Nuestro Amor

By Quinner_

392K 18.2K 13.9K

Esta es la historia de Aaron y Stephen, dos principiantes en el amor con mentalidades y metas distintas, cont... More

Prólogo
1- Presidentes
2- Pervertidos
3- Abstinencia
4- Tu boca
5- Sobre ti
6- Aroma
7- Sin Vergüenza
8- Fuera de la residencia
9- Festival Valeska
10- GAY
11- Erótico
12- ¿Mentiras?
Extra 1: Navidad
Extra 2: El Premio
13- Su "Primero". Parte 1
14- Su "Primero". Parte 2
15- San Valentín Parte 1
16- San Valentín Parte 2
17- Sus Fetiches.
18- En el comité
Extra 3: Brett Hamilton
Extra 4: Audífonos
Extra 5: La razón de ser un imbécil
19- Hacerlo bien
20- Año Uno
21- Cumpleaños de un pervertido
22- Lo que eres para mi
23- Muy pronto
Extra 6: No lo que parece. Parte 1
Extra 7: No lo que parece. Parte 2
Extra 8: ¿Y si...?
24- Te haré decirlo
26- Mi inspiración
27- Su pasado
Adiós "Mi Mundo Pervertido"
28- Desesperación
Extra 9: Punto de no retorno.
Extra 10: Un día normal. Parte 1
Extra 11: Desconocido. Parte 1
Extra 12: Desconocido. Parte 2
11 de Abril
29- Lo que me gusta.
30- Metamorfosis.
31- Torpes enamorados.
Perfil de Personaje
32- Lo que eres.
33- Familia.
Extra 13: Límites.
Extra 14: Chico problema.
Extra 15: Idiotas.
Extra 16: Un día normal. Parte 2.
¡Sorpresa!
34- Queen.
35- Año Dos.
36- Graduación.
37- Crueles realidades.
38- Razones para hablar.
39- Las palabras correctas.
40- Epifanía.
Actualizaciones futuras
Extra 17: Entrevistas.
41- Ámame todos los días.
42- Nuestro futuro.
43- El deseo de un adulto nuevo.
44- Planes y permisos.
Extra 18: Antes de Stephen.
💜Muchísimas gracias💜
💜P & R💜
Extra 19: Esa persona especial. Parte 1
Extra 20: Esa persona especial. Parte 2
Extra 21: Ebrio, adorable y honesto.
45- Año Tres.
46- Compromiso.
Por favor, no más.
Extra 22: Vírgenes y despistados. Parte 1
Extra 23: Vírgenes y despistados. Parte 2
Extra 24: Antes de Aaron.
47- Reunión familiar. Parte 1

25- Cumpleaños de un presidente

5.9K 225 72
By Quinner_

Aaron:

Cuando despierto, Stephen está durmiendo a mi lado, o más bien sobre mi. Su mejilla descansa suavemente sobre mi pecho, al igual que su mano derecha que parece aferrarse a mi camisa mientras sueña —sonrío por ello—, tiene una pierna enredada con las mías por debajo de las sábanas pero y una ligera pero bonita sonrisa en el rostro.

Lo miro dormir por unos segundos. Últimamente su rostro durmiendo era el mismo, un par de parpados cerrados que terminaban en unas largas y dobladas pestañas y una sonrisa de labios cerrados que me hacían querer hacerlo despertar con un beso. Me derrito con la bonita vista de mi novio durmiendo plácidamente sobre mi pecho y le doy un suave beso en su despeinado cabello color caramelo antes de moverlo con toda la delicadeza que soy capaz a su lado de la cama para poder levantarme e ir a traer su pastel de cumpleaños.

Stephen suelta un casi inaudible quejido, pero no se despierta.

La piel se me pone de gallina en cuanto mis pies descalzos tocan el frío suelo. La cama estaba tan cálida que me había olvidado de lo jodidamente frío que es este lugar. Me pongo los zapatos y saco un suéter de mi maleta para después ponérmelo y salir de la habitación de Stephen con suma cautela.

El olor a café y a desayuno recién hecho —huevo estrellado con tocino quizás — invaden mi nariz a penas comienzo a bajar la escalera. Intento peinar un poco los mechones negros de mi cabello que delatan el hecho de que acabo de levantarme con mis manos y entro a la cocina para encontrarme con grande parte de la familia Grimes tomando el desayuno en la mesa.

—Buenos días— saludo educadamente a penas el señor Grimes nota mi presencia.

Él me responde con un movimiento de cabeza y vuelve su atención al periódico al mismo tiempo que la señora Grimes se dirige hacia mi con esa energía tan característica de ella.

—Buenos días, Aaron —me sonríe— ¿quieres desayunar? ¿aún no ha despertado Stephen?

—Buenos días —respondo y le devuelvo la sonrisa— quería llevarle a Stephen el pastel a la cama y luego bajar a desayunar con él.

Sus ojos brillan en ese momento y una enorme sonrisa aparece debajo de sus rosadas mejillas. Ella abre el refrigerador con gran entusiasmo y me pasa el pastel que compré ayer a escondidas de Stephen, después me empuja suavemente fuera de la cocina.

—Ve, ve, nosotros los esperamos aquí abajo —me anima antes de empezar a dar vueltas por toda la cocina con la intención de hacerle un desayuno de reyes a Stephen.

Aguanto soltar una carcajada cuando el señor Grimes comienza a sentirse tan alterado como ella por el hecho de que es el cumpleaños de su único hijo.

Hace dos días, Stephen y yo habíamos tomado un avión hasta aquí, Carolina del Norte, como parte de mi regalo de cumpleaños. Su cara fue todo un dilema cuando se dio cuenta de que los boletos de avión eran reales y que tenía sólo unas horas para empacar —sonrío sólo con recordarlo—. Hacia varios meses que Stephen no veía a sus papás así que la idea de traerlo por unos cuentos días a su lugar de nacimiento y con su familia me había parecido estupenda. Al principio tenía planeado hacer reservaciones en un hotel, pero la señora Grimes insistió en que quería que nos quedaramos en su casa que no pude decirle que no.

La casa del señor y la señora Grimes es grande y acogedora, y se veía a metros que la señora Grimes había sido quien la había decorado. Casi en cada pared de la casa había fotografías familiares, desde un Stephen bebé en brazos de sus padres hasta un Stephen más grande dando lo que parecía ser un discurso en una ceremonia de entrada. Mi pared favorita era la de la escalera. La señora Grimes había acomodado seis fotos que ascendían junto con la escalera; en la primera estaba un pequeño bebé con cabello tan claro que parecía rubio en una cuna durmiendo, en la segunda un niño de entre uno y dos años con una sonrisa enorme mientras su papá lo cargaba en sus hombros y su madre le tomaba de la mano, en la tercera había un Stephen de entre cinco a seis años sentado en un tapete navideño mientras abría un regalo, en la cuarta había un chico de entre diez y doce años aprendiendo a usar un estetoscopio con su papá, en la quinta había un Stephen adolescente posando su certificado de preparatoria en sus manos y con sus papás sonriendo orgullosamente a sus lados, y en la sexta había una bonita foto de toda la familia celebrando con un pastel lleno de velas su cumpleaños anterior.

Sonrío ante la foto del niño abriendo regalos de navidad y con un "Ah... Me gustaría hacerte tan feliz como te ves en esa foto" rondando por mi cabeza, subo las escaleras tan rápido como puedo y entro a su habitación listo para comenzar lo que esperaba fuera el mejor cumpleaños que haya tenido hasta ahora.

Stephen:

La voz de Aaron llamándome por "cariño", "bebé" y "cielo" me hacen despertar con un rostro ardiendo y un corazón acelerado. Aún me avergüenza escucharlo llamarme de esa manera, pero me hace sentir tan feliz que lo haga que extiendo mis manos por la cama para encontrarlo y abrazarlo. ¿Dónde estás?
Tanteo la cama con los ojos cerrados en su búsqueda, no es hasta que él toma mi mano que me doy cuenta que no está en la cama conmigo, sino que está parado. ¿Por qué? Acuéstate conmigo. Quiero recostar mi cabeza en tu pecho y dormir un poco más.

Le jalo suavemente la mano hacia mi dirección, pero él se resiste. Escucho el sonido de su risa ronca a la distancia y abro los ojos con enfurruñamiento.

—Ah... —suelta como si se hubiera quedado sin aire— esos ojos verdes.

Le suelto una sonrisa antes de volver a cerrar mis ojos unos segundos y comenzar a parpadear para acostumbrarme a la luz y poder ver sus preciosos ojos azabache e imitarle.

—Ah... —suspiro cautivado — esos ojos negros.

Él me sonríe como un niño pequeño. Se sienta en el borde de la cama y se gira hacia mi hasta apoyar un brazo en mi almohada y dejar a nuestras narices rozándose por la punta.
Me pierdo en sus ojos como un tonto. Es sólo a esta corta distancia que soy capaz de distinguir su pupila de su iris y por alguna razón eso me hace sentir excitado. Pierdo el control de mi respiración y busco besarlo, pero el retrocede con una sonrisa traviesa en el rostro que me deja la mente en blanco.

—Antes del beso tienes que apagar las velas —murmura sólo para mi.

Lo miro atónito.

—Feliz cumpleaños, Stephen —dice y antes de que pueda responder o reaccionar, me planta un profundo beso en los labios y me levanta la espalda con sus manos hasta tenerme sentado.

Mueve sus labios contra los míos deliciosamente lento, me besa como si intentara tentarme a querer más y luego se aleja. Estoy desarmado completamente. Mi cara y mis labios se sienten calientes después de su contacto y él aprovecha ese momento de aturdimiento para tomar un pastel blanco con un par de velas que forman un "19" en el centro de éste hasta mi.

Miro el pastel por unos segundos —sin entender que es lo que está pasando— y luego me hecho a reír cuando empieza a cantar "Cumpleaños Feliz" a todo su volumen. Soplo las velas en cuanto acaba y tomo mis lentes de la mesita de noche para poder apreciar mejor el pastel antes de meter un dedo al merengue para probarlo.

Está delicioso y es muy, muy bonito. Tiene decoraciones de merengue blanco que parecen pequeñas flores a los bordes y un par de fresas apoyadas en la base de las velas. Se me es inevitable sonreír. Sonrío tanto que me avergüenzo, pero el me devuelve la sonrisa y apoyo sus labios en mi frente. Es tan cálido... cierro mis ojos y concentro todo mi sentido del tacto hacia mi frente, hacia el lugar que tocan sus labios.

Respiro fuerte. Él roza sus dedos con los míos y yo pego un brinco por ello. Sus dedos están fríos y se sienten ásperos, ¿por qué?

—Tus dedos... —empiezo a decir al mismo tiempo que tomo su mano en la mía y acaricio las yemas de sus dedos con las mías para sentirlas— ¿por qué se sienten así?

Aaron guarda silencio por un momento, pensando, entrelaza sus dedos con los míos con cierta incertidumbre y, con un gesto que amo de él, acerca mi mano a su boca y me besa lo nudillos uno a uno.

—He estado trabajando en algo —admite contra mi piel.

—¿Esculturas?

Aaron niega suavemente.

—Es una sorpresa.

Suelto una risa tonta de la emoción.

—¿Para mi? —pregunto, la felicidad inundando mi voz.

—¿Para quién más si no tú? —me sonríe y me besa.

Gimo bajito en su boca. Le sostengo el rostro con una mano al mismo tiempo que le correspondo el beso. Su lengua se desliza dentro de mi boca, al igual que la idea de hacerlo volver a la cama conmigo, pero él se retira demasiado pronto... me deja con ganas de más y me hace bajar las escaleras hasta donde están mis padres con un banquete en la mesa y un par de sonrisas enormes.
Ambos me abrazan. Me felicitan como por mis 19 años de vida y celebran conmigo y con Aaron antes de ponerse sus vatas e irse a trabajar.

El corazón se me encoge en el pecho cuando los veo de salida.

¿Cuántas veces alrededor de toda mi vida había visto la misma escena? Mamá y papá siempre han sido personas con trabajos extenuantes. Desde que tengo memoria son pocos lo días en los que pude pasar más de dos horas en casa con ellos. Si no hubiera sido por mis abuelos —que me cuidaban—,  me hubiera sentido la persona más sola del mundo.
Mis abuelos no están aquí en este momento para consolarme, pero si lo está Aaron. Él se da cuenta en seguida. Ve a través de mi como si fuera transparente, como si pudiera ver todo lo que estoy sientiendo y toma mi mano. La envuelve en la suya y acaricia mi piel con su pulgar, consolándome. Aprieto los labios y evito mirarlo, si lo hago podría ponerme a llorar.

—Volveremos temprano hoy, amor —afirma mamá besando mis mejillas

Le dirijo una sonrisa y asiento. Papá me revuelve el cabello con una mano, le dirije un gesto con la cabeza a Aaron y atraviesa el camino de nieve con mamá hasta el auto. No es hasta que el auto desaparece que Aaron habla.

—¿Qué quieres hacer, cumpleañero?

Su pregunta me hace ilusión.

—Quiero enseñarte mi ciudad —respondo.

Después de eso nos pasamos todo el día afuera. Le enseñé mis lugares favoritos, el hospital en el que siempre soñé trabajar y muchas otras cosas de mi infancia. Me sentía como en casa. El aire frío, la nieve y el leve sentimiento de dolor en mi nariz poniéndose roja y congelándose me hacían sentir en los días antes de que me mudara a Nueva York.
Aaron pareció fascinado durante todo nuestro paseo, esta era la primera vez que venía a Carolina del Norte y estaba encantado, se la había pasado sonriendo y comprando todo tipo de cosas tanto para mi como para él y para nuestro álbum que con orgullo ya había empezado a ponerse un poco más grueso.

Para cuando llegamos a casa, toda mi familia estaba esperándonos. Habían decorado la casa con una enorme pancarta que decía "¡Feliz Cumpleaños, Stephen!", me ruboricé a penas la vi, era tan grande y tan colorida que no cabía la más mínima duda de que mi mamá había sido quien la había hecho.
Todos comenzaron a felicitarme y a abrazarme animosamente, mamá lloró un poco después que apagara las velas de un nuevo pastel de un soplido y papá soltó un "Ángela, cálmate" que hace tanto que no oía que me hizo reír muy alto.

Casi me entran ganas de llorar al verlos a todos. Mi mamá, papá, tíos, abuelos... todos están aquí. Y si no hubiera sido por él no hubiera sido capaz de verlos hasta finales de este año.

Me seco una solitaria lágrima que logro salirse sin permiso y rodeo a Aaron con mis brazos completamente agradecido. Él sonríe, me devuelve el abrazo con cariño y me besa la nuca.

Realmente los había extrañado demasiado a todos...

S😌❤👌👈❤😏A

Aaron pasa los canales en la televisión tranquilamente —parece estar necio con encontrar una película de terror a esta hora— mientras me acaricia el cabello. Yo tengo mi cabeza recostada en su brazo izquierdo y le rodeo el cuerpo con mis brazos.

Él tiene su vista concentrada en la televisión, pero yo la tengo en él.

Admiro la vista de su nariz perfilada, sus pestañas oscuras y su cabello revuelto en su frente como un tonto, preguntándome cómo había hecho este hombre para hacerme sentir de esta manera. Con sólo mirarlo el corazón me late como loco, la respiración se me irregulariza y me pierdo, me desconecto del mundo. Es un sentimiento que soy no sé ni puedo  describir y que me gusta tanto que me asusta, me aterra y me pone nervioso. Es como si pisara territorio desconocido, tanteando mis pasos para evitar lastimarme o a él. Algunas veces siento ganas de escapar, pero me he enamorado tanto de él que ya no creo ser capaz de hacerlo.

Sacudo mi cabeza, desechando mis pensamientos anteriores. Me frunzo el seño a mi mismo. Aaron ha planeado este viaje por mi, por mi cumpleaños, no debería de estar pensando este tipo de cosas.

—¿Qué pasa? —me pregunta con voz suave, dirigiendo su mirada azabache hacia mi.

Hago contacto con sus ojos y me relamo los labios. "Deja de pensar", me digo mentalmente.

—Estoy esperando mi sexo de cumpleaños —le respondo con inocencia.

Él me mira sorprendido por un segundo, luego suelto una sonrisa traviesa y niega con la cabeza.

—La habitación de tus papás está aquí al lado.

—Prometo contener mi voz —repongo.

Mi mano derecha abandona su pecho para comenzar a bajar por su cuerpo, la deslizo lentamente por debajo de las sábanas con la intención de tocar su miembro, pero él me detiene cuando llego a la altura de su vientre.

—Creeme, si lo hacemos ahora, no vas a poder contener tu voz... —su voz suena como una advertencia tentadora.

Sus ojos se han vuelto más profundos y oscuros, me miran con lascivia contenida y yo me ruborizo por la ardiente sensación que dejan en mi piel.

—No quiero ser grosero con tus padres y hacerles escuchar algo como esto —musita— cuando volvamos a casa te daré el mejor sexo que hayamos tenido, pero hoy no.

Hago un mohín. ¿Cómo puedo discutir o argumentar algo si me dice eso?

—¿Al menos podemos tocarnos? —pregunto.

Aaron aprieta los dientes. Es evidente que él también tiene ganas.

—Tú me tocas ahí... —digo tan bajo como puedo, tentándolo con mi mirada— y yo te toco aquí... —deslizo mi mano sobre su miembro y lo aprieto suavemente, sintiéndolo medio duro contra mi mano.

Él exhala aire y cierra los ojos como un reflejo natural, pierde su postura anterior y yo intento no reírme por ello. Al parecer no soy él único que queda completamente desarmado y atontado con las caricias de la persona que quiero.

—Vamos, amor —insisto— yo sé que quieres...

Le beso por debajo de su boca con labios húmedos, paso la lengua a lo largo de la línea de su mandíbula y desciendo por su cuello para succionar su piel y dejarle un pequeño chupetón. Aaron gime bajito.

—Por favor...

Su cuerpo se tensa bajo mis caricias. Lo oigo soltar un fuerte jadeo y celebro mi victoria cuando su mano —antes sosteniendo el control remoto— se aferra a mi cintura y me empuja más cerca de él.

—Sólo un poco —acepta, lascivo.

Suelto una sonrisa victoriosa y lo beso.

Junto nuestros labios en un toque húmedo y necesitado que me lleva a perder el control en cuanto su lengua se desliza en mi boca y acaricia la mía. Aaron me baja los pantalones de pijama y la ropa interior hasta la mitad de los muslos con una mano habilidosa. Se mete sus dedos a la boca —para lubricarlos, supongo— y recorre mi vientre hasta mi miembro y después hasta mi trasero.

—Abre más las piernas —jadea en mi boca.

Hago lo que me pide sin dudarlo. Abro mis piernas lo suficiente como para que su mano pueda acomodarse entre mis muslos. Aaron toca mi entrada con un dedo húmedo, la acaricia y la masajea en círculos repetidas veces y, por alguna razón, se siente bien. La piel se me periza ante el constante toqueteo, pero no es suficiente.

Quiero que me toque más. Quiero tocarlo más.

Le muevo el pantalón de chándal por debajo de sus testículos con mi mano derecha y le subo un poco el suéter para poder ver ese abdomen —tan bonito y marcado— que me muero por besar en este momento. Abrazo su erección con mi mano y le paso mi pulgar por la punta, imitando los mismos movimientos que está haciéndome ahí abajo, frustrándolo con el hecho de que esa caricia no es suficiente para ninguno de nosotros.

Aaron suelta una sonrisa irónica y forzosa.

—Okay, ya entendí.

Entonces desliza un dedo dentro de mi.

—Ah...

Comienzo a masturbarlo. Muevo mi mano al ritmo de su dedo, adentro y afuera, hacia abajo y hacia arriba. Su erección crece y se endurece tanto como la mía mientras jadeamos en silencio nuestro placer.
Su rostro está tan cerca del mío que siento su ardiente aliento en mi cabello y escucho sus suaves y bajos gemidos en mi oído.

Quiero más...

Busco un contacto más rudo con su dedo. Levanto mis caderas y comienzo a empujarlas contra su mano en un intento desesperado por sentirlo más profundamente. Él gruñe. Acerca sus labios a mi mientras yo sigo moviéndome y me besa la oreja. Su lengua me lame lenta y dulcemente, provoca una sensación extraña en mi vientre que me deja la mente en blanco, me endurece y me excita hasta el punto que ya no soy capaz de respirar correctamente por la nariz y comienzo a hacerlo por mi boca.

Entonces me muerde.

—¡AH!

Su mordida me ha tomado por sorpresa. Mi cuerpo se curva hacia arriba y se estremece en un breve pero placentero espasmo que me hace soltar una gran cantidad de pre semen sobre mi estómago.

—Ngh... —tiemblo.

Aaron deja de empujar su dedo dentro de mi y se queda quieto, completamente sorprendido. Siento su mirada sobre mi y me ruborizo de la vergüenza. ¿Cómo puedo ponerme así sólo con un dedo y con una mordida? Mi cuerpo se siente como si acabara de tener un orgasmo. ¡Es tan penoso! Ni si quiera soy capaz de voltear a mirarlo.

—Justo ahora... —empieza a decir— ¿apretaste mi dedo durante ese espasmo?

Aprieto mis labios. La cara me arde aún más después de oírlo decir eso. Que vergüenza...

—Lo sien...

—Aprieta y mueve más rápido tu mano —ordena.

—¿Qué?... —balbuceo, atontado por mi espasmo anterior.

Su mano libre alcanza mi barbilla y la alza hacia él, hacia su boca. Me planta un fuerte beso en los labios y —para cuando ya estaba comenzando a sentirme atontado por su apasionante beso— desliza un segundo dedo dentro de mi y me embiste con fuerza.
Intento gemir, gritar incluso, por la rudeza que había estado buscando, pero sus labios me lo impiden. Su lengua llena mi boca y ahoga mis gemidos al momento en el que aprieto su erección en mi mano y comienzo a masturbarlo con más fuerza.

Aaron suelta un gemido en mi boca.

Esto es demasiado. Agarro su mano con la intención de hacerlo parar e intentar convencerlo de que me toque adelante, si sigue tocándome ahí estoy seguro de que sus dedos no van a ser lo único dentro de mi trasero esta noche. A penas y logro alejarme de sus labios para respirar.

—Aaron... —jadeo— ¿podrías...?

Ni si quiera me deja terminar de hablar. Su boca vuelve a ponerse sobre la mía en un intento de callarme lo más posible mientras comienza a sacudir sus dedos de adentro hacia afuera tan rápido que me hace perder la razón y el control de mis acciones.
Mi cuerpo se contrae, se estremece y se retuerce bajo un sin fin de gemidos cubiertos por sus labios y su lengua. Los ojos comienzan a ponerseme llorosos y la cara me arde aún más por la excitación. Aaron empuja su erección en mi mano, como si me preguntara por qué he parado. Intento volver al mismo ritmo que tenía mi mano hace menos de diez segundos pero el constante meneo de sus dedos me aturde. Esto es demasiado.

—¡Mmmgh! ¡Ngh...!

Le agarro su mano con fuerza, pero no se detiene hasta el momento en el que ya no puedo más y me corro. Sus labios me sueltan al fin y yo inhalo aire con desesperación por respirar, al igual que él.

—Casi me ahogas... —gimoteo aún con las caderas temblándome y con mi vientre contrayéndose por la fuerte sensación del orgasmo.

No me responde, así que me giro a verlo. Sus ojos están cerrados por alguna razón y tiene la boca semi abierta. Él empuja contra mi mano en un suave movimiento y entonces se corre silenciosamente.

—Ah...

El corazón me late como loco al darme cuenta de que su semen y el mío se han combinado en mi estómago. Mi mirada se distrae ahí por un momento, luego sigo el camino de su cálida y agitada respiración y me encuentro con un par de ojos negros destellando y mirándome con tanto cariño que me hace quedar sin aliento.

—Te quiero, Stephen Grimes.

S😌❤👌👈❤😏A

Al dia siguiente El aeropuerto nunca me había parecido tan triste como hoy. Aaron y yo abordamos después de una despedida llena de lágrimas —la mayoría mías— y despegamos en el vuelo hacia Nueva York.

Cuando llegamos a casa sólo tenía ganas de irme a la cama, cubrirme con las sábanas hasta la cabeza y pasar un momento a solas mientras digería el hecho de que esa despedida había sido la peor que les había dado a mi familia jamás, pero Aaron insistió en que había algo que quería mostrarme algo, así que abandoné la idea de irme a la cama para seguirlo a la habitación que usábamos como almacén para libros.

Mis ánimos están por el suelo. Realmente no quiero hacer nada más que recostarme en mi cama, pero cuando veo el piano de cola negro... joder, cualquier emoción es remplazada de inmediato con una sorpresa inmensa.

—¿Qué hace esto aquí?... —comienzo a decir penas recupero mi capacidad de hablar.

—Lo necesito para darte tu segundo regalo —explica, noto un ligero rubor en sus mejillas y lo veo nervioso.

¿Qué está pasando?

—No sé tocar el piano —digo con un hilo de voz al recordar a aquél vejestorio que le había enseñado más sobre cómo tocar el cuerpo de un hombre que sobre cómo tocar el piano.

—Pero yo si —responde— y, aunque no soy tan bueno en eso como pintando y esculpiendo, te compuse una canción.

Me quedo atónito, sin palabras. Lo miro como si acabara de hablarme en un idioma extraterrestre o algo y él —en vez de soltar una carcajada como normalmente hace— desvía su mirada y se rasca la nuca en un intento por ocultar su vergüenza. Una sonrisa de tonto enamorado se me sale inevitablemente.

¿Cómo puedes ser tan lindo cuando ya tienes 22 años de vida?

—¿Puedo oírla? —pregunto con sincera emoción.

Él asiento, pero no sonríe. Está tan nervioso que no parece el Aaron tan confiado y relajado que conozco. Intento hacerle conversación para tranquilizarlo un poco.

—¿Cómo metiste esto aquí? No estaba cuando nos fuimos.

Aaron se sienta frente al piano, me hace una seña con los ojos para indicarme que me siento a su lado y yo lo hago con emoción. Nunca me había sentado frente a un piano, y mucho menos uno tan bonito como este.

—Le pedí a Matty y George que lo trajeran de casa de mis papás. Este es el piano con el que solía practicar en casa.

—Es muy bonito —sonrío.

La tensión en su rostro desparece en ese momento para abrir paso a una lebe sonrisa que le alcanza los ojos.

—Gracias.

Paseo mi vista indiscretamente hasta llegar a las partituras que descansando plácidamente en el piano. Me ruborizo al ver el título de la canción.

—Voy a empezar —anuncia, su voz sonando como un susurro a la distancia.

Sus dedos comienzan a moverse hábilmente sobre las teclas del piano, liberan una melodía lenta y hermosa que me hace perder la noción del tiempo y me embriaga con los sentimientos plasmados en cada nota. Aaron toca con una facilidad increíble, incluso dirige su mirada hacia mi de vez en cuando para ver mi reacción, pero ahora realmente no puedo reaccionar a nada. Estoy anonado. Nunca antes alguien había escrito una canción para mi y mucho menos una tan bonita como esta.

La canción acaba más pronto de lo que hubiera querido.

Aaron mantiene sus manos sobre el piano, pero ahora tiene su mirada puesta en mi. Me mira como un niño esperando ser elogiado o regañado y yo me desarmo por completo. Si ya estaba sentimental por la despedida con mi familia, esto había sido más que suficiente para hacerme explotar en llanto.

—¿Eso es un "me gustó"? —murmura, tímido.

No puedo evitar reírme.

—Es un me encantó —río y toco sus labios con los míos en un húmedo roce— Gracias. Te quiero.

—Yo te quiero aún más.

Nos besamos.

Aaron me sujeta las mejillas y yo le rodeo el cuerpo con mis manos. El beso es prometedor y erótico. Me lleva a pensar en cómo sería tener sexo sobre un piano y me río ante ello sin querer en su boca.

—¿Qué? —duda, sus ojos oscureciéndose lascivamente con cada segundo que pasa.

—Sólo me pregunté cómo sería hacerlo sobre un piano —admito.

—¿Quieres intentarlo?

Me quedo mudo en ese momento. ¿Realmente se puede tener sexo sobre un piano? ¿No se romperá o algo parecido? Es decir, Aaron y yo no pesamos lo suficiente como para romper un piano si nos subimos a él, pero ¿se puede romper? Me entran ganas de buscarlo en Google, pero al notar su intensa mirada sé que no podré moverme de aquí.

Me lamo el labio inferior como un reflejo de mi nerviosismo y asiento con la cabeza. Aaron no tarda en levantarme en el aire por mi cintura y sentarme sobre la fría superficie de la tapa. Se acerca a mi hasta el momento en el que está entre mis piernas, tiene ambas manos a los costados de mi cuerpo y su nariz está rozando la mía.

—Te dije que cuando llegaramos a casa te daría el mejor sexo que hayamos tenido —recuerda— y como es tu cumpleaños y no tengo preparado mi cuerpo en chocolate y crema batida, haré lo que tú quieras. Tú mandas.

—¿Yo mando? —repito a penas digiriendo lo que acaba de decir.

—Tú mandas. —repite.

El corazón se me acelera.

—Entonces, bésame.

—¿Dónde?

—¿Dónde? —repito su pregunta sin entender.

Él ladea su cabeza y me dirige una sonrisa traviesa. Alza su mano derecha y alcanza mis labios con su dedo índice.

—Puedo besarte aquí... —desliza su dedo hasta mi cuello— o aquí... —baja por mi pecho y por mi estómago hasta mi entrepierna. Suelto un jadeo ante su contacto— ...o aquí. Las opciones son infinitas, tienes que ser más específico, Stephen.

Trago saliva. ¿Quiere que sea más especifico? De acuerdo.

—Quiero que me beses la boca al mismo tiempo que me desnudas y te desnudo.

Mi voz va perdiendo volumen con cada palabra que digo. Él sonríe ante mi vergüenza y se inclina hacia mi para besarme. Hace tal y como se lo pedí. Me besa, me quita la ropa y me deja desnudarlo sin replicar.

Ahora tengo mi piel desnuda contra la superficie del piano. Es fría y lisa, me pone la piel de gallina. Aaron me mira por debajo de sus pestañas negras, expectante.

—Ya estamos desnudos, ¿qué sigue?

Me ruborizo más por lo que voy a decir que por su pregunta.

—El camino que hiciste con tu dedo hace rato... siguelo con tus labios... por favor.

—Acuéstate.

Me acuesto con torpeza en la tapa. Aaron se sube al piano y sobre mi con cuidado. Tenerlo encima de mi, mirándome tan intensamente, me hace sentir nervioso y excitado al mismo tiempo. Jadeo cuando se acerca a mi y me besa suavemente.
Aaron sigue el camino que trazó con su dedo sin prisa alguna, se toma su tiempo en cada lugar. Le pido que use su lengua y me corresponde, me besa con suavidad la boca, el cuello, el pecho, todo hasta llegar a mi parte baja y detener su camino ahí.

Su lengua se resbala en en mi miembro, me acaricia con ternura y me succiona en cuanto me mete entero a su boca. Me contraigo ante la sensación. ¿Cómo puede ser tan bueno en esto? Bajo mis manos hasta tocar su cabeza y enredar mis dedos en su cabello negro. Más. Quiero más.

—Oye... —murmuro, la cara ardiéndome en rojo.

Él levanta la vista, me mira aún con mi punta dentro de su boca y ladea la cabeza hacia mi mano con dulzura cuando le acaricio su mejilla. Eres tan tierno y tan erótico...

—¿Podrías... ngh... bajar un poco más?

Aaron baja la cabeza, me hunde hasta lo más profundo de su garganta. Gimo fuerte. Se siente tan bien que a penas y puedo corregirlo.

—No... —niego, a penas y puedo reunir el aire suficiente para hablar— quiero que vayas más abajo...

Él libera mi erección de su boca en ese momento, sabe perfectamente lo que me refiero, pero finge inocencia y vuelve a preguntarme:

—¿Dónde?

No quiero decirlo. Antes me había negado mucho para que no hiciera eso, pero ahora se lo estoy pidiendo. ¿No podía ahorrarme la ironía de la situación tan sólo haciéndolo?

—Aquí —respondo con vergüenza abriendo mis piernas para tocar la entrada en mi trasero con mis dedos.

Noto la erección de Aaron crecer al momento que comienza a jadear con más fuerza. Se relame sus labios en un arrebato de excitación, me toma por detrás de las rodillas y me empuja hasta tener mi trasero levantado de la tapa del piano.

Es entonces cuando siento su lengua ahí abajo.

—¡Ahh!

Aaron me lame, me chupa y me besa. Me vuelve loco con su boca y su lengua y me hace correrme inevitablemente entre gemidos y fuertes jadeos.

Ya no puedo más.

—Aaron —lo llamo. Su mirada cae sobre mi en un instante— mételo... hazlo como tú quieras... mételo...

Aaron me suelta las piernas. Se agarra su erección con una mano y comienza a frotarse contra mi trasero unos cuantos segundos antes de embestirme con fuerza.

—¡Joder! —grito.

—Ah...

Él... me está tocando ahí...

—¡Ahhh! ¡Espera...!

Me agarra mis caderas con ambas manos y vuelve a empujar. Esta vez lo siento aún más profundo, me roza ese lugar con su pene y yo no puedo hacer nada más que aferrarme a su cuerpo con mis manos y gemir.

—¿Quieres que pare? —resopla.

Su cuerpo tiembla tanto como el mío. Aaron está bajo una capa de sudor y respira por su boca entre jadeos y fuertes respiraciones que me dejan ver lo excitado que está también por esto. Sus ojos me miran con sinceridad expectante, como si estuviera diciéndome que si quiero que pare, parará, pero no quiero que lo haga.

—No —respondo.

Él sonríe. Comienza de nuevo a embestirme con fuerza, colma mi interior rozando el punto más erótico que poseo en mi trasero y yo a penas y puedo resistir antes de sentir otro orgasmo llegar.

—Aaron —gimo extendiendo mis brazos hacia él — ven aquí...

Él se inclina hacia mi sin dudar. Le rodeo el cielo con mis brazos al mismo tiempo que él me corresponde el abrazo y lo beso. Lo beso hasta el momento en el que estoy al borde del clímax y me separo para decirle lo que nunca le he dicho a nadie más que a él:

—Te quiero...

S😌❤👌👈❤😏A

Holaaa🙊💕

Espero estén disfrutando de unas lindas vacaciones como yo y que les guste esta actualización a pesar de la larga espera🙆🙆

Muchísimas gracias por leer. Ly❤

Continue Reading

You'll Also Like

231K 20.4K 35
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
1.8M 127K 88
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
48.6K 8K 32
Que pasaría si tienes 17 años y de quién pensabas estar enamorada no lo estás y sin embargo te sientes atraída por una mujer 8 años mayor que ella...
91.5K 6.8K 22
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...