-¿Y cómo va el caso? HeeChul me ha contado que estás trabajando en uno muy especial. -Preguntó el señor Kim mientras cortaba el filete. Las conversaciones durante las comidas se le daban bien. Por lo general, mantenía un ambiente familiar y muy dinámico mientras tenía visitas.
Sin embargo, aquella pregunta fue un poco difícil de responder para Siwon, pues no quería mentir al señor Kim diciendo que estaba haciendo lo imposible por ganar el caso, sino al contrario. No quería que su suegro tuviese una mala imagen de él.
Por otro lado, HeeChul estaba atento a las reacciones del más joven, pues se notaba a leguas que estaba en un dilema mental. Así que para ayudarlo, dijo lo primero que le llegó a la cabeza.
-Papá, ya tengo suficiente con que Siwon esté al pendiente del caso y me ignore durante toda la semana. -Bebió un poco de vino y continuó.- Hablemos más bien de lo que haremos cuándo nos volvamos a reunir.
Una de las cosas que más amaba HeeChul de su padre, es que sabía captar las indirectas. Por eso la conversación se desvío a una vía más segura. Tanto, que al final de la cena terminaron hablando de la infancia de HeeChul, mientras tomaban más vino en la sala de estar.
-Recuerdo con claridad el día que Hee llegó a ésta casa. Mi difunta esposa acababa de morir y no pudo disfrutar de la hostilidad de este chico. -Su padre le acarició el cabello. Hablaba de los malos hábitos de HeeChul como si fueran sus cualidades más admirables. Tanto era el amor por su hijo.- ¿Recuerdas lo que me dijiste cuándo te pregunté si querías cambiar la decoración de tu habitación?.
Claro que lo recordaba. Había respondido de la manera más grosera que podía. En ese entonces odiaba todo a su alrededor.
-Que me daba igual si la habitación estuviera bien o mal decorada...
-Por que en ella aún seguiría viviendo un viejo idiota presumido. -Completó su padre con una carcajada. HeeChul sin embargo solo sonrió. Se arrepentía de haberle dicho aquello a su padre.
-Sigo arrepintiéndome. -Comentó en un susurro.
-No tienes porque. Yo desde ese día supe que ibas a ser el mejor hijo que pudiera tener.
Su padre lo miró con sus ojos anegados en lágrimas y el corazón de HeeChul comenzó a latir rápido. ¿Porqué su padre decía esas cosas? Aún así se acercó a él y lo abrazó.
Era una escena tan tierna y tan íntima, que Siwon no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas. HeeChul tenía tanta suerte.
-Bueno, creo que me puse un poco sentimental. -comentó el señor Kim, secándose las lágrimas de las mejillas.- Pero la culpa es del vino. -Agregó con una sonrisa.
-Claro que no. Ambos sabemos que eres así de naturaleza. -Replicó HeeChul riendo.
-Ya, ya. No seas descortés y no demuestres a nuestro invitado lo grosero que puedes ser con tu padre aveces.
-Siwon sabe como soy yo. -Se sentó a su lado.- Y me quiere así. -Añadió dándole un beso en la mejilla. Sonrojándose al instante porque era la primera vez que lo hacía. Siwon también lo miró sonrojado y sorprendido. Era una muestra de afecto muy cursi para HeeChul y demasiado hermosa para Siwon, pero ambos lo disfrutaron.
-Yo mejor me voy a dormir. Espero que me acompañe a tomar el desayuno mañana. -Comentó el padre de HeeChul.
-Papá, Siwon no puede quedarse. Tiene mucho trabajo. -Comentó HeeChul extrañado.
-Ni una palabra más. Que pasen buena noche. -Y dicho esto, se dirigió a su habitación.
-Tendrás que quedarte. -Bufó HeeChul mientras se sentaba nuevamente en el sofá.
-¿No quieres que lo haga? -Preguntó Siwon a su vez.
-¿De que hablas? Claro que sí. Solo que mi padre debió advertirnos.
-Supongo que no quería dejarnos la oportunidad de decir que no. -Opinó Siwon.- Venga, vamos a dormir.
-No quiero dormir. -Refunfuñó HeeChul con un mohín.
-¿Como que no? ¿No estás cansado? Ahora mismo podría desmayarme por lo agotado que estoy.
HeeChul puso los ojos en blanco. ¿Acaso ese hombre no captaba las indirectas?.
-Eres un debilucho. -Dijo y se dirigió a paso rápido hacía su antigua habitación.
-Solo estoy cansado. -Susurró Siwon en su oído mientras lo rodeaba con sus brazos. HeeChul suspiró resignado.- ¿Irás al tribunal cuando comience...?
-No lo sé. -Respondió HeeChul antes de que terminara la pregunta. No sabía si tendría el valor de presenciar como le quitaban todo a su amigo si Siwon fallaba a sus propósitos.
Siwon no dijo nada acerca de la rápida respuesta de su novio. Prefería quedarse con la duda y no cometer el error de preguntarle si era porque no confiaba en él.
Se acurrucaron juntos en la cama, brindándose calor mutuamente. Ambos con la mente plagada de pensamientos tanto buenos como malos. No sabían cómo fuesen a quedar las cosas, tal vez todo saliera bien, pero también podría pasar que las cosas se torcieran y todo se echara a perder.
Era tal el silencio que había en la habitación, que molestaba en los oídos. Finalmente fue Siwon quien rompió el silencio.
-¿Que tan cercano eres a Tan Hangeng? -HeeChul sonrió al recordar los momentos que pasó junto a su amigo. Cómo se enamoró de él y como nunca pudo confesarle su amor por miedo al rechazo.
-Lo conocí a través de mi padre. Su papá es amigo y socio del mío. Mi padre me inscribió en la escuela dónde el estudiaba por recomendación del señor Tan. Hangeng es un año menor que yo, pero como yo no pude estudiar mientras...-Suspiró- mientras vivía en el orfanato, pues no podía cursar el grado que me correspondía.
Siwon escuchaba atento a cada palabra. Tal vez HeeChul se abriera a él y le contaba todo lo que el quería saber de su infancia
-En fin... Nos hicimos muy amigos y cuándo supe que me gustaban los hombres no dudé en contárselo. Sin embargo, nunca pude decirle que la manera que me entere que me gustaban los hombres fue dándome cuenta que estaba enamorado de él.
Cuándo HeeChul término de contar la historia no escuchó ningún comentario. Pensó que Siwon estaba dormido y se sintió indignado. Pero luego de un minuto Siwon hizo una pregunta que disipó su molestia y le hizo sonreír.
-¿Aún sientes algo por él?
-Claro que sí. Es mi primer amor. -Dijo. Ambas respuestas eran ciertas. Por Hangeng sentía un apego muy grande, es su mejor amigo después de todo, pero no lo ama.
Siwon, enfadado, y le dio la espalda. HeeChul soltó una risita y lo abrazó desde atrás. Apoyó su barbilla en el hombro de su novio y le habló al oído.
-Era una broma. Solo lo quiero como amigo. A ti es a quién quiero de verdad.
Siwon sonrió y se removió hasta quedar frente a él y lo besó.
-Lo sé -Dijo después.- No puedes resistirte a mis encantos.
HeeChul jadeó indignado y con el ceño fruncido lo golpeó en el pecho.
-Eres tú el que no resistió a mis encantos. Fue por mí que dejaste la iglesia e incluso fui tú primera vez.
Siwon suspiró. Lo segundo le había sentado como un balde de agua fría. Es verdad que había dejado la iglesia porque se había enamorado de él. Pero aún así sentía que no podía abandonarla del todo. Había pasado años en los brazos de Dios. Bebió de su amor y su compasión. Y disfrutó de su misericordia y de todo su esplendor. Para luego abandonarlo y cometer los crímenes por los que él castiga con tanta dureza. Atiborrarse de alcohol, tener pensamientos morbosos de un hombre, tener sexo con un hombre y desobedecer a la familia. ¿Que más necesita Dios para enviarlo al infierno junto a satán? Se preguntaba Siwon.
Nada. Respondía su conciencia. No necesitaba más para castigarlo por toda la eternidad.
-Oye, ¿estas bien? -HeeChul supo que había dicho algo indebido una vez había terminado con su perorata. Sin embargo ya el mal estaba hecho y su subconsciente le gritaba que debía reparar su error de alguna manera.
-Si. Solo que pensaba en el pasado. -Le mostró una sonrisa triste y HeeChul terminó por convencerse.
Pensó que después de todo, Siwon era una persona confiable. Lo quería y él le correspondía, así que revelándole sus más íntimos secretos, demostraría que confiaba en él ciegamente.
Ojalá no se arrepintiera.
-Cuando tenía cinco años, el bastardo de mi padre golpeó a mi madre hasta que cayó muerto del cansancio. Se embriagaba todos los días. Y cuándo no lo hacía, pasaba el día durmiendo. -HeeChul abrazó a Siwon para buscar valor para continuar su historia- Ese día, había apostado todo lo que teníamos. Bueno, lo que nos quedaba. Estaba tan ebrio que ni siquiera podía llegar hasta la cocina sin chocar contra la pared. Maldecía a voz en grito mientras mi madre se apresuraba a darle de comer. Cuando la comida estuvo frente a él, la miró por un minuto. Luego levantó el brazo y arrojó el cuenco de sopa que mi madre y yo habíamos ahorrado para él a pesar de que ambos habíamos quedado hambrientos.
»En fin. Comenzó a maldecir otra vez, diciendo que mi madre era una holgazana, una malagradecida y todos los insultos que puedas encontrar. Mi madre trataba de limpiar el desastre mientras él le gritaba todo aquello. Pero al hombre de la casa se le debía ver a la cara. Tomó a mi madre del brazo y la empujó contra la pared. Comenzó a abofetearla y a insultarla todavía mas. Yo lo veía y lloraba como un desgraciado. -Emitió una risa sarcástica, irónica- Y lo era. Mi madre trataba de detenerlo, pero sus fuerzas no eran suficientes. Se desmayó luego de el último golpe contra su rostro. El viejo se tambaleó un poco, se frotó la cara con las manos y jadeó al ver sangre en ellas. Y va y dice el muy hijo de puta: Mira lo que me hizo la zorra de tu madre. Esa zorra puta.
-Hee...
-Cállate. Estoy contándote algo importante.-Lo cortó.
-Pero estás temblando.
Si su novio no se lo hubiera dicho, no se habría dado cuenta. Su cuerpo parecía una gelatina. Temblaba tanto que le hizo gracia. Sonrió con lágrimas en los ojos. Pero continuó.
»Bueno. Como yo no hacía más que llorar, se acercó a mí y me dio una paliza. Su mano iba a caer otra vez en mi cara, pero mi madre lo detuvo. Lo empujó contra la mesa, que se volcó debido a su peso. Cuándo se levantó, se notaba lo cansado que estaba. Los párpados se le caían, pero aún quería acercarse. Hasta que se desplomó. Ese día lloramos mucho. Mi madre y yo. Solo nosotros. El viejo murió dos días después. Un auto lo atropelló cuándo se dirigía a nuestra casa. Ese día no lloramos. Las cosas fueron difíciles desde el principio. Mi madre no encontraba trabajo porque no querían contratarla por medio turno. Ella no quería dejarme solo. La casa fue embargada cuando cumplí los seis. Nos quedamos en la calle. Pasamos dos meses en esas condiciones. Aveces...-Trató de tomar aire. Pero se le escapó un sollozo.
-HeeChul. No tienes que contarlo si no quieres.
-N-no. Debo Ter-terminar. Tengo que desahogarme.
-De acuerdo. -Comenzó a regar besos por su rostro. Tratando de calmarlo. Luego de un par de minutos, HeeChul continuó.
-Aveces robaba la comida de los mercadillos. Otras, teníamos que conformarnos con la basura. Un día desperté solo en el callejón donde dormíamos. Esperé un buen rato diciéndome que mi madre pronto regresaría. Y claro que regresó, llevaba en sus brazos pan recién horneado, pollo frito, y agua limpia. Yo no podía ser más feliz, comí hasta saciarme, mientras mi madre me besaba igual que lo has hecho tu hace un rato. Ella lloraba, reía y comía al mismo tiempo. Se repitió unas veces más, despertaba solo y esperaba a que ella llegara con comida. Una noche no podía dormir porque tenía mucho frío a pesar de que habíamos pasado el invierno a la intemperie. Supongo que el cuerpo sabe cuando van a ocurrir las cosas. Traté de ver a mi madre en la oscuridad, pero no la encontré, así que me levanté y comencé a llamarla.
»Me sentía asustado y solo. Estaba a punto de echarme a llorar cuando escuché que alguien entró en el callejón. Era mi madre, que comenzó a llamarme desesperada. Yo no podía ver mucho, pero supe que algo no andaba bien en ella cuando escuché su voz. Sonaba ahogada y trataba con mucha dificultad respirar. Me acerqué a ella y me susurra que debemos salir de ahí, rápido. Yo eché a correr, pero me di cuenta que ella no me seguía el ritmo, así que me di la vuelta y vi su intento de escapada. Tenía una mano en el costado y más que correr, lo que hacía era arrastrarse. Intenté que se apoyara en mí para poder ir más deprisa, pero no llegamos muy lejos. Comencé a desesperarme cuándo mi madre no pudo sostenerse en pié y en su lugar gateaba. Yo vi a dónde se dirigía, así que corrí hasta llegar a la gran puerta de la iglesia y comencé a aporrearla con mi puños diminutos. Gritaba pidiendo ayuda, pero nadie parecía escucharme. Mi madre subió las escaleras y yo me arrodillé junto a ella. Por más que trataba de gritar, no podía hacerlo. Las cuerdas las tenía desgarradas, según escuché después.
»Mi madre trataba de hablar pero sus pocas fuerzas no la dejaban. Lo único que comprendí de lo que dijo, fue que me quería y que la perdonara. ¿Puedes creerlo?, que la perdonara. Mi madre murió en mis brazos. No pude hacer nada. Lloré abrazando su cuerpo. Incluso cuándo llegó la policía con la sirena encendida no pude dejar de hacerlo. Lloré aún más fuerte cuando la puerta de la iglesia se abrió y el párroco salió y comenzó a hablar con el policía, diciéndole que había escuchado mis gritos y que había corrido de inmediato a llamar al nueve uno uno. Luego no oí más, no pude soportar tanto dolor y me desmayé. Desperté en el hospital. No podía hablar, no podía ver a mi madre y sobre todo, no podía devolver el tiempo y decirle que no tenía mucha hambre, q-que n-no s-se fu-fue-fuera.
HeeChul comenzó sollozar en silencio. Abrazaba a Siwon como si se le fuera la vida en ello. Hipaba y se sacudía como un poseso.
Su llanto se fue disminuyendo a eso de las dos de la mañana. Siwon se mantenía susurrándole palabras tranquilizadoras mientras frotaba su espalda. Cuándo no se oyó más que el sorber de su nariz, decidió hablar.
-Fuiste una niño muy valiente HeeChul. -El aludido solo podía menear la cabeza en negación. No le creía. -Un niño valiente que pasó por cosas terribles. Ahora entiendo porqué no te gustaba mi religión. Pero no todos somos iguales. Hay personas buenas en el mundo dispuestas a ayudar.
-Lo sé. Las personas buenas llegaron después. Mi padre, Hangeng, Hyukjae y luego tú. Perdóname todo lo que dije de tu inclinación religiosa. Sentía mucho rencor dentro de mí. Pero cuando llegaste no pude seguir sintiendo eso. Al menos, no con todas las personas.
-No obtienes nada con odiarlos. Solo conservar esa ira dentro de ti. ¿Y quién puede ser feliz cuándo tiene amargura por dentro? ¿Quién pude amar cuando siente odio hacía todo lo que rodea?
-Lo siento. -Dijo con sinceridad. Entendía lo que su novio quería decirle. Pero era tan difícil dejar de odiar.
-Poco a poco.
Si. Poco a poco el rencor se iría y la vida sería diferente. Paso a paso.
Cuando HeeChul abrió los ojos en la mañana. Lo primero que le pasó por la mente fue que tenía dos ladrillos pendiendo de sus párpados. Estaban pesados y notaba los ojos hinchados. Recordó con rapidez porque estaba así y quiso buscar a su novio. Pero no pudo moverse.
Siwon dormía a su espalda. El brazo que sujetaba con posesión su cintura no permitía ningún tipo de movimiento a su torso.
Pero más que sentirse preso, se sintió pleno cuando su novio hundió su boca en su cuello. Cuándo escuchó el buenos días que su cristiano le susurró al oído. Dejó caer los párpados y que una sonrisa feliz apareciera en su boca. Se sentía ligero, sin ningún peso en su conciencia. Se sentía en las nubes. Estaba enamorado.