Capítulo veintisiete:
NARRA JACK
Caminaba frustrado por la calle. Realmente estaba enojado y triste por lo que acaba de pasar con Peyton. No entiendo como es que se hicieron esas fotografias donde yo supuestamente la estoy engañando.
¡Yo no recuerdo eso!
Ni siquiera me atrevería a engañarla. Si me acerco a una chica, es para comerla y no para hacer cosas relacionadas con el amor.
Lo peor es que, ella no me cree en lo absoluto. Ni siquiera quiere estar conmigo. Cada vez la frustración y el dolor comenzaba a intensificarse más dentro de mi, ¿Quien diablos había hecho eso? Juro que quien halla sido, me las va a pagar. Y muy caro.
Camine cada vez alejandome más de la casa de Peyton. Sentí lagrimas caer por mis mejillas por la impotencia. Al ir caminando sentí como algo golpeó mis pies. Dejé de caminar, bajé la vista y tomé la pelota.
-- Señor, ¿me podría devolver la pelota, por favor?.-- Una voz aguda captó mi atención y le pertenecía a una pequeña niña. Se encontraba a unos tres metros de distancia.
Observé la pelota y sonreí maliciosamente. Creo que podría desahogarme con ella.
--- Claro, acercate.-- Le hice una seña con el dedo índice. Ella inocentemente se acercó y colocó sus manos en la pelota. Sin embargo, yo aún no soltaba la pelota..-- ¿Cual es tu nombre, linda?.-- Mi sonrisa era gigante llena de malicia y con un apetito que estaba a punto de saciar.
-- Me llamó Peyton, señor.-- Respondió.
Mi sonrisa se borró automáticamente. Ella me quito la pelota y salió corriendo no sin antes agradecerme. Observé como se alejaba y la rabia aumentó el doble. Grité sintiendo mis lagrimas caer y comencé a correr tras la niña.
Corrí y ella sin percatarse de que la asechaba como una presa. Aunque eso era verdad. Giró en una calle y cuando estuve apunto de hacerlo choqué contra alguien.
-- ¡Lo siento mucho!.-- Me pareció conocida esa voz. Era la rubia.
-- No te preocupes.-- Respondí fríamente mientras me giraba a un lado tratando de secarme las lágrimas sin que ella lo notará.
-- Oh, hola Jack.-- Me abrazó y me sentí incómodo.-- ¿Sabes si Peyton está en..espera, estas llorando?.-- Me tomó del rostro y me miro fijamente.
-- No.
-- Estas llorando.-- Afirmó.-- ¿Que sucede? Claro si quieres contarme.
-- No tengo nada. Sólo me entró un Peyton cree que la engañe en el ojo, nada grave.-- Respondí sarcástico. Livia grito de sorpresa.
-- ¿¡QUE!?.-- Me miro seria.-- Dime que no es verdad por que si lo es, juro que te dejo sin descendencia.
-- Otra que no me cree..-- Murmuré molestó.-- Es mentira, ¡Yo jamás la engañaria! Puedo parecer estúpido pero no lo soy.
-- Tú y yo tenemos que hablar seriamente.
(...)
-- No se si creerte.-- Me miro detenidamente.
Le conté a Livia todo y como era de esperarse, me dijo cosas incoherentes y me dio uno que otro golpe.
-- La única que me interesa que me crea es Peyton.-- Suspire.
-- Esta bien. Lo intentaré porqué si veo la honestidad en ti y no como en la cara del estúpido maldito cara de excremento, de mi ex novio. Que harás al respecto? Lo más preferible es que por ahora le dejes un tiempo para pensar.
-- Pero pensará que no la quiero y que la..-- Me interrumpió.
-- Déjala y mañana vas. De hecho tengo una idea.-- Sonrió.-- ¿Mañana que haras?
Llorar, asesinar personas, comer, llorar, y comer principalmente.
-- Evitar caer en depresión.
-- Excelente. Mañana nos vemos en el parque a las cuatro.-- Me abrazó y comenzó a alejarse.
--¿A donde vas?.-- Pregunté/ grité.
-- ¡Debo ser una buena mejor amiga con tu chica!.-- Alzó sus pulgares para después cruzar la calle y perderla de vista.
Esto sería tristemente interesante.