génesis se bañó con tranquilidad e intentando relajarse también. Aquel día había sido entre incómodo y divertido, por lo menos se llevaba bien con la hermana y la madre de Tiziano y siendo así no se sentía tan fuera de lugar. Apenas se terminó de secar el cuerpo y ponerse una toalla en la cabeza, salió con una bata de tela.

―¿Te molesta si me pongo la ropa interior frente a ti pero sin quitarme la bata? ―le inquirió queriendo saber su respuesta.

―Ay por favor, Génesis, qué pregunta es esa, somos mujeres, no vería nada raro ―le contestó sin darle importancia.

―Te lo pregunto porque no a todas les cae bien que alguien de su mismo sexo se vista frente a ellas.

―Pues yo no tengo ningún problema. Aunque hace cuatro meses que estás con nosotros, es como si fuera de años.

―¿Eso crees? ―le cuestionó sorprendida y mirándola con mucha atención.

―Sí, eso creo en verdad, mi sobrino y mi hermano están muy bien contigo, para serte sincera, al ser yo quien cuidaba del bebé, no me daban los tiempos en el día para hacer todo lo que debía de hacer. Llegaste tú y todo se normalizó, Tiziano parece que cambió bastante y Stefano está bien también.

Si su hermana supiera que todos los fines de semana salía con mujeres diferentes y a beber también, no diría todo aquello ―caviló Génesis.

―Bueno, supongo que es verdad. En ese caso, te lo agradezco, aunque tu hermano ya es grande para saber que hace y que no, sabe cuidarse bien.

―Lo sé pero no sé, siento que está cambiado. Necesitaba de alguien como tú ―le expresó con sinceridad y una genuina sonrisa.

―¿De alguien como yo? ―preguntó incrédula―, solo me dedico a cuidar del bebé y tratar de mantener su casa ordenada.

―No es obligación tuya y sin embargo lo haces. Por eso digo que necesitaba que alguien le organizara la casa y sobre todo cuidara del niño. En fin... cambiando de tema ―acotó y se sentó en la cama con Stefano en su regazo―, ¿muéstrame qué te pondrás?

―Mientras me duchaba, pensé en este vestido ―le comentó sacando del perchero un vestido color turquesa con unas líneas en naranja.

―Muy decente, ¿no tienes algo más escotado? ―le sugirió.

―¿Algo más escotado? ―declaró con asombro―. No voy a hacer pinta en el restaurante.

―Claro que no, pero hace calor y las noches casi siempre son cálidas.

―¿Éste otro? ―preguntó mostrándoselo.

―Ese sí me gusta para ti y el color me encanta.

―De acuerdo, me lo pondré ―le dijo la joven y esta se quitó la bata y se colocó el vestido, ayudándola Brunella a subirle el cierre de atrás.

―Iré a vestirme. Nos vemos luego ―le comentó levantándose de la cama y saliendo del cuarto.

―Qué lindo que te dejó tu tía, precioso ―le dijo al bebé cuando se sentó con él en la cama.

El pequeñín gateaba por la cama y Tiziano entró al cuarto cuando vio a su hijo gatear por el colchón.

―Podrías haber tocado a la puerta, pude haber estado desnuda ―le dijo molesta.

―Acabo de ver a mi hermana y me dijo que estabas vestida, no puedo creer que esté gateando ―comentó arrodillándose y viendo en sus ojos felicidad.

Génesis quedó de piedra cuando miró a Tiziano, su rostro representaba la alegría absoluta y le afectó verlo así pero para bien.

―Hace unos momentos atrás empezó a hacerlo, tampoco creí que fuera tan rápido y menos conmigo ―le confesó intentando no ponerse incómoda―. Si te quedas con él un rato, me gustaría cepillarme el pelo y ponerme unas sandalias y arreglarme un poco más.

―Haz lo que tengas que hacer tranquila, como si yo no estaría aquí dentro.

Y eso era lo peor, no podía pretender para nada que no estuviera allí con ella, si todo dentro del cuarto se respiraba Tiziano, su perfume y su presencia que hacía que el dormitorio quedara chico. Intentó hacer lo más rápido que pudo y cuando salió del baño para calzarse un par de sandalias plateadas y se sentó en el borde de la cama de espaldas a él para atárselas, el hombre la miró de refilón para perderse en la curva de su cuello y su silueta. No podía negar que de a poco lo estaba afectando con cada cosa que ella hacía sin darse cuenta y sin siquiera coquetearle, porque Génesis era lo más decente que había conocido en una mujer. Podía tener su carácter y su lengua afilada que competía con la suya si quería pero la joven era en verdad una mujer para un compromiso de por vida.

Una vez que se abrochó las sandalias, se ató el pelo en una coleta y luego se lo enroscó para hacerse un chunguito. Sin moverse de allí, tomó el par de aretes que había puesto sobre la cama para ponérselos y un anillo.

Génesis se levantó y puso su móvil y algunas pequeñas cosas más dentro del sobre de mano y luego se perfumó. El hombre quedó prendado por el aroma y la joven tuvo que llamarlo dos veces para que la escuchara.

―¿Me decías algo? ―le preguntó desconcertado y mirándola de arriba hacia abajo.

―Ya estoy lista ―le respondió con el bolso del bebé en uno de los hombros y sujetando en una mano el bolso de mano.

Tiziano levantó en brazos a su hijo y los tres salieron de la habitación.

Un buen rato después, ya estaban sentados en un restaurante en el centro de la ciudad. A medida que la cena se iba alargando, un mozo se acercó a la mesa y cerca de la joven para entregarle una copa de champaña y decirle que el señor que estaba en la barra se la había regalado.

―¿Acaso tienes un admirador secreto y no me lo contaste? ―le preguntó Brunella con una sonrisa de entusiasmo.

―Te aseguro que no sé quien es ―le dijo con seguridad.

―Es un desubicado ―contestó Tiziano molesto y tomó la copa para olerla―, encima de todo, es lo mejor en champaña.

Génesis se lo quedó mirando con atención y arqueando una ceja.

―¿Cómo sabes que es lo mejor en champaña?

―Porque suelo beber este tipo de bebida ―le emitió pues no le dijo mucho más y sus familiares no hablaron al respecto tampoco.

―Sea como sea, puedes beberla tú por mí ―le expresó al hombre sin darle mucha importancia a la copa.

Lo peor había sido cuando el tipo se acercó a la mesa para invitar a Génesis a beber la copa con él, no sin antes haberse presentado.

―Soy quien conociste en el mercado de la estación de servicios.

―Ya sé quien eres, el desubicado que quería pagarme la compra ―le habló con sarcasmo y el hombre no sabía dónde meterse de lo incómodo que se había puesto.

―No creí que te enojaría tanto ―le dijo entre risas de nerviosismo.

―Pues lo ha hecho, no tienes que pagarme nada y tampoco soy de las que por comprarles algo caen rendidas a tus pies, te agradezco el gesto de la copa de champaña pero no la quiero ―le declaró con seriedad y extendiéndole la copa.

―Si la señorita te está diciendo que no va a aceptar la copa, ¿no crees que puede que tenga pareja? ―le emitió el italiano con un dejo de sequedad en su voz y mirándolo con fijeza.

Génesis y los demás observaron a Tiziano con asombro ante lo que le había dicho al sujeto y aunque no era nada verdad, era posible que tanto su hermana como su madre habrían querido que lo que le decía fuera cierto.

―Perdón, no tenía idea ―le expresó avergonzado el tipo y tomó la copa en su mano y se retiró de allí.

Cuando fue el momento de pagar la cuenta, ella sacó dinero y Tiziano la miró a los ojos, la joven se quedó a medio camino de extenderle la mano con el dinero.

―Tú no pagarás.

―No bromees, Tiziano. Me ofendes si pagas lo que consumí ―le manifestó con incomodidad.

―Los hombres pagaremos por ustedes, es lo debido.

―No somos nada, deja que pague mi parte.

―Te digo que no, no insistas.

―Me haces quedar mal delante de tu familia, no quiero así ―le dijo con nerviosismo mientras los demás charlaban entre ellos―. Estás haciendo lo mismo que intentó hacer el hombre que pagó por la copa de champaña.

―No tiene nada que ver, no mezcles las cosas ―le contestó por lo bajo.

―Lo pagaré, te guste o no porque sino me dejas, no vuelvo a ir a cenar con ustedes ―le expresó tajante.

―De acuerdo ―le emitió asintiéndole con la cabeza también y tomó a su pesar el dinero de la joven.

Casi media hora después, llegaron a la casa y Génesis aprovechó en hacer dormir al bebé y retirarse a descansar ella también.

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