Touchdown

By CreativeToTheCore

48.5M 4.6M 3.6M

Primer libro de la serie #GoodBoys. En físico gracias a Nova Casa Editorial (este es un borrador). Inteligent... More

Sinopsis
A d v e r t e n c i a
001 | Vodka
002 | Resaca
003 | Reglas
P e r s o n a j e s
004 | Discernimiento
005 | Tackle
006 | Globos
007 | Cómplice
008 | Captura
009 | Neurótica
010 | Rito
011 | Ratatouille
012 | Incivil
013 | Brigada
014 | Fluctuación
015 | Apertura
016 | Medidas
017 | Inseguridad
W A T T P A D E R S
018 | Antropoide
019 | Sunshine
020 | Viralizar
021 | Adictos
022 | Insinuaciones
A V I S O
023 | Huesos
024 | Telón
025 | Ayer
026 | Sinfonía
027 | Ojeras
028 | Estadística
029 | Inefable
030 | Luciérnaga
031 | Acéptalo
032 | Artero
W A T T P A D E R S
033 | Sentir
034 | Taquicardia
035 | Lavanda
036 | Rosas
037 | Tradicional
038 | Indemne
039 | Intensidad
040 | Límites
041 | Estrechar
042 | Eupéptico
043 | Necesidad
044 | Lío
045 | Balas
046 | Prometedor
047 | Control
048 | Irresoluto
049 | Tentar
050 | Pretérito
051 | Boa
052 | Cuentos
W A T T P A D E R S
053 | Inconmensurable
054 | Sobrevalorar
055 | Camaradería
056 | Escalar
057 | Bifurcar
058 | Halloween
059 | Halloween al cuadrado
060 | Caer
061 | Fragmentos
062 | Tempestad
064 | Etéreo
A V I S O
065 | Terrario
066 | Desperdiciar
067 | Dilucidar
068 | Valijas
069 | Obsequios
070 | Señas
071 | Leyes aeroportuarias
E P Í L O G O
Agradecimientos y avisos
En físico: Librerías
🎄 ESPECIAL NAVIDEÑO 🎄

063 | Más

440K 48.8K 41.3K
By CreativeToTheCore

KANSAS

Cuando despierto el miércoles cada parte de mi cuerpo duele por haber dormido sentada en una incómoda silla en la sala de espera. Pasar la noche en el hospital es sinónimo de una contractura muscular severa, un aliento que roza lo mortal y un completo caos en lo que respecta al cabello.

Sin embargo, no podría importarme menos como luzco.

La cirugía terminó ayer por la noche y los médicos nos informaron que se habían presentado varias dificultades en el quirófano, pero que al final todo salió bien. Trasladaron a Zoe a una de las habitaciones de la segunda planta y, a pesar de que ella aún no había despertado, sentí el alivio inundar cada pulgada de mi ser. Todavía no me han permitido verla —alguna absurda regla que solo admite familiares directos—, pero Anne me aseguró que vería a la pequeña Murphy pronto, que encontraríamos la manera de hacerme entrar a su cuarto.

A pesar de los intentos de Bill por llevarme a casa, me negué rotundamente a dejar la sala de espera. Jamie y Harriet vinieron a hacerme compañía anoche; la pelirroja se encargó de contrabandear algo de comida de la cafetería del establecimiento y la futura abogada compró café respetando la ley y desestimando la conducta criminal de nuestra amiga. Con mi teléfono entre mis manos fui testigo de la forma en que mi bandeja de mensajes se llenó: Sierra prometió pasarse con Anneley luego del almuerzo y también dijo que tomaría apuntes por mí en la clase de Ruggles. A su vez añadió que lo considerara como un regalo de Navidad adelantado dado que sus anotaciones son mucho mejor que las mías, lo cual se puede poner en duda. La señora Hyland escribió en mi muro de Facebook para vergüenza mía y de toda la humanidad, y Adam me envió un mensaje desde la cuenta de Gabe donde pedía que lo mantuviera informado. ¿Cómo sé que fue él? Sencillo, la ortografía. Ese niño sabe las reglas ortográficas al derecho y al revés, cosa que debería enseñarle a su primo mayor. Luego llegaron un montón de mensajes de los Jaguars, así que no fue ninguna sorpresa que al despertar me encontrara con casi dos docenas de jugadores de fútbol americano, los más allegados, atravesando las puertas del hospital.

Porque, literalmente, es lo que acaban de hacer.

La multitud de muchachos viste ropas informales y tienen sus manos repletas de regalos, desde osos de peluches que doblan en tamaño a Zoe hasta ramos de flores de todo tipo, globos en forma de corazón, chocolates y un montón de animales de felpa y muñecos con ojos saltones. La enfermera que está de turno detrás del mostrador parece estar a punto de caerse de trasero al piso, así que es algo bueno que esté sentada en este momento.

—Sunshine. —La alegre voz de Chase inunda mis oídos mientras me pongo de pie y sigo restregándome los ojos en el intento de apartar el sueño—. El entrenador nos contó que la cirugía salió bien, así que vinimos a ver a la pequeña de la manada y a traerle algunos obsequios —explica antes de sacudir frente a mi rostro un muñeco de lo más tétrico.

—Nosotros trajimos regalos —corrige Logan haciendo un ademán a los muchachos tras él—. Timberg robó el espantapájaros de la decoración de Halloween de Bill. —Eso explica que el muñeco esté hecho de paja, su ropa hecha jirones y que tenga una expresión al estilo Chucky en su rostro.

—No tuve tiempo de comprar nada —se excusa—. Y aunque hubiese tenido tiempo, no me queda dinero, mi billetera está más vacía que el corazón del coach —explica encogiéndose de hombros y enderezando el sombrero del macabro muñeco mientras lo inspecciona—. Además, no está tan feo —reflexiona—. Es más lindo que Mercury al menos.

El número siete lo golpea con la lata de chocolates que trae en su mano.

—A nadie le interesa la pobreza de Timberg o el hecho de que un espantapájaros supere en belleza estética a Logan, queremos ver a Zoe. —Joe se abre paso entre los muchachos y llega a mi lado para dejar caer un pesado brazo alrededor de mis hombros—. ¿Ya puede recibir visitas? —pregunta con el ceño fruncido. Luce mucho mejor que la última vez que lo vi con todo el asunto de Donna y el bebé dando vueltas.

—Aún no —respondo dejando caer mi cabeza contra él y cerrado los ojos un momento—. Ni siquiera ha despertado, pero por ahora no hubo complicaciones en la noche y parece estar estable. —Cuando mis párpados son abiertos otra vez me encuentro con Ben tendiendo un café en mi dirección—. Gracias por venir, chicos. ¿Pero no deberían estar en clases o en el entrenamiento? —inquiero aceptando la bebida y dando un gran sorbo.

Joe frota mis hombros con cariño mientras el líquido caliente baja por mi garganta.

—Faltar a una práctica no nos matará —asegura Chase.

—Pero faltar a ocho sí. —La voz de Bill llega desde el fondo de la sala para sorpresa de todos—. Eres un holgazán, Timberg. La próxima vez que faltes te patearé fuera del equipo, ¿soy claro? —inquiere mientras los Jaguars le abren el paso. Chase, automáticamente, esconde el espantapájaros detrás de sí y el nerviosismo comienza a dominarlo. Parece que va a defecar—. Ya tuve suficiente con que unos delincuentes juveniles robaran mis adornos de noche de brujas como para tener que lidiar con un perezoso como tú.

—Papá... —comienzo, pero me veo interrumpida ante una nueva voz.

—¿Kansas Shepard? —La enfermera de turno, la cual parece nueva dado que es bastante joven y luce algo perdida, me llama mientras sostiene el teléfono de recepción en mano y escribe en una de las tantas planillas que descansan sobre el mostrador—. La señora Murphy ha dicho que Zoe ha despertado y está preguntando por usted. —Siento que me falta el aliento mientras me aferro a la camiseta de Joe incapaz de contener la emoción—. Hablaron con el médico y le dieron permiso para verla. Tome el elevador hasta el segundo piso y vaya a la habitación 203 —informa antes de colgar el teléfono y seguir escribiendo, no sin antes dirigirme una pequeña sonrisa cargada con una pizca de albricia.

Entonces, la enfermera se sobresalta y su lapicera sale volando en cuanto los Jaguars lanzan gritos de victoria al aire, prácticamente olvidándose de que están en un hospital. Lo que sigue es una estampida de jugadores dirigiéndose a los ascensores y arrastrándome con ellos. La empleada de uniforme se precipita alrededor del mostrador y abre sus brazos mientras intenta cortarles el paso y detenerlos recitando unas cuantas reglas del establecimiento. Los muchachos no oyen o no quieren hacerlo, y es así como terminamos apilándonos en el elevador y acarreando a la mujer con nosotros.

—¡Hay dos ascensores y nos dividiremos en equipos de seis, seis y siete! ¡El grupo impar va por las escaleras! —Mi padre ordena como si estuviera en el campo—. La enfermera se queda fuera, ¡ahora! —Los muchachos comienzan a dispersarse y de esa forma consigo un poco de espacio como para no morir asfixiada o pisoteada por una aglomeración de deportistas.

Una vez acomodados la empleada nos mira con auténtica estupefacción y es allí cuando Ottis se precipita y le alcanza un globo mientras murmura que nos disculpe y que tenga un lindo día.

Las puertas de todos los ascensores de cierran en su rostro.

Creo que está considerando renunciar.

***

Conduzco a casa tras pasar todo el día junto a Zoe. Una canción de Pearl Jam resuena con suavidad en mis oídos mientras giro en una esquina y vislumbro la calle de mi hogar a unos cuantos pies de distancia. Una vez que estaciono y la música se desvanece al mismo tiempo que el singular sonido del motor, me quedo sumida en el silencio y la oscuridad que envuelven el Jeep.

Diablos.

Cierro los ojos y mis manos se aferran al volante con más fuerza, provocando que mis nudillos se tornen casi blancos.

Cada segundo que pasé en la habitación junto a la niña me vi obligada a ver las cicatrices de sus brazos y aquella que adornaba su pequeña y pálida cara. Con cada minuto que pasaba mis ansias por encontrar al culpable se incrementaban tanto como mis ganas de rodear a Zoe entre mis brazos y no soltarla jamás. Sin embargo, la policía se hará cargo de la persona responsable y no hay nada que pueda hacer al respecto más que sentarme a esperar. Aún no hay justicia por las atrocidades cometidas y el dolor dentro de mi pecho no ha cedido, pero ahora que prácticamente me obligaron a venir a casa por una ducha y algunas horas de sueño esas cosas pasan a un segundo plano en mi cabeza.

Y lo hacen porque me acuerdo de Malcom.

El pesar que siento se ve reemplazado por otro mientras la culpa me carcome internamente a medida que recuerdo cada palabra que fue emitida por mis labios en el estacionamiento. Sé que él únicamente quería darme algo de consuelo, pero a veces cuando uno se encuentra sumido en la penumbra y rodeado de ira y tristeza tiende a desquitarse con las personas que lo rodean. No es algo que pueda evitar y, aunque me gustaría haber lidiado con mis sentimientos de otra forma, me conozco lo suficiente como para saber que hubiera sido imposible. Hay muchas formas de combatir lo que sentimos, y no fue ni es mi opción hacerlo gritándole a la gente que me importa, pero es natural y no puedo hacer nada más que murmurar un mísero «lo siento» ahora.

Cuando la desdicha llega, algunos lloran, otros callan y los últimos gritan; ser del tercer tipo no me hace una despiadada o desalmada, solamente señala que no sé cómo manejar los dolores del corazón. Y que, obviamente, controlar el miedo por perder a alguien está fuera de mis límites.

Me bajo del auto y camino hasta la entrada con rapidez, encogiéndome ante la brisa del anochecer que me cala los huesos. Una vez dentro me despojo de mi abrigo y voy directamente a la cocina para poner algo de agua a hervir.

—¿Malcom? —inquiero al oír un ruido en la planta alta, pero la única respuesta que obtengo es el silencio.

Me preparo un café y me quedo, por primera vez en mi vida, ensayando una descomunal disculpa en voz alta.

MALCOM

Le he estado escuchando disculparse por demasiado tiempo. Ella intenta explicarlo de forma suave, pero llega un punto en que comienza a elevar el tono de voz y termina frustrándose consigo misma por sonar tan brusca y no poder expresar con exactitud lo que siente, es ahí donde comienza de nuevo.

Kansas es buena para argumentar, dar discursos, reprimendas, relatar historias, hacer comentarios inteligentes y demás, pero falla en cuanto a poner en palabras lo que a sus sentimientos se refiere. Llega un punto en que parece agotarse de gastar saliva y sube las escaleras, a los pocos minutos se oye el correr del agua en el baño y tengo la certeza de que está tomando una ducha.

Son las ocho en punto.

Honestamente no sé qué hago aún en la habitación de huéspedes. Tal vez me estoy escondiendo de ella porque estoy cansado de ocultarle lo de Zoe justo frente a sus narices. Lo que pasó detonó algo en mí, algo que me pedía con urgencia que le dijera la verdad a Kansas. Ver lo afligida, furiosa y rota que estaba por lo que ocurrió en casa de los Murphy me hizo percatarme de cuánto se desvive por la niña; nunca dudé que la quisiera, que la amara, pero al ver sus ojos anclados en la camilla ensangrentada que se arrastraba por lo corredores del hospital me di cuenta de la intensidad con la que ama a Zoe. Ella hubiera dado lo que sea por estar en su lugar, y eso mismo se reflejó en su mirada.

Alguien que le otorga un nuevo significado a la palabra «amar» como Kansas lo hace merece saber la verdad, ¿pero cómo decirlo? ¿Cómo empezar?

Me pongo de pie y salgo hacia el pasillo para encontrar la puerta de su habitación entreabierta. Ella ha vuelto a ensayar sus disculpas en voz alta, algo que es inédito viniendo de su persona. Mis nudillos rozan la madera mientras golpeo con suavidad, provocando que sus palabras se desvanezcan en el aire. Abro la puerta para encontrarla de pie frente al espejo de cuerpo entero; está descalza y sus piernas envueltas en un pantalón de pijama holgado, su torso cubierto por una sencilla y lisa camiseta de tirantes y su cabello se encuentra húmedo y enredado. Kansas no usa maquillaje y eso es algo que me encanta dado que siempre puedo ver algunos lunares, pecas y otras cosas que a veces las muchachas clasifican como imperfecciones; lo cual, para mí, claramente representan todo lo contrario.

Esa mezcla de verde y café me observa mediante el espejo, allí se ve la cautela y arrepentimiento en su reflejo. Ella no se gira, simplemente me mira por algunos segundos antes de intentar hablar, cosa que no le permito.

—Te he estado escuchando desde que llegaste —confieso dando un paso dentro de su cuarto y contemplando la forma en que los músculos de su cuerpo se tensan y contiene el aliento—. Hablaste sobre ser cruel, desconsiderada y muchas cosas que no eres. Así que voy a pedirte que no vuelvas a pensar en ti de esa manera, porque la realidad es que eres alguien que sobrepasa los límites de las mejores cualidades que un ser humano puede tener —murmuro con algo de ira en la voz, pero es inevitable no enojarme un poco conmigo mismo por hacerle plantearse que es alguien de pocos valores—. La gente juzga a otros por un momento en que estos se salen de sí mismos; los critican por un segundo en que los invade la furia, los ciega el dolor y dicen cosas que jamás pensaron que podrían decir. Es como si se olvidaran de evaluar cómo son la mayor parte del tiempo y se centraran en la poca oscuridad que hay en ellos, dejando de lado la luz que siempre suelen tener —explico observado la manera en que su pecho sube y baja con cada inhalación y temblorosa exhalación que da—. Me gusta ver más allá de eso, así que no voy a juzgarte por un momento y espero que nadie lo haga; porque aquel que no sepa lo que se siente estar a punto de perder a alguien no puede juzgar la forma en que manifiestas tus emociones. El que solamente oiga gritos, crueldad y desconsideración de tu parte y no sea capaz de notar la preocupación, tristeza, desesperación y el amor que se esconden bajo lo que se ve... es porque no es empático, no se ha dado cuenta de que cada persona es diferente y a veces no puede controlarse como le gustaría, ni ha experimentado algo tan horrible como lo tú lo has hecho, Kansas. Así que no te disculpes conmigo por tener un momento como ese en el hospital. —Mi garganta se siente seca para cuando me preparo para decir lo que sigue—. Además, no puedes pedir perdón por señalar la verdad, porque la realidad es que yo desconozco lo que es amar a alguien como tú lo haces.

—¿Por qué siempre ves lo mejor de las personas? Incluso cuando no parecen ser tan buenas... —inquiere escudriñando mi reflejo mientras susurra. Una expresión serena se instala en su rostro mientras que la emoción destella en su mirada felina.

—Porque ya hay demasiada gente que ve lo peor.

La castaña se gira y ya no debo observar la superficie de cristal para ver lo que expresan sus facciones, ahora puedo mirarla a los ojos y a detalle.

—Eres comprensivo —señala bajo la tenue luz de la habitación que proviene de una lámpara. Las sombras y la claridad juegan en su piel a medida que se acerca a pasos pequeños—. Tanto como para justificar lo que te he hecho en el estacionamiento y todo lo demás antes de eso. A su vez eres tolerante, educado y malditamente inteligente. Eres gentil y cálido una vez que alguien te conoce y tu empatía y bondad superan la de muchos que conozco. —Se detiene el tiempo suficiente como para dejar salir el aire retenido y me veo sorprendido ante la honestidad que abunda en sus palabras, que se filtra a través de su voz. Ella en verdad cree que soy cada una de esas cosas—. Reflexivo, honesto, dedicado, independiente, detallista y fuerte. Eres la clase de persona que usa su cabeza, pero no deja de escuchar a su corazón, eres del tipo que logra equilibrar lo que muchos no pueden. —Y es ahí cuando sus ojos parecen volverse vidriosos y llenos de culpa—. Sé que no quieres que me disculpe, pero es inevitable no hacerlo, porque sinceramente me está matando recordar lo que te dije y no ser capaz de dar marcha atrás y retractarme. —Una solitaria lágrima se abre paso a través de su mejilla y sé que no está llorando únicamente por mí, llora por todo lo que reprimió.

Deja salir lo que no fue capaz de soltar frente a la señora Murphy, frente a Bill, a sus amigas y a los Jaguars. Llora por Zoe y por todo aquello que contuvo para sí misma y siento que se me comprime aquel órgano que bombea sangre dentro de mi pecho.

Es sorprendente lo frágil que puede llegar a ser alguien tan fuerte.

No me contengo y cierro la distancia que nos separa para atrapar aquella solitaria lágrima que se desliza en cámara lenta con mi pulgar. Mi tacto parece hacerla estremecer, pero se mantiene en su lugar, inmóvil. Nuestros ojos se conectan a través de las masas de aire y me confunde lo que veo en los suyos. No puedo descifrar cuáles son los sentimientos que predominan allí o dónde terminan unos y empiezan otros.

Su mirada cristalizada la hace lucir más hermosa de lo que usualmente es y me encuentro admirando y a su vez odiando que la tristeza le siente tan bien.

—Te estás deshidratando.

De forma automática sus labios se curvan hacia arriba y una risa ahogada trepa por las paredes de su garganta. Soy testigo de la manera en que se limpia el rostro con el dorso de la mano y da una exhalación que parece sacar todo el pesar y los sentimientos más tóxicos de su sistema.

—Eres un idiota.

—Y aun así te gusto, ¿verdad? —inquiero.

—Es más que eso, Malcom —replica.

Me mira con intensidad, expresando algo que soy incapaz de poner en palabras, lo que es bastante irónico teniendo en cuenta quién soy yo. El oxígeno a nuestro alrededor parece escasear mientras la anticipación e incertidumbre hacen acto de presencia en mí. Me veo cautivado, desconcertado y estático ante la forma en que sus pupilas se dilatan mientras me observa.

Es tan...

—Te quiero —confiesa—, más de lo que alguna vez pensé que lo haría.

Por momento no tengo respuesta, no hay reacción ni emoción. Me quedo de pie con sus palabras repitiéndose una y otra vez en mis oídos mientras un silencio casi sepulcral se eleva en la habitación.

No sé cuánto tiempo transcurre, pero lo siguiente que hago es tirar de ella hacia mí y reclaman su boca.

Yo también te quiero, Kansas. Tanto que creo que lo que siento ya no puede ser llamado querer.

Continue Reading

You'll Also Like

587K 66.6K 53
A veces estar tan cerca de un alma rota puede fragmentarte y cuando te des cuenta... ya es demasiado tarde. 💫🥀🎻 [BORRADOR]
52.5K 1.6K 48
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"
172K 21.9K 36
|Terminada| ¿Te imaginas un mundo sin sentimientos, uno en donde no puedas amar a tu familia, reír con tus amigos o extrañar a alguien? Suena lamenta...
51.8K 2.5K 62
Enamorarse fue fácil. Lo que viene después es el verdadero desafío...