Ben no dejó a Valeria tocar el piso hasta que llegó a su casa. Valeria no habló y su labio estaba temblando. Su olor, juraba que lo había olvidado. Pero no, seguía siendo el mismo, no quería soltarlo nunca.
Él la llevó a su habitación de baño y quitó su ropa. Otra vez vulnerable en frente de él. Ni siquiera podía articular palabra y preguntarle que qué estaba haciendo o qué pretendía hacer con ella.
No, no quería hablar, porque no quería detenerlo.
Echó a Valeria a un lado y abrió la llave de la ducha. El sonido del piso de la bañera golpeado por el agua llenó el lugar. Volvió a estar frente a ella y levantó con el dedo índice su barbilla, examinando su rostro. Valeria no sabía qué miraba hasta que descubrió que solo buscaba los daños en su cara. Los arañazos eran leves pero la piel estaba roja, y su labio se había hinchado por el primer golpe que Ana le había propinado. Tocó el labio con su dedo, Valeria hizo una mueca de dolor.
—Perdón —murmuró.
—Creo que debo irme. —Valeria negó con la cabeza. Ni siquiera sabía por qué Ben la había traído hasta su casa. Incluso la había tocado cuando la cargó. Perdió la apuesta.
Ben la ignoró, se quitó su polo shirt.
—Es en serio, debo irme. —Caminó a la puerta, con los ojos casi cerrados. ¿A dónde iba sin su ropa? Es que quería que él la detuviera. Él así lo hizo, la agarró por la cintura y la volvió a poner en su lugar.
—Shh. —Le pidió. Empujó a Valeria hacia la bañera, y ella se devolvió y chocó con él, porque el agua estaba demasiado fría.
—El agua fría hará que no te duela nada. —Pasaba sus manos por la cara de ella y por su cabello, tratando de borrar lo sucedido—. Va a congelar todos tus sentidos.
—Es tarde, me duele todo —le respondió.
Ben se echó hacia atrás y se quitó la ropa que le quedaba. Después, empujó a Valeria debajo de la llave, y gradualmente, su cabello y el de ella se iban mojando. Valeria cerró los ojos porque no sabía hacia dónde mirar.
—¿Por qué la chica me golpeó? —Valeria hizo una mueca de dolor, el agua ardía en algunos arañazos. En especial en los que había en el brazo.
La Sombra sonrió de lado, parecía orgulloso.
—Tú la golpeaste a ella.
—Yo solo me defendí —contrarrestó abriendo los ojos.
—Valeria... —suspiró Ben cerca de sus labios, ella se sintió como si se derretía. No la había dejado de mirar pero había guardado su espacio—, ¿puedes perdonarme y volver?
Valeria puso los labios en una línea de recta, se olvidó de su condición y lo abrazó. Pensó que nunca harían las paces. Ella realmente lo necesitaba, lo extrañaba, no lograba hacer nada bien.
Lamentablemente, La Sombra era un vicio que Valeria no podía dejar. Cerró sus ojos y mordió su labio mientras lo abrazaba. ¿Por qué a veces las cosas debían de ser tan difíciles?
—Esta noche puedo abrazarte hasta que te quedes dormida. —Le devolvió el abrazo, Valeria se quedó con su cara apoyada en el hombro de La Sombra mientras sentía las gotas de agua caer por su espalda—. Es para que veas que no solo quiero sexo de ti.
—Aunque quisiera, tengo que volver a casa. —Valeria respondió dejando de abrazarlo, pero mantuvo las manos en su cuello y mirándolo a los ojos.
—¿Vas a volver sola?, ¿y si la chica te está esperando...?
—No tengo a nadie que me lleve, y en serio debo volver a casa.
Alguien tocó la puerta, lo hizo bastante fuerte. Ben miró a un lado. Bufó y salió de la ducha. No tuvo tiempo para secarse y se volvió a poner la ropa que tenía. Le pasó a Valeria su toalla.
Se quedó allí quieta, y después se empezó a vestir de nuevo.
Cuando La Sombra abrió la puerta se encontró con Gregorio, quien no se percató de nada. Y estaba tranquilo.
—¿Dónde está Valeria?
—¿Valeria?
—Sí, no te hagas el tonto. Me dijeron que se fue contigo. —Hizo una pausa, después dijo—. No, me dijeron que tú te la llevaste de allí.
—Ah, ¿quieres decir cuando yo me la llevé para que tu novia no la matara a golpes?
—Está celosa porque piensa que Valeria es mi novia, todo el mundo ahora dice eso.
—¿No son nada?
—Sí... digo, no, estamos ahí... es que Valeria es complicada. Pero aun así, esa Ana está loca, la atacó así de la nada. Por eso quiero pedirle disculpas, porque no volverá a pasar. Hablé con ella y le expliqué...
En ese momento Valeria salió de la habitación. Llevaba puesta la ropa de antes y su polera estaba mojada por las gotas que descendían de su cabello. Tenía los brazos cruzados encima de su pecho. No podía creer que Gregorio quisiera algo con ella y al mismo tiempo estuviera con Ana. ¿Así eran todos los hombres?
Gregorio se volteó para mirarla.
—Valeria, sobre lo de... —Dio unos cuantos pasos hacia donde ella antes de notarlo. Entonces dejó de hablar.
Los dos tenían el cabello mojado y gotas en el cuerpo. Se sintió tan estúpido.
—¿Ustedes dos...? —Hizo una mueca en el rostro. Tenía que ser una broma.
La Sombra no iba a decir nada. Solo se quedó mirando cómo se desenvolvían las cosas, ¿tenía que dar explicaciones? No. Valeria le pertenecía mucho antes de lo que él se podía imaginar.
—¡¿No responderán nada!? —gritó y Valeria tembló. Había sido una mala idea salir. ¿Por qué salió de todas formas?, ¿para qué quería verlo?
—A ver, amigo. ¿Qué quieres saber?, ¿vas a preguntar algo de lo que sabes ya la respuesta? —le respondió. Instintivamente se puso en medio del camino para que no llegara hasta Valeria, no hacía falta, Valeria ya se había acercado.
—¿Te acuestas con él? —le preguntó a Valeria con el ceño fruncido.
¿En serio, ella, con su mejor amigo? ¿Por qué no lo sabía? ¡Cómo no se enteró! ¡Por eso hacía como si no la veía! Por eso él no lo apoyaba en sus intentos por conseguir a Valeria. Él ya la tenía. Quería dejárselo claro.
Valeria abrió varias veces la boca, pero no salía nada de ella. Ninguna voz. Todos se iban a dar cuenta, ¿por qué estaba voceando? Todos iban a descubrirlo. Van a reaccionar de la misma forma. Sentía que iba a llorar, su rostro estaba caliente.
—¡¿No vas a responder?!
—¡No le hables así! —le gritó Ben, se acercó a él y lo señaló con el dedo—. Tu mujer la golpeó, y ¿tienes la gallardía de hablarle así?, eres un hijo de puta.
—¡Tú eras mi amigo! ¡Tú sabías que me gustaba Valeria y qué estaba buscando de ella! Sin embargo, me estás pisando la cola. —El mismo Gregorio se alejó de Ben. Si seguían estando tan cerca se iban a golpear. Por una chica, iban a pelear por ella.
La Sombra se echó el cabello hacia detrás.
—Solo querías acostarte con ella. Tú no la quieres, no la amas. Solo quieres saciar tu caprichito sexual porque la tal Ana no te basta. Hazme un favor y sal de mi casa.
Ella estaba ahí. ¿Por qué hablaban como si no estuviera? Solo echándose los trapitos al sol. Como si Valeria fuera a decidir quién era peor. No lo iba a hacer. No sabía qué hacer. Solo estaba a punto de colapsar. Pero entonces Gregorio le pegó un puñetazo a Ben en la cara y su cara se volteó por el impacto. Ben se lo devolvió, e iba a lanzar otro pero Valeria se puso en medio de los dos, y él se detuvo de inmediato.
—¿Qué te hizo, Valeria? —Gregorio la miró con pena. Pero ella no respondió.
—Valeria, por el amor de Dios, vete de aquí —ordenó La Sombra señalando a su habitación. Estaba tan molesto que estaba irreconocible. Sus manos se cerraron en un puño.
—¡No los dejaré peleando! —Se volteó hacia donde Gregorio—. Tú y yo no somos nada, ¿entiendes? No entiendo el por qué estás tan enojado. —Su voz era sarcástica.
Antes de ayer había dicho que estaba loca y profundamente enamorada de él. Quizá eso había causado todo. Una mentira, entonces basta de mentiras, solo se va a decir a sí misma, y a todos, la verdad.
No le gusta. Nunca le va a gustar. Solo quiere a Ben, a La Sombra, solo es a él.
—Tú lo que eres es una zorra, Valeria. Nunca lo olvides. —Caminó de espaldas hacia la puerta. No apartaba su mirada de ella.
«Tal vez sea otra verdad.»
Ben iba atrás de él, pero Valeria lo detuvo, y después lo abrazó mientras se desmoronaba a llorar. Si todos decían que ella era una zorra, ¿tal vez era tiempo de aceptarlo ya?
{~}
Cuando Valeria secó su cabello y su cara volvió a tomar un poco de color natural, decidió salir de la casa de Ben.
Ben no la dejó ir sola. Por primera vez andaba con Valeria por la calle. Ella adelante, con la cabeza cabizbaja y el corazón roto. Ben iba detrás, como su sombra, con las manos en los bolsillos y una gorra negra guardando su cabello. No iba a dejar que nadie la tocara, que nadie se acercara.
Y así fue.
Nadie se atrevió a llamar a Valeria para preguntar qué había ocurrido. Y tampoco le hablaron a Ben, nadie, nadie le preguntó a ninguno de ellos dos qué hacían juntos. Todos lo olvidaron, ni siquiera prestaron atención.
No porque no les interesara, sino porque nadie se tomaba el lujo de correr rumores de La Sombra. Nadie de por ahí se mete con él. Es muy reservado como para hacerlo, él no se mete con nadie, ¿por qué se van a meter con él?
¿Y qué? Lo habían visto llevarse a Valeria del lugar de la pelea. Han visto el rostro de Gregorio golpeado. Incluso miran su labio roto por cuando Gregorio lo golpeó. Lo estaban viendo acompañarla a su casa, guardando su distancia.
Pero era solo eso. Ver. No comentaban. Todo el mundo sabía que así era. Al menos con La Sombra.
{~}
—Ana vive a cinco cuadras de ti —comentó Nina.
Valeria se alzó de hombros. Aun su cara estaba marcada, lo menos que quería ahora era hablar de ella.
—Y es, o era, novia de Gregorio. Por casi un año ya.
Pero Valeria no lo sabía, nadie lo sabía. ¿Por qué nadie lo hacía?
—Una chica le fue a decir que tú estabas enamorada de su hombre, y tú sabes cómo son estas mujeres de territoriales. Has pasado mucho tiempo con él también.
—Pero no es justo.
—No lo es, pero tú sabes que así es como se resuelven las cosas aquí en el barrio, tú has visto antes estas peleas, han resultado peores, solo que tú no eras el objetivo antes. Dale gracias a Dios porque no rajó tu cara.
—Tú no estabas ahí —pensó en voz alta. Ella no estaba ahí para defenderla.
—Y lo siento, Val, yo te quiero mucho, de verdad, me siento culpable por no haber estado ahí para ti. Lo siento mucho.
—Ya pasó. —Valeria trató de sonreír. No le salió.
Esperaron que el auto pasara o les diera el paso, después cruzaron, Nina y Valeria iban de camino a la papelería para comprar el folder del trabajo que debía entregar. Las calles estaban frías, pues el invierno estaba en su apogeo.
—¿Es verdad que La Sombra te sacó de la pelea?
—Ajá.
—Woah. ¿Se conocen?
—Somos del mismo barrio —respondió, pero supo que Nina no se conformó con esa respuesta—. Bueno n-no. Es solo que, quiso ayudar. —Se mordió un labio.
—¿La Sombra, ayudando? —Miró la cara de Valeria y se provocó. Pateó una roca. Se quedaron en silencio—. ¿Y si quiere algo de ti?
¿Y si ya lo tiene? Ya la tiene, completa.
—Nina... —Valeria sacó sus manos del abrigo.
—¿Si? —preguntó Nina, deteniéndose en la acera.
—Hay algo que no te conté —decía en voz baja.
—¿No me contaste?
—Yo no tuve mi primera vez con Gregorio, nunca he estado con él.
—¿Entonces sigues siendo virgen? —Siguió caminando. Mirando a la calle esta vez.
—No. —Bajó la cabeza y miraba sus pies avanzar por la acera—. Fue con La Sombra, le pregunté a La Sombra lo que ustedes me dijeron. No terminó nada bien, pero después de eso fui donde él a lo mismo por dos meses, dejé de hacerlo, y ahora volví de nuevo.
—¿Estás... bromeando, cierto? —Nina hizo una mueca y alzó las cejas, si su piel fuese blanca, se hubiese visto pálida—. ¿Pero La Sombra siempre está con mujeres? Y quiero decir mujeres, mujeres de verdad, y esas no son tú, Valeria... —Miró la cara de Valeria y después miró hacia delante—. Vaya, qué bien, mi mejor amiga me miente... ¿Por qué demonios no me lo dijiste? Yo pude haberte aconsejado, como diciéndote que él no es lo mejor para ti.
—Creo que estoy enamorada de él, de verdad. —A Valeria se le formó una sonrisa en el rostro. Algo salió de su pecho, como un aire, un aire de amor. Su historia de amor. Ni siquiera escuchó lo que Nina había dicho. No le importaba.
—No, tú estás confundida.
—¿Por qué no puedes estar feliz por mí? —La cuestionó mirándola mientras seguía caminando y fruncía el ceño.
—Porque yo sé que La Sombra solo está jugando contigo. Te está usando.
Valeria se detuvo en seco.
—Pero deberías apoyarme. —Se sintió atacada.
—No, Valeria, soy tu amiga de verdad, no de juego, y quiero lo mejor para ti.
—Lo mejor para mi es junto a él. —Valeria seguía con la expresión arrugada. ¿Por qué Nina no entendía cómo se sentía?
Nina golpeó ligeramente la mejilla de Valeria.
—Hey, tierra a Valeria. ¿Qué ha pasado contigo?, ¿y me dices que dejas que él te haga eso cuando él quiere? ¡Valeria, se aprovecha de ti!
—¡No lo hace! —le grita tan alto que algunas personas en la calle miran a Valeria como si estuviera loca. Tiene que gritarle para creerlo ella también.
Nina no volvió a hablar porque solo la quería regañar, no podía creer cómo su amiga podía llegar a ser tan estúpida... con él... con La Sombra, ¿de verdad?
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No sé pero este capitulo es muy lindo.
Gracias por leer y por comentar y por votar.
Vomenten :)
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