Capítulo °22°

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Pov Siwon

¡Oh Dios Mio! Mi cabeza duele como si todo el día anterior hubiese estado bajo el sol. Aún así es una comparación muy lejana a la realidad. Siento el estómago revuelto y sospecho que voy a vomitar. No, no sospecho, voy a vomitar. Me levanto de la cama lo más rápido que puedo y por inercia busco la puerta del baño. Pero me doy cuenta que no  hay ninguna puerta, solo una que parece la de un ropero. Inhalo y exhalo aire como un loco y logro mantener lo que sea que hay en mi estómago en su lugar.

Bajo la mirada y encuentro que estoy desnudo por completo. Me sonrojo recordando que anoche estaba tomando junto a HeeChul, aunque él no tomó casi nada, y que tal vez él me haya traído aquí y me haya quitado la ropa. Aunque no entiendo el porque. A no ser que... No, es imposible.

Imágenes se reproducen en mi cabeza como una película, aunque está rota en algunas partes, y comienzo a comprender porqué estoy desnudo y en su habitación. Asiento y decido agradecerle por ayudarme. Aunque pensándolo bien, él me vio desnudo, que vergüenza.

Miro la cama revuelta, donde descansa una camiseta blanca y una fotografía de los integrantes de una banda de rock AC/DC y un pantalón negro casi pisando en suelo. Me lo pongo todo sin importar que no lleve mis bóxer. Abro la puerta con todo el valor que tengo y salgo al pasillo.

El olor a huevos hace mi estómago retorcerse y no dudo un minuto en encerrarme en el baño. Vomito lo más asqueroso que he visto en mi vida, y a juzgar por el olor, creo que lo que comí era solo un poco menos asqueroso. Acciono la palanca del drenaje y Lavo mi boca. Uso enjuague bucal. Miro mi aspecto en el espejo y hago una mueca.

—Perdóname señor. Prometí no volver a beber nunca más. —Niego con la cabeza y el dolor de cabeza se intensifica. Cuándo estoy con HeeChul me convierto en un gran pecador sin darme cuenta, lo que me deja en una muy mala relación con mi Dios. Y a quién puedo engañar, mi señor y yo estamos distanciados desde hace mucho, tal vez cuando comencé a enamorarme de HeeChul.

—¿Te has ido por el drenaje? —La voz de Hee detrás de la puerta hace que olvide la existencia de Dios. Sonrío por su pregunta y le contesto que llame al plomero para que se haga cargo, siguiéndole el juego.

—Vale. Tengo su número anotado en mi diario. —Su comentario me causa una mueca. Imaginar a HeeChul anotando el número de un plomero -gordo con un traje sucio- para casos de "emergencia" en su diario me repugna, incluso más que recordar lo que acabo de vomitar.

Por eso salgo del baño dispuesto a decírselo y me encuentro con una enorme sonrisa adornando su rostro. Sonrío porque sé que me está tomando el pelo. Aunque muy en el fondo me digo que no dejaré que ningún electricista, plomero y carpintero entre por esas puertas, así tenga que hacer el trabajo yo mismo. Me tiende una aspirina y un vaso con agua. Le doy las gracias y me la tomo.

—¿Que tal tu resaca?

—Peor que la primera. —Respondo haciendo un puchero. El suelta una carcajada que me invitan a tapar mis oídos. En su lugar aprieto con fuerza los ojos hasta que vuelve el silencio.

—Ven borrachín. Te he preparado un rico desayuno. —Camina por el pasillo hasta la cocina y recuerdo el olor al huevo frito. Bueno, tendré que comerlo, pienso. La idea de rechazar algo de HeeChul hace que me sienta fracasado.

Pero gracias a Dios, los huevos no eran para mí. En su lugar, hay una rica sopa de pollo y verduras. Justo lo que necesita mi estómago. Comemos en silencio y cuando termino lo miro. Y doy otra vez gracias a Dios por hacer de mí una persona con suerte. Porque al levantar la mirada, encontré su rostro fijo en el mío, con una pequeña sonrisa surcando sus labios y las mejillas y orejas rojas como un tomate. En ese momento no pienso en lo que pasa por su cabeza, solo me enfoco en lo hermoso que se ve su rostro sonrojado.

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