"Paso 11º: Planea descansos cuando te sientas agotado".
~H.N.
Near.
—Dime sí hay que ser torero. Poner el alma en el ruedo. No importa lo que se venga pa' que sepas que te quieroooo —alargué la ultima nota mientras enviaba desde mi segundo teléfono al correo con la ubicación de reunión para el siguiente día. Suspiré, pensando de igual forma en que estaba encerrado actualmente—. ¡AH, no puedo en serio! ¡¿Por qué demonios esta escuela te castiga por hablar en clase?! ¡En las películas nunca sucede nada!
—Poner el alma en el ruedo... —Either me imitó a mis espaldas con murmullos.
—Porque así funciona el sistema. —Dijo lo claramente obvio, Rind, como si se tratara de una ley sin excepciones ni clasismo.
—El sistema no existe, son los papás. —Me hice el tonto.
Estábamos los tres sentados en distintos pupitres mientras terminábamos nuestros reportes y notas de disculpa por haber causado desastres en clase: o sea, hablar. Todo comenzó porque me marcaron por trabajo para ocasionar una escenita en un concierto, lo que sería bastante complicado pero la paga era buena así que lo tomé, ignorando al profesor y a Rind Vibes que me pedía que me callara porque no estaba entendiendo ni un moco de la clase.
Either me golpeó y silenció al maestro porque tenía puesto audífonos y no entendía su podcast. Los tres fuimos enviados a detención.
—Hace un puto calor por la calefacción.
—¿No puedes decir algo que no sea ofensivo, Near? —Rind cubrió sus santos oídos, ocultando su cabeza con sus manos del sol que se adentraba por las ventanas—. ¡Por favor, Dios te salve!
—El calor es puto, el frío pinche —le contradije molesto—. Cállate tú, pecador.
—¡¿Qué pasa contigo?! ¡¿Tus papás no te quieren?! —Clamó.
—¿Cómo lo sabes? —Abrí la boca de forma subnormal, fingiendo sorpresa ante mi poca educación—. Uy, ahora sí te callaste, ¿verdad? Idiota.
—¿Pueden darme un segundo de paz? Es mi último día —Either irrumpió en nuestra conversación. Ambos giramos las cabezas en dirección al último pupitre del salón, en la esquina al fondo, silencioso e irritado mientras tomaba notas invisibles y mordía un lápiz como si tratara de comerlo—. Ah. Día de 17 años.
Qué, creo que habla de que es mayor que nosotros, espera...
—¡¿Mañana es tu cumpleaños?! —Escupí en la cara de vándalo como si fuera una llama, forzándome a parar de la silla para retroceder de aquel que comenzaba a colmar su paciencia.
Vándalo reparó de pie con prisa para quitar las babas de su rostro, Either nos miró asqueado mientras asentía con lentitud. Me deslicé por el piso para llegar a su pupitre y ser su mano derecha. Rind nos siguió al tomar su mochila verde de los estantes suspendidos en las paredes, era como un seguidor medio menso.
—¿No lo sabías? Es Capricornio —confirmó el vándalo. Las toallitas húmedas limpiaron su rostro—. Cumple el 8 de enero, cuando está nublado. En su cumpleaños siempre se ve gris el día, jeje, y es su color favorito.
—¿Y qué va a hacer? —Le pregunté a vándalo. Negué con la cabeza al ver mi acción tan estúpida así que volví a dirigirme a Either—. ¿Qué harás?
Either cerró su libreta sin apunte alguno, miró al techo quizás cuestionándose si acaso todo era un sueño o producto de alguna proyección, no lo sé. Ese niño estaba muy ido de su propio cuerpo constantemente. Seguro no era humano o de esta época, qué miedo.
—¿Qué se supone que haga? —Murmuró indiferente, elevando los ojos a las luces que parpadeaban sobre nosotros debido a que la electricidad de la escuela era consumida por los calentadores en invierno que hacían ruidos como grillos.
—Una fiesta con orgía gay y gemelos haciendo incesto... —Propuse—. No sé, yo digo. Yo propongO.
—¡Maldito pervertido, ugh! —A Rind le dieron escalofríos—. Todo lo que piensas son cochinadas o cosas gays, e ilegales y... gays.
No te lo voy a negar, tururu tururu.
Pregunté si alguno de ellos tenía carro o sabía manejar. Rind dijo que por nada del mundo su padre le prestaría el vehículo, yo estaba más pobre que una sucia hormiga y Either claramente nadaba en dinero. El enano fue el único en decir que había una camioneta, sí la había, pero era gigante pues la exportaron del extranjero e incómoda de manejar.
Puedo sacar algo bueno de eso.
—¡Vamos a un concierto! —Tiré al frente de la batalla el comienzo de mi manipulación; proponer algo así de pronto no era extraño ahora que sabía que había un cumpleaños de por medio—. ¡Y pueden invitar a quien sea o solo ir los tres! Pero que alguien haga el almuerzo: Tú, Either.
—Cocina tú. —Se negó.
Rind asintió de acuerdo. El rubio encontró algo de comida al saquear la mochila del otro, así que comenzó a comer a sus espaldas, incluso me pasó una gelatina por debajo de la mesa sabiendo que el enano se molestaría. Santo cielo, era un ratero, eso sí era un pecado. Dios lo salve.
Y sátanas también.
—¡Pero tío! —Me quejé frente a Either, quería desviar su atención del presunto crimen.
—No soy tu tío. —Puso su mirada de jugador de póker.
—¡Pero tío, escúchame! —Sacudí sus hombros, ocasionando que su mirada se contrajera por la incomodidad de mis manos sobre él.
—Que no soy tu tío. —Parecía comenzar a molestarse.
Escuché al vándalo morder una papa, de inmediato tosió por fingir que no comía nada detrás de él. Tomé más fuerte del cuello a Either a fin de evitar que lo viera e hice un ademán a Rind buscando que dijera algo que no fuera estúpido: una excusa rápida.
—Ya me harté, hablen —se inventó algo más o menos creativo—. ¿Qué harían si fuera el fin del mundo? Yo rezaría.
Ojo, el santo. El dioso. El hetero. El cancelado.
—Todos vamos a morir. —Either mató la emoción con su respuesta.
Lo solté para darle la espalda de igual forma mientras él miraba el techo y pensaba en el cercano Apocalipsis. Su gelatina de uva estaba rica, seguro se molestaría de saber lo que estábamos haciendo pero en verdad hacía hambre y necesitaba un poco de relleno para este capítulo que antes estaba más vacío que un cacahuate.
Ay, ya sé que hago todo bien, hasta el relleno de mi trasero.
—Otra respuesta. —Balbuceó Rind.
—Me dormiría junto al gato —murmuró el enano su respuesta, permitiendo el silencio unos segundos sin apartar las pupilas de las luces tétricas—. Y tal vez despertaría confundido en un infierno. Ah, como Dante. No.
—Eso suena bien, eh —me reí con los hombros encogidos, observando el día nublado y frío que se reflejaba en el cristal de las ventanas—. Yo intentaría salvar el planeta o construiría una nave, seguro fallo así que mandaría todo a la mierda. Uy, me emborracharía, ensuciaría la ciudad y me masturbaría: me quiero ir viniendo.
—¡Eres un enfermo! —Rind se paró de golpe, dejando caer las papas fritas que estaba tragando.
Idiota, distrae a Either.
—¡Hay más gallinas en el mundo que humanos! —Grité tras pasarme de golpe la gelatina aguada por la garganta. Capté la atención de Either con aquella simple oración, estaba más interesado.
—¿Cómo sabes? —El enano arrugó su entrecejo, poniéndose de pie.
Ah, perro. Quieres debatir.
—¿Cuántas gallinas entran en una hectárea? —Rind escupió ante mi pregunta que no respondía nada. La verdad esto ya estaba bien estúpido—. ¡Imagina cuántos gallineros de esos hay! Santo cielo. ¿Y sí somos gallinas? ¿Y sí nada es real? ¿Y sí nos morimos mañana?
—¿Tienen hambre? —Either me ignoró, girando para rebuscar en su mochila algo que comer—. Tengo comida. Pueden tomar. A.
ª
Either fue por nosotros.
Corrimos entre gritos por todo el salón de clases, arrastrando nuestros zapatos mientras chocábamos contra mesas para evitar los golpes salvajes de Either chiquito. Era en serio una locura, no entendía qué le molestaba si de todas formas nos iba a invitar.
Ahora, si nos dejábamos agarrar seguro no saldríamos vivos de esto y la salida de mañana sería un completo desastre. Ya me imaginaba yendo con muletillas o con un palo en la cola.
Rind y yo chocamos contra la puerta, abriéndola a la fuerza hasta golpear al profesor que venía camino al salón para hacernos callar, fue el colmo. Either corrió sin prestar atención a los regaños, cual cazador una vez centrado no dejaba escapar a sus presas. Nuestros gritos llegaron lejos y sobre nuestras tumbas fuera de la escuela descansaba la palabra:
"Púdranse, traicioneros".
—¡Oigan, ya lo recordé! —Grité al recibir la patada de Either en la cabeza. Los cables se me conectaron, obligando a los otros dos a parar—. ¡Yo no dejé mi casillero abierto! ¡¿Quién demonios lo abrió?!
• • •
Ay, este era otro especial de WhatsApp, o sea, relleno: pero AHORA ESTÁ MÁS LARGO ESE RELLENO.
PTM, no hago nada bien. Pero al menos es comedia y mientras Near diga hOlA todo se vuelve estúpido y funciona.
Este fanart de ya saben qué me dio vida:
Ahora sí, voy a retomar la reescritura porque hace hambre y, no, no me pagan. 😎 Chao, se les ama. Ah, y, LA BEBESITA BEBE LEAN.
Pregunta: ¿Qué harían en el fin del mundo? Seguro yo me mato.
~MMIvens.