John se encontraba de pie, sin todavía poder mover ni un solo músculo de su cuerpo. La sangre bajaba por su brazo y barbilla, creando un charco a sus pies que cada vez era más grande. Sus ojos estaban clavados sobre el espejo, viendo como no podía hacer nada para que su propia mano rebanara cada vez más su mejilla.
Quería chillar, necesitaba hacerlo. Necesitaba expulsar todo aquel dolor, pero le era imposible. Hasta que por fin, su mano se detuvo al llegar a la altura de sus muelas. John cerró los ojos, mientras notaba un angustioso escozor en su piel. Sentía el amargo sabor de la sangre recorriendo sus sentidos, ahogándole. Pese a que su mano se había detenido, todavía no podía moverse.
Pasaron largos y angustiosos segundos. El goteo de la sangre contra el suelo le ponía la piel de gallina. Hasta que notó como un dedo recorría su espalda de arriba a abajo. Subía desde su cintura hasta su cuello, pasando por toda su espalda.
Mirando al espejo, observó como una pálida y esquelética mano se posaba sobre su hombro, a la vez que las luces se apagaron al completo. Todo era oscuridad, hasta que dos ojos rojos aparecieron a su espalda. Dos ojos grandes y territorificos que le miraban fijamente a través del espejo.
- ¿Qué vamos a hacer para dormir?- preguntó Russell.
Todos quedaron pensativos. Todavía seguían sobre la cocina. Habían estado hablando y comiendo algunas cosas.
- Creo que en todo momento deberían haber dos personas haciendo guardia.- dijo Eve.- Podemos alternarnos cada dos o tres horas.
- Me parece que es la mejor idea.- contestó Zack.- El cambiapieles solo puede controlar a un persona a la vez. Me ofrezco para hacer la primera guardia. Nunca he sido muy dormilón.- añadió con una sonrisa.
- Yo también.- contestó Thanya.- No tengo sueño.
Zack le dedicó una sonrisa traviesa, sabiendo el por que de su ofrecimiento. Las señas subliminales que la pareja se lanzaba no fueron captadas por Eve ni Connor, pero si por sus amigos, los cuales tuvieron que esforzarse para no soltar una risa.
- La cuestión es donde vamos a dormir.- dijo Hayden.- Tenemos que estar todos en el mismo cuarto.
- El cuarto más espacioso de la casa es este, la cocina.- contestó Connor.- Podríamos traer los tres sofás del salón aquí y bajar algunos colchones.
- Eso suena bien. Con lo cansado que estoy podría dormir hasta en el suelo.- contestó Ethan.
Eve miró su reloj, el cual marcaba las doce y cuarto de la noche.
- Vale, vamos a organizarnos. Connor, alguno de vosotros y yo subiremos a por los colchones.- dijo Eve.- El resto ir a por los sofás.
- Yo iré con vosotros.- dijo Collin.
- Perfecto. Pues vamos.- dijo Eve saliendo de la cocina.
Enseguida la siguieron Connor y Collin.
Por otra parte, Thanya, Zack, Hayden, Russell y Ethan se dirigieron hacia el salón.
En aproximadamente diez minutos, Connor, Eve y Collin llegaron al primer piso cargados con los colchones de los dos hermanos Mason. Cuando llegaron a la cocina, los cinco restantes ya habían acabado su faena transportando los sofás.
- ¿Ya habéis acabado?- preguntó Collin.
- Sí, tan solo eran tres sofás.- contestó Hayden.
- Bueno, nosotros tenemos que subir al tercer piso a por mi colchón.- dijo Eve.- Enseguida bajamos.
- ¿Necesitais ayuda?- preguntó Zack.
- No, nosotros nos apañamos.- contestó Connor.
Eve, Connor y Collin subieron de nuevo las escaleras seguidos por Deimos. Al llegar al tercer piso, avanzaron por el largo pasillo, pero Deimos dio media vuelta y bajo de nuevo las largas escaleras. La habitación de John y Eve se encontraba al fondo a la derecha, mientras que girando a la izquierda estaba un pequeño gimnasio donde la familia hacia sus rutinas deportivas.
Avanzaron hasta llegar al cuarto. Todo se encontraba tranquilo y silencioso. Eve estaba preocupada por John, pero suponía que había ido a darse una ducha.
- Ir cargando vosotros el colchón. Enseguida os ayudo.- dijo Eve.
Connor y Collin asintieron y se acercaron hacia la cama de matrimonio.
Eve se colocó enfrente de la puerta del cuarto de baño y tocó varias veces a ella con sus nudillos.
- ¿John?
Pasaron un par de segundos.
- Dime.- se escuchó finalmente desde el otro lado.
- ¿Va todo bien? Estas tardando demasiado en salir.
- Tranquila, va todo bien. Estoy afeitandome.- contestó John desde el interior.
- Bien... no tardes demasiado en bajar. Hemos llevado a la cocina los colchones y los sofás. Dormiremos todos allí y haremos turnos de dos personas.
- Perfecto, no tardaré en bajar.- contestó John.
Eve dio media vuelta y se dirigió de nuevo hacia su dormitorio. Allí, su hijo y Collin le esperaban cargados con el colchón.
- Perdón por haberos hecho esperar, quería asegurarme de que todo iba bien con John.
- No se preocupe señora.- contestó Collin.- ¿Bajamos?
- Sí, salir vosotros primero, que sois los que vais cargados.- contestó Eve con una sonrisa.
Connor y Collin se colocaron de lado, para poder hacer pasar el colchón por la puerta del dormitorio que conducía al pasillo. Tras para ambos, Eve se disponía a cruzar también la puerta, pero de pronto, esta se cerró con una enorme fuerza, dejándola encerrada en la habitación.
- ¡No!- gritó Connor.
Ambos soltaron el colchón y se lanzaron a toda velocidad sobre la puerta. Pero esta estaba totalmente bloqueada.
- ¡Connor! ¡Baja al primer piso y pide ayuda! ¡Yo me quedo con tu madre!- gritó Collin.
Connor no sabía que hacer. Se giró y vio la puerta que llevaba a las escaleras, al final del pasillo. Pero no quería abandonar a su madre.
- ¡Vamos, deprisa!- gritó Collin mientras trataba de abrir la puerta.
Connor corrió con todas sus ganas hacia la puerta, pero al llegar a ella, esta se cerró delante suya. Impidiéndole salir del piso.
Se giró y miró a Collin, el cual le miraba desde la distancia con su rostro petrificado.
- ¡Abrir la puerta!- gritaba Eve desde el interior del dormitorio.
- Cariño, ya estoy listo.- escuchó Eve tras de si.
Comenzó a escuchar los pasos de John, los cuales cada vez sonaban más cercanos. En cualquier momento llegaría hasta el dormitorio.
Thanya, Zack, Russell, Hayden y Ethan esperaban en la cocina, descansando
Algunos de ellos estaban sentados en los sofás, mientras que el resto se apoyaba en los blandos colchones.
Hablaban mientras esperaban a la llegada del resto del grupo, cuando Russell notó como algo vibraba en su bolsillo.
Se levantó del sofá y rebuscó en él, hasta sacar su teléfono móvil. Este se encontraba encendido después de tanto tiempo. Desde el ritual, todos sus teléfonos moviles habían quedado unitilizables. Pero ahora, su móvil si daba señal de vida.
- ¡Eh!- gritó Russell.- ¡Mi móvil funciona!
Ante este chillido, todos se llevantaron y se reunieron alrededor de Russell.
- ¿Qué hago? ¿Llamo a la policia?- preguntó Russell.
- No. Ya viste lo que pasó cuando mis padres llamaron. El cambiapieles no nos dejará.- contestó Thanya.
Russell se fijo en la parte superior de su pantalla. Tan solo le quedaba un diez por ciento de batería. Si quería hacer algo debía hacerlo con rapidez.
- ¡Entra en Facebook! ¡Escribe pidiendo ayuda!- gritó Ethan.
- ¡Nadie nos creera! Y no creo que el cambiapieles nos lo permita tampoco. Será una pérdida de tiempo.- contestó Hayden.
- ¡Ya lo tengo!- gritó Russell.
Russell se metió en el navegador y entró en una extraña pagina web. En ella, había multitud de información sobre exorcismos y como realizarlos.
- No creo que haya exorcismo para los cambiapieles Russell.- dijo Zack.- Jamás se ha descubierto uno.
- Lo sé. Pero debe haber algo, alguna debilidad, cualquier cosa que nos sirva... ¡Aquí!- gritó Russell.
Todos miraron fijamente la pantalla del móvil y en ella aparecía una pagina web titulada "Leyenda y debilidades del Cambiapieles". Pero de pronto, la pantalla se resquebrajo y quedo destrozada.
Ante este hecho, todos miraron a Russell, y al mirarle al rostro, quedaron totalmente impactados.
Sangre goteaba de su nariz y su mirada estaba perdida sobre la pared. Su rostro reflejaba un profundo temor y miedo.
- Russell...- dijo Hayden.
Zack se disponía a acercarse a su amigo, pero una fuerza les tiró a los cuatro despedidos hacia atrás, alejándoles de Russell. Al mismo tiempo, la puerta de la cocina se cerró de golpe.
Thanya, Zack, Hayden y Ethan cayeron de espaldas contra el suelo a unos metros de distancia de Russell, el cual seguía totalmente petrificado.
Russell comenzó a andar hacia el interior de la cocina, donde se encontraban la nevera, fogones y demás electrodomésticos de cocina, y se detuvo frente a una gran mesa de marmol que allí se encontraba. Cuando la familia tenía prisa, solían comer en aquella consistente mesa de mármol, la cual debía pesar media tonelada.
Russell se sentó en una de las sillas que rodeaban la mesa de mármol y soltó el móvil, dejándolo caer contra el suelo. A continuación, bajo la atenta mirada de sus amigos, poniendo ambas manos sobre la mesa, estampó su rostro contra la ellla con una fuerza brutal.
- ¡Russell!- gritó Zack levantándose a toda prisa.
Pero al hacerlo, varios cuchillos salieron despedidos de uno de los cajones y se detuvieron a escasa distancia del rostro de Zack. Los cuchillos permanecían flotando en el aire, con sus puntiagudas puntas dirigidas hacia la cara de Zack.
No podía dar ni un paso más. Si lo hacía, el cambiapieles le incrustaria todos aquellos cuchillos y le mataría.
Russell levantó el rostro, despegándolo de la dura mesa, y al hacerlo, dejo a la vista su destrozada nariz y boca. Su tabique asomaba por su piel, y grandes cantidades de sangre salían de sus orificios nasales.
Sus labios estaban inflados y de ellos también salía sangre. El cabezazo había sido tremendo.
- A-ayu-yudarme.- dijo Russell con un hilo de voz. Su cara reflejaba el más auténtico y puro horror. Su mirada pedía ayuda a toda costa.
Era obvio que el cambiapieles controlaba los movimientos de Russell, pero al igual que había hecho anteriormente con John en el baño, le mantenía consciente para que sintiera todo lo que le iba a ocurrir.
Antes de que pudiera articular otra palabra, el rostro de Russell volvió a ser estrellado con una enorme violencia contra el duro mármol. Esta vez, varios dientes de Russell salieron despedidos y quedaron esparcidos por la mesa y por el suelo.
- ¡Noooo!- gritó Hayden.- ¡Para por favor!
Todos miraban la escena horrorizados, sin poder ayudar a su amigo, viéndole sufrir como meros espectadores.
Las manos de Russell sufrían pequeños espasmos nerviosos y sus dedos temblaban.
Al levantar su rostro por segunda vez, la escena fue espeluznante.
Su dentadura estaba totalmente destrozada. Había perdido una gran cantidad de dientes y los quedaban estaban partidos. Su nariz estaba totalmente aplastada y torcida y el hueso de su frente se habia hundido hacia dentro.
Todos quedaron conmocionados ante la brutal escena. Las lágrimas caían de sus ojos a raudales.
- ¡Para! ¡Para!- gritaba Ethan.
Pero de nuevo, mientras todos miraban con impotencia, el rostro de Russell volvió a ser aplastado contra la mesa, haciendo que uno de sus ojos saliera despedido de su cuenca y cayera al suelo. La sangre ocupaba una gran parte de la mesa.
A partir de ese momento, la cabeza de Russell comenzó a subir y bajar contra la mesa, una y otra y otra vez. Con cada impacto, la sangre salía despedida hacia todos los lugares y el sonido que producían los brutales cabezazos era insoportable.
Todos apartaron su mirada de la psicótica escena, tremendamente impactados, mientras las lágrimas surcaban sus mejillas.
Los golpes no cesaban, se escuchaba constantemente el ruido de la cara de Russell siendo estrellada contra el duro mármol. Era obvio que Russell ya estaba muerto, pero el cambiapieles seguía destrozandole la cabeza.
Decenas y decenas de golpes se escucharon. Se escuchaba perfectamente el desagradable sonido de la sangre salpicando y cayendo a raudales sobre el suelo, hasta que, pasados unos minutos, volvió a reinar el silencio.
Zack apartó sus manos de su rostro y dirigió su mirada hacia el ya cadáver de Russell. Lo que vio, jamás sería borrado de su mente aunque pasaran miles de años.
El cuerpo de Russell se encontraba sentado en la silla, con su pecho apoyado sobre la mesa. Pero no había ni rastro de su cabeza. Todos sus sesos y cráneo estaban esparcidos a lo largo de la cocina y sobre la mesa, ofreciendo un escenario vomitivo.