Touchdown

By CreativeToTheCore

48.4M 4.6M 3.6M

Primer libro de la serie #GoodBoys. En físico gracias a Nova Casa Editorial (este es un borrador). Inteligent... More

Sinopsis
A d v e r t e n c i a
001 | Vodka
002 | Resaca
003 | Reglas
P e r s o n a j e s
004 | Discernimiento
005 | Tackle
006 | Globos
007 | Cómplice
008 | Captura
009 | Neurótica
010 | Rito
011 | Ratatouille
012 | Incivil
013 | Brigada
014 | Fluctuación
015 | Apertura
016 | Medidas
017 | Inseguridad
W A T T P A D E R S
018 | Antropoide
019 | Sunshine
020 | Viralizar
021 | Adictos
022 | Insinuaciones
A V I S O
023 | Huesos
024 | Telón
025 | Ayer
026 | Sinfonía
027 | Ojeras
028 | Estadística
029 | Inefable
030 | Luciérnaga
031 | Acéptalo
032 | Artero
W A T T P A D E R S
033 | Sentir
034 | Taquicardia
035 | Lavanda
036 | Rosas
037 | Tradicional
038 | Indemne
039 | Intensidad
040 | Límites
041 | Estrechar
042 | Eupéptico
043 | Necesidad
044 | Lío
045 | Balas
047 | Control
048 | Irresoluto
049 | Tentar
050 | Pretérito
051 | Boa
052 | Cuentos
W A T T P A D E R S
053 | Inconmensurable
054 | Sobrevalorar
055 | Camaradería
056 | Escalar
057 | Bifurcar
058 | Halloween
059 | Halloween al cuadrado
060 | Caer
061 | Fragmentos
062 | Tempestad
063 | Más
064 | Etéreo
A V I S O
065 | Terrario
066 | Desperdiciar
067 | Dilucidar
068 | Valijas
069 | Obsequios
070 | Señas
071 | Leyes aeroportuarias
E P Í L O G O
Agradecimientos y avisos
En físico: Librerías
🎄 ESPECIAL NAVIDEÑO 🎄

046 | Prometedor

552K 53.8K 31K
By CreativeToTheCore

MALCOM

Esto es incómodo.

—¿Quiénes son los Chicago Bears, Beasley? —La pregunta corta más que el silencio que nos envuelve, y puedo jurar que jamás vi a Bill tan inmóvil.

Desde que su mirada cayó en la mano entrelazada de su hija y la mía, él solo se ha limitado a observarme con esos estrechos e inquietantes ojos que posee. Kansas automáticamente se deshizo de mi agarre y murmuró una excusa sobre Zoe, galletas y los Hyland. La pequeña desgraciada me ha dejado en manos de su padre, completamente solo.

Me siento carnada para tiburones.

—Bill... —Tengo la intención de explicarle todo, pero él me interrumpe.

—Responde a la pregunta, Malcom. —Su voz es tan escalofriante como la carencia de expresión en su rostro—. ¿Quiénes son los Chicago Bears?

—¿Es absolutamente necesario que...? —comienzo a cuestionar.

—¡Solamente escúpelo, Beasley! ¿O acaso quieres correr un rato? Porque Betland tiene alrededor de tres mil millas y no tendré problema en obligarte a correrlos hasta que te conviertas en un charco de agua —advierte cerrando la puerta tras de él y mirándome con irritación.

—Los Bears son un equipo profesional de Chicago, Illinois —pronuncio las palabras tan rápido como puedo—. Ganaron el Super Bowl en 1985 y tienen más de siete campeonatos de la NFL ganados. Su actual entrenador es John Fox y Staley Da Bear es la mascota oficial —resumo mientras me acomodo en el sofá—. Sin embargo, todavía no comprendo el motivo de dicha y aleatoria pregunta, coach.

—¿Quién dijo que era aleatoria? —inquiere enarcando ambas cejas y cruzándose de brazos—. No estoy gastando saliva de gusto, Beasley. Te pregunté sobre el equipo porque algo ocurrió —explica comenzando a caminar hacia el sofá frente a mí, no sin antes cerrar la puerta con llave. Mala señal—. Tengo un conocido dentro del cuerpo técnico de los Bears. Fue uno de los tantos que me dijo que era mala idea invertir tiempo y dinero en un chico tan joven y que ni siquiera conocía —explica—. ¿Y sabes qué ocurrió mientras estaba en el hospital?

—Te llamó. —No se necesita tener un gran coeficiente intelectual para adivinarlo.

—Así es —prosigue—. Y no solo llamó, se disculpó por haber desconfiado de mi corazonada contigo, Beasley —añade tomando asiento y anclando sus ojos en los míos—. Mark, mi conocido, vio el último partido contra los Vultures cuando lo subieron a la página de la BCU. Luego de eso fue directo a reproducir tu primer partido contra los Panthers, y se ve que no logró obtener suficiente de ti. Me pidió ver los videos de los entrenamientos y ojear mis anotaciones sobre ti junto con los datos de rendimiento que provee la computadora, y créeme que se muere por obtener tu expediente. También vio cada partido que jugaste en Londres.

No puedo hacer más que mirarlo de forma atenta e intentar enfocarme en lo que me está diciendo, pero una parte de mí quiere saltearse toda esta introducción e ir directamente al final.

—Él llegará mañana para asistir a los entrenamientos de lo que resta de la semana. El objetivo de todo esto es verte a ti y a un muchacho de la OCU, una universidad que no está muy lejos de Betland. —A pesar de la seriedad que cubre sus facciones puedo vislumbrar cierto brillo de éxtasis en sus ojos—. ¿Entiendes esto, Malcom? Ni siquiera jugaste tres malditos partidos y ya tienes los ojos de grandes cuerpos técnicos puestos en ti. Están malditamente fascinados, tanto contigo por tu potencial como conmigo por dar en el clavo.

—¿Hay más equipos interesados? —inquiero con cierta estupefacción.

Pensé que la conversación en la que me dijo que existían varias posibles ofertas era solo eso, una conversación.

Es muy complicado que representantes, técnicos o cualquier miembro de un staff profesional de fútbol viaje exclusivamente para verte. Usualmente lo hacen cuando tienes una larga trayectoria en la universidad, no cuando apenas tienes diecinueve años —casi veinte, en realidad—, y mucho menos cuando eres un extranjero que llegó hace menos de un mes y al que no lo conoce ni su madre. Las únicas referencias que podrían tener respecto a mí y el fútbol serían las dadas por mi antiguo entrenador o Bill, y eso normalmente no alcanza. Sin embargo, tuve mis ofertas en Londres y, aparentemente, también las tendré aquí.

—El entrenador de la universidad de South Lit, a unas cuatrocientas millas de aquí, está preparando una oferta para que obtengas una beca y el puesto de quarterback en su equipo. Uno de los representantes de los Arizona Cardinals me ha enviado un email invitándome a una junta deportiva que se lleva a cabo en la universidad de Phoenix, y puedo apostar mi propio balón autografiado por Travis Kelce que ellos quieren hablar de ti. —La emoción se ha filtrado poco a poco por su tono de voz y ahora grita.

—Yo... —me obligo a gesticular al ver que el coach espera ver mi reacción, la cual parece que se ha demorado en llegar—. No sé qué decir, honestamente no lo sé —confieso sintiendo cómo mis labios se retuercen en una sonrisa.

Las palabras pueden desencadenar un montón de cosas, y dentro de ellas se encuentra la denominada estupefacción. Ni siquiera puedo creer lo que Bill me está diciendo, y si tuviera que describir lo que siento en este momento utilizaría todos los sinónimos de la palabra estupefacto: atónito, pasmado, sorprendido, boquiabierto, patidifuso y demás. Entonces, Shepard habla.

—Piénsalo, Beasley —aconseja—. Esta es una oportunidad única y, si eres lo suficientemente inteligente, la aprovecharás y darás el 110% de ti en el campo —añade volviéndose a poner de pie—. Tú viniste a Estados Unidos por esto, jamás lo olvides. —La sonrisa comienza a atenuarse poco a poco en su rosto, y también la mía ante sus últimas palabras—. Y a pesar de que ya estás aquí hace prácticamente dos semanas, te recomiendo que no te involucres mucho con los muchachos y con las chicas de Betland. Porque cuanta más relación tengas con ellos más te costará dejarlos, ¿estoy siendo claro, verdad? —Sé que este consejo está disfrazando sus celos paternales. A él no le importa que me haga amigo de Ben o Chase, le preocupa que establezca una relación de cualquier tipo con Kansas.

—Lo entiendo, coach.

Él me da la espalda y comienza a subir las escaleras de dos en dos, pero en cuanto llega al octavo escalón —y sí, los estoy contando—, frena en seco.

—No es necesario que vuelva a repetir las reglas de esta casa, ¿cierto? —inquiere sin dirigirme la mirada, con la columna recta y la voz cautelosa.

—No, entrenador. —Trago.

—Genial —murmura—, porque en verdad no quería aclarar que debes mantener tu trasero fuera del alcance de mi hija, a la cual, desafortunadamente, parecen gustarle las malditas nalgas de mis jugadores. —Una mezcla de rencor por lo ocurrido con Mercury, frustración por los gustos de Kansas y desconfianza por lo que vio en el porche se filtran a través de su voz.

Y no paso por desapercibida la advertencia.

KANSAS

Me dejo caer en el asiento de la quinta fila con un suspiro. Quedarse dormida es una de las peores cosas de la vida. Primero te despiertas y ruedas entre esas sábanas tan cómodas y calientes, comienzas a desperezarte y entonces tus ojos se encuentran con el reloj. Y lanzas palabrotas que ofenderían a Jesús. El corazón se te acelera, te pones una calceta de cada color e intentas cepillarte los dientes mientras te peinas, o eso es lo que me ocurrió esta mañana. Ni siquiera he tenido tiempo para pasar por la cafetería, y el hecho de no tener ni una gota de agua en el estómago ya me pone de malhumor. Quiero mi latte y una tostada, o tal vez una rosquilla.

Sin embargo, aquí estoy: buscando un trozo de chocolate, una barra de cereal o cualquier cosa comestible que haya olvidado en mi morral.

No tengo suerte y solo encuentro un montón de papeles y basura innecesaria, cosas que abundan en la mochila o bolso de un estudiante.

Las cosas marchan relativamente mal desde el momento en que mi padre dejó caer sus ojos entre mi mano y la de Malcom. Tras murmurar una excusa, me pasé toda la tarde con los Hyland y Zoe, temerosa de entrar a mi casa y encontrar un lío de intestinos en la alfombra o algo por el estilo.

Cuando regresé no había señal de Bill o del número veintisiete, así que subí a mi cuarto a repasar estadística. Entonces la hora de la cena llegó y me encontré en uno de los momentos más incómodos de mi corta existencia. Mi padre se sentó en la cabecera de la mesa y Malcom frente a mí. No hace falta aclarar que los ojos de mi progenitor se deslizaban entre el inglés y yo como si buscara indicios de algo. Fue bastante vergonzoso y algo espeluznante, así que cuando tuve la oportunidad corrí nuevamente hacia la cueva que hay escaleras arriba: mi habitación. Me mantuve despierta por un rato con la esperanza de poder hablar con Malcom a solas, pero Bill y él se quedaron platicando hasta tarde. Y esta mañana cuando me levanté me encontré sola en casa dado que ambos habían salido a correr. Mi intriga por saber lo que había pasado entre esos dos crecía con cada minuto que pasaba, y desde las siete de la mañana que estoy contando los segundos para que llegue el receso y así poder dirigirme al campo de fútbol.

La profesora Wu, una mujer de ascendencia asiática, entró al aula seguida por alguien que llamó mi atención: Sierra. Ver a Montgomery no era algo muy relevante en mi día a día, pero esta vez fue imposible pasar por desapercibido las ojeras con forma de medialuna que colgaban bajo sus ojos. Lucía realmente cansada y un hematoma que oscilaba entre el verde y el púrpura adornaba su mandíbula. Las sirenas se dispararon en mi cabeza en cuanto observé la lesión.

Entonces, hice algo que jamás hubiera hecho en un día normal.

Le ofrecí el asiento junto a mí.

Ella, desconfiada y con un humor de perros, lo tomó.

Ahora no nos dirigimos la palabra por un buen rato y nos enfocamos en el trabajo que Wu nos da: una investigación acerca de drogas, adicciones y la forma en que afectan al sistema nervioso. Y, como si compartir asiento también implicara compartir cerebro, tanto Sierra como yo nos centramos en lo que causa el mortal y tradicional cigarrillo.

—Sacaría a la luz mi humor negro y diría algo sobre ese hematoma que tienes —me sincero—, pero eso sería bastante cruel y desubicado dado que no sé cómo lo obtuviste, así que dime que te caíste o te metiste en una pelea con alguna ex de Mercury para que pueda hacer mi broma de mal gusto —añado—, porque si las cosas no ocurrieron de ese modo, me veré obligada a llamar a la policía, y eso no sería divertido. —En verdad deseo que ningún chico la haya golpeado.

—No tengo ganas de hablar ahora, Kansas —dice tras un suspiro cargado de exasperación—. Pero conociéndote, sé que insistirás, así que te propongo esto: dime por lo menos diez sustancias que se almacenan en un cigarrillo y yo te diré lo que ocurrió. Si pierdes, te callas de una vez por todas y no vuelves a traer el tema a colación —ofrece.

Ella parece bastante segura de que no sabré enumerar tal cantidad de sustancias, y dado que ni siquiera empezamos el trabajo aún, no hemos leído nada del material. Sin embargo, Sierra desconoce que tengo una Wikipedia humana en mi casa. Malcom.

Beasley, la noche en que dormimos juntos, confesó que una diferencia entre él y su padre era que Gideon fumaba y, como buen erudito, también nombró las decenas de sustancias que conforman el cigarrillo.

—Acetaldehído, acroleína, naftalina, metanol, pireno, cadmio, benzopireno, mercurio, plomo, DDT, alquitrán, polonio 210, arsénico, uretano, tolueno, toluidina, ácido cianhídrico y monóxido de carbono —enumero casi sin aliento—. Mencioné ocho sustancias más como un plus.

Malcom es un buen profesor, definitivamente. Nunca pensé que algo de lo que él diría me serviría, pero sin duda lo hizo.

Voy a agradecerle por esto más tarde.

—Me aterras, Shepard —susurra Sierra observándome como si no estuviera totalmente cuerda.

—Deja de mirarme así y comienza a hablar.

Sus ojos color cielo examinan los míos por algunos segundos, con cautela y algo de resignación.

—Logan...

Mal comienzo.

Muy mal comienzo.

***

—¿Qué hace esta hembra aquí? —escupe Jamie en cuanto sus ojos caen en Sierra—. ¿Te perdiste de camino al zoológico?

—Tranquilízate, Lynn —replica Montgomery—. Vengo en son de paz, y en todo caso deberíamos ir al zoológico juntas, gacelita. —Cierro los ojos con fuerza e intento convencerme de que Sierra no acaba de llamar a Jamie «gacela» porque esos animales tienen cuernos, pero es inútil.

—No creo que sepas lo que significa en son de paz —acota Harriet uniéndose a nosotras en el sendero que lleva al campo de fútbol y tendiéndome un cono de papas fritas. Ella debió percatarse de que no llegué a nuestro habitual desayuno y por ende no desayuné.

Las grandes amigas son las que te compran patatas fritas y le añaden mayonesa. Mi estómago vacío se lo agradece y gruñe en señal de aprobación. Mis intestinos sonríen.

—Sierra y yo estamos intentando llevarnos mejor, y para que eso suceda necesito que todas cooperen y repriman las incesantes ganas de arrancarse la cabeza mutuamente —explico mientras hundo mis dedos en el cono y me llevo unas cuantas papas a la boca.

—¿Debo recordarte que se acuesta ocasionalmente con Derek Pittsburgh y de forma matutina con tu ex? —inquiere Jamie.

—En realidad, ya no hago eso —señala la castaña—. Y créeme, te hice un favor. Derek no merece ni un trozo de pan, menos a ti, gacelita.

A continuación, Sierra reitera todo lo que me confesó en la clase de la profesora Wu, pero esta vez son Harriet y la pelirroja las oyentes de la historia.

Lo que ocurrió fue que Mercury decidió dejar de tener sus encuentros casuales con ella —y los denomino así para no implementar un término más vulgar—, ya que él se enteró que en estas semanas vendrían miembros de equipos técnicos de otros estados, por lo que creyó que debía concentrarse en sí mismo. En resumen, le dijo que no tenía tiempo para ella, y como Sierra siempre vio su relación con Logan como algo físico, lo entendió. El problema surgió cuando fue a casa de Derek buscando el reemplazo de Mercury y este le intentó cerrar la puerta en la cara dado que ya estaba con otra.

Esa otra era Donna, la novia de Joe.

La chica entró en desesperación ante la idea de Montgomery contándole la verdad al miembro de los Jaguars, y entonces ambas comenzaron a pelear. De ahí nació el hematoma de Sierra, mi auténtico disgusto, la indignación de Harriet y la furia de Jamie.

Mientras las cuatro nos dirigimos hacia el campo en busca de Joe, me percato de algo: si vienen algunos miembros de ciertos cuerpos técnicos eso implicaría que podrían llevarse a alguien. Ellos seducen y compran jugadores, eso es lo que hacen. Un gusto amargo me inunda el paladar al pensar en las largas conversaciones que tuvieron Bill y Malcom ayer. Y presiento, más bien sé, que los días de Beasley aquí están contados.

O pronto lo estarán.

Continue Reading

You'll Also Like

158K 249 1
Aveces nos fijamos en quienes menos pensábamos hacerlo, puede que esa persona sea la cual más odia terminando en un oscuro deseo. Advertencias Tie...
2.1K 129 14
Aveces el brillo de las estrellas no es suficiente para iluminar dos caminos. Aveces alguien tiene que quedarse en la oscuridad para que el otro lle...
LATIDOS By RoxCG10

Short Story

2.8K 242 46
"Un viaje emocional que despierta los sentimientos más profundos, dejando una huella eterna en el corazón."
46.5K 1.7K 37
en esta historia seras Mia 🔞