YOUR SIDE OF THE BED |KTH✔️

Taekimanne

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Almas gemelas. Oscuros secretos. Un pasado oculto. Amor que trasciende. TRAMA ORIGINAL. NO SE PERMITEN COPIAS... Еще

𝚗𝚘𝚝𝚊
𝚢𝚘𝚞𝚛 𝚜𝚒𝚍𝚎 𝚘𝚏 𝚝𝚑𝚎 𝚋𝚎𝚍
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚞𝚗𝚘
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚘𝚜
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚝𝚛𝚎𝚜
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚌𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚌𝚒𝚗𝚌𝚘
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚜𝚎𝚒𝚜
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚜𝚒𝚎𝚝𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚗𝚞𝚎𝚟𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚒𝚎𝚣
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚘𝚗𝚌𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚘𝚌𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚝𝚛𝚎𝚌𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚌𝚊𝚝𝚘𝚛𝚌𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚚𝚞𝚒𝚗𝚌𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚒𝚎𝚌𝚒𝚜𝚎́𝚒𝚜
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚒𝚎𝚌𝚒𝚜𝚒𝚎𝚝𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚒𝚎𝚌𝚒𝚘𝚌𝚑𝚘
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚒𝚎𝚌𝚒𝚗𝚞𝚎𝚟𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚟𝚎𝚒𝚗𝚝𝚎
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚟𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚞𝚗𝚘
𝚎𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚜𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚢 𝚓𝚊𝚖𝚊́𝚜
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚟𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚍𝚘́𝚜
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚟𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚝𝚛𝚎́𝚜
𝚛𝚊𝚒́𝚌𝚎𝚜 𝚛𝚘𝚝𝚊𝚜
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚟𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚌𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘
𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚏𝚒𝚗𝚊𝚕
𝚎𝚙𝚒́𝚕𝚘𝚐𝚘
𝚈𝚜𝚘𝚝𝚋|𝙶𝚛𝚊𝚌𝚒𝚊𝚜♥
𝚂 𝙲 𝙴 𝙽 𝙴 𝚁 𝚈

𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚘𝚌𝚑𝚘

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Taekimanne




Mirar al cielo desde la ventana de mi oficina se había convertido en mi pasatiempo favorito. Distraída repasaba momentos —con especial ilusión los que involucraban a Taehyung—, luego, continué haciéndolo intencionalmente, sobretodo los días en los que el sol comenzaba a despedirse y en su huida mezclaba su naranja rosado con el azul cielo. Mis ojos se perdían en cada detalle; las nubes esparcidas como los descuidados brochazos de un pintor y la tranquilidad de sus tonalidades mezclándose para regalarme un peculiar cielo purpura. Quizá por eso en aquellos momentos solo podía pensar en Tae.

Taehyung. Ha pasado ya un mes desde que —lleno de nervios— se plantó fuera de mi puerta dispuesto a decirme todo lo que había comenzado a crecer dentro de él.

Con frecuencia suelo pensar que todo esto es un sueño del que pronto despertaré. No puedo contra aquella voz interna que lanza señales advirtiéndome que no es normal que las cosas en mi vida marchen tan bien. Pero luego, los dedos de Tae entrelazados a los míos durante las caminatas a casa me recuerdan que cada pizca de esta locura es real.

Sigo sin creer que esté viviendo esto, al menos no de esta forma tan idílica. Probablemente es la lucha interna de mis antiguas estructuras, aquellas que me hacían creer que era normal que el amor doliera; que las lágrimas, el empeño y el sufrimiento terminaban por darle más valía a mis sentimientos.

Sí, esa errónea concepción del amor que Taehyung se encarga de derribar a base de sinceridad y risas. De amor sin límite que cada día me hace ver lo equivocada que estaba. 

Y, a pesar de que nunca me ha besado, cada que posa su mirada sobre la mía puedo sentir la pureza de su amor que me envuelve de pies a cabeza.

Lo quiero. Y mucho.

La voz en mi interior vuelve a cuestionarme una y otra vez si no es todo esto muy precipitado, pero a la par, la teoría de Taehyung sobre las estrellas sigue rondando mi mente. ¿Podría ser que todo forme parte de algo más grande? Estar hechos del polvo de la misma estrella, porque a pesar del tiempo —que a muchos podría parecerles poco—, estar con él se siente tan natural y extrañamente familiar. Como si hubiéramos compartido más de una eternidad. 

Una risa terminó por escapar antes de que lograra cubrir mis labios para detenerla. Fue imposible una vez que el recuerdo de Taehyung en su fallida versión de chef llegó a mi mente. Se había propuesto cocinar para mí un poco de bulgogi, pero el pobre había confundido la sal con el azúcar. Aquella noche habíamos terminado en la tienda de conveniencia cercana a mi departamento, cenando ramen y tteokbokki instantáneo. Sus mejillas habían permanecido enrojecidas el resto de la noche, aunque no sabía si la causa era su trágico debut en la cocina o que había terminado por confesarme que el "auto de Jimin" realmente era su auto y había dejado de usarlo para poder seguir coincidiendo conmigo en el tren.

La sonrisa permaneció en mi rostro por un largo rato. Reconocí que jamás me había sentido igual, estaba enamoradísima. 

Pero pronto la ilusión se esfumó al recordar que Taehyung no me había enviado ningún mensaje desde la noche anterior. Probablemente había olvidado que era un día especial. . ., o quizá era del tipo que no le daba mucha importancia a las fechas —al final no era como si celebrásemos cien días—. Mi mente en cuestión de segundos terminó por convertir algo tan pequeño en una tremenda ola de pensamientos que buscan devorarme, pues terminé cuestionándome si era posible que detrás de la perfección de Tae existiera alguna trampa. Mi poca o mucha experiencia en la vida me había llevado a aprender que no todos los chicos eran lo que aparentaban, en especial un buen puñado de los que abundaban por aquí, aquellos que iban por la vida con la apariencia más inocente con la única consigna de enredar a sus víctimas  y arrastrarlas hasta su cama. El escalofrío por mi espalda me recordó aquel momento, años atrás, en el que Seokjin me auxilió y sin saberlo en su momento, me libré del atractivo engaño de Soohyun —uno de los ilustradores y don Juan de la oficina . . . lo sabría más tarde— en la misma noche de mi cena de bienvenida.

Pero, incluso con todas esas alarmas, ninguna me parecía suficiente como para acusar a Taehyung. Es decir, ni siquiera me ha besado, mucho menos ha intentado llegar a algo más incluso cuando hemos estado a solas en mi departamento en repetidas ocasiones. El caso es que continuo sin entender mucho, y sé que aunque debe oírse muy trillado, con Tae todo es diferente. No tengo miedo. Su corazón es tan transparente y su alma tan inocente que entregarme sin reservas me parece de momento el mejor plan de la historia. Poco a poco todo adquiere su ritmo y las sombras del pasado se ahogan como si nunca hubiera ocurrido, como si las heridas en mi corazón no hubieran dejado estragos. 

—¿Puedo pasar? —la cabeza de Seokjin se asomó por el pequeño espacio entre la puerta, no pude evitar el sobresalto.

—Claro, adelante. —Caminé con una sonrisa hasta su encuentro—. Gracias —dije una vez había llegado frente a él, tomándolo por sorpresa. Después de mi reciente recuerdo sobre el incidente con Soohyun también había recordado que nunca le había agradecido por ello.

Jin me siguió con la mirada hasta llegar a mi escritorio. —¿Gracias? —tomó asiento frente a mí—. ¿Por qué precisamente. . .? —Noté el dejo de confusión en su rostro que no alcanzó a difuminarse ni siquiera con la brillante sonrisa que no tardó en asomar. 

—Resulta que acabo de tener un recuerdo horroroso, que me involucra con unas copas de más y a Soohyun en el pasillo del bar a punto de convencerme de ir a su departamento —dije. Seokjin frunció el ceño, supuse que recordando todo enseguida—. ¿Recuerdas? Llegaste en el momento exacto y te ofreciste a llevarme a casa.

Jin continuó perplejo, y entiendo por completo su reacción, han pasado dos años desde aquel incidente que jamás había vuelto a mencionarse, sobretodo porque nuestra interacción no era tan cercana como se ha vuelto los últimos dos meses.

—Nunca te agradecí —agregué. 

Él volvió a regalarme otra de sus sonrisas llenas de calma. —No tienes por qué, es lo menos que podía hacer. Soohyun es un patán. —Dijo, mientras se acomodaba mejor en su asiento, un poco nervioso. He llegado a notar que suele ponerse muy tímido cuando alguien dirige toda su atención hacia él, lo cual me parece curioso, sobretodo viniendo de un tipo que llama la atención de todo el mundo con tan solo existir.

Seokjin era en realidad todo lo contrario a lo que las personas a simple vista solían dar por sentado, nada quedaba en mí de aquella idea sobre él en la que encarnaba una personalidad vanidosa, egocéntrica y caprichosa. Él era gentil y diligente, y se preocupaba siempre por los demás —estaba segura de que muchos en la oficina ni si quiera eran conscientes de las veces que Seokjin les había salvado el trasero—, era imposible no tomarle cariño. Sin embargo, aún cuando era el mejor escuchando, ni por error profundizaba sobre su vida o sentimientos. Jin montaba una valla alrededor suyo, que sólo me hacía pensar que estaba lleno de heridas abiertas y dolorosas como yo lo había estado hasta hacía poco. Estaba segura de que le hacían falta buenos amigos como Yeji, Jimin y Taehyung lo habían sido para mí. Por eso, tenía la esperanza de poder ofrecerle lo mismo que ellos me habían enseñado y quizá, con un poco de tiempo él también podría liberarse algún día como yo lo había hecho.  

—Lo siento —me disculpé, recordando que por algo había venido a verme y yo le había interrumpido. 

—¡Cierto! —Me extendió de inmediato la carpeta que tenía en el regazo. —Gracias a la escritora que recomendaste, encontré otros dos posibles prospectos. Creo que tienen demasiado potencial.

Tomé la carpeta y eché un vistazo dentro. Me gustaba todo lo que mis ojos alcanzaban a leer mientras ojeaba entre sus páginas. Alcancé a percibir que Seokjin estaba ansioso, seguramente deseoso por saber qué pensaba yo al respecto.

—Quiero saber qué piensas de ellos.

Había acertado.

—Lo que veo me gusta —respondí, aún con la vista entre los párrafos—. Definitivamente necesito sentarme a leer con calma. Pero. . . —levanté la mirada para encontrarme con la suya—, ¿crees que tengan oportunidad?

Era consciente de cómo se manejaba todo en este lugar, una editorial así no solía dar oportunidades como estas a los novatos. Lo sucedido con Brienne —la escritora que había recomendado a Jin—, había sido mera suerte.

—Bueno —se aclaró a propósito la garganta, jugando a poner más emoción a lo que tenía por decir—,  he logrado que el presidente nos conceda cinco espacios, cualquiera que tenga el talento, no importa si su nombre no es conocido. Vamos a publicarlos. 

Sonreí maravillada. —¿Quiere decir que le agradó lo de Brienne?

—Mucho. —Jin asintió—. Dice que confía en nuestro criterio, cree que juntos podemos encontrar nuevos talentos. 

Escuchar aquello me hacía muy feliz. Continuamente terminaba frustrada al ver la cantidad de escritores talentosos que perdían oportunidades únicas solo por no tener las influencias y contactos suficientes dentro de la industria. No podía creer que Seokjin había logrado convencer a su padre. 

—No sé. . . —interrumpió mis pensamientos—, creo que quizá tú podrías estar dentro de esas cinco publicaciones. 

Me pregunté si había entendido bien lo que acababa de soltarme. Mi corazón se aceleró animado como respuesta, no podía negar que la simple idea me emocionaba, pero aún así, no se sentía correcto. Tenía muy claro que quería ganarme ese lugar, si accedía a lo que Seokjin proponía, terminaría por caer en la misma situación que me parecía desagradable y no quería cumplir mi sueño haciendo uso de ninguna influencia. Lo único en lo que intentaba concentrarme, era en que si Seokjin lo había propuesto era porque genuinamente le había agradado lo poco que le había permitido leer de alguno de mis borradores. 

—Tentador —sonreí—. Pero creo que tendré que decir que no.. . N-no me siento lista aún—titubee, no sabía cómo explicarle que aquello me parecía ser oportunista. 

—Probablemente no lo estés ahora mismo —dijo, mirando el reloj en su muñeca—, pero la vida se trata de oportunidades, ¿no?

Lo sabía. Decisiones. Cualquiera que eligiéramos tomar, para bien o para mal, cambiarían por completo el rumbo. Pero, al menos en esta ocasión, prefería negarme.

—Claro. Pero no siento que esta sea la mía —terminé por decir. 

Seokjin pareció comprender mientras me escaneaba con la mirada. 

—Entiendo. Es solo que creo que eres muy buena como para ser publicada. —Me sonrió después de decirme aquello y no dijo nada más. 

Acepté el cumplido con un movimiento suave de cabeza y le devolví la sonrisa.

—Gracias. Viniendo de ti, me hace sentir muy halagada.

Él volvió a darme una de esas sonrisas de calma, para después levantarse de su asiento y ofrecerme un pequeño gesto cortés con la cabeza a manera de despedida. Caminó luego directo a la puerta, pero antes de salir se giró y me miró muy pensativo.  

—¿Olvidaste algo? —pregunté, porque fue lo primero que había interpretado debido a la expresión en su rostro.

—Sí.

De inmediato revisé mi escritorio esperando ver su teléfono celular o su pluma allí. Al no ver nada, intenté recordar si antes me había dicho que tenía que devolverle la carpeta, quizá estaba esperando que se la diera. 

—Olvidé preguntarte qué vas a comer hoy.

Volteé a verlo confundida en cuanto le oí. ¿Eso era? Por un momento, por su expresión, había llegado a pensar que en realidad se trataba de algo más importante. Me relajé de inmediato. 

—Aun no había pensado en eso. Pero supongo que lo de siempre, ya sabes, algo en la cafetería de a lado.

Jin se rio.

—¿Vamos a comer juntos? Hay un nuevo lugar de comida italiana a un par de cuadras que quiero probar —sugirió amablemente.

Eché un vistazo a mi celular corroborando que seguía sin ningún mensaje de Taehyung. Muy dentro de mí, albergaba la pequeña esperanza de que me contactara para comer juntos aquella tarde, pero suponía que no sería así.

—Claro, ¡vamos! —accedí—. Me has abierto el apetito.

—Perfecto —Seokjin sonrió—. ¿Te veo en diez minutos? —preguntó y yo asentí antes de que él saliera por la puerta de mi oficina.

Volvió a mi oficina pasados los diez minutos y salí con él después de tomar mi chaqueta y mi bolso. Bajamos los 10 pisos que nos apartaban de la salida del edificio mientras platicábamos sobre aquella serie que Jin me había recomendado alguna vez y que ya había comenzado a ver. Y aunque era agradable conversar con Jin, aquellos habían sido cinco minuto incómodos gracias a las miradas indiscretas y realmente molestas del puñado de compañeros que bajaban con nosotros. Porque, a pesar de su carisma, Jin no solía interactuar demasiado con las personas, no más allá de temas meramente profesionales. 

Me di cuenta de que Jin también lo había sentido de la misma manera en cuanto se le escapó un suspiro de alivio justo al salir del edificio. Me reí, y estuve a punto de bromear al respecto cuando me pareció ver a Taehyung de espaldas a unos cuantos metros de nosotros. No se había dado cuenta de que yo ya le había visto, se masajeaba el cuello levemente con una mano y parecía haberse distraído mirando algo en el edificio de enfrente. Luego, por inercia, miré su otra mano y vi el pequeño ramo de florecitas al que se aferraba. Eran mis favoritas.

Sin dudarlo me acerqué apresuradamente hasta donde él estaba, olvidando por completo que Seokjin venía conmigo.

—Tae Tae —le susurré al oído mientras tocaba su espalda en un movimiento veloz y un tanto brusco, tratando de asustarlo.

Funcionó.

—¡Tashi! —dijo mi nombre sonriendo y tocándose el pecho con la mano libre con la intención de tranquilizarse un poco por el breve susto.

¡Cuánto disfrutaba ver la forma que tomaban sus labios! Parecía una pequeña lucha entre su voz que pronunciaba mi nombre y sus labios que se extendían formando una sonrisa cuadrada.

Recordó las flores y las extendió hacia mí. —Las vi en el camino y pensé en ti, no pude evitar traerlas conmigo.

—¡Me encantan! —agradecí inmediatamente y las recibí. No podía creer que lo recordara, hacía tiempo había mencionado que eran mis favoritas porque las había visto en una de las jardineras del pabellón por el que caminábamos. 

—¡Hola! —escuché de pronto que Tae saludó mientras yo seguía en las nubes fantaseando con mi ramito de flores. Fue hasta ese momento que caí en cuenta que me había olvidado por completo de Seokjin.

—Hola. —Seokjin respondió con tono cordial al saludo de Tae.

—Lo siento —me giré hacia mi compañero, que ya me había alcanzado. —Tae, él es Kim Seokjin. Mi editor en jefe, trabajamos juntos.

—¡Mucho gusto! —Tae le regaló una sonrisa sincera a Seokjin, acompañada de una pequeña reverencia con su cabeza. Escrutó su rostro por un breve instante y supuse que Tae estaba recordándolo de aquella presentación del libro infantil.

—Seokjin, él es Taehyung.

—Un gusto —Jin devolvió el gesto a Tae, luego sentí su mirada observando nuestras manos entrelazadas. 

—Taehyung y yo estamos saliendo —terminé de aclararle. 

—Oh —Me di cuenta de que parecía sorprendido e inmediatamente comencé a preguntarme si había hecho mal al no mencionárselo antes. Él no me hablaba de su vida privada, no creí que quisiera saber sobre la mía. 

No supe qué decir. 

—¿Tenían planes? —Tae preguntó para rescatarme de un inminente silencio incómodo. 

—Seokjin me ha contado de un nuevo lugar de comida italiana cerca de aquí, e íbamos a probar. Creí que sería bueno cambiar los aires de la cafetería.

—Me alegra que por fin decidieras darle un respiro a ese menú. —Taehyung sonrió, aliviado por mí—. Lo siento, quería sorprenderte. Debí llamar antes, cielo.

El estómago me explotó en miles de millones de chispas en cuanto le oí llamarme así. La última semana me había pedido hablarle en español en algunas ocasiones y, aunque evidentemente no entendía nada, repetía las palabras que le gustaban. Su favorita había sido "cielo", no dejaba de llamarme así cariñosamente desde entonces.

—Bueno, pues no debería quitarles el tiempo —dijo Seokjin con una sonrisa amable mientras miraba su reloj—. Ya solo restan 40 minutos del lunch. 

—¿Seguro?—me dirigí apenada hacia él.

—Claro, les diré después si el restaurante italiano vale la pena o no —Sonrió y luego buscó en su bolsillo su teléfono que comenzó a sonar, oportunamente—. Disfruten su tiempo —Seokjin contestó su teléfono inmediatamente e hizo una pequeña reverencia despidiéndose de nosotros y disculpándose antes de dar la vuelta e irse.

—Parece un tipo agradable —dijo Tae mientras le veía partir.

—Lo es —contesté—, aunque es un poco solitario. Creo que le vendría bien tener un amigo como tú.

—¿Como yo?

—Sí —apreté su mano cariñosamente—. Todo el mundo debería tener un Taehyung en su vida.

Tae levantó sus hombros y los dejó caer rápidamente soltando un suspiro juguetón. No dijo nada, pero aquella sonrisita claramente reforzaba mis palabras. Ambos reímos y enseguida depositó un beso en mi mano antes de que comenzáramos a caminar. 

—Tenía demasiadas cosas que hacer hoy, cielo, que olvidé enviarte un mensaje más temprano. La mañana se me fue volando, lo siento.

No sé cómo fue que le miré, pero él volteó una segunda vez para, conmovido, volver a depositar un pequeño beso en mi mano mientras me sostenía la mirada. Me sentí culpable por dejar crecer mis inseguridades en forma de dudas con respecto a Tae.

—¿Qué quieres comer, cielo? Hoy es un día especial —sonrió. No lo había olvidado. 

—No desayuné, así que tengo tanta hambre que me comería el menú entero de cualquier restaurante —bromee. 

Él rio al escuchar mi respuesta. —No creo que tengamos tiempo suficiente hoy para pedir y comernos todo el menú, pero, conozco un lugar con linda vista muy cerca de aquí.

Lo miré sonreír y me pregunté si acaso no era aquella la mejor vista que podía existir. 




ººº

. . . han pasado 84 años


jajajaskkjsd

lo siento, me cuesta más editar y renovar un capítulo que escribirlos desde cero.

Pero bueno, ya quedó


¿Están disfrutando la historia?

Espero que sí, tanto como yo re-escribiéndola ^^

¿Qué piensan de Seokjin?





Tengo esperanzas de que los cambios se guarden bien y que no tengan problemas al leer los capítulos, si tienen alguno, háganmelo saber, por favor.

¡Nos leemos pronto!

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