With the universe upon us.

By foryouvantae

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Junto a la casa de Jung Hoseok vivía familia, pero no era cualquier familia, Kim Taehyung era su vecino, su m... More

- 宇宙-
11:30pm - 08/08/45.
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11:02am - 09/08/45.
20:35pm - 09/08/16.
-- Hablemos del universo--

12:30am - 09/08/45.

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By foryouvantae

La forma en la que sus ojos se posaron sobre mí hizo que mi cuerpo reaccionara nerviosamente, colapsando todos mis sentidos e impidiéndome ver algo más que su sonrisa perfecta dibujada en su rostro.

Jung Hoseok estaba parado frente a mí, con el cabello despeinado y su particular brillo que él desprendía. Parecía un poco mayor a como lo recordaba hace unos años atrás cuando aún me encontraba en Corea, su altura también había aumentado junto con sus rasgos que ya no parecían más de un niño.

Bajé mi mirada nerviosamente, reconociendo aquel sentimiento extraño que había estado dormido todo ese tiempo y que únicamente él me provocaba, era hermosamente diferente a todo lo demás, tan diferente como una flor de cerezo en pleno invierno.

Si pudieras ir a cualquier lugar, sin importar las distancias o el tiempo, Taetae, ¿a dónde irías? Recordé sus palabras de aquella tarde, la última que pasaría en mi hogar, la última vez en donde lo observaría alejarse de la puerta de mi casa, la última sonrisa y despedida que le di antes de partir. "Bueno... yo, creo que me iría muy lejos, tal vez, a una galaxia diferente" le respondí sin medir mis palabras, sin saber que aquello se haría realidad esa misma noche.

Pero después de todo y de tanto, había aparecido en mi jardín, en medio de la noche, como una sombra perdida, como un cometa fugaz en mi horizonte.

- H-Hoseok... - la voz me temblaba como respuesta a los nervios y sentimientos encontrados que dominaban mi cuerpo, había dicho su nombre y parecía la primera vez que mis labios llamaban a su nombre, sintiéndose en mi pecho algo parecido a una pequeña flama en medio de un bosque. – Oh, Hoseok.

Me eché a llorar, sin importarme nada ni nadie, me podrían oír mis padres, mis hermanos, las estrellas y Hoseok, mis lagrimas podrían desplazarse por mis mejillas siendo libres por primera vez, haciéndome sentir frágil y asustado.

Los brazos del mayor me envolvieron rápidamente, estrechándome fuertemente en su pecho que albergaba ahogadamente el sonido de su corazón, bajo su cabeza hasta esconderla sobre mi cuello, haciendo que su aliento chocara con mi piel y produjera más luz en mi interior.

Lloré y lloré, sacando todo lo que había vivido, pensado e imaginado, liberándome del peso del mundo y de un futuro incierto, lloré, lloré, por haber extrañado a Hoseok más que a nadie, por haber querido regresar a mi hogar con mis amigos, por haber escapado sin despedirme...

En medio de mi jardín estábamos los dos, y encajábamos perfectamente. Creo... que somos almas gemelas, Tae. Me confesó mientras bajamos las calles de la ciudad con nuestras bicicletas a los costados. He leído un libro acerca de eso, y creo... sonrió al verme, y creo que tú eres la mía.

- Te extrañé tanto, pequeño... - me dijo después de un rato, paseando sus delgados dedos sobre mi cabello, gesto que hacía antes de dejarme entrar a mi casa. – No sabes cuanto...

- ¿Q-Qué haces a-aquí? – logré responder después de unos segundos en los cuáles intentaba llenar de aire mis pulmones y controlar mi pulso cardiaco. - ¿Porqué llevas uniforme?

- Yo... es una larga historia. He venido de paseo. – su voz no sonaba muy convincente, hacía aquella mueca que decía que mentía. - ... o algo así.

- O algo así... - repetí, limpiando los restos de mis saldas lagrimas con la manga vieja de mi suéter.

- Quiero caminar contigo, Tae. – Hoseok volteó para ver de nuevo hacia las luces del horizonte, que salían del suelo, con sus tonos rojizos. - ¿Qué dices?

- Es media noche, y hace frío... además mi familia...

- Regresaremos antes del amanecer, te lo prometo. – sus ojos seguían fijos en el horizonte. - ¿Vamos?

- Tengo que ir por mis zapatos...

Regresé al interior de la casa con una sonrisa en mis labios, buscando apresuradamente mis viejos zapatos azules y mi mochila negra que en su mayoría solo guardaba cosas sin sentido, pero en ella había guardado clandestinamente unos cuantos centavos que los utilizaría por una emergencia.

Me despedí de mi familia en silencio y deposite un suave beso en el cabello de Suk, prometiéndole que regresaría cuando el sol empezara a salir.

Me encontré con Hoseok nuevamente, este volteó a verme y sonrió como usualmente lo hacía en la salida de la escuela, parado ahí, junto a sus amigos, pero entregándome toda su atención, mientras que lo saludaba animosamente bajando los escalones para encontrarme con él después de un largo día de clases.

- ¿Estás listo, Tae? – y asentí.

- Vamos. – me ofreció su mano y la tomé, entrelazando de forma natural nuestros dedos que parecían encajar perfectamente.

- Diablos... te extrañaba demasiado.

Ante aquellas palabras, sonreí.

Y yo a ti, Hoseok, como no te imaginas.

Salimos del jardín y cruzamos la pequeña barda que dividía la casa y al resto del mundo, en cuál podía ser demasiado cruel o demasiado hermoso.

Caminamos en silencio, alejándonos de aquella puerta color blanco desgastado. La amplia calle se encontraba en completo silencio, ninguna persona, animal o cosa parecía vivir en ella, solo un alejado farol roto que fallaba en la esquina.

- ¿Hacia donde vamos, Hobi? – pregunté usando el sobrenombre que había creado especialmente para él. Al escucharlo, apretó ligeramente mi mano. Le gustaba mucho, lo sabía.

- Daremos un paseo y platicaremos de muchas cosas. Como en los viejos tiempos...

El sonido de la chicharra que marcaba el final de las clases hizo que alzará mi mirada hasta el reloj frente al pizarrón, ¡por fin se habían terminado las clases! Era viernes y el verano empezaba a azotar la ciudad de Daegu.

Tomé mi mochila y metí de forma descuidada mi libro de Astronomía, que era la última clase del día. Aquella materia me gustaba mucho, pero solo cuando Hoseok-hyung me hablaba de ella, al final, su padre era astrónomo y en su casa reinaban los libros en donde el universo hablaba con nosotros.

- Joven Kim. – me llamó el profesor Jiwon antes de que saliera por la puerta. - ¿Puede venir un momento, por favor?

Me acerqué a él desanimado, no quería perder mucho tiempo.... Todos me esperaban en la salida.

- Este es su examen. – sacó un papel en donde se encontraba escrito mi nombre y el absurdo ensayo sobre el sistema solar que había hecho. – Es impresionante que sus ideas sean tan acertadas pero al final su conclusión no lo demuestre. Tiene potencial pero no lo aprovecha. – me lo entregó y lo acepté, un ochenta venía escrito en rojo. – Podría ser un diez.

- Si, bueno... tal vez mi conclusión difiera a la de usted, pero eso no es acaso ¿lo hermoso del universo? No hay una verdad absoluta.

Diciendo eso salí del salón de clase, dando grandes zancadas en busca de mi casillero para cambiarme de zapatos. Cuando llegué a este, Jimin y Jungkook hablaban y reían, el mayor de los tres, me sonrió al verme.

- Hey, Tae. ¿Vamos hoy a pescar? Antes del festival de verano. Llevaremos comida, mucha comida.

- ¿Hoy? No puedo... - Aquella noche tenía una cita en la casa de Hoseok, su padre nos mostraría nuevamente su telescopio. – Tal vez los vea en el festival...

- ¿Porqué no puedes? – Jungkook parecía curioso por haber negado su invitación, que me tentaba tanto por tener comida recién hecha de su madre. – Es comida de mi mamá.

- Quedé con Hoseok-hyung de ir al laboratorio de su padre...

- ¿Prefieres ver esas cosas en lugar de pescar un buen pez?

- Me gustan "esas cosas". – acepté. - Pero los veré en el festival. Promesa.

Con mis nuevos zapatos azules, corrí hasta la salida de la escuela, en donde me detuve para buscar a Hoseok con la mirada, y lo encontré, en medio de sus amigos, hablando alegremente, sonreí al ver que volteaba hasta donde me encontraba, saludándome con una mano.

Salté de dos en dos los escalones, hasta tocar la tierra firme. Hoseok ya me había alcanzado, embozando una sonrisa le salude.

- ¿Estás listo de ir a casa, pequeño?

- Sí.

Aquel sentimiento volvía a sentirse en mi pecho, mientras caminaba tomado de la mano del mayor.

Nos estábamos alejando tanto del pueblo, que empecé a encontrar nuevos caminos por los que nunca había estado. Un sendero hasta el puerto se abría ante nosotros, con flores de un color lila ligero y ciertas florecillas amarillas, haciéndolo parecer un valle con el mar a un costado de este.

- ¿Por qué no te despediste? – nos detuvimos en una colina en donde se lograba observar el puerto de la ciudad. – Nunca nos dijiste que te ibas...

- Yo... yo no sabía, había escuchado a mis padres pelear al respecto, pero todo fue tan repentino. Lo lamento.

Le oí suspirar pesadamente, sentándose en el suelo e invitándome a unirme con él.

- Aquella noche te esperé, sentía que podríamos ir al festival de verano juntos, después de ver las estrellas... - me limitaba a escucharlo, a él y su suave voz, unido con el sonido de las olas que chocaban con la tierra. – pensé en todo lo que podríamos hablar.

- ... los chicos. – Jungkook y Jimin llegaron a mi mente.

- Ellos también te esperaron, un poco de arroz te habían guardado de la pesca de esa tarde. ¿Porqué no fuiste con ellos? – susurró, volteando sus ojos negros hacia mí.

- Quería ver las estrellas también, moría por verlas una vez más.

El asintió aceptando mi respuesta simple.

- ¿Cómo está tu padre?

- Él... - su voz se quebró por un momento, haciéndome preocuparme. – Él esta bien, supongo... hace meses que no hablo con él.

La relación que tenía Hoseok y su padre era una de las más fuertes que podría haber conocido, después de la muerte de su madre a causa de una de las epidemias que se hacía cada vez más frecuentes en la ciudad, parecieron unirse más que antes. Siendo como mejores amigos apasionados por los misterios que se mostraban cada noche tras la mirada del telescopio.

- ¿Te gusta aquí? – me preguntó de la nada, intentando cambiar el tema. Acepté sin objetar, no me gustaba causarle dolor... ni el más mínimo.

Observé cuidadosamente la ciudad a nuestras espaldas, gris y muerta, el puerto con pequeñas luces en él pero frío y desafiante. Aquel lugar no era ni sería mi hogar nunca, no había cerezos ni personas amables... no había sueños y las estrellas no bailaban sobre ella.

- No realmente, cuando contrataron a mi padre en la fabrica hubo una época buena, hasta que... todo se fue acabando poco a poco.

- ¿Qué no te gusta?

- Las bombas... - afirmé. – No me gustan las bombas que caen del cielo.

Recosté mi cabeza en su hombro, enlazando nuevamente mis manos con los de él. 






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MynameisjustV 


-Giovanni y Campanella. 


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