Romeo, Marco y Julieta

By Ash-Quintana

715K 50.8K 49.7K

Marco oculta dos grandes secretos: Está enamorado del novio de su mejor amiga y se ha casado con una descono... More

Antes de comenzar a leer
Uno: No te cases
Dos: Sé elocuente
Tres: No entres en pánico
Cuatro: Busca contención familiar
Cinco: No duermas con su novia
Seis: Sé Magnífico
Siete: Lleva paraguas
Ocho: No beses a otra
Nueve: Sé menos obvio
Diez: Hazlo reír
Once: Bésalo
Doce: Sé discreto
Trece: Aprende a negociar
Catorce: habla con él
Quince: Conoce a sus padres
Diecisiete: Niega todo
Dieciocho: Sé más prudente
Diecinueve: No llores
Veinte: busca un amigo
Veintiuno: Arregla tu desastre
Veintidós: Hazte cargo de lo que debes
Veintitrés: No enfades a Farrah
Veinticuatro: Me he quedado sin pasos
Veinticinco: Sigue los consejos de Leo
Veintiseis: No sigas a Jordan
Veintisiete: No la dejes ir
Veintiocho: No reveles tus secretos
Veintinueve: Termina con esto 1#
Treinta: Termina con esto #2
Treinta y uno: Sigue andando
Epílogo
Dos años después

Dieciseis: No la cagues

7.3K 1K 1.4K
By Ash-Quintana


Wallace me miró, luego a Jordan, y volvió a prestarme atención otra vez, aunque con más calma. Alzó las cejas, luego bajó la vista al suelo, negó y se dio vuelta para acercarse a la mesada de la cocina.

—Necesito café —dijo, y encendió la cafetera.

Aguardamos en silencio mientras él permanecía dándonos la espalda para buscar una taza y una cuchara. Nos miramos a los ojos.

No comprendía por qué acababa de decir todo eso en aquel momento y mi corazón había comenzado a latir con fuerza. El silencio me liquidó. Apenas acababa de conocer al padre de Jordan. No podía hacerme esto tan pronto. Lo odiaba. Me iba a dar un infarto.

Una vez el café estuvo, se lo sirvió, se volvió a mirarnos apoyado en la encimera y bebió un sorbo sin endulzarlo.

—¿Has traído a Marco para que no me enfade contigo delante de él, Jordan? —preguntó finalmente. Su hijo no contestó. Se limitó a inspirar hondo, como si estuviera reuniendo valor para decir algo pero no fuera suficiente. Su padre, al ver que no planeaba decir nada al respecto, volvió a hablar—. No estoy enojado contigo. Sólo estoy preocupado.

El muchacho presionó los labios, pero no apartó la vista de su padre. Por alguna razón me dio la impresión de que aquel gesto le costó, porque estaba acostumbrado a ver cómo solía mirar hacia otros sitios cuando alguien lo miraba a los ojos. Por eso mismo no supe hasta hace poco de qué color los tenía.

—Ya lo sé.

Se veía incómodo. Se notaba a kilómetros que no quería estar allí. Quizá había creído que la conversación tomaría otro rumbo, o tal vez sabía que sería así, pero veía necesario tenerla. Fuera cual fuera la razón, ver la forma en la que tironeaba disimuladamente de las mangas de su camiseta sólo hizo que quisiera acercarme a él para tocarlo, como si con eso pudiera tranquilizarlo.

—Me da miedo no poder seguir tu ritmo, Jordan.

Hubo otro momento de silencio en el que Wallace movió sus dedos alrededor de la taza de café caliente mientras aguardaba una respuesta de su hijo.

Durante un momento me imaginé a papá diciéndome eso. Al verdadero, a Kit. Toda mi vida no hice más que darle razones para preocuparse. Una tras otra. Y luego él me besaba en la sien como aquella vez en el instituto, como si yo fuera lo mejor que le hubiera pasado en la vida.

Se lo iba a contar. Lo de la boda, todo. Estaba harto. No quería escondérselo más. No quería seguir teniendo problemas.

Jordan se marchó.

Parpadeé con sorpresa y lo vi salir por una de las puertas, preocupado ¿Me había perdido algo?

Miré a Wallace, sentado ahora en un taburete, aún con la mano cerrada alrededor de su taza. Lucía completamente tranquilo y me sorprendió la gran capacidad para mantener la calma que poseía.

—Jordy es buena persona —me aseguró luego de beber un poco más de su café—. Sólo tiene muchas cosas en la cabeza y le cuesta hablar.

—Yo... —Volví a mirar la puerta por la que él se había marchado y la señalé. Me sentía como un niño de primaria, completamente incapaz de tomar una decisión sin el previo visto bueno de un adulto—. ¿Debería ir a hablar con él?

—Yo creo que sí. Mañana tendré una charla con él ¿Qué quieres para cenar?

***

La puerta por la que Jordan desapareció daba al balcón.

Lo encontré sentado en el borde del suelo, con las piernas colgando, suspendidas en el aire. Las había pasado entre los barrotes de la barandilla y permanecía con un brazo apoyado en esta mientras con la otra mano sostenía un cigarro.

Cerré la puerta y me paré a su lado. Él no se volvió a mirarme, sino que permaneció con la vista hacia abajo, a la gran avenida que se extendía a sus pies.

—¿Puedes fumar? —pregunté.

Sonaba un poco hipócrita viniendo de alguien como yo, pero la diferencia era que yo no me encontraba bajo medicación. Y tampoco lo hacía en mi casa, donde probablemente mi madre me diera una bofetada si me viera con un cigarro o alguna de sus botellas de alcohol.

Me senté a su lado. Pasé las piernas entre los barrotes de la barandilla y lo vi arrugar la frente con preocupación mientras examinaba su cigarro, como si acabara de darse cuenta de que se suponía que no debía estar haciéndolo. Luego suspiró y acabó con él entre sus labios de nuevo.

—Lo estoy dejando —me aseguró.

—Una vez leí por ahí que lo que calma los nervios no es el tabaco, sino la pose que adoptas cuando fumas.

Lo vi poner los ojos en blanco, pero una sonrisa se formó de a poco en su rostro.

—Vaya, vaya. Un científico.

Chasqueé la lengua y me dispuse a defenderme con algún argumento barato sobre psicología cuando una gota de agua cayó sobre mi nariz. Cerré los ojos con sorpresa y cuando los abrí me encontré con las cejas alzadas del castaño. Lo vi apagar su cigarro y acercarse hacia mí. Creí que me iría a besar, pero simplemente tomó la toalla que estaba sobre mi hombro y se levantó del suelo para pararse detrás de mí.

—¿Tu mamá no te dice que si no te secas el pelo, te resfrías? —cuestionó mientras dejaba caer la toalla sobre mi cabeza.

La tela me cubrió el rostro hasta que lo oí sentarse detrás de mí. Entonces, la acomodó para que no me molestara y comenzó a hacer pequeños masajes con sus dedos para secarme el cabello. Aquel gesto me tomó por sorpresa y a lo único que atiné fue a permanecer inmóvil y en silencio mientras él lo hacía.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero lo disfruté. Cuando estábamos los dos solos, me percaté de que no importaba mucho si hablábamos no.

—¿Es cierto lo que dijo tu padre? —pregunté finalmente—. Que me has traído para que no se enoje contigo delante de mí.

—Claro que no —se apresuró a decir, visiblemente irritado—. Quiero decir, eventualmente tendría que contarle todo, así que aproveché que estabas. Te pusiste nervioso.

Él quitó la toalla y metió los dedos de su mano entre mi cabello cuando me volví un poco a verlo. No me soltó, pero dejó de mover los dedos.

—Me hiciste entrar en pánico.

Jordan sonrió.

—Siempre entras en pánico.

Me giré un poco más hasta quedar sentado frente a él, entrecerré los ojos y apoyé las manos en sus rodillas para inclinarme más cerca. Jordan no se movió, sino que me mantuvo la mirada. Me dolía la cabeza y me sentía un poco mareado, pero eso no impedía que estuviera seguro de lo que quería en aquel momento.

—¿Me has estado observando? —pregunté, completamente serio.

Él no dijo nada, como siempre que lo acorralaban. En un principio había pensado que lo hacía por falta de interés, pero ahora sabía que no se trataba de eso. No tenía idea de por qué nunca respondía, pero por lo menos ahora sí me miraba a los ojos. Quizá no pudiera. Quizá no se atreviera a contar determinadas cosas.

Tragó saliva y me acerqué sólo un poco más. Al estar inclinado, mis ojos no estaban a la altura de los suyos, sino bastante más abajo, en su cuello. Exhalé. Estaba seguro de que él sintió mi respiración, porque volvió a tragar, pero no se movió.

Me sorprendía su capacidad para mantenerse impasible pero al mismo tiempo me desesperaba. Quería que se moviera, que reaccionara. Necesitaba que él diera el siguiente paso.

Cerró los ojos. Me acerqué un poco más. Sólo un centímetro. Y fui capaz de reconocer el olor suave de duraznos. Juraba por Dios, que si me hacía esperar un sólo segundo más en silencio, le pediría que me dejara besarlo.

Apartó el rostro.

Solté el aire que había estado conteniendo y esta vez fue mi turno de cerrar los ojos, decepcionado. Dejé caer mi cabeza en su hombro y Jordan pasó los brazos junto a mí para atraerme hacia él. Acabé por acurrucarme en su pecho y no volví a mirar hasta un tiempo después. Se sentía demasiado bien, como si así debiéramos estar siempre, como si perteneciéramos a aquello.

Sentía que todo en mi vida podría estar mal, pero no él, y definitivamente no nosotros.

—¿Por qué te han suspendido de lacrosse? —pregunté finalmente.

Jordan volvió a pasar su mano por mi cabello, pero esta vez fue con la intención de acariciarlo.

—Se enteraron lo que pasó con mi ojo. Y la pelea en el bar. No tengo idea de cómo, pero se enojaron un montón y citaron a mamá. Me dijo que si no se lo contaba yo a papá, se lo diría ella.

Alcé un poco la cabeza, preocupado.

—¿Sobre que has ido con resaca al entrenamiento?

Lo vi negar despacio y luego bajar la vista a mis ojos.

—Sólo que me peleé con el subcapitán. Nos han suspendido a los dos, pero... —sus ojos fueron cayendo de a poco, como si no se atreviera a mirarme por completo—. No lo sé.

Imaginé que con aquel "no lo sé" se estaba refiriendo a sobre cómo estarían las cosas cuando la suspensión se levantara. Le había dicho a Wallace que creía estar afuera del equipo. Él no se estaba considerando dentro y no se veía muy entusiasmado en volver. Y por alguna razón pensar en eso me hizo sentir mal.

Me había acostumbrado a Jordan en el equipo desde que entramos al instituto. Él vivía entrenando. Se formaba una sonrisa muy tonta en su rostro cada vez que ganaba y en los pasillos de vez en cuando lo veía aguardar a que no hubieran profesores para hacerse pases con los del equipo.

"Lo tengo todo fríamente calculado" solía responder cada vez que lo regañaban por jugar dentro del edificio.

Era extraño pensar en Jordan sin lacrosse.

—¿Estás bien? —se me escapó.

Jordan me atrajo un poco más a él, si es que eso era posible. Sus brazos me cubrieron con un poco más de firmeza y dejé un beso en su hombro antes de volver a recargarme en él y cerrar los ojos.

—Ahora estoy bien —me aseguró con tranquilidad—. Estoy resolviendo las cosas de a poco. De los problemas que menos abarcan a los que más abarcan.

—¿Como en matemática?

—Como en matemática.

Luego de eso permanecimos un rato más en el balcón, hasta que su padre nos llamó para ayudar a preparar la cena. En determinado momento Jordan quiso saber qué había sucedido conmigo cuando me encontró en la acera esa tarde, pero me limité a negar y continuamos como si nada.

Le avisé a mamá que volvería el sábado en la mañana y le aseguré que no sabía nada sobre el teléfono de Giorgia. Martino llamó al número de mi hermana en la tarde, pero lo apagué y me negué a pensar en nada por el resto del día.

El problema llegó en la noche, cuando Wallace se dispuso a irse a su cuarto luego de perder tres veces consecutivas en las cartas con Jordan, y se despidió de mí diciendo:

—Tienes el sofá en la sala, pero duerme donde se te dé la gana.

Lo observé extrañado hasta que desapareció de mi campo de visión por el pasillo y recién entonces me volví a mirar a Jordan, quien apilaba las cartas sentado en la mesa de la cocina. Tenía la camiseta para dormir mal acomodada, con el cuello tirando más hacia la derecha, y estiró los brazos hacia el techo con los ojos cerrados cuando acabó de guardar todo, algo cansado.

—¿Qué significa eso?

Jordan me sonrió.

—Que no tiene idea de qué haya entre nosotros y le da igual. Es nuestro asunto. —Su sonrisa se ensanchó—. Pero no te lo creas. Me llenará de preguntas apenas te vayas.

—¿Dónde dormiré? —Fui al grano.

Jordan abrió más los ojos, sorprendido. Las luces estaban casi todas apagadas, salo por la de la cocina, que era donde estábamos. Nuestras voces hacían un poco de eco y me preocupaba que Wallace fuera capaz de oírnos. Me ponían un poco nervioso los mayores. Ni siquiera me sentía cómodo presentándoles a mis padres cualquier pareja.

Mis serenatas dedicadas a la directora del instituto eran caso aparte.

—¿Dónde quieres dormir? —preguntó él.

Maldita sea. No quería tener que decidir. Tanto poder me asustaba. Temía lo que pudiera llegar a pensar dependiendo de lo que yo dijera.

—¿Dónde quieres tú que yo duerma? —reformulé.

Jordan abrió la boca para responder.

—¿Dónde estarías dispuesto tú...?

—No, no, no, no, no. No me vengas con tus vueltas. Mi sono stancato, dici pura idiozia. —Pasé a su lado quejándome y me encaminé hacia su cuarto—. Non puoi essere concreto? —Me volví para mirarlo con molestia y le enseñé mis dedos unidos mientras gesticulaba un poco con el brazo. Jordan abrió la boca sorprendido y divertido antes de seguirme hasta su habitación. Encendí la luz refunfuñando y me acerqué a su cama para robarle una de las mantas—. Me voy al sofá. Por pendejo.

Jordan comenzó a reír, como si no pudiera creer que me hubiera ofendido, o como si le diera gracia que lo hiciera, y eso provocó otro resoplido de mi parte.

Lo vi apoyar el hombro en el marco de la puerta y elevar las cejas cuando me acerqué para volver a atravesar el umbral. Antes de ser capaz de poner un pie fuera de su dormitorio, el castaño tironeó un poco de la manga de mi camiseta para impedir que me marchara, de la misma forma que un niño tironea de la ropa de su padre para pedirle dulces.

—No te vayas, idiota. Ven, duerme conmigo.

No quiero decir que eso me emocionó, pero sí lo hizo, aunque seguía molesto por el hecho de que no me hubiera dicho en un principio que era eso lo que quería. Él sabía que, si dependiera de mí, las cosas irían más rápido. Así que, ¿Por qué diablos preguntaba? ¿Quería ponerme nervioso de nuevo?

—Que tu madre duerma contigo ahora.

Intenté retomar mi camino hacia la sala cuando Jordan me soltó sólo para reír con más energía y abrazarme por detrás. Dejó un beso detrás de mi oreja, exhalé involuntariamente y me detuve. 

Dejé caer la manta en el suelo para poder volverme y mirarlo de frente, donde Jordan no me soltó, pero tampoco fue capaz de decir o hacer nada más porque tomé su mentón y lo besé.

No fue como la otra vez. No duró nada porque apenas nuestros labios se tocaron, me arrepentí. Se suponía que debía darle tiempo, esperar a que él me diera alguna señal ¿Eso contaba como señal? ¿Significaba que quería? ¿Y si lo interpreté mal? Pero Jordan no me había apartado ¿Y si no lo había hecho porque lo presioné sin darme cuenta? Tal vez le diera miedo rechazarme.

El calor subió a mis mejillas. Me separé apenas y lo miré con pánico. Jordan, en cambio, se veía confundido. Creí que se debería al beso, pero entonces pasó una de sus manos por detrás de mi cuello y me atrajo hacia él para correspondérmelo como se debía.

Se sintió bien. Completamente diferente a nuestro primer beso. Ninguno estaba enojado, ni triste, ninguno fue bruto, ni desconsiderado. Éramos nosotros dos, estando donde queríamos estar, haciendo lo que queríamos hacer, y perteneciendo al momento que queríamos pertenecer.

Sentí mi pecho cálido.

Pese a las bromas de Jordan sobre "no homo", acabamos durmiendo abrazados en su cama como los homosexuales que éramos. Y cuando digo "dormir", me refiero a hacer exactamente eso, cochinos.

No me dormí mucho tiempo luego de eso, pero me despertó el sonido estridente del teléfono en la mesa de noche.

Jordan se quejó, yo me quejé, entonces él escondió su rostro en mi pecho y acabé suspirando para estirar el brazo y tantear en la mesa con los ojos cerrados hasta dar con el aparato. Abrí los ojos, la luz me cegó y el tono de llamada me ensordeció. Era una llamada. Me apresuré a colgar. Suspiré aliviado y volví a cerrar los ojos durante algunos segundos, hasta que decidí volver a abrirlos al percatarme de que quizá hubiera sido de alguien importante.

Fue entonces que reparé en que era el teléfono de Jordan. Apenas lo desbloqueé, la notificación de que tenía una llamada perdida de Farrah apareció en la pantalla. ¿Qué mierda quería Farrah tan tarde?

El teléfono volvió a sonar. Solté una palabrota y colgué. No tengo idea de si fue un acto de celos o por alguna razón completamente desinteresada, pero la idea de despertar a Jordan sólo para hablar con ella en la noche me hizo enfadar. Principalmente porque sabía por Lola que muchas veces tenía problemas para dormir.

—Estamos durmiendo, carajo. Respeta —murmuré y apagué el celular.

—¿Ese era mi teléfono?

La voz somnolienta de Jordan llegó ahogada, porque aún seguía con el rostro enterrado en mi pecho. Apenas si fui capaz de comprenderlo de lo dormidos que estábamos ambos.

—No, era el mío —mentí antes de volver a cerrar los ojos.

Continue Reading

You'll Also Like

882K 53.5K 43
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las...
Mono no Aware. By MMIvens

Historical Fiction

5.6K 985 4
En el periodo Edo, el Japón feudal aplica el Shudō como una tradición que dió inicio en el siglo XVII. Ooka Shin, un joven samurai del Shōgun, es rel...
540 157 22
❝ Quebrántame, arrastra mis heridas y devástalas. Hazme cenizas y sopla de mí. Y quiébrame, hazme pedazos porque en partes soy alguien. ❞ Créditos po...
24K 3.8K 46
𝑼𝒏 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒔𝒊𝒏 𝒑𝒐𝒅𝒆𝒓. 𝑼𝒏𝒂 𝒉𝒊𝒋𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒂𝒎𝒂𝒔 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓𝒊𝒂 𝒂𝒍 𝒕𝒓𝒐𝒏𝒐. 𝑼𝒏 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒏𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔...