Amiga de James Potter

De EGante

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UNA AMISTAD ENTRAÑABLE, UNA TENSIÓN SEXUAL INSOPORTABLE || Ajusten sus audífonos y preparen cerveza de mante... Mais

BOOKTRAILER
¿Conocí a James Potter?
Notas de la Autora
Hogwarts 1974
El chico de la enfermería, Remus Lupin
El capitán de Quidditch
El ciervo
Regulus Black, el Arma Slytherin
El misterioso Pergamino
Nuevo curso, nuevos cambios
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
En el Bosque Prohibido
El Regalo de James
La Elección de Snape
Locatis lunático Lupin
Sucumbiendo a James
Héroes del Quidditch
EL PEOR RECUERDO DE SNAPE (1)
EL PEOR RECUERDO DE SNAPE (2)
La Familia Potter
La Teoría del Giratiempo
Travesura Realizada
James vs Snape
Una Cita con Potter
Detención
Lupin, Chocolates y Filtros de Amor
SIRIUS BLACK
¡Black-tumsempra!
Marlene McKinnon
Novia de su mejor amigo
La Génesis
Tres Clausulas para salir con Sirius
James vs Mary
REMUS LUPIN
El Dormitorio de los Merodeadores
POCIÓN MULTIJUGOS
Sirius y Snape
El secreto de mi novio
EL MAPA DEL MERODEADOR
JAMES POTTER (I)
JAMES POTTER (2)
EL MORTÍFAGO
VOLDEMORT
Un espía inesperado
SEVERUS SNAPE
James Potter y el Príncipe Mestizo
REGULUS BLACK
EL ANIMAGO
FINAL
EPILOGO 1 (Marlene McKinnon)
EPÍLOGO 2 MARY MACDONALD
Preguntas y Respuestas + Explicaciones

Herbología con James y Snape

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De EGante

"Estábamos en el mismo curso, ¿sabéis? Y no nos caíamos bien. En especial, le tenía inquina a James. Snape me había visto atravesar los terrenos del colegio hacia el sauce boxeador. Sirius pensó que sería divertido contarle a Snape que para entrar detrás de mí bastaba con apretar el nudo del árbol con un palo largo. Bueno, Snape, como es lógico, lo hizo. Se habría encontrado con un licántropo completamente transformado. Pero tu padre, fue tras Snape y lo obligó a volver, arriesgando su propia vida, aunque Snape me entrevió al final del túnel. Dumbledore le prohibió contárselo a nadie, pero desde aquel momento supo lo que yo era"

Remus Lupin.Capítulo 18. Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta

Harry Potter y el Prisionero de Azkaban.



Herbología con James y Snape  

La señora Pomfrey me dio de alta al día siguiente. La herida mostró grandes mejoras apenas desperté. «Las lágrimas de Fénix nunca fallan» dijo, «Aunque es probable que te quedes con una cicatriz como recuerdo» también advirtió. Por lo que me alisté para reincorporarme a la primera clase del día.

Musicalización de capítulo: GEORGE McCRAE -Rock Your Baby 1974

—No te perdiste de gran cosa— decía Marlene mientras nos dirigíamos rumbo al invernadero. Aguardamos a que la escalera del quinto piso dejara de girar —, en realidad solo hicimos predicciones tontas en adivinación. En esta ocasión aprendimos a leer un poco de Tarot.

—Así que Tarot —exclamé con interés —¿Algo interesante que deparara el futuro?

Escuché el "croosh" de la escalera que había embonado con el segundo pasillo.

—Confuso como siempre...—explicó Marlene sin darle importancia —oh, bueno pasó algo distinto. Cómo tu no estabas he tenido que hacer equipo con Potter —comentó —. No paraba de hacer el payaso con Black mientras se decían predicciones bobas: "¡Ho mira!, te ha salido un viejo con cara de estarse aguantando un pedo, esto augura un futuro estreñimiento" —dijo imitando la voz de James —"A ti la tía rubia en pelotas, las cartas anuncian un futuro cambio de sexo" —. Ahora imitaba la voz de Sirius, un tanto más grave, pero sin abandonar el matiz tontón.

Solté una carcajada.

—...Así que la profesora—continuó Marlene retomando su tono normal— optó por cambiarlo de lugar y sentarlo junto a mí.

—Dime que le auguraste su coronación como "Miss cabezota" de la generación—bromeé con aire irónico.

—Que va...—. Enseñó el blanco de los ojos —, la lección constaba en que él hiciera una pregunta y yo tirara las cartas e intentara interpretarlas. ¿Y adivinas qué preguntó?

—"¿Lily Evans saldrá conmigo alguna vez? " —arrastré las palabras, como si se tratara de un mantra que hubiera memorizado desde hace años.

— No... de hecho, preguntó por la copa de Quidditch de este año.

—Vaya, eso parece interesante—pensé alzando las cejas con curiosidad—...¿Ganaremos?

—Francamente, no lo sé—. Se encogió de hombros—... salió un cúmulo de cartas sin sentido. Una serpiente (Que no le hizo gracia alguna), una dama, una estrella, la carta de los enamorados, la carta de la traición —enumeraba con la ayuda de los dedos — ...y no recuerdo cuál otra— titubeó, y luego se aclaró la garganta —. Al final tuve que inventarme algo. Le dije que "Gryffindor tiene grandes oportunidades de conseguir la copa, pero Slytherin vendrá mejor preparado".

—Hablando de Quidditch—recordé de pronto —, he decidido hacer audiciones este año.

—¡¿Estás loca?!—graznó Marlene elevando varias octavas la voz. 

Abrí los ojos cual plato. La reacción de Marlene me sabía demasiado exaltada, como si hubiese pronunciado la palabra "Voldemort" en voz alta. 

—Quiero decir—Recobró la compostura —¿Recuerdas lo que las últimas jugadoras han dicho sobre el trato de James?

Desde que James había tomado el timón del equipo de Gryffindor, un curso anterior, las jugadoras habían desertado alegando que no aguantaron las exigencias del entrenamiento. Desde entonces el equipo se había conformado enteramente de varones. Al parecer James no era el capitán con el mejor tacto, ni el más cordial, ni el más caballeroso. Las quejas variaban entre su actitud arrogante y poco sensible, hasta su arbitrariedad al momento de planificar las estrategias. Lo cierto era que Potter no tenía paciencia con las chicas cuando se trataba de Quidditch. El deporte lo era todo para él.  Y, hay que decirlo,  no se molestaba en ocultar su favoritismo hacia jugadores de gran tamaño que procurarán ser figuras que amedrentaran al rival.

—Puedo con Potter —aseguré —, no me intimida en absoluto. Y estoy segura que le vendrá bien al equipo alguien con una buena habilidad con la Quaffle y el aro.

—¿La Quaffle?—cuestionó Marlene que al parecer se horrorizaba más y más con cada una de mis palabras.

—He estado estudiando los puntos débiles de nuestro equipo —expliqué —, el problema de Gryffindor es que falla el 40% de sus tiros al momento de llegar frente a los aros. Soy la mejor opción para reforzar esa área. Fui la capitana de baloncesto en mi vecindario, la tiradora estrella.

—¿Baloncesto?—Repitió enarcando una ceja. 

—Un deporte muggle —expliqué

Marlene movió el rostro en sentido negativo, parpadeando. Poco le convencía la idea.

 —Quiero escucharte pensar lo mismo cuando Potter te obligue a esquivar bludgers con los ojos vendados...

Para ese punto ya habíamos llegado al invernadero. Acomodamos nuestros respectivos morrales en los percheros y desembolsamos nuestros volúmenes de Botánica Mágica.

— ...además aun te estás recuperando del brazo, ¿Crees que es buena idea demandarte lanzamientos imposibles con la Quaffle?.

—Sanaré—garanticé —, en una semana estará listo para estrenarse como cazador.

—Si es que consigues que te acepte dentro del equipo. 

Ignoré eso último, pues entonces estaba cegadamente convencida de que así sería. Fui directo a las filas de macetas donde dormían las mandrágoras.

 Desde segundo año, cuando nos enseñaron a cuidar estas criaturas, me había encariñado mucho con la planta, sobre todo al descubrir que unos granujas le habían arrancado las hojas más sanas.    Para mi era como un bebé indefenso.  Hasta le había puesto un nombre: "Elvendork". Me gustaba estar al tanto de su cuidado, a pesar de que las lecciones sobre aquellas raíces habían concluido desde hace años.

— Claro que lo hará—aseguré convencida y me crucé de brazos con altivez —¿Qué acaso el tarot no te advirtió mi participación en el equipo?—bromeé.  

  Marlene bajó la mirada. Desdobló su mandil de jardinería y comenzó a ajustárselo. 

—Por cierto—manifestó cambiando radicalmente el tema— ¿McGonagall ha decidido algún castigo para ti?

Suspiré y me encogí de hombros.

—Después de la reprendida que me dio, no volvió a pasarse por la enfermería. Creo que no consideró importante que una de las alumnas de su casa fuera atacada con magia obscura.—teoricé recobrando el resentimiento que aún me molía las entrañas por todo lo acontecido con el incidente Avery-Mulciber. Comencé a podar las hojas secas de "Elvendork" y aproveché la oportunidad de conjurar el "acuamenti" para hidratar su tierra.

—Interesante —meditó Marlene con un aire pensativo y misterioso.

—¿Qué tiene de interesante? —exclamé con cierto enfado —, he pensado seriamente en levantar una queja en el ministerio frente la negligencia de Dumbledore ante la agresión.

—¿De qué hablas? —Marlene se volvió hacia mí escrutándome con una mirada que me indicaba que no podía estar más equivocada.

Me sacudí las manos y me volví hacia la mesa de trabajo.

—Ni siquiera atendió la petición de evaluar mi recuerdo como prueba de mi testimonio—argüí.

—Dumbledore sí que ha evaluado tu caso —aseguró Marlene —. Si no ha tenido la molestia de visitarte en la enfermería es porque ha estado inmerso en otro asunto, algo grave—explicó.

 Miró hacia ambos lados verificando que aún fuéramos las únicas en el invernadero. Bajó la voz y comenzó hablar con mucho secretismo...

—Nadie sabe que ha ocurrido exactamente... pero parece que Snape se ha metido debajo del sauce boxeador.

—¿Hay algo debajo del sauce boxeador? —espeté pensando que lo lógico sería que debajo de cualquier árbol se encontrara una raíz atestada de lombrices y bichos.

—Al parecer sí que hay algo—manifestó —...algo que no debió haber visto Snape... —Marlene se mordió los labios y se aproximó un par de centímetros a mi —. Fui hablar con Dumbledore, como me pediste. Tuve la suerte de toparme con Slughorn quien también estaba en la labor de hablar con él.  Así que me facilitó la entrada a través de la gárgola. —Marlene hizo una pausa y dio una segunda mirada al rededor. Entonces bajó un poco mas la voz hasta sisear—Encontré a Dumbledore hablando con Severus. Nunca había visto tan alterado al Director, no solo estaba enfadado, literalmente se le veían los labios pálidos del espanto. Logré escuchar algo de lo que hablaban:

«Sr. Snape, le suplico encarecidamente que no vuelva curiosear debajo del Sauce Boxeador. Le repito que estaría comprometiendo su vida y la seguridad misma del castillo"

"Pero si ha sido un plan de Potter y Black. ¡Debería expulsarles!

"Debe agradecer la oportuna intervención del señor Potter, es gracias a él que usted ha logrado salir vivo"» .

Guardé silencio ante lo que contaba. Se escuchaban los chillidos de una liana cantarina y el correr de la fuente donde flotaban los lirios mágicos, y a pesar de eso nada me sonaba tan surreal como ese escenario en dónde fuera posible que James Potter salvara la vida de Snape; Aunque, tampoco visualizaba un escenario en donde Dumbledore se alterara frente una cuestión tan vaga como un encuentro entre estos dos. Pero según las palabras de Marlene, ambos habían ocurrido.

Estaba por preguntar más de lo acontecido pero decidí callar cuando un par de voces atravesaron el umbral de la entrada del invernadero. Se trataban de Lily Evans y el propio Severus Snape. No tardarían en llegar el resto de Gryffindors y los Slytherins con quienes compartíamos materia.

—¿Crees que Evans sepa algo? —cuchicheé al verlos embotellados en su propia plática, acomodándose en un sitio lejanos a nosotras.

—Posiblemente. Estos parecen uña y mugre—respondió mi amiga.

Snape y Lily se acomodaron al otro extremo del invernadero. Aquél parecía mal humorado, más de lo acostumbrado.

—¡Hey, Macdonald!—Escuché desde mis espaldas —Dicen que intentaste fuego maldito frente al espejo—La misma voz rio. Se trataba del esperpento de Mulciber.

—La muy idiota terminó hiriéndose el brazo—secundó Avery.

Me volví a Marlene.

—Pensé que habías hablado con Dumbledore—Le susurré.

—Hablé con él —aseguró.

Me comenzó a invadir la cólera.

 ¿Cómo era posible que, aun con lo ocurrido, este par de serpientes aún siguieran en Hogwarts?. Me tragué mi enojo y antes de salir de mis casillas enarqué una flamante sonrisa, fingiendo (quizá demasiado) que el asunto me divertía.

—Admito que estoy muy decepcionada de ustedes —dije en voz alta. —¿Atacar a una chica por la espalda? —chisté los dientes y sacudí la barbilla con decepción—Hay que ser muy cobarde para llegar a eso. Pero supongo que, cuando se carece de cerebro y talento, no hay muchas opciones ¿Verdad?.

— Asquerosa, ya es insulto tu sola presencia —respondió Avery —No te sientas con el derecho de dirigirte a nosotros.

—Grasiento, Esa no es forma de hablarle a una mujer—opinó James Potter a sus espaldas.

Había llegado junto con Sirius Black y Peter Pettigrew. Por el respingo nervioso de Avery, advertí que la presencia de James le tomó inadvertido.

—Sé más comprensivo James, es posible que nunca haya hablado con alguna—segundó Sirius, fingiendo seriedad y auténtica preocupación.

—Ese par de idiotas me atacaron. Intentaron usar magia obscura sobre mí y luego trataron de desmemorizarme —expliqué a los muchachos de la casa Gryffindor —. Pero hasta para ello muestran ser una eminencia de ineptitud. La desmemorización fue tan efectiva como baba de trol —Reí. Me remangué la túnica y mostré la herida en recuperación —. El maleficio fue un chiste que se contó solo. Bastó un ungüento para curarlo. —solté una carcajada —Saben, me he topado con gnomos de jardín más peligrosos que ustedes dos.

Avery y Mulciber intercambiaron una mirada contrariada. Posiblemente no contaban con que la desmemorizacíon de Caradoc fallara.

—¿Intentaron usar magia obscura sobre ti? — me preguntó Sirius.

—Intentaron —repetí.

—Bueno, la magia obscura es motivo de expulsión —recordó Black. Se cruzó de brazos con gesto de complacencia—. Parece que por fin nos libraremos de su pestilencia a mazmorra.

—No estaría tan seguro de eso—James fingió negar el rostro consternado —me parece que estos dos fueron crías de trolls que Dumbledore recogió y adoptó del bosque prohibido. 

Me eché a reír. Peter y Marlene me siguieron la carcajada. A Avery y Mulciber se les coloró la cara de distintas tonalidades. Podía imaginarme que expulsarían vapor por los oídos en cualquier momento, pero permanecieron callados. No se atreverían nunca a meterse con James y Sirius quienes eran los irremediables "alphas" de la generación: Ambos hijos de respetables apellidos de alcurnia de la comunidad mágica, intensamente defensores de los "hijos de muggles", y además ágiles duelistas, y pesados bromistas, con todo aquél que les desafiaran ; Siempre conseguían cobrarse (con intereses) las provocaciones, especialmente cuando sus rivales eran Slytherins.

  Me sentí profundamente agradecida por la intervención de mis compañeros. Ser Gryffindor tenía sus ventajas en la década de los setentas.

 Pudo haberse zanjado ahí el asunto, pero un tercer compañero optó por hablar.

—¿No te parece un tanto curioso, Black?—Manifestó Severus Snape a punto de estallar desde su rincón junto a Lily Evans. Todos viramos la mirada hacia él—. ¿Tú, hablando de motivos de expulsión?... Podría mencionar otras razones que meriten verdaderos motivos de expulsión. Criaturas nocturnas, por ejemplo. Quizá Lupin pueda explicarlo mejor, es experto. ¿O qué me dices de un intento de homicidio?

Sirius desvaneció su sonrisa, algo que no era habitual. Me pregunté si eso tendría algo que ver con lo que Marlene me había contado minutos antes.

—Quejicus, no te pongas celoso —habló James ladeó el rostro con una sonrisa cínica — Tú siempre serás nuestro apestado favorito —dijo girando la varita entre sus dedos cómo si esta se tratara de una baqueta de batería —...Y para muestra un regalo—manifestó. Tras un giro, empuñó su caoba de 28 centímetros y lanzó súbitamente una chispa de color azul hacia el rostro de Snape.

Vimos cómo le pegó de lleno a la boca y pronto sus labios se fusionaban con la piel de sus mejillas. De un momento a otro fue incapaz de seguir hablando. Se limitaba a soltar sonidos guturales debajo de la membrana de piel que tapizaba su boca.  

—¿Qué vamos hacer contigo Quejicus? —preguntó Sirius chistando los dientes —, siempre metiéndote en nuestros asuntos. Lily, deberías aconsejarle que se consiga una vida.

La risa de Peter y James no se hizo esperar (así como el rostro horrorizado de Lily ante el maleficio sobre Snape).

—¡Buenos días!, ¡buenos días!, ¡buenos días! —saludó el profesor de Herbología presuroso y algo jadeante. Había entrado de pronto, sin dar oportunidad a que Snape contraatacara, o bien, la pandilla de Gryffindor le lanzara otro maleficio. Cargaba un cuarteto de macetas pequeñas —. Lamento la demora muchachos... chicas, pueden dejar las macetas ahí —pidió a las muchachas Slytherin que llegaron junto a él, ayudando con los montos de instrumentos para la lección del día.

Lily sacó su varita y la agitó para deshacer el maleficio de la boca de Snape. James y compañía se recuperaban de sus carcajadas mientras sacudieron sus mandiles jardineros para enfundárselos encima.

  El profesor estaba tan preocupado por su retraso y tan presuroso por comenzar la lección que nunca advirtió el maleficio sobre Snape, o quizá no le dio mayor importancia. No era inusual la enemistad entre Snape y James, ni sus constantes intercambios de maldiciones. Formaba parte del día día en el castillo.  

—Habrán sus libros en la lección dos —pidió sin dilaciones—. Hoy veremos el encantamiento para acelerar el crecimiento de las hiervas, que también nos ayudará a que algunas flores abran antes de temporada. Pero antes de comenzar, quiero que todos tengan puesta su indumentaria de botánica. ¿Bien?. ¿Marlene podrías leernos lo que el libro dice del Hervicus?

Marlene se aclaró la garganta y tomó el libro en sus manos. Comenzó la lectura en voz alta.

—"Hervicus", el encantamiento que acelera el crecimiento de hierbas, arbustos y plantas frutales...

—¿Crees que el muy idiota diga algo? —escuché que Sirius susurraba a James.

—No hablará —respondió James bajo el mismo secretismo—, Dumbledore se lo prohibió.

—"Shhhht" — Les chité. No me parecía amable que hablaran mientras Marlene leía. Pero tras ser testigo de aquella escena, tampoco lograba disponer la atención a la lectura de Marlene. No podía dejar de pensar:  

¿En verdad James había salvado la vida de Snape?

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