Nada

By gabyaqua

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Valeria y La Sombra no tienen nada en común excepto sus encuentros en casa de él algunas noches. En realidad... More

Nada - Intro
Capítulo 1 - Tres veces.
Capitulo 2 -Algo.
Capítulo 3 - Muy cerca.
Capitulo 5 -Deseo.
Capitulo 6 -La cita.
Capitulo 7 -Alimentar los rumores.
Capitulo 8 -¿Quieres averiguarlo?
Capitulo 9 -Ajustar cuentas.
Capitulo 10 -Su olor.
Capitulo 11 -Marcas de amor.
Capitulo 12 -Joderte la vida.
Capitulo 13 -Jeans apretados.
Capitulo 14 -Polvo blanco.
Capitulo 15 -Nación oscura.
Capitulo 16 -Enfermarse de amor.
Capitulo 17 -Puedo hacerte daño.
Capitulo 18 -Persona favorita.
Capitulo 19 -Mariposa azul.
Capitulo 20 -Errores.
Capitulo 21 -Frío.
Capitulo 22 -Tizne Marrón.
Capitulo 23 -Mal presagio.
Capitulo 24 -En mis venas.
Capitulo 25 -Palabras malditas.
Capitulo 26 -La escopeta de Jim.
Capitulo 27 -Gritar los secretos.
Capitulo 28 -No te amo.
Capitulo 29 -Sabotaje.
Capitulo 30 -Cenizas.
Capitulo 31 -Dolor egoista.
Capitulo 32 -Volando en la nada.
♥ Playlist Nada ♥
Nada en Papel!!!
#2: "Algo"
#3: "Muy cerca"
#4: "Podría gustarle"
#5: "Deseo"
#6: Compañía extra.
#7: Alimentar los rumores
#8: ¿Quieres averiguarlo?
#9: Ajustar cuentas.
#10 Su olor
#11: Marcas de amor.
#12: Joderte la vida.
#13: Jeans apretados.
#14: Polvo Blanco
#15: Nación Oscura.
#16: Enfermarse de amor.
♥Personajes de Nada♥
Booktrailer de Nada + info
E-book de Nada
"Nada" + info
¡Fecha de publicación de Nada!
¡NOTICIAAAS!
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Quiero tener Nada en papel, ¿cómo hago?
nada. adaptación, noticias

Capitulo 4: Podría gustarle.

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By gabyaqua

Valeria tocó la puerta tres veces. Sus pies se movieron en un vaivén por unos segundos, estaba ansiosa. Pero nada. Nadie abría la puerta. Empezó a sentir frío en los brazos y deseó haberse puesto algún abrigo. Allí parada se debatió entre continuar o darse la vuelta y marcharse, quizás él ya no la quería, quizás ya su no acuerdo había terminado.

Quizás debía dejar de bloquearse.

Tocó la perilla de la puerta, estaba fría, tan helada que sintió un respingo en el cuerpo. La giró. Estaba abierta, qué raro. Entró sigilosamente, y cuando lo hizo, sintió que el ambiente de familiaridad la cubría. El lugar tenía una esencia, un olor que lo definía y sabía que otra vez había caído en su trampa.

No estaba en su sala ni en su cocina, eso era lo primero que veías cuando entrabas a su casa. Así que decidió entrar a la habitación. La luz estaba apagada y lo único que alumbraba era la luz del baño encendida. Nunca la apagaba. Valeria pensaba que era porque temía dormir en una completa penumbra. ¿La Sombra con miedo?, se preguntó.

—Tienes que aprender a controlarte. —Ben ya sabía que estaba en la habitación. Escuchó cuando tocó la puerta, cuando la abrió y también cuando entró. Cualquiera lo hubiese hecho—. Caminabas tan rápido que parecías un cohete.

—¿Lo notaste? —Valeria preguntó alzando una ceja.

—Já. Todos lo hicieron, por suerte ellos pensaron que era por Gregorio, ya sabes lo que se anda diciendo.

No sabía qué se andaba diciendo, tampoco quería saberlo. Exhaló y observó cómo Ben se levantaba del suelo y se acercaba hacia donde ella. Él con su mano derecha levantó la quijada de ella para que lo mirara a los ojos.

—Yo sabía que vendrías.

Puso su mano por detrás de su cabeza, agarrando su cabello allí como una caricia. —Sabía... que... vendrías... —Comenzó a jugar con sus labios, después los estrelló con los de él, como si estuviera hambriento, como si fuera un nuevo juego ese de no dejarla respirar.

Valeria trató de interponer su mano en el pecho de él para que se detuviera, para que la dejara respirar un segundo, después lo besaría, lo besaría todo lo que él quisiese.

—Te extrañé mucho, Ben. —Aunque había afirmado, había un pequeño tono de pregunta.

Se detuvo, alejó un poco el rostro de ella para verla mejor, tenía los ojos cerrados. Se alejó más. No recordaba que Valeria supiera su nombre de pila, pero pensándolo, ya sabía mucho de él, Valeria... Valeria... ella estaba adueñándose de su cabeza, eso no podía seguir ocurriendo.

—Ven. —Le pidió a Valeria. Ella abrió los ojos y él ahora estaba sentado en la orilla de la cama. ¿Qué tan rápido puede moverse?

Titubeó por unos segundos, pero cedió. Ben empezó a quitar uno por uno los botones de su camisa. Se tomó su tiempo entre cada uno, deslizando sus dedos en la piel que se exponía por cada botón desabotonado. Cuando acabó dejó caer la tela al piso. Acercó su cara a su vientre y sopló en el con una sonrisa en la boca.

Lo disfrutaba, eso, jugar con ella, que ella esté así: con los ojos cerrados sin saber qué hacer. Sus labios hicieron contacto con su piel, abrió su boca y con sus dientes mordió la delgada capa de su piel.

Valeria sintió un escalofrío. Hizo una mueca.

—Valeria, ¿qué tal si bailas un poco para mí?

Valeria no se movió, pero su corazón latió rápido. Él rozaba el vientre de ella con su nariz, esperando su respuesta.

—No puedo.

—¿No puedes?

—No puedo —repitió más alto. Empezó a sentir muy apretado el agarre que él tenía en sus caderas.

Él se levantó y dejó de sujetarla.

—¿No puedes o no quieres? —Le cuestionó, acercándose mucho a ella, tanto que con su pecho la empujaba hacia atrás.

Valeria puso paso firme porque se estaba tropezando y no quería caerse.

—¿Es que acaso estás loco?

—¡No digas cosas estúpidas!

—¡¿Estúpidas?! —Se sintió ofendida—, ¿Pero por qué tengo que bailarte?, eso no está en el acuerdo.

—¿Qué acuerdo? Yo solo te follo y ya, no tenemos ningún acuerdo.

Sintió una punzada en el centro de su pecho, las manos frías, y los ojos como si fueran una presa a punto de desbordarse. Lo miró con rabia, y recogió su camisa que yacía en el suelo.

—¿Valeria, qué haces? —Hizo un ademán con sus manos señalando hacia donde se había agachado para recoger su camisa. Casi sonó como si estuviera arrepentido de haberle dicho eso, pero era la verdad. Los dos los sabían, ¿por qué evitaban ser sinceros?

—Me voy, yo sabía que no debía volver. Yo sabía que tú estabas con la prima de José. Sabía que tú no me querías más.

—Nunca nos hemos querido el uno al otro, Valeria, deja de decir disparatadas.

¿Disparatadas?, ¿acaso sabia él lo que ella sentía o no?

Se puso su camisa de nuevo. En realidad no quería llorar. No en frente de él. En vez de eso, deseó con todas sus fuerzas que él dejara de echarle en cara que no tenían nada.

Nada.

«No hay nada», se dijo. «¿Por qué quieres llorar?, ¡no hay nada, no hay nada, no hay nada, ¡no hay nada!»

—No quiero bailar porque no se me da bien, no lo quiero hacer porque como tú dijiste, solo «follamos» y ya. —Quiso explicarse a sí misma, a él no le debía ninguna explicación.

—Si no lo quieres hacer vete y ya. No hagamos nada, que no te estoy obligando —le dijo. En su voz había desinterés. Hirió su ego.

«Pero quiero una historia de amor... », se dijo. Pero entonces se dio cuenta de que lo que hacía con él era de zorras y no tenía nada que ver con el amor. Salió del cuarto después de volverse a abotonar todos los botones de su camisa.

Ben resopló y salió atrás de ella. «Es infantil... es una niña», se dijo para mantenerse tranquilo. Trato de detenerla dos veces, pero Valeria se rehusaba. A la tercera logró tomar su brazo y voltearla hacia él para después apretarla en un abrazo. Valeria se desmoronó allí mismo. Quería decirle que lo quería, que ella sí lo quería. Pero eso ya dañaría las cosas.

{~}

Calor corporal. Esa es una de las cosas que más le gustan a Valeria. Ese que le da Ben, no La Sombra, cuando La Sombra es más como Ben todo es más calmado y tranquilo. Siente que nadie la va a juzgar. Nadie la va a señalar, nadie la va a echar de lado. Él solo estaría tranquilo, sus caricias serían suaves. En sus brazos, en sus mejillas, jugaría con los dedos de sus manos casualmente. Él tiene el poder de quemar su piel sin que le duela en lo absoluto.

—Tal vez estaba celoso.

Su voz casi no se escuchó al decir eso.

Ella no entiende muy bien qué ocurrió. No entiende a qué se refiere. Tal vez no quiere entender.

De pronto sintió una sensación esperanzadora en su pecho, ¿y si la razón por la que Ben actuó así, era porque ella le empezaba a gustar?

Entonces estaría feliz. Muy feliz.

Es tarde, demasiado tarde como para que ella se vaya a casa sola.

—Quédate a dormir.

—No puedo.

—Está muy tarde para que te vayas, ¿no crees?

—Mamá me va a matar. —Valeria volteó la cara hacia él.

—No lo hará.

Valeria se volvió a voltear y miró la perilla de la puerta.

—No seas aguafiestas.

Una sonrisa fantasmal apareció en los labios de Valeria.

Ben se acercó a su oreja. —Solo quédate.

{~}

Huele a mañana.

En el barrio siempre se escuchan los pajaritos cantar. Ellos anuncian paz. Si alguna vez no cantaran temprano sus hermosas melodías, entonces sería señal de que no habría paz. Y todo el mundo se levantaba sospechoso, mirando, observando.

Todos saben que los pajaritos cantan solo donde hay paz.

Ella se mueve, hay alguien dándole la espalda. Dios. Entró en pánico. ¡Había dormido en casa de La Sombra! ¿Qué le va a decir a su mamá?

Se movió rápidamente, se colocó sus sandalias y luego se peinó el cabello. Recordó que era viernes. ¡Tenía que ir al colegio!, ¡tenía que arreglar a los niños!

Miró una última vez a La Sombra y después salió a la calle. A las seis y media de la mañana no hay mucha gente. Entre los que van al trabajo, y los que recién abren las ventanas. Muchos ni siquiera se fijan en el rostro de Valeria.

Antes de tocar la puerta de su casa se dice a sí misma:

«Podría gustarle.»

Todo lo demás carece importancia, ni siquiera escucha lo que dice su mamá.

—... Valeria, Dios, ¿dónde estabas, hija mía?

«Podría gustarle.»

—Nina me dijo que estaba muy tarde como para salir de su casa, lo siento.

«Podría gustarle.»

Claribel miró a su hija.

—Le voy a preguntar entonces, voy a hacerlo, Valeria. Justo ahora, voy a ir a su casa. Tú quédate arreglando a los niños...

«Podría gustarle.»

Despertó a los niños y los arregló, rezó para que Nina secundara su coartada aunque no supiera de qué le hablaba Claribel, además de eso, seguía repitiéndose. «Podría gustarle.»

Todo el día. Ni siquiera le hizo caso al castigo que su mamá le impuso. Le dio gracias a Dios porque Nina la cubrió después de todo, aunque tendría que decirle dónde había pasado la noche, aunque después tendría que decirle que ya se le había quitado «el queso».

En la escuela, todavía sonreía.

«Podría gustarle.»

Se había admitido a sí misma que estaba enamorada de él, de él, de él, de él y solo de él... porque... porque... ¿acaso lo podía explicar?

Según Valeria estar enamorada no es como decían muchas... que el amor destruye... que el amor para las personas solas solo las hacen sentir más solas... que no era bueno estar enamorado... y solo por ese día agradeció haberle hecho caso a Argentina.

Ella estaba feliz. Muy feliz.

{~}

—¿Cuál es verdadero nombre de La Sombra? —pregunto Raini.

—No lo sé. —Argentina respondió desinteresada—. ¿Por qué no le preguntas a Gisela? Ella estuvo con él...

—Pero por eso no necesariamente significa que él le dará su nombre. —Rose comenzó a pintar la otra mano de Argentina.

Nina las miró. —Ramírez o Gregorio, uno de ellos puede saber.

—¿Y por qué ustedes no saben nada de él? —pregunto Valeria.

—Tú tampoco sabes, no te excluyas —dijo Raini.

Valeria se calló. Era verdad, se suponía que no sabía nada de él. Y eso último era bastante estúpido. La Sombra había crecido con ellas y había nacido en su barrio, ¿cómo no lo conocían lo suficiente?

—Como sea, yo solo preguntaba porque el tipo está buenísimo en realidad.

—Barto... ¿creo?, algo con «B», estoy segura —Rose intentó recordar—, es que Raini siempre le decimos La Sombra, es como si su nombre no importara tanto.

—Sí, lo que pasa es que nos hemos acostumbrado mucho a decirle La Sombra, ¿ven? —concordó Argentina con Rose—. Valeria, ¿cómo te va con Gregorio?

Valeria sonrió.

—No va nada. No lo veo desde antes de anoche.

—A Val se le ve que no le gusta como sea —dijo Nina y se sentó donde estaba Argentina para que Rose le pintara las uñas—. ¿Te la vas a pintar tú también? —le preguntó a Valeria.

—No, no —respondió Valeria—. Yo me tengo que ir para la casa. Mami... o sea Claribel seguro me espera y no me dejara salir hoy por haber dormido en tu casa.

—Ah, claro.

—¿Valeria durmió en tu casa? —preguntó Raini en voz baja. Pero Valeria escuchó.

Se levantó de la acera y fue camino a casa. Siempre debía pasar por el frente del colmadón donde están los chicos hablando o haciendo nada. Valeria no entiende cómo se mantienen económicamente, si no hacen nada para producir dinero... tal vez sean sus padres, quizás ellos aún vivían del dinero de sus padres. Baja la cabeza, trata de caminar normal... aunque si mira bien, La Sombra no está ahí. Puede actuar normal.

—¡Valeria! —Gregorio la llama. Ella se voltea para verlo venir. En su mano, tiene un celular negro sin teclas—, ven que me quiero tomar una foto contigo.

—¿Y qué es eso? —preguntó Valeria. Los aparatos electrónicos despertaban mucha curiosidad en ella.

—Mi nuevo celular. —Sonrió en grande y se lo pasó. Valeria comenzó a ojearlo mientras él la guiaba hacia donde estaba antes. Luego se sentó en el banquito vacío y él se sentó a su lado. Minutos después encontró la cámara y estaba por el frente. Vio su cara sudada y sus ojos negros reflejados en ella. Quería un celular así, no para hacer llamadas, sino para jugar, para grabarse, amaba las cámaras.

Gregorio se pegó a ella y se tomaron una selfi, en la que Valeria no sonrió porque no la esperaba. Para la próxima, Gregorio rodeó a Valeria con su brazo para tomar la foto con esa mano y que no saliera en movimiento.

Valeria sonrió, y en ese instante, cuando Gregorio miraba las fotos tomadas, La Sombra se sentó al lado de Valeria, y ella se quedó mirando su perfil totalmente paralizada.

¿De verdad?, ¿por qué lo hace? ¿Estará celoso de nuevo?, había dicho que estaba celoso, antes... antes lo había dicho.

—Eh... —Valeria empezó a hablar dirigiéndose a La Sombra.

—Valeria, sal conmigo esta noche. —La interrumpió Gregorio.

—¿Salir contigo? —Valeria dejó de mirar a La Sombra y lo miró a él confundida—, es que no puedo. —Miró a La Sombra, y buscó su mano por detrás del banco, pero él la apartó. Valeria volvió a mirar a Gregorio—. Tengo cosas que hacer en casa. —Se puso de pie.

—Valeria... —Se puso de pie también.

—Hablamos después, Gregorio. —Se marchó corriendo con una sonrisa en el rostro, no por Gregorio, sino porque La Sombra la miró cuando se levantó.

La Sombra miró a Valeria correr y después observó a su amigo mirar su celular y las fotos que se había tomado Valeria con él. Y él, su amigo, estaba sonriendo, y se empezó a preguntar cuándo empezó su mejor amigo a enamorarse de ella.

¿Cuándo había empezado con esto y por qué no se dio cuenta?

—¿Te gusta Valeria? —Su voz sonó demasiado desinteresada. Se le daba bien.

—No lo sé, Ben —responde—. Estoy tratando se saberlo.

—No juegues con ella. No se merece que la utilices. —La Sombra no se sentía para nada hipócrita. Es más, ni siquiera se había dado cuenta de que lo que le decía a su amigo que no hiciera con ella, lo estaba haciendo él, y quizás era la razón de todo. Porque él sentía que tenía más derecho que todos sobre ella.

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Que en este capitulo fue que agregue la foto de Gregorio, así que lo vuelvo a hacer, el tipo de la izquierda es mi Gregorio.

No olviden vomentar.

Y muchas gracias por el apoyo, de verdad :)

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