— ¿Qué hora es? —pregunté y ella miró al reloj de la pared.
—La hora perfecta para ir a caminar, ¿Me acompañas? —preguntó y yo asentí con la cabeza.
Unos días más y volveríamos a Londres.
— ¿Cómo te sientes? —pregunté amable, con la vista al suelo.
—Mejor —se limitó a decir, dando unos pasos hacia adelante, justo a mi lado —. Harry, un amigo mío vive por aquí, ¿te gustaría ir a almorzar con él? —preguntó. Por mí no había problema, de todos modos iban a alimentarme.
—Claro —le dije.
Caminamos un poco más apresurados, porque pronto sería muy tarde para tomar un bus.
Llegamos a la parada, en donde nos detuvimos a esperar mientras ella continuaba hablando de su vida.
No me preguntaba nada, porque al parecer se daba cuenta que yo lo único que quería era salir de esa situación, ya que me sentía muy incómodo hablando de amor con ella. Pero no me pesaba que tomase de mi mano, porque así ningún patán la miraba en la calle. Y de hacerlo, se arrepentían al ver el enlace de nuestras manos.
Ella a veces besaba mi mejía con rapidez, y yo fingía una sonrisa para no hacerla sentir tan mal. Me tomaba la mano, y esta me sudaba a más no poder. Se aferraba a mí en la calle y yo me limitaba al silencio, porque me sentía culpable.
— ¿Quién es? —preguntó una voz masculina, media vez _____ tocó su puerta y nos decidimos a esperar afuera.
—Soy _____ —se limitó a decir y este abrió la puerta dejando escuchar las cerraduras forzadas.
— ¡_____! —dijo con una sonrisa, se acercó a ella y la abrazó eufóricamente. Algo me olía mal —. Que sorpresa verte por aquí —sonrió, besó su mejía y me miró — ¿Quién es tu amigo? —preguntó apartándose de ella y me vi obligado a fingir otra sonrisa.
—No es mi amigo, es mi esposo —aclaró.
—Un gusto, Harry Styles —le dije luego de estrechar su mano con firmeza.
—Tu espo… pasen, pasen —dijo, fingiendo una sonrisa, al igual que yo.
Nos sentamos en la sala, esperando a que el tipo llegara con bebidas, mientras ______ y yo dedicábamos una que otra mirada a los alrededores, analizando la casa.
— ¿Quién es él? —pregunté a penas y ella permaneció seria.
—Es Zayn Malik —dijo y parecía que no le complacía para nada decir su nombre.
—Perdonen la tardanza, el almuerzo aún no estaba listo —dijo colocando un par de vasos de limonada en la mesa del medio y sentándose frente a nosotros —. ¿Vienen de vacaciones? —preguntó.
—De luna de miel —dijo _____ tomándose de mi mano, a lo que no me opuse porque llegué rápidamente a la conclusión de que algo había pasado entre ellos dos, algo más que amistad.
—Oh, de luna de miel —asintió y _____ se recostó en mi hombro — ¿Cómo se la han pasado? —preguntó con tonos de celoso, y traté de seguir la corriente.
—Demasiado bien —dije y _____ sonrió ante mi respuesta —. Por eso es una luna de miel, ¿No?
—Así es —mencionó él, bebiendo de su limonada —. ¿Cuánto tiempo llevan aquí?
—No estoy seguro —respondí —, hemos estado tan ocupados en pasarla bien que perdimos la cuenta del día —le dije, mientras apretaba la mano de ______ para que notase que era una emboscada al tipo.
Nos la pasamos bien, después de todo. Trataba de no portarme como idiota, ni de ser demasiado romántico. El tipo estaba evidentemente celoso, porque preguntaba cosas demasiado personales y me veía de pies a cabeza cada vez que podía.
_____ se veía tan incómoda ante la situación. Mientras yo le mentía a Zayn, ella giraba la mirada y jugaba con sus cubiertos.
Terminamos el almuerzo, agradecimos la comida y yo invité a mi nuevo amigo a visitarnos en Londres cuando quisiera. Nos despedimos, intercambiamos direcciones y salimos del lugar.
— ¿Te sientes bien _____? —pregunté caminando a su lado.
—Fue una mala idea ir allá —señaló la casa, ya alejados de la calle.
— ¿Por qué? —pregunté atento. Se veía nerviosa y triste —tu ofreciste el almuerzo con tu amigo.
—Él no es mi amigo Harry —me dijo —es un idiota…
— ¿Y por qu…?
—Cállate y abrázame —interrumpió.
Me acerqué a ella con media sonrisa, y la abracé. Rodeé su cuerpo con mis brazos y ella acomodó su rostro en mi pecho respirando pausadamente.
Me gustaba tenerla así, cerca de mí, porque nadie le haría daño de esa forma.
Con todo eso del cáncer me ponía demasiado cariñoso, porque pensaba que debía dar lo mejor de mí antes de partir. Y, _____ se llevó el crédito de todo, por sus repetidas marcas afectivas.
(…)
Jueves:
Nos levantamos temprano, porque teníamos una cita en el circo y la función comenzaba a las ocho de la mañana.
Yo disfruté la función, hasta que vi a mi acompañante, quien mantenía ambas manos sobre su boca, tratando de no llorar.
— ¿Qué te pasó? —pregunté acercándome a ella levemente.
—Le tengo fobia a los payasos —me dijo con la voz temblorosa.
— ¡Jajaja!, ¿y por…?
—Cállate y abrázame —interrumpió. Pasé mi brazo sobre sus hombros y ella se acurrucó sobre mi pecho tapando sus ojos hasta que la función terminó.
Salimos al parque que quedaba en frente. Compré algunas bolsas de pan migajado y nos sentamos en el borde de una fuente para alimentar a algunas palomas.
Pasamos de reír incontrolablemente, por la serie de bromas que hice esa tarde, a acostarnos en el sillón de la recepción y ver una película mientras comíamos palomitas de maíz.
Viernes:
Ese día decidimos quedarnos en la recepción, porque estábamos cansados de salir y caminar por largas horas.
Vimos algunos videos en el televisor y _____ cocinó algunos emparedados de mantequilla de maní para la tarde.
Me puse a pensar que en unos días no iríamos, y yo ya le había agarrado cariño. Me gustaba que cocinara el desayuno para mí y que me diera chocolates en las tardes. Amaba su té de manzana y a la larga me gustaba que se pusiera a hacer bromas.
_____ era una buena esposa. Pero yo la tenía en un plano de “amiga a quien proteger”.
—Harry —llamó mi atención y la miré.
— ¿Quep? —pregunté juntando los labios.
—Gracias por aceptar el trato —dijo.
Aún no había sido capaz de decirle que no dejaría que me enamorase. Yo solo quería ser su amigo.
—No es nada… —respondí.
Me recosté en el sofá, mientras ella veía el álbum de fotos que el botones nos llevó y me incliné para verlas.
— ¿Te gusta esta chica? —preguntó.
Rosie Tupper.
—Sí. Es muy bonita —respondí sonriente.
— ¿Más que yo? —preguntó y la miré rápidamente, mientras ella me veía de reojo.
—No —respondí confiado —. No es más bonita que tú —respondí. Ella me miró con la sonrisa más grande de su repertorio y besó mi mejía haciendo que esta tronara, y yo riera.
Continuamos viendo algunas fotos, hasta que ella cerró el álbum y dejó que su cuerpo se hundiera en mi pecho haciéndome sentir incómodo. Puso una de sus manos en los botones de mi camisa y comenzó a jugar con ellos.
— ¿Te la has pasado bien? —preguntó.
—Sí —respondí.
En menos de cinco segundos su mano ya estaba entrelazada con la mía, sin tener oportunidad de oponerme.
—Harry —dijo nuevamente.
Me moví incómodo y ella me miró.
— ¿Qué pasa? —pregunté.
— ¿Puedo preguntarte algo?, pero debes ser sincero.
—Sí. Pregúntame lo que quieras —le dije.
— ¿Por qué actúas tan extraño? —preguntó.
— ¿Extraño cómo? —la miré, ella cerraba los ojos y suspiró hondo.
—Así, extraño. Como si odiaras que te abrazara y te repugnara la idea de besarme… así.
—No lo hago. Pero entiende, yo jamás tuve novia y esto es nuevo para mí —mentí.
La miré nuevamente, y en ese entonces ella ya mantenía sus ojos en los míos. Se acercó lentamente e intentó besarme, pero me sentía demasiado extraño, sentía como si besara a mi hermana.
—No _____ —le dije —. No me beses, por favor —pedí, pero ella desobedeció.
Se acercó a mí, colocando sus manos en mis mejías, cerró los ojos y ya teniéndola sobre mi no pude hacer más que aceptar su beso. Sus labios se me hicieron diferentes, sabían a chocolate y eso me volvía demente.
Al principio, como antes, su beso se me hizo extraño e incómodo pero a medida que ella se adentró en mis labios, lo suyos se hicieron suaves y deliciosos. Mis manos, por obra de inercia, se colocaron en su cintura, y ella me besó un poco más fiera.
Ya no se me hacía incómodo, más bien, deseaba besarla por siempre. Sus labios eran tan… “¿Qué?, ¡Harry!, ¿Qué diablos estás sintiendo?, no te puede gustar su beso” pensaba, a medida que sus labios acariciaban los míos.
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