Al pasar un rato en silencio, Adrien y Marinette se dieron cuenta de que el tiempo había pasado y ya era hora de volver a sus casas.
- Creo que deberíamos ir volviendo. Tu padre debe estar preocupado por ti. - Le dijo Marinette al chico que acababa de romperle el corazón.
- Sí, me veo venir un castigo. - Dijo el chico, intentando hacer reír a la dulce chica de pelo oscuro que tenía al lado, sin éxito.
Cuando se estaban despidiendo, justo antes de separarse, Adrien le dio a Marinette un pequeño sobre que le había otorgado Kagami.
- Toma, esto me lo ha dado Kagami para ti. No sé qué es ni qué dice en él, no me lo ha especificado, pero sé que es importante.
Ella le dio las gracias y cada uno se dispuso a ir hacia su casa, y cuando ya estaban lejos, pero se seguían viendo, Adrien llamó a Marinette y le gritó:
- ¡Sonríe!
Y ella sonrió.
Cuando Marinette llego a su casa, entró en su habitación y se dispuso a leer la carta que Adrien le había dado.
En la hoja de papel había escrito:
Querida Marinette,
esta carta es para ti, sólo para ti, y no puedes explicarle su contenido a nadie, ni siquiera a tu familia, no antes de que yo te de el visto bueno.
Te quiero explicar una pequeña historia que tenemos en común, y que tu, posiblemente, conozcas de otra manera...
Érase una vez una familia que vivía en China. Era una familia normal y corriente, nada la diferenciaba de las demás. Eran tres hermanos que vivían con sus padres. Cada uno de los hermanos trabajaba de algo, el mayor era panadero, el mediano cocinero, y el pequeño diseñador gráfico. Todo normal ¿No crees?. Los dos hermanos mayores se dedicaron a su profesión plenamente, pero también buscaron tiempo para la familia. En cambio, el pequeño creó una pequeña tienda autónoma con su mujer, que empezó a crecer hasta que formó una empresa que más adelante se convertiría en una potencia china y mundial. ¿Te imaginas lo que pasó después? ¿No? No pasa nada, yo te lo cuento.