Obsession| h.s

Av speakless

61.7K 4.5K 1.6K

No corras, él es más rápido. No huyas, sabe donde estás. No te ocultes, él puede verlo todo. No grites, nadi... Mer

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
¿Qué pasó con la historia?

Capítulo 23.

1K 86 23
Av speakless

Capítulo 23.

Viernes de nuevo. Faltaba poco menos de una hora para que pudiera marcharme, al fin. Había sido un largo día, debido a una inauguración el cinema estaba a reventar, había largas filas para comprar boletos y alimentos. No tuve descanso, más que diez minutos, y a demás no pude conseguir nada para comer. 

Mis tripas clamaban un poco de piedad y rugían sonoras en busca de algo que pudiera apaciguar sus suplicas. Exhausta suspiré y me dejé caer en el viejo y desgastado sillón verde que se encontraba en la sala de empleados. Sentía que me encontraba en un oasis en medio de un desierto sin piedad. 


—¿Descansado? —una voz interrumpió mi oasis, haciéndome abrir los ojos en un santiamén.

—¡Zac! —exclamé, aliviada.  

—Vaya, hace como cien siglos que no te veía, Ems. ¿Te puedo llamar Ems, no? —una sonrisa coqueta se deslizó sobre sus labios, dedicándome un amplio y cautivador gesto.

—Claro. ¿Dónde te habías metido? —me recorrí un poco, dejándole un espacio para que él se sentara, cosa que hizo gustoso. 

—Mierdas familiares, cosas estúpidas de mis padres...

—Creo que deberíamos volver ahí, era todo un caos...

—Nah, que se encarguen ellos, te he estado observado todo el día, ¡no haz parado! Te mereces este descanso, tanto como yo...o quizás más —se encogió de hombros y me dio un leve empujoncito juguetón. 

—Lo sé, lo sé...¿Qué hora es? —sacudí mi cabeza un poco aturdida, estaba demasiado absorta en mis propios pensamientos desde hace un rato que había olvidado que Zac estaba a un lado mío. 

—Ya nos podemos ir, ¡Ya era hora! —gritó algo eufórico. 

—Al fin —exclamé, sonriendo, mientras me levantaba del sofá. 


Zac y yo caminamos por el solitario centro comercial, de repente él soltaba una que otra broma y yo reí por sus tonterías, era alguien muy agradable y amigable, me caía bastante bien. Al llegar a una puerta escuché un estrépito ensordecedor y salté tomando instintivamente el brazo de Zac y acercándolo a mi cuerpo.


—¡Tranquila! —gritó, intentando ahogar una risa burlona. 

—¡¿Qué demonios fue eso?! —chillé mientras miraba atenta en todas direcciones. 

—¡Un rayo, Ems, sólo eso! 

—Agh, ¡me sacó un susto enorme! —solté el brazo de Zac y tapé mi rostro con mis manos.

—Hey, ¿te regresas a casa caminando? —cuestionó mi acompañante. 

—No...bueno, algo así. Tomo un autobús y después camino unas cuantas calles, ¿por qué? 

—¿No prefieres que te lleve yo? No es ninguna molestia, bueno, para mí no lo es, quizás para ti si lo sea ya que mi coche no es el coche más lujoso de toda la ciudad, pero sirve y es lo que interesa, ¿no?

—Pero ni sabes donde vivo, ¿y si te desvío mucho de tu ruta? —le dediqué una mirada apenada. 

—No seas tonta, vamos, súbete a mi coche. 


Ambos caminamos a través del estacionamiento del centro comercial en busca del auto de Zac. Zac se detuvo frente a un auto gris, que no era feo, a mí me gustó, era bonito y se veía en perfectas condiciones. Me senté en el asiento de copiloto y a los pocos segundos Zac entró y encendió el auto. 


—¡Vaya, que hace frío! —exclamó al mismo tiempo que se frotaba los brazos. 

—Ni lo digas, está helando afuera. 


Zac prendió la calefacción. Mi cuerpo estaba contraído sobre el asiento, mis huesos dolían del frío que se había colado bajo mi ropa hace unos momentos, y mis dedos estaban tan helados que temí que pudieran tornarse morados en cualquier instante. Mis dientes castañeteaban un poco y mis labios estaban algo entumidos. 

Zac volteó su mirada hacia a mí para decirme algo pero se calló de inmediato en cuanto me vio. Rápidamente giró su cuerpo y buscó algo en la parte trasera del auto, tomó una sudadera y me la extendió. 


—¡Mujer, te vas a morir de hipotermia aquí mismo! Ponte mi sudadera de ya. 

—Ya voy, papá —le respondí en un tono juguetón, pero le obedecí casi de inmediato. Su sudadera era tan suavecita y caliente que estuve considerando seriamente robársela. 

—¿Me dices cómo llegar a tu casa? 

—Claro, sigue la señal de tránsito —señalé con un dedo hacia el exterior del auto y él únicamente asintió con un gesto. 


Estuve guiando a Zac por varias calles y debo de admitir que nos perdimos en varias ocasiones, pero el camino era tan relajante y el ambiente se sentía tan fluido que nunca fue incómodo, ambos reíamos y hacíamos bromas de cosas que veíamos o escuchábamos. Cantamos desafinados varias canciones que salían en la radio, Zac hacía muchos movimientos graciosos, yo no podía dejar de reír. 


—¿Quieres un café? —curioseó mientras pasábamos enfrente de una cafetería. 

—No, gracias, muchas gracias. 

—¡Tienes que probar este café, es grandioso! —sus ojos se llenaron de chispas y sin decir nada más, se estacionó. 

—¡Zac, de verdad no! Ya es muy tarde, nuestro pequeño viaje en coche se ha convertido en uno muy largo...

—¿Tienes prisa por llegar a casa? —me miró fijamente y permaneció callado, esperando mi respuesta. 

—Emmm, pues...bueno, no en realidad, pero...

—¡No se diga más! El último en llegar paga la cuenta —dicho esto Zac puso su mano en la manija y salió corriendo, dejándome plasmada en el asiento del auto. 


Salí como pude del auto y corrí con todas mis fuerzas, mis pies se movían lo más rápido que podían y mis ojos buscaban con suma atención una señal de Zac, ¿dónde estaba ese maldito tramposo? 

Entré a la cafetería y di un tropezón, mis pies torpemente chocaron contra el suelo y por poco caigo de bruces. Si no hubiera sido por una mano que sostuvo mi brazo, probablemente ahora estaría sangrando con una nariz reventada. 


—Vale, sólo porque casi te rompes tu carita yo pagaré. 

—Me parece justo, sí. 


Zac pidió ambas bebidas y una vez que nos las dieron volvimos al auto. Estaba deliciosa, era un café sabor vainilla dulce, la espuma estaba exquisita y el aroma era alucinante. Sostuve el envase entre mis dedos y le daba unos pequeños sorbos de vez en cuando, no quería terminarlo nunca. 

Faltaban unas cuantas calles más para llegar a mi piso, me había divertido mucho con Zac, era un buen ¿amigo?, ¿ya se le puede considerar como un amigo? Supondré que sí, así que Zac era un muy buen amigo, me gustaba tenerlo cerca, me hacía dejar de extrañar por un pequeño instante, igual que Harry...Harry.


—Zac, muchísimas gracias, de verdad, te agradezco mucho este pequeño rato. 

—No agradezcas nada, no me había divertido tanto con alguien desde hace tiempo, gracias a ti. 

—Espero no haber arruinado tus planes de viernes por la noche, ya es muy tarde...el tiempo pasó volando. —Zac se estacionó fuera de mi piso, no pude evitar mirar que la luz del piso de Harry estaba prendida. 

—Para nada, en todo caso tu las mejoraste, y bueno Emily, quería decirte que...

—¡¿Dónde mierda estabas metida?! —Zac no pudo terminar su oración, ya que alguien lo había interrumpido por completo. La puerta de mi lado se abrió con brusquedad y un Harry enfurecido bramó con fuerza. 

—¡Harry! —grité espantada. 

—¿Qué jo...? ¿Qué te pasa, idiota? —Zac abrió su puerta en un instante y saltó del auto, caminó con pasos veloces hasta Harry y se colocó frente a él. 

—¿Tú que haces con mi chica, Zachary? —el tono de voz de Harry era tan pero tan distinto al primero, sonaba más calmado, pero había un ligero toque de peligro que manchaba por completo su timbre. 

—¿Tú qué? —Zac no dudó ni un poco en retener una clamorosa carcajada. 

—¿Qué mierda es tan gracioso, imbécil? 

—Tus celos y posesividad. Sigues siendo el mismo maldito niño que conocí en la preparatoria, no haz cambiado nada, Edward. Y no sé porqué, pero no me sorprende. 

—¿Dónde estaban? —preguntó tajante. 

—No te interesa en lo más mínimo —le respondió, Zac, cínicamente. 

—¿Eres estúpido? Te he hecho una pregunta y lo mínimo que espero de ti es que la contestes. Así que comienza a hablar. —Harry dio un paso hacia Zac, sin embargo él permaneció en su lugar. 


Cuando mi cerebro captó todo lo que estaba ocurriendo, me bajé del auto y corrí junto a ellos, esto era una maldita locura. 


—¡Harry! Dios mío, ¿qué está mal contigo? ¡Zac sólo ha sido amable conmigo durante toda la noche! Me ofreció traerme a casa, y no me pareció en absoluto mala idea, no me gusta caminar sola en la noche por las calles. —Harry de inmediato volteó su mirada hacia mi. Su semblante tan duro y frío comenzó a apaciguarse poco a poco, sus verdes ojos llenos de furia fueron calmándose, todo su cuerpo se relajó y caminó un poco hacia mí. 

—Estaba tan asustado, no llegabas y no tengo como comunicarme contigo, ¡no tienes un maldito celular! ¡Tenemos que comprarte uno, Tamara! Y yo estaba tan ansioso y te veo llegando con éste —escupió despectivamente. 

—¿Tamara? —Zac volteó su mirada hacia mí y me miró desconcertado. 

—Lárgate de una puta buena vez —Harry se volteó hacia Zac, gritándole. 

—El que se tiene que largar eres tú, pedazo de idiota. Emily y yo estábamos teniendo una gran noche, ningún farsante como tú va a arruinarlo. 

—¿Y qué en el mundo te hace creer que Emily puede estar con un tipo como tú? 

—¡Harry! ¡Basta ya! —tomé su brazo, haciendo que él me mira y le dirigí una mirada cargada de reproche y enojo, esto estaba pasándose de la línea. Ya había hecho suficiente llamándome por mi verdadero nombre frente a Zac. 

—Emily...—Zac estaba por decirme algo, pero lo interrumpí. 

—Muchísimas gracias por traerme y por el café, es el mejor café que he probado en el mundo. Muchas muchas gracias, nos vemos luego en el trabajo, ¿vale? —le regalé una mirada llena de disculpa y mi rostro lo decía todo, estaba tan apenada con él. 

—Gracias a ti, Emily. Me encantaría que volviéramos a salir, y no sólo después de trabajar. —Zac me guiñó un ojo y me sonrió ampliamente, se acercó hasta mí y me abrazó, depositándome un beso en una de mis mejillas. 

—Vuélvete a acercar a ella, cabrón. —advirtió cabreado Harry. 

—¿Y qué? —preguntó divertido. 

—Ponme a prueba —mi rizado vecino se encogió de hombros indiferente. 


Zac se marchó y yo me quedé ahí, frente a Harry y atónita. No quería ni verlo, ¡era un infantil! ¿Qué estaba mal con él? ¿Por qué había hecho eso? Caminé sin decir nada, dejándolo detrás. 


—¡Ah no! ¡Ni creas que ahora tú eres la que se puede indignar! Y todavía te marchas como si nada. —Harry tomó mi brazo justo cuando pasaba a un lado de él. 

—¡Suéltame! —lo miré amenazante. 

—No hasta que me digas, ¿Por qué mierda el idiota de Zachary te trajo a casa y encima te invitó un "café"? 

—No tengo porque darte explicaciones, no eres mi papá ni mucho menos mi mamá, así que suéltame ya mismo. 

—No, carajo, ¡no! 

—¡Que me sueltes ya, Edward! —exclamé abrumada. 

—No. 


Dicho esto Harry me tomó entre sus brazos y en contra de mi voluntad me cargó, llevándome directamente a su piso. Pataleé, grité y le mordí los brazos, pero él no cedió por nada del mundo. ¡¿Quién se creía que era?! 


—¡Suéltame! ¡Estoy hablando muy en serio! —estaba más allá que furiosa. 

—Podías haberme dicho a mí, ¡yo hubiera ido por ti al centro comercial!

—Estás loco, bájame ya. —Harry puso seguro a su puerta y me bajó, sin embargo él se colocó enfrente del marco de madera, impidiéndome salir. 

—¿Sabes qué hora es...? Un momento, ¿de dónde sacaste esa maldita sudadera? —Harry miró mi cuerpo con repulsión y su rostro se transformó inmediatamente. 

—¡Tu no eres ninguno de mis padres! No tengo porqué darte explicaciones de absolutamente nada. De ningún lado, ahora hazme el favor y desaparécete de mi vista, Styles. 

—Quítate eso, inmediatamente. —la voz de Harry brotó de su garganta tan sutil y tranquila, que me provocó un escalofrío. 

—¡Estás actuando como un verdadero loco! 


Harry se dejó deslizar por la puerta y cayó al suelo, sus rodillas al nivel de su pecho y sus manos viajaron por todo su rostro hasta terminar en su cuero cabelludo. Comenzó a murmurar cosas, apenas audibles y para nada comprensibles. De un momento a otro comenzó a pegar su cabeza contra la puerta de madera, una y otra y otra vez, sin parar. Por más enojada que estuviera con él, mi corazón no pudo resistir más y le detuve su cabeza, para evitar que siguiera golpeándose, aun que bien merecido tenía esos golpes. 


—Basta, Harry, es suficiente. —lo miré atenta, más él no dijo nada, estaba ido por completo. 

—¿Por qué? —me miró de repente, sus ojos inyectados en un carmesí profundo, una mirada tan perdida como intensa. 

—¿Por qué, qué, Harry? ¿Qué está mal contigo? 

—No tienes idea de la impotencia que sentía, no habías llegado, estaba demasiado angustiado y no sabía ni que hacer o como actuar...y de pronto, justo cuando estaba por salir a buscarte te veo, llegando con ese imbécil, sonriente y riendo con él. ¡Con su maldita sudadera encima! ¿Te llevó por un café? ¡Una mierda! ¿Por qué no le haz dicho que me tienes a mí, que tienes a alguien? 

—Nunca me lo preguntó...además tú deberías de darme explicaciones, no yo a ti. ¡Nunca debiste actuar así! 

—Sigues sin entenderlo, nunca entiendes absolutamente nada. —emitió una risa amarga y vacía.

—¿No entiendo qué, Harry? —quise saber, cansada y exhausta. 

—¡Para ti todo es tan fácil! ¡Tan fácil! 

—¿De qué hablas? 

—¿Qué sentirías tú en mi lugar? Yo me sentí apuñalado, golpeado...

—Harry, basta. ¿Es que acaso estás celoso? 

—Nunca había estado tan malditamente celoso en toda mi puta existencia —sus ojos chocaron con los míos y destellos saltaron. 

—No tenías porqué haberte vuelto un total loco allá afuera. 

—Lo sé, pero la situación...yo sólo me dejé llevar. 


Me senté a un lado de él, pero aún seguía molesta con él.  Su respiración y la mía comenzaron a calmarse, el ambiente y su tensión disminuyó notablemente y un silencio sepulcral fue su reemplazo. 

Harry estaba ahí, inmóvil, con su rostro enterrado sobre sus rodillas, sin hacer ni decir nada más. 

No sé como logré hacer que Harry se moviera hacia el sillón, pero lo hice, así que una vez que ambos estuvimos sentados en el sofá decidí hablar. 


—Harry...

—No, espera —me interrumpió y se levantó del sofá, corrió dentro de su piso y a los pocos segundos volvió con una ¿manta? en su mano. 


Al llegar al sofá, me retiró suavemente la sudadera de Zac y me colocó una de él. La sudadera de él era mucho más cómoda y caliente, pero había algo, algo tan único que era como una marca personal de Harry: su aroma, su sudadera olía totalmente a él, era su auténtico aroma, ese con el que seguramente me podría embriagar. Inspiré discretamente y cerré los ojos por un segundo, olía demasiado bien. 


—Mucho mejor —soltó un suspiro y me miró. 

—¿Te pondrás así siempre? 

—No...sólo fue esta vez, nunca había hecho algo así antes...discúlpame. —la última palabra la pronunció entre dientes, pero yo sé que a él le cuesta pedir disculpas, así que lo aprecié. 

—Harry, es que te volviste totalmente lo...


Harry se abalanzó sobre mi cuerpo, tomó mis muslos con los suyo, me atrajo hábilmente, una de sus manos se aferró a mi cintura y la otra a mi cuello. Y sus labios, chocando respiración contra los míos, ambos sin aliento por la precipitada maniobra y tan deseosos de lo mismo, deseos del otro. Harry aplastó sus carnosos labios contra los míos, me besó intensamente a un ritmo increíblemente rápido, mordiendo de manera algo salvaje y necesitada mi labio inferior, apachurrando su cuerpo contra el mío. Su mano curiosa e inquieta se metió bajo mi blusa y comenzó a trazar pequeñas caricias sobre mi abdomen. Sus labios cedieron un poco con el control y lo besé como yo quería, a mi manera, bajando la velocidad del beso. Era una perfecta sintonía, una danza perfectamente coordinada de labios. 

Harry se desprendió de mis labios y se alejó de mi rostro, para mirarme mucho mejor. Tragó saliva y humectó con su lengua sus labios antes de hablar. 


—Tamara...Tamara...tengo miedo de ti, miedo de lo que puedes lograr que yo haga por ti. Soy otra persona cuando estoy o no estoy contigo y me asusta. No quiero perderte, no podría.


---------

¡Hola! He vuelto, muchísimas gracias por su apoyo. ¡Ya somos más de 43k de lecturas! 

Nos leemos pronto. ¡Muchísimas gracias, de nuevo! Sin ustedes y todo su apoyo, Obsession no sería nada. 

-Mariana:)

Fortsätt läs

Du kommer också att gilla

70K 7.4K 59
Gabrielle Scamander una adolescente maga que fue adoptada por el matrimonio Scamander, se encontraba finalizando su segundo año en el colegio Ilvermo...
110K 9.8K 30
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...
2.2M 231K 131
Dónde Jisung tiene personalidad y alma de niño, y Minho solo es un estudiante malhumorado. ❝ ━𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨, ¿𝘭𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘳𝘦𝘫...
64.1K 10.8K 32
"Sergio Pérez siempre ha sabido que no es suficiente para Max Verstappen. Desde su compromiso hasta sus actuales años de matrimonio, sabe que el Alfa...