Connor se acercó lentamente hasta ese cristal roto y observó detenidamente aquella sala de interrogatorio. Ahora estaba mucho más sucia y polvorienta que en su visión, pero sin duda se trataba del mismo lugar.
- ¿Pasa algo?- preguntó John mientras el resto ojeaban los ordenadores y archivadores.
- Este sitio es el que vi en mi visión. Aquí es donde apareció el doctor hablando con esa tal Azel Roth.
Al oír eso, Thanya,Zack y Eve se acercaron y echaron un ojo a la sala de interrogatorio.
- ¿Estas seguro?- preguntó Zack.
- Completamente. Esta más destrozada y eso, pero es la misma sala sí o sí.- contestó Connor.
Connor miraba fijamente a aquella silla, la cual tenía sus correas rotas y una de sus patas partidas. Una sensación extraña recorría su espalda y cuello. Tenía la extrañaa sensación de que alguien le miraba desde aquella silla, invisible para sus ojos.
- Dejamela un momento.- dijo Connor señalando la escopeta de su padre.
- ¿Para qué la quieres?- preguntó John mientras la sostenía con ambas manos.
- Tú tan solo damela. Te la devolveré enseguida.- dijo Connor toscamente.
Algo en el tono de su hijo le sonó extraño. No estaba acostumbrado a que Connor tuviera tanta autoridad ni fuera tan firme en su actitud, pero supuso que aquellos días estaban cambiando a todos. Tras pensarlo unos segundos, John le dió la escopeta a Connor, el cual nada más cogerla se giró hacia el vidrio roto.
Cogiéndola al revés, comenzó a golpear los trozos de vidrio que se encontraban sobre la repisa del cristal, los cuales le impedían entrar en aquella sala sin riesgo de cortarse. Una vez despejó los cristales partidos, saltó por encima de la ventana y se introdujo en aquella sala de interrogatorio.
El resto del grupo se limitó a observarle desde fuera, a través de la vidriera, expectantes a lo que Connor iba a hacer. Y lo que hizo fue dar vueltas alrededor de aquella silla, mientras seguía sintiendo alguna extraña presencia sentada sobre ella. Todo estaba igual, pero con un capa de polvo encima. Se giró hacia su derecha y vio aquella puerta por la que el doctor entró en su visión. Se acercó a ella y trató de abrir la manivela, pero esta no cedía. Sin embargo, Connor le dio dos fuertes embestidas, haciendo que las podridas visagras crujieran y la puerta se abriera.
- Para, para.- dijo Thanya.- No puedes entrar ahí tú solo.
Connor se apoyó en el marco de la puerta y miró hacia su interior. En la derecha no había nada, tan solo una pared de desgastados ladrillos. A la izquierda sin embargo, había un pasillo con una puerta a cada lado. Sin hacer caso de su hermana, caminó hasta llegar a la primera de las puertas, pero el interior de esta estaba totalmente cubierto por escombros. El techo estaba totalmente hundido y destrozado, haciendo imposible pasar a aquella habitación ni ver que tenía en su interior. Continuó avanzando y llegó hasta la segunda puerta y al observar en su interior tan solo vio un destartalado y desordenado despacho personal. Connor se acercó a la mesa de escritorio y en ella había varios marcos de fotos llenos de polvo y suciedad. Cogió uno de ellos y sacudió el polvo energéticamente. Una vez todo el polvo quedó retirado, Connor se fijo en la imagen y observó en ella a tres personas, las cuales estaban sentadas sobre el banco de un gran parque. A sus espaldas habían grandes arboles y plantas de todos los colores y tamaños. En la foto parecían aparecer una pequeña y feliz familia. Una mujer y un hombre más una pequeña niña que estaba sentada sobre los muslos de su madre. Los tres reían alegres, mientras parecían disfrutar de un bonito día de familia. Pero algo había en el rostro de aquel hombre que le evocaba un recuerdo. Acercó la foto a sus ojos y se fijo durante varios segundos en aquel hombre, hasta que finalmente consiguió resolver por qué le sonaba tanto. Aquel hombre que aparecía sonriente en la foto era ni más ni menos que aquel doctor de bata blanca que había visto en su visión. Aquel lugar parecía ser su despacho personal cuando el psiquiátrico todavía estaba en uso.
Connor quería comenzar a buscar algo que le arrojara información sobre la cambiapieles en las grandes estanterías y casilleros que contenía aquel despacho, pero unos pasos a su espalda llamaron su atención.
Al girarse, observó frente a él a una figura femenina.