Capítulo °20°

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-A pesar de que le he dado varias ideas, se niega a aceptarlo. -Dijo la mujer. Acariciando el pecho de su amante después de desplomarse agotada a su lado.

Lo que más le gustaba a Tan Jessica no era el sexo, sino tener el control de las cosas y las personas para satisfacer sus caprichos. Su padre había sido el primero, luego su novio en secundaria, aquél que todavía le hacía unos cuantos favores; luego fue su esposo, Hangeng, ahora era este viejo abogado. Lo conoció durante una de las tantas salidas con sus amigas. El hombre estaba tan borracho que se le insinuaba con palabrerías baratas. Todo el rato estuvo ignorándolo, incluso lo había amenazado con denunciarlo por acoso. Pero el hombre le respondió con voz dulzona.

-No lo creo nena, aún no te he tocado y hoy es la primera vez que te veo. -Sonrió con esa dentadura postiza que tanto asco le daba. Pero una parte de ella, había quedado sorprendida por la sinceridad y certeza de sus palabras cuando ni siquiera podía mantenerse en dos pies.

-¿En serio? -Preguntó con un matiz de ingenuidad que le había servido en muchas ocasiones para obtener lo que quería.

-Claro cariño... -Se besó la unión del dedo pulgar y el índice que formaba una cruz- Palabra de abogado.

Desde ahí, Jessica continuó frecuentando al señor Choi, casi siempre para tener sexo. Pero no porque el viejo le gustara, ni por el dinero que tenía. Sino porque la mejor forma de deshacerse de su marido, sin llegar muy lejos, sería por la vía legal. Aún cuando sus argumentos eran falsos.

-He hablado con él y no parece que se haya arrepentido de abogar por ti preciosa. -Las manos de él se habían aferrado a sus muslos, le gustaba sentir unas piernas firmen en las palmas de sus manos.- Él sabe que un hombre no debe faltar a su palabra.

-Eso espero. Porque no me esperaría que tu hijo fuera menos honorable que tu. -Dijo, y lo beso con falsa lascivia. Mientras el se aferraba a sus glúteos y la invitaba a montar su cuerpo una vez más.

Eran las cinco menos quince cuando el viejo abogado entró en su despacho, seguido de su único hijo que cerró la puerta a sus espaldas. Su plan era preguntarle si tendría ya un argumento convincente para que la Juez declarara a la señora TanSica para mis amigos») fuera declarada víctima ante el juicio de un marido desatento, de ésta manera ella conseguiría su dinero y él una amante a tiempo completo. Pero la mirada de su hijo se perdía sobre su hombro, lo que lo dejó un tanto descolocado. Miraba a través del ventanal los primeros indicios de una hermosa puesta de sol.

-Siwon... -Dijo. El aludido pestañeo varias veces y muy rápido, luego sonrió.

-Lo siento padre. -Pero no parecía una disculpa.- ¿Que dijiste?

-En realidad nada. ¿Como vas con el caso? -Tanteó el terreno. Si éste respondía de manera incoherente, era porque simple y llanamente no había planeado nada. Incluso puede que ni siquiera hubiera pensado en ello. Por eso el señor Choi, al observar la mirada casi inquisitiva de su hijo, supo de inmediato que no sabía de que demonios le estaba hablando.

-Yo... bueno... -Balbuceó. El señor Choi se levantó de su asiento. Notando como una vena en su frente comenzaba a latir furiosa. Se acercó al minibar y se sirvió una copa de Whisky.

-¿Recuerdas cuando murió tu madre? ¿La edad que tenías? -Preguntó.

-S-si... Pe...-Aunque le daba la espalda a su hijo, el señor Choi pudo ver con nitidez en su cabeza, la cara de confusión y abatimiento de Siwon. «Era bueno hacerlo sentir desdichado para que supiera quién mandaba». Ese pensamiento afloró en su mente, animándolo a seguir. No se arrepentiría, se dijo.

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