Dive

By UnlimitedDesire

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~Is it love? Mystery Spell FANFIC~ "Mystery Spell es sin duda un lugar aterrador". Ansiosa por un nuevo comi... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo I: Wolfgang
Capítulo II: Bartholy
Capítulo III: Nicolae B.
Capítulo IV: Entendimiento
Capítulo V: La manada
Capítulo VII: Untitled
NOTICIAS + CONCURSO "Diseña a una heroína"
Capítulo VIII: Vástagos
Capítulo IX: Instinto
NOTA DE AUTORA
Ganador: "Diseña a una Heroína"

Capítulo VI: Enlace

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By UnlimitedDesire



(...) Durante la creación de la raza de los Loup-Garou, las tres diosas que controlaban el destino, decidieron agregar algo especial a parte de los poderes ya asignados: Un "enlace".

El "enlace" surgía al momento de que un lobo encontrara a su alma destinada. Aquella alma que lo acompañaría por el resto de su vida como compañero y amante, y el instinto de unirse a ella entraba en conflicto y lucha con la razón. El "enlace" podía surgir entre dos lobos o entre un lobo y un humano, dependiendo de su jerarquía, y la reunión de ambas mitades generaba cosas maravillosas para ambas partes.

Sin embargo, la existencia de un enlace muchas veces era inaceptable por la diferencia entre los clanes, por lo que los lobos dejaban ir a su alma destinada para permanecer en el ámbito de lo conocido y por temor a ser castigado por los suyos.

Como castigo por el rechazo ante tan precioso regalo que habían diseñado para ellos, Destino, decidieron castigar a la raza de Loup-Garou reduciendo la posibilidad de hallar a su otra mitad.

...Y si alguno lo hallaba, las probabilidades de consumar la relación serían casi nulas (...).

Recopilación de leyendas sobre los hombres lobo a través de la historia, Autor: Sebastian Jones.

Tres años atrás

—¡Estaba intentando protegerme! ¡No es su culpa!

Emmett Wolfgang la sujetaba de ambos brazos como si estuviera tratando con una gata salvaje en plena lucha, y arrastrándola dentro del gran despacho de la mansión Wolfgang, la ocultó de los ojos inquisidores y deseosos de los múltiples sirvientes que observaban la escena. Dylan estaba al fondo, con un brazo herido y los seguía con la mirada azul cargada de preocupación. Sin que pudieran hacer nada más, la puerta se cerró con fuerza frente a ella.

—¡Estaba ayudándome!

—Lo sé.

—¿Entonces por qué no me dejas curarlo? ¡Está herido! —Molly Stuart se giró sobre sí misma y sacudió su brazo del agarre del patriarca del clan Wolfgang, aunque había estado luchando ávidamente contra él, solo hasta ahora el hombre le permitió liberarse. Un profundo dolor de cabeza se había instalado entre sus cejas, y el peso de su corazón al ver a su gemelo herido, era más fuerte que ella.

El hombre mayor la miraba con atención.

—Esto no puede continuar así, Molly —Habló con voz queda y severa, quizás con un poco de demanda en su tono —, te he dado el tiempo suficiente, pero ya eres una adulta. Tienes que buscar una pareja.

El horror y el peso de ser un lobo tipo omega, pesaba de nuevo en su espalda. Los omegas eran de suma importancia para una manada, debían de ser protegidos y bendecidos como beldades, o eso le habían enseñado sus padres. Eran especiales, podían aligerar los poderosos vientos de tempestad entre los miembros, además que... tenían un don (1).

El don con el que Molly había nacido era la empatía y la curación. Era algo específicamente reservado para los lobos árticos... poder sanar una enfermedad o una herida con el solo toque de sus manos, una verdadera bendición y una maldición al mismo tiempo; quizás era por eso que manadas enteras eran exterminadas.

...pero su sola condición de omega la convertía en un ser débil. Un Omega —hombre o mujer— sin ser marcado por un alfa —generalmente el alfa de la manada— enloquecía a los demás alfas, que se creía en poder y necesidad de marcarlo como su propiedad. Su madre había sido una omega reclamada por el alfa de la manada de los lobos árticos del clan Stewart, y habían compartido una relación de matrimonio.

Pero esa manada ya no existía.

Si bien, Emmett Wolfgang le había dado el permiso de escoger que alfa podría morderla, había oportunidades en que alguno intentaba atacarla y tomarla por la fuerza. Y su hermano, era el que salía a su protección, y como siempre, terminaba herido.

—No hay nadie aquí para mí —murmuró enterrando las uñas en las palmas de su mano. No quería escoger porque no habría otra opción, si lo hacía de esa manera solo implicaba un futuro triste y vacío para ella. Todavía quería creer en las palabras de su madre, de que algún día conocería a su "enlace".

—Eso es solo una leyenda —Dijo Emmett Wolfgang, sabiendo de inmediato sobre los pensamientos que corrían en la mente de ella —, los "letheile" (2) son una leyenda, Molly. No existen.

—Existen —Lo miró de reojo —. Lo he visto. Mi padre y mi madre estaban destinados.

—Si eso fue lo que dijeron, entonces te mintieron. Eres una chica inteligente, debes saber que no tienes otra opción. Cualquier alfa de la manada de los Wolfgang es lo suficientemente bueno como para hacerte feliz y ocuparse de tus necesidades, ya no puedes seguir trabajando en la mansión si momentos como este van a continuar repitiéndose.

Fue como una estaca en el corazón, pero comprendió lo inevitable: Aunque no tenía otro lugar a donde ir, prefería hacerlo antes que tomar una pareja que a largo plazo solo provocaría un gran sufrimiento en ella... y quizás ella en él.

—Entonces, écheme de aquí —Susurró mirándolo con los ojos brillantes por las lágrimas causadas por la impotencia —, yo no pedí nacer como una loup-garou omega, y, sobre todo, no puedo permitirme aceptar a cualquier persona como mi pareja, porque yo sí creo en el destino, y sé que mi "letheile" está allí afuera, y algún día nos encontraremos.

Emmett pareció furioso por unos segundos. —No lo olvides, Molly, el trato que hicimos para que tú y tu hermano se quedasen con nosotros fue claramente que la pareja que tomaras tenía que formar parte del clan.

—...O que debe aceptar formar parte de los Wolfgang, lo recuerdo.

Por supuesto que el Clan Wolfgang jamás dejaría ir de sus manos a un omega con capacidades curativas. Sería una locura, y ella lo entendía.

En aquel entonces, Molly y Dylan eran solo unos niños, y estaban solos y desprotegidos. A estas alturas sabía que había cosas peores que haber acabado en manos de una manada de lobos que en su mayoría los veían como sucios forajidos —después de todo, no eran lobos caucásicos, eran lobos árticos— pero que al mismo tiempo eran codiciosos y aprovechados. Emmett Wolfgang la miró fijamente y mostrando un poco sus colmillos, en señal de territorialidad.

Prudentemente, Molly mostró su cuello, era la única forma de enseñar a un alfa que no había de que preocuparse sobre que la otra parte violara sus dominios y su poder. Era solo por cortesía y porque solo deseaba retirarse por esa noche, después de todo Molly tenía la certeza que no formaba parte del Clan Wolfgang, y al único que le debía respeto era al verdadero alfa de la manada de lobos árticos: su hermano gemelo Dylan.

Emmett Wolfgang comenzó a caminar de un lado a otro, con el ceño profundamente fruncido y farfullando por lo bajo comentarios que sinceramente ella no deseaba conocer.

—Tres años —Habló tras detenerse abruptamente y encararla —, tienes tres años para emparejarte o encontrar a tu supuesta "pareja destinada"; si en ese tiempo no lo has hecho, entonces te dejarás marcar por quién yo decida.

—...¿Qué pasa si me niego?

El hombre pasó a observarla sobre la nariz en un gesto arrogante, con una mirada oscura que solo representaba una brutal amenaza. Ella lo sabía perfectamente: Emmett Wolfgang no era trigo limpio, era un hombre poderoso que haría lo que fuera con tal de cumplir con sus deseos y objetivos. Podía ser bueno así como realmente cruel si así necesitaba.

—Si te niegas, entonces yo mismo te obligaré a ser marcada y tendrás que despedirte de tu querido hermano menor. No acepto desobediencia en mi clan, Molly, y te haré aceptarlo, por las buenas... o por las malas.

Actualidad

Sus piernas la llevaron automáticamente hacia el escape, tenía el corazón instalado en la garganta y apenas podía respirar para el momento en que alcanzó el baño de damas en la parte exterior del auditorio. Con el pulso desbocado y la respiración agitada hasta un punto de ahogo, cerró la puerta de un solo golpe y se dirigió hacia el lavabo sin mirar atrás.

Abrió el grifo y se enjuagó la cara rápidamente con el agua helada de Mystery Spell —Algo que en situaciones normales no se le ocurriría—; frente al espejo, su maquillaje sencillo se había convertido en caminos de rímel mezclado con agua que descendían por sus pálidas mejillas.

"No puede ser... no puede ser".

Molly Stuart había perdido la esperanza hacía tiempo, cuando ya casi se cumplía el plazo de tres años que le había concedido Emmett Wolfgang de encontrar al lobo que la marcaría como su pareja. Su "letheile". A quien podría abandonarse plenamente en sus brazos y entregarse como nunca antes había sido capaz de hacerlo con ningún otro hombre.

Dio por sentado, cuando ya habían pasado dos años desde el fatídico trato, que para el momento en que su amante soñado apareciera ante ella ya estaría marcada y atada a otro hombre, después de todo se consideraba a sí misma como una mujer de palabra. Así que íntimamente, viendo como apuntaba su suerte, oró por qué nunca diera señales de vida si lo iba a hacer cuando fuera demasiado tarde...

¡oh! Porque él vendría, claro que vendría. Lo había sentido en sus entrañas desde que solo era una niña. Incluso había soñado con él múltiples ocasiones en el pasado, aunque su rostro nunca estuviese claro en sus sueños, pero siempre había podido apreciar su oscuro cabello negro semilargo y su alta figura en conjunto con su atlético cuerpo.

Y aunque muchos hombres que conocía encajaban a la perfección en esa descripción, nunca eran "él", porque era incapaz de sentir esa conexión tan especial como la que su madre había descrito tantas veces en años atrás.

Y Dios mío, él había aparecido después de todo, había venido a ella como tanto había deseado en los últimos meses. Apareció antes que fuera marcada por otro hombre, y eso le arrancó una sonrisa amarga.

El Dr. Sebastian Jones era un simple humano, no era un lobo. Y un humano no podía marcar a un lobo omega ni en sus más locos sueños.

Se acuclilló frente al lavabo apoyando sus manos sobre la porcelana blanca del mismo. Intentó recuperar la calma en su corazón, y al mismo tiempo se sintió acongojada. Lo había percibido desde el momento en que habían ingresado al auditorio: esa extraña inquietud y el suave aroma masculino se filtró en su nariz incluso desde antes de ingresar a la sala donde se llevaría a cabo el seminario. Le había llamado particularmente la atención porque nunca antes había sentido un aroma tan fuerte como ese y desde una distancia tan considerable, pero no le dio la mayor importancia; sin embargo, cuando él salió al escenario y se expuso magníficamente delante de todos los asistentes a la conferencia, fue como un choque eléctrico a sus sentidos.

Pudo sentir su lobo interno retorcerse en lo profundo de su alma, deseando tomar el control y saltar sobre él para marcarlo como suyo, así como ella sabía que era de él incluso desde antes de conocerse.

"Es un humano...". De por sí la manada los odiaba a ella y a su hermano gemelo, jamás aceptarían la idea de que un humano se integrara entre la manada de lobos grises. Si bien había casos en que los alfas tomaban a una humana por pareja, los omegas solo podían aceptar en sus vidas a otro lobo —alfa o beta—. Rápidamente volvió a enjuagarse la cara con agua fría, y tomó una pequeña pila de toallas de papel del dispensador para secarse y limpiar los restos de maquillaje corrido.

—¿Molly?

Un poco aturdida, aun con la cabeza vuelta nada y la moral destruida, se obligó a despegar la mirada de las toallas de papel y la clavó en la puerta del baño. Louisa Millan, la nieta de Emmett Wolfgang la miraba en son de preocupación. Sus ojos almendrados estaban nublados por la confusión además de un sincero interés.

...Se habían conocido la noche anterior, y como Molly era empática hasta los huesos, la sola aura de Louisa le indicaba que no era una persona detestable y malvada como su abuelo materno.

Se las arregló para sonreír. —Lo siento, se me revolvió un poco el estómago.

—¿Quieres que vayamos a una farmacia?

—No, no es necesario. Ya estoy mejor —Susurrando, arrugó las toallas de papel entre sus manos hasta hacerla una bola, y la arrojó en la caneca de basura junto al lavabo —, ya estoy perfectamente.

En los últimos años había perfeccionado el arte del engaño y a sonreír para ocultar su malestar; no le gustaba parecer débil frente a ojos ajenos y que los demás creyeran que podían aprovecharse de ella, por eso, no era raro que su sonrisa fuera tan perfecta en ese momento, aunque por dentro realmente comenzara a sentir unas ganas impresionantes de devolver su merienda de esa tarde; se llevó un mechón de largo cabello rubio tras la oreja, y se acercó hasta la puerta. —¿Vamos?

Con su pelo caoba y la piel de un bronceado muy suave, Louisa Millan era una chica atractiva a su modo, si bien no tenía una belleza despampanante como era habitual en Mystery Spell —Donde el misterio y lo sobrenatural estaba rodeado de una hermosura dolorosa—, había algo realmente interesante en ella. Quizás era que había crecido ajena a todo lo que implicaba formar parte de esa cochina ciudad en la que el interés y el poder primaba sobre todas las cosas.

—Si quieres algo de agua podríamos pasar por la máquina expendedora.

—Louisa —Rio —, realmente estoy bien. ¡No te preocupes!

¡Oh! No lo estaba. ¡No lo estaba...! Todo su maldito cuerpo se estremeció de pies a cabeza con solo pensar en pisar la misma pieza donde estaba el Dr. Jones. Sentía el corazón desbocado latiendo con fuerza contra su garganta. Louisa abrió la misma puerta doble por la que había salido solo minutos atrás y la dejó entrar primero, ¡cómo deseaba Molly no haber escogido un asiento en la parte delantera y más bien ocultarse entre las sombras de los pilares que sostenían el techo del auditorio!

Aunque intentaron ingresar sin hacer mucho ruido, prácticamente la mayor parte del auditorio había clavado la vista en ellas como si fueran alienígenas.

"¿Qué nunca han visto a una mujer enferma salir corriendo hacia un baño?". Y sí que estaba enferma, aún tenía el estómago pesado, el corazón desbocado y la respiración acelerada por el simple aroma masculino de su letheile que se filtraba sin piedad en sus fosas nasales.

Sebastian Jones hablaba pacientemente con el público, dando una pequeña introducción sobre el contenido del seminario; repentinamente, y causando un pequeño sobresalto en Molly, sus oscuros ojos de un tono ambarino se posaron en las mujeres que acababan de ingresar nuevamente al auditorio. Sus pupilas reflejaban algo realmente mágico, y parecía querer adentrarse en su alma.

—¿Todo bien, señoritas? —Maldición, tenía un tono entre agradable y seductor en su voz... Ella solo quería salir corriendo nuevamente al baño y ocultarse hasta que el seminario acabara.

Al notar que Molly no respondería, fue Louisa quien simplemente asintió con tranquilidad. —Todo bien, muchas gracias.

Louisa tiró de su mano obligándola a caminar el espacio que separaba la entrada al auditorio de las sillas donde reposaban las cosas de ambas, y bajo el escrutinio directo del Dr. Jones, quien había detenido su discurso solo para prestar atención a ambas, tomaron sus respectivos lugares.

En la duración de la ponencia, lo menos que podía pensar Molly era en brujas y lobos, por más que estaba atenta a cada movimiento de Sebastian Jones y creía que cada palabra que decía sonaba increíblemente maravillosa, el contexto de su atención era completamente diferente al que debería tener una estudiante hambrienta de conocimiento. Muy diferente.

Se sintió suspirar de manera ridícula en un par de ocasiones, y cada vez que su mirada se cruzaba con los ojos color ámbar de él, recibía una deliciosa descarga eléctrica en todo su cuerpo.

Era fascinante la sola atracción que sentía. Y también aterradora.

Después de todo, estaba fuera de su alcance.

Dylan y Molly habían nacido en las heladas tierras de Alaska; pertenecían a la manada del clan Stuart. Y eran lobos árticos.

Los Loup-Garou se dividía en tres tipos de raza:

Los Lobos Caucásicos, de color marrón y que correspondían a un ochenta por ciento de la población de lobos totales. Veloces y fuertes, eran de pelaje negro o café oscuro, bastante corrientes. Se caracterizaban porque la gran parte de las mujeres engendradas en la manada, nacían con el gen del lobo(3) dormido, esto quería decir que no tenían las habilidades de un loup-garou, pero se encargaban de transmitir el gen a la siguiente generación.

Los Lobos Rojos. Molly no había conocido a un lobo rojo en su vida, pero su madre le había contado una vez, que parecían una mezcla entre un zorro y un lobo con un bello color zanahoria en su pelaje. Había oído también que eran considerados peligrosos porque tenían grandes conocimientos de magia, sin duda alguna, alguien externo podía verlo como una grandísima amenaza. Su piel era usada por los cazadores como potenciador de fuerza y en algunos casos de hechizos, y encima de que solo habían representado el cinco por ciento de la población de Loup-Garou, actualmente habían sido exterminados. Los cazadores se habían ocupado de dar caza a uno por uno, hasta que finalmente no quedó nada.

Y finalmente, los Lobos Árticos. Solo podía recordar algunas cosas, pero sabía que su familia estaba en sintonía con la naturaleza. Vivían en un pequeño asentamiento y todos en el clan abrazaban su parte animal y sus instintos como lo que debía primar en ellos. Los adultos preferían estar en formas de lobos y los más jóvenes aprendían a cómo controlarlo sin esfuerzo. El equilibrio era tan perfecto, que resultaba envidiable.

La jerarquía se mantenía igual para cualquiera de los clanes: había Alfas, con uno que predominaba y lideraba a la manada; Betas, que eran la población normal que seguía al alfa y obedecía; y finalmente los Omegas, que eran una cantidad muy mínima y rara, tanto así que Los Lobos Caucásicos no tenían registros de haber producido nunca un Omega, y a veces era un Beta el que tomaba el papel de apaciguar a la manada.

Su familia veneraba a los Omegas Árticos como si fueran una joya, porque nacían con la habilidad de curar enfermedades y heridas, sanando a la manada cada vez que era necesario. El problema de un Omega es que, a cierta edad, tenían que ser marcados o por el Alfa líder o por otro Alfa que haya sido aprobado anteriormente. Se convertían en un matrimonio, y si esto no ocurría, entonces terminaba en graves tensiones dentro de la manada y finalmente, en disputas.

A ella, sus padres y todos los lobos árticos la habían tratado como una piedra preciosa, como una princesa. No solo había nacido con la extraña cualidad de Omega, si no que era la hija del Alfa actual y hermana gemela del futuro Alfa, líder del Clan Stewart. Su vida había sido realmente feliz, hasta los doce años, donde técnicamente su familia había terminado reducida solo a su hermano gemelo.

Mientras salía del auditorio Molly Stuart, sumida en sus más intimos pensamiento, aceptó que solía pensar en su familia y sus orígenes y su familia con dulzura y amargura entremezclada cada cierto tiempo. Y que la presencia del Dr. Jones, había sido un detonante en esta ocasión.

—¿Molly? —Se estremeció de pies a cabeza obligándose a centrarse por completo en su compañera. Con lentitud miró a Louisa quien caminaba pausadamente a su lado —, no te ves nada bien.

Ella misma se sentía muy mal, de eso no había duda.

—Sí, lo lamento, tengo el estómago algo revuelto —Admitió sujetando con fuerza el bolso colgado en su hombro. Ya en la salida del auditorio, observando discretamente por el rabillo del ojo podía notar al Dr. Sebastian Jones hablando con una persona al fondo, seguramente se trataba de alguien perteneciente a la alcaldía; buscarlo con la mirada fue un gesto automático, más poderoso que ella y su fuerza de voluntad.

Él, como si hubiese sido invocado por Molly, giró un poco el rostro y al encontrarse con los ojos de ella dejó escapar una simple sonrisa.

El corazón de Molly se detuvo y necesitó tomar una bocanada de aire.

"Diablos", el impacto era demasiado fuerte.

Con grandes zancadas, finalmente se dio el valor suficiente de salir de allí sin mirar atrás. Su vuelta al seminario la semana entrante estaba suspendida por completo, así como sus preguntas que tuvieran que ver con los clanes de Loup-Garou. Alguna otra oportunidad tenía que haber en el futuro para saciar su curiosidad, pero esta vez se negaba a someterse a todo lo que él despertaba en ella, cada sábado por la tarde.

Si a la final iba a ser imposible, no valía el sufrimiento.

No se percató hasta salir del centro de convenciones, pero Louisa la seguía prácticamente corriendo. —Rayos, supongo que sí que te querías ir —Murmuró la mujer pelirroja cuando por fin la alcanzó a los pies de la escalera; respiraba más o menos acelerado, lo que provocó cierto remordimiento en Molly.

Algunas gotas de sudor helado resbalaban desde su frente, terminando por deshacer la base de su maquillaje.

—Tengo que ir a Dive. Necesito arreglar todo para la apertura, sobre todo porque es fin de semana —Señaló, refiriéndose al pequeño bar que llevaba en el centro de la ciudad. Ese bar lo había obtenido de parte del viejo Wolfgang, y el hombre cedió a su petición a cambio que se mantuviera apartada de la mansión. Así se evitaría causar problemas entre los demás alfas —, ¿te apetece venir?.

Una jornada laboral profunda le sacaría a su letheile de sus más profundos pensamientos.

Si Louisa pensó que solamente la tarjeta tenía una presentación atractiva y adecuada, se atrevía a admitir que el pequeño bar ubicado en una de las esquinas del centro de Mystery Spell, era la cosa más perfecta que existía para alguien que prefería de los encuentros sociales calmados. La sola fachada llamaba la atención de buena forma, con colores ocre en su pintura, ventanas enmarcadas en madera caoba y una puerta doble en el mismo material. Molly buscó las llaves en el bolsillo delantero de su bolso y abrió la puerta del establecimiento, dejándola ingresar primero.

Oscuridad las recibió por un par de segundos, antes que la mujer rubia encendiera las luces desde los interruptores de la pared.

—Mi piso queda en la parte de arriba —Sonrió mientras hablaba y cerraba con un pie la puerta tras ella —, así que, bienvenida a mi humilde morada.

La decoración interior se presentaba en cómodas zonas con muebles de tipo cajón en cuero rojo y varias mesas redondas, lo suficientemente grandes para que entraran de cuatro a cinco personas. Había además una barra en delicada madera, con cinco taburetes rojos y negros distribuidos a lo largo, y detrás de esta una puertezuela adornada con vitrales reposaba silenciosamente cerrada; podía sospechar fácilmente que llevaba a la habitación de Molly. Las paredes de Dive estaban decoradas con posters de viejas bandas de rock de los años ochenta y noventa, y a unos cuantos metros de la barra se encontraba un pequeño pero sustancioso escenario.

—De cuando en cuando vienen bandas a tocar —Molly dejó sobre uno de los taburetes el bolso con el que había ido al seminario. Ahora ya se veía mucho mejor, su rostro regresaba al tono habitual y su aspecto era normal y relajado. A Louisa le picó la curiosidad puesto que parecía que, fuera lo que fuera que había sentido la rubia en el seminario, era más de lo que había admitido a Louisa; pero ella no se consideraba alguien indiscreta, y su confianza con la hermana gemela de Dylan aun no era tanta como para atreverse a preguntar —, una vez conseguimos que viniera una banda oriunda de Nueva York: Nigthmareden, ¿sabes quiénes son?

Louisa la miró enseguida con una enorme sonrisa.

—¡No puede ser! ¿De verdad? Es uno de mis grupos favoritos.

—Son muy buenos, pero su vocalista es un completo idiota —Molly alzó la mirada al cielo con una pequeña sonrisa en los labios y Louisa solo pudo asentir secundándola.

No lo conocía directamente, Louisa solo había asistido a los conciertos que daban en los bares de Nueva York, pero siempre se comentaba que Colin Spencer, aunque sexy con su mirada fría y oscura de rockero malvado, era con creces alguien bastante desagradable. Ella se contentaba con mirar de lejos, no estaba en sus planes intentar acercarse a los miembros, pero sí apoyarlos cuando sacaran algún disco con los sencillos originales del grupo. Además, si DEBÍA escoger, seguramente se inclinaría sin dudar por el baterista de la banda: Adam, tenía un aura agradable y que generaba confianza. Entre su tatuaje en el brazo izquierdo, su piel un poco tostada y el aire sureño característico de un surfista, era tremendamente sensual.

Mientras arreglaba las cosas del bar, Molly la invitó a sentarse sobre la banqueta frente a la barra.

—¿Trabajas tu sola?

—No. Tengo un barista que viene la mayor parte de la semana, y a veces mi hermano está aquí para ayudarme en los días más ocupados —Mientras hablaba con ella, deslizaba un paño húmedo por la barra para darle un poco de brillo. También había movido algunos de los bancos desde su entrada al bar; parecía un trabajo ocupado, pero Molly parecía plenamente feliz de realizarlo —, ¿te apetece un mojito? Cortesía de la casa.

—Oh, de acuerdo —Louisa asintió encantada. No estaba mal tomar algo para relajarse un sábado en la noche.

Apreció como con total experticia, Molly dejaba a un lado el pequeño paño húmedo, se lavaba las manos y tomaba un vaso de forma alargada. Agregó una mezcla de soda, ron y algo de azúcar a una licuadora enorme y aparentemente potente —Perfecta para hacer mantequilla de maní casera sin que el aparato se dañara en el intento—, y encendió hasta que el hielo que también contenía la mezcla se volvió picadillo; dentro del vaso agregó hojas de yerbabuena, y posteriormente el resto del mojito.

—Usa el mezclador para pisar la yerbabuena, puedes adicionarla a tu gusto —Deslizó el vaso a través de la barra hasta dejarlo frente a Louisa. Lo admitía, realmente se veía apetitoso.

Cuando dio el primer trago, el sabor dulce del azúcar y lo ácido del limón se acentuaron en sus papilas gustativas; ciertamente, si tenía que tomar algo de licor, siempre se había inclinado hacia los cocteles dulces. No tenía mucha resistencia ante el alcohol, pero uno de vez en cuando y en el ambiente propicio no podía hacer tanto daño.

Molly salió de detrás de la barra y encendió el equipo de sonido se encontraba junto al escenario. Enseguida, por los altavoces comenzó a sonar algo de música actual, y la voz de Zayn(4) en Pillowtalk(5) inundó sin miramientos el espacio del bar. La mujer adecuó el volumen de manera que no fuera molesto a los oídos de los comensales, y sin darse cuenta, Lou comenzó a tamborilear con los dedos sobre la barra al ritmo de la canción.

—Iré a cambiarme de ropa —Señaló Molly, recogiendo sus largos cabellos rubios en un moño tipo cebolla a lo alto de su cabeza. Caminó rápidamente hasta la puertezuela tras la barra y le dio una última mirada a Louisa —, no tardaré. Si alguien viene, pide que por favor me esperen unos minutos.

Ella sonrió levemente y movió la cabeza de manera afirmativa.

Un momento a solas le dio tiempo para admirar realmente lo que componía Dive, era sin lugar a dudas acogedor y sabía que de ahora en adelante podría venir en las noches que se sintiera muy sola. Así al menos tomaría una copa en compañía de Molly y quizás conociera gente que valiera la pena contar como amistad.

Dio un segundo sorbo a su mojito con la mirada clavada en el escenario actualmente vacío y completamente perdida en pensamientos blancos.

No habían pasado más de tres minutos desde que Molly había subido las escaleras hasta su piso para cambiarse, cuando la campana de la puerta de entrada tintineo para indicar el ingreso de un cliente. Instintivamente, Louisa miró sobre su hombro, y sinceramente pensó por un instante que casi sufre de un infarto.

Con una elegante chaqueta negra colgando de uno de sus antebrazos, y vestido perfectamente impecable como siempre de traje, se había recogido los cabellos castaños en una coleta baja que de alguna forma se veía realmente sexy. Nicolae Bartholy entró al establecimiento con su conocido paso gatuno.

Al alzar su mirada gris eléctrico que tantas emociones había provocado en el estómago de Louisa a lo largo de los últimos días, el mayor de los Bartholy pareció igual de sorprendido que ella al verla tranquilamente sentada en un taburete con un vaso de mojito en una mano. Su expresión que habitualmente permanecía tranquila pareció descolocada en cuestión de segundos, como si no supiera como explicar su presencia allí.

Por instinto, ella dio un traspiés al intentar ponerse de pie para saludar con educación.

—S-señor Bartholy —Tartamudeó. Nunca, en todo lo que llevaba de día, había barajado la posibilidad de encontrarse con él precisamente en ese lugar.

...Por supuesto que no debía extrañarle, después de que Molly le confesara la noche anterior que Dive permitía la entrada de todos los habitantes de Mystery Spell, independientemente de a qué familia pertenecieran.

—Señorita —Murmuró él entre dientes. Su mirada se deslizó lentamente sobre el cuerpo de Louisa, y ella sintió un leve malestar e incomodidad por no haberse esmerado un poco más para esa tarde.

Obviamente, no es que quisiera impresionarlo. Por supuesto que no. Pero aún estaba en proceso de que su cabeza convenciera a su pequeño corazón de ello, que parecía alocado ante el suave escrutinio de Nicolae.

Louisa se mordió el labio inferior.

—Molly ya viene, está cambiándose —Dijo rápidamente intentando llenar el incómodo silencio situado entre ambos.

—...Por supuesto —Nicolae cambió el peso de uno a otro pie, y dejó de mirarla a ella para observar con atención el ambiente vacío del bar —, ¿podría decirle que guarde nuestra mesa habitual? Vendré en un rato. Ella sabrá entender el recado.

"¿Nuestra mesa habitual?". ¿De él y quién más? ¿De su pareja? Por un segundo pareció que su corazón quiso resquebrajarse y asintiendo aturdida con los ojos realmente abiertos de par en par, Louisa lo vio sonreír mostrando de forma leve y juguetona sus caninos, antes de darse vuelta y salir nuevamente por la puerta.

Cuando ella se dejó caer de nuevo en el taburete rojo, se sintió como si en un minuto de encuentro con Nicolae Bartholy, hubiese luchado contra mil demonios a la vez.



(1) El Don: se le llama Don a la habilidad especial de la que solo los omegas salen beneficiados. Esta varía según el clan en el que hayan nacido y la sangre que corra por sus venas.

(2) Letheile: Del Gaélico Escocés "Leth Eile", quiere decir Otra Mitad. Así se les llama a las parejas destinadas de los lobos.

(3) El gen del lobo: por descendencia es transmitido de generación en generación por los Loup-Garou. El gen del lobo es el que les permite tener las habilidades de un hombre lobo.

(4) Zayn: Canta-autor de pop, pop-rock y pop-dance británico.

(5) Pillowtalk: Uno de los sencillos más populares de Zayn.

Muy buenas noches. Agradezco mucho la espera que me han dado y dejo el capítulo VI de Dive a sus ordenes.

Espero que lo disfruten y ya comenzamos a adentrarnos en la segunda pareja de la historia.

Dejo para ustedes la división de la raza de los Loup-Garou dentro de la historia y para le próximo capítulo subiré un perfil de Molly.

Besos!

A.

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