Miré unas cuantas veces por la ventana, solo para ver si Seungri estaba bien. Intenté que no se notara, caminando de vez en cuando junto a la ventana rápidamente. Las veces que pasé por ahí, lo vi sentado en el pasto, jugando con el césped, se veía aburrido pero adorable e irreflexivo.
Cuando decidí que era suficiente y me veía como un acosador, me senté de nuevo en el salón. Y los flashbacks volvieron solos.
La seriedad en la voz de Youngbae.
Los, al parecer, celos en sus ojos.
Y el dolor en los ojos de Seungri.
Pero los flashbacks se detuvieron en cuanto escuché la voz de mi madre.
-¡Jiyong, ya llegué!-Escuché el sonido de bolsas chocando.
Me levanté y fui a la cocina, donde ella se paró con lo que parecían como 8 bolsas.
Ella dejó caer las bolsas con suavidad y estiró sus brazos.
-¿Lo pasaron bien?-Pregunté apoyándome en la pared.
-Sí, estoy un poco cansada.-dijo caminando a la nevera y sacando una botella de agua.- ¿Cómo estuvo tu día con Seungri? -Preguntó abriendo la botella.
-Fue divertido.-Mentí, pero si soy sincero fue genial, excepto por el hecho de que él estuvo sólo 20 minutos dentro de la casa conmigo, por eso no fue divertido.
-Oh, ¿en serio? ¿Entonces qué hacía él sentado afuera de su casa, solo? -Preguntó poniendo la botella en sus labios y tomando un sorbo.
-Bueno, como que lo eché.-Dije rascando mi nuca.
-Jiyong, pensé que para este punto en tu vida ya habrías aprendido que no debes juzgar a la gente. Seungri es igual a nosotros, el hecho de que sea sordo no te da el derecho a echarlo de la casa.-Dijo algo enfadada, dejando a un lado su botella de agua.
-Lo sé, lo...Espera, qué dijiste?