The one that got away [Yoon G...

By mgmazzoni

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- ¿Quieres jugar a un juego, Yoon Gi? - ¿Qué juego? - Se llama "¿Qué tal si?" Yo comenzaré... - Paris se acom... More

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By mgmazzoni

Paris despertó la mañana siguiente por culpa de los rayos de sol que entraron por la ventana de su habitación, la cual compartía con Tae Hyung y Jung Kook, quienes finalmente habían decidido que se turnarían en dormir en la cama de arriba de la litera mientras que ella usaba la cama individual. Se quejó por lo bajo al sentir el calor matutino golpeando su rostro y giró sobre el colchón para quedar boca abajo, tanteando con la mano la mesa a su lado en busca del teléfono. Dio un vistazo a la hora con un ojo abierto y, al leerla, se incorporó tan rápido sobre sus codos que su cabeza le dio vueltas. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se levantó más tarde de las ocho? Si no era por la escuela o para ayudar a su padre en el hospital, generalmente su madre actuaba como su despertador para obligarla a ayudar con tareas de la casa, o practicar sus modales para la próxima fiesta, o dirigir alguna dictadura. Cualquier opción era preferible a dejarla tener demasiadas horas de sueño. ¿Qué diría si la llamaba para decirle que su hija siguió durmiendo hasta las diez? Sería tan divertido, sopesó en su mente, dudando sobre si debía hacerlo o no. Tal vez incluso podría esperar hasta el almuerzo y mandarle una fotografía de su desayuno. ¿Sufriría un ataque al corazón?

Descartó la idea minutos después al recordar que seguía bajo la vigilancia de sus padres durante esas vacaciones y que todavía debía soportar varios años antes de poder abandonar la casa, por lo que hizo a un lado el edredón, se dio una ducha, se cambió su ropa de dormir a unos pantalones sueltos blancos que se ajustaban a sus tobillos, una blusa celeste de tirantes y sus zapatillas de arcoíris, acomodó su cabello en una trenza a un costado atado con una coleta amarilla y se dirigió a la cocina para encontrarse con sus tres amigos sentados en la mesa. En cuanto tuvo en sus manos su taza de café caliente, los saludó con una sonrisa y tomó lugar junto a Tae Hyung para comentar:

- No me despertaron.

Ellos compartieron una mirada rápida confusos.

- Puse el despertador - admitió Ji Min como si fuese evidente.

- Ah, pero allí está el problema - comenzó la muchacha levantando un dedo en alto para tener su atención -. El despertador se detuvo en el momento en que lo arrojé contra la pared a las siete. Ustedes, en cambio, no dejan de parlotear no importa cuántas veces los golpee.

- Mian, lo tendremos en cuenta la próxima vez - se disculpó Jung Kook entre risas.

Paris le dio un sorbo al café y pudo sentir cómo su organismo completo volvía a funcionar como era debido, al igual que cada vez que tenía su primer café de la mañana.

- El café hace que todo se vea hermoso, ¿no creen? - preguntó a sus amigos, posando sus ojos en algún punto de la cocina sin en realidad prestar atención. Ellos estaban acostumbrados a sus ataques de exageración de la realidad. - Los pájaros cantan, los niños corren. - Pudo escuchar su teléfono sonar pero no le prestó atención y dejó que Ji Min fuese a buscarlo por ella a la habitación. - El sol está brillando y el día es perfecto para salir.

- Es tu madre - anunció Ji Min al regresar, extendiéndole el móvil.

- Y luego llega la tormenta.

Abrazada a su café como si se tratase de lo único que la ayudaba a permanecer estable - y en parte lo era -, la joven tomó el aparato para salir al jardín trasero a disfrutar de la mañana soleada, inhaló una larga bocanada de aire y atendió la llamada, llevándose el teléfono al oído.

- ¿Annyeong?

- Boston, Massachusetts - soltó de repente la voz de su madre del otro lado.

- Jacksonville, Florida - dijo en respuesta.

- ¿Mwo?

- No lo sé, ¿de qué estás hablando?

Pudo imaginar a su madre sentada en su sofá de la sala, rodando los ojos.

- Boston, Massachusetts, es el lugar donde viven mis padres. Tus abuelos - explicó rápidamente -. Con ellos vivirás cuando vayas a Estados Unidos el próximo año. Asistirás a la mejor escuela de la zona, Sturgis Charter Public School, la misma a la que asisten tus primos. Y uncle Tom dijo que te dejará trabajar en su oficina part-time.

- Ya, ya - la detuvo -. Eomma, cuando te entusiasmas empiezas a mezclar el coreano con el inglés y hablas demasiado rápido así que apenas puedo entenderte.

- Cuando llegues de tus vacaciones, me encargaré de que practiques tu inglés todos los días aquí en casa para que puedas estar preparada - continuó ella, sin prestarle atención. Lo cual era usual. - ¡Debería ir de compras! Boston es una ciudad muy fría así que te conseguiré abrigos nuevos y bufandas y gorros y guantes...

- Eomma...

- Tal vez todavía tengan la hermosa chaqueta puffer de Louis Vuitton en la tienda.

- ¡Eomma!

- Paris, no es necesario que grites. Estoy escuchándote.

Se llevó los dedos al puente de la nariz, sintiendo el comienzo de un dolor de cabeza.

- Eomma, tenemos tiempo para discutir todo lo que quieras una vez que regrese a Seúl en cuatro semanas, así que ¿podrías no hablar de esto ahora?

- Al ass eo - aceptó para su sorpresa, aunque no tardó en agregar: -. Lamento querer comentarte acerca de mi familia pero supongo que no es de tu interés saber de ellos.

- Eso no es cierto, yo sólo-

- Llámame cuando tengas deseos de hablar conmigo, entonces.

Antes de permitirle decir una palabra, su madre cortó la llamada y provocó que el dolor de cabeza se intensificara aún más. ¿Por qué debía ser así? Sabía que su progenitora y ella no compartían cosas en común aparte de algunas facciones en el rostro, pero ¿por qué les era tan difícil comunicarse como cualquier relación madre e hija normal? Siempre le había resultado un misterio. ¿Eran todas las relaciones familiares así? ¿Estaría ella obligada a tener la misma cuando tuviese una hija? Ni siquiera podía imaginarse una situación como esa. ¿Sería capaz de arruinar cada momento feliz que su hija tuviese para hacerla sentir miserable? Se conocía, sabía que en ocasiones exageraba al respecto, pero desde que tenía memoria, su madre había acostumbrado a ponerla triste cuando algo interesante ocurría en su vida. Incluso cuando era una niña y aprendió a leer, Christina no dudó un segundo en decirle que ya era hora porque sus demás compañeros del jardín de infantes habían aprendido meses atrás. O cuando un niño en su clase le dijo que le gustaba y ella estaba tan emocionada que su madre la mandó a su habitación. Aunque no puedo culparla, después de todo estaba inventando las voces de las verduras durante la cena, recordó. Y también, junto con cientos de otros, estaba el de días atrás cuando llegó a casa feliz de haber salido primera en la lista de estudiantes y su madre sólo la felicitó como si nada y anunció que cenarían con su padre. ¿Qué clase de padre coreano de esa época actuaba de esa manera con tal noticia? No podía sorprenderse de su padre ya que se trataba de un hombre ocupado pero había tenido la mínima esperanza de que al menos ella se entusiasmara por ello.

- Te ves triste - la despertó la voz de Seok Jin al colocar una mano en su hombro e inclinarse para quedar a la altura de su rostro -. ¿Quieres un pastelillo?

- Ye - asintió con un puchero -. Por favor.

- ¿Quieres más café también?

- Eres un ángel - murmuró, entregándole la taza vacía.

Pasaron el tiempo restante hasta el almuerzo en la playa, aprovechando que el sol no estaba lo suficientemente fuerte como para provocarles dolor de cabeza. Se llevaron bocadillos, bebidas, pasaron el tiempo charlando y riendo, jugaron un partido de vóleibol en la arena y dieron un paseo por los alrededores. Sin embargo, debido a que Paris seguía sin sentirse muy confiada con respecto a usar su traje de baño, se despidió de sus amigos por la tarde al terminar de comer, después de escucharlos planear entrar en el agua el resto del día, y salió de la cabaña con un libro en las manos en dirección a lo que había reconocido como un viejo muelle en la distancia durante su paseo.

A diferencia del resto de la playa, esa zona parecía estar desolada. La madera estaba roída por los años, los postes a los costados apenas se veían capaces de sostener el camino y los asientos habían perdido casi por completo la pintura. Pero, en opinión de la joven, algo en el relieve que tenía el mar celeste con el marrón gastado combinado con el viento salado y el crujido de la madera al ser golpeada por las olas hacían de ese espacio un lugar apacible. Pacífico. Incluso si no aparentaba ser el tipo de persona que disfrutaba del silencio, Paris siempre necesitaba un momento en la semana en el que no tenía que estudiar ni hacer tareas y sólo se recostaba en su cama con música y, a veces, un buen libro. Para ese último mes, su elección era Demian de Hermann Hesse. ¿Cómo esperaban sus padres que no deseara largarse de su casa a encontrarse a sí misma cuando tenía ese tipo de literatura cerca?

La muchacha caminó hasta el final del muelle para dejarse caer sentada con las piernas colgando sobre el agua, tomó sus auriculares para buscar en la lista de canciones de su teléfono, escogió Supersonic de Oasis y abrió el libro sobre su regazo mientras movía sus pies al ritmo de la música. Debí haber traído un abrigo, se lamentó al sentir una brisa fresca que le quitó los mechones sueltos que caían por su rostro. O, al menos, una taza de café. Aunque la sensación helada que la recorrió no tardó en desaparecer cuando una chaqueta se posó en sus hombros. Al principio creyó que se trataría de alguno de los muchachos que la habían seguido pero al distinguir que se trataba de una chaqueta roja que no recordaba haber visto antes, Paris giró la mirada rápido para chocar con el rostro del vecino desconocido del día anterior.

Siendo separados por unos pocos centímetros, pudo darse cuenta de que, en efecto, era un joven atractivo, incluso más de lo que había imaginado. Su rostro en forma de corazón era blanco, lo cual hacía que su cabellera negra resplandeciera junto con sus ojos cafés oscuros y perlados, sus facciones delicadas pero masculinas, su nariz pequeña y recta, y sus labios carnosos, en ese momento estirados en una sonrisa dulce que apenas mostraba sus encías rosadas. Vestía una camiseta azul marino con unos vaqueros negros gastados y tenis oscuros, lo cual la hizo sentir a ella misma como un circo de colores.

- Disculpa que te moleste - escuchó que le hablaba con una voz grave y agradable - pero ¿podría interrumpirte un segundo?

Tratando de controlar sus manos temblorosas, Paris cerró el libro, dejó la chaqueta en sus hombros y bajó la mirada, debiendo aclararse la garganta para que las palabras saliesen de su boca.

- Pues, ya estás interrumpiéndome - admitió con un toque de sorna sin darse cuenta.

¿Qué rayos pasa contigo?

- Necesito que me ayudes con un experimento social de fines médicos y quisiera saber si estás dispuesta a darme una mano - habló el extraño, acuclillándose para quedar a su altura.

Esperó ver algún atisbo en su rostro que le dijese que estaba jugando pero fue imposible.

- Es broma, ¿verdad?

- Aniyo - negó él, ensanchando su sonrisa -. Dime, ¿cómo te llamas?

- Anónima - se limitó a responder con desconfianza. Al notar que su respuesta lo confundió, agregó: - ¿No lo conoces? Es de origen griego.

- Al ass eo - aceptó levantando las manos en señal de rendición, riendo -. Entonces, Anónima, déjame preguntarte algo: ¿Ves a ese sujeto a nuestras espaldas?

Siguió la dirección que su mano le señaló para distinguir a lo lejos a otro muchacho con el cabello largo castaño con tintes rubios, rapado a los costados, quien estaba escondido patéticamente detrás de un poste de luz con una revista al revés, espiándolos.

- ¿El que pretende leer mientras nos observa?

- Ne - asintió con la cabeza el extraño -. Tengo esta teoría que, de una manera objetiva, requiere de una tercera persona que pueda decirme qué tan idiota es con sólo observarlo. - Ella tuvo que contener una carcajada que amenazó por escapársele. - Verás, su nombre es Kim Nam Joon y es mi amigo desde la primaria así que tengo muchas pruebas que podrían conllevar a un trastorno psicótico o, más probablemente, simple estupidez. Aunque creo que mi punto es claramente percibido.

Es un imbécil, pensó para sus adentros. Es un punto a su favor.

- ¿Por qué me lo preguntas a mí? - escudriñó en cambio, queriendo seguir con su juego -. Tu punto parece lo suficientemente convincente con lo que dices.

- No lo sé, nadie encaja con el perfil - expuso encogiéndose de hombros y estudiándola -. Joven, soltera y bonita. De unos... dieciséis años.

- Ah, mianhae, tengo catorce - mintió.

- ¿Catorce? - El joven pareció pensarlo por algunos segundos con seriedad hasta que volvió a sonreír. - Al ass eo, supongo que puedo esperar unos años hasta que seas mayor.

Paris frunció el ceño, confundida por la manera en que ese Adonis desconocido estaba esforzándose por no dejar morir esa conversación, y, por un momento, pensó en si era tal vez una especie de coqueteo al que ella no estaba acostumbrada. ¿Cómo se suponía que debía responder? No estaba al tanto de cómo funcionaban situaciones como esas, no acostumbraba a estar con personas aparte de sus amigos y su familia. Y en definitiva él no es del tipo que invita a alguien como yo a salir, dudó.

- Creo que ahora que he podido terminar con mi experimento, me gustaría agradecértelo - continuó el muchacho después de un incómodo silencio -. ¿Podría llevarte a cenar? Con el permiso de tus amigos, si es necesario. Tal vez podamos seguir discutiendo acerca del diagnóstico final que tendrá Nam Joon después de esto.

- ¿Cómo sabes que estoy aquí con mis amigos? - no pudo evitar indagar.

- Pues, te he estado viendo - confesó él bajando la mirada y rascándose la nuca, incómodo -. No de una manera perturbadora, sólo... me has llamado la atención. - ¿Llamé su atención? Inquirió en su cabeza. ¿En qué universo es eso posible? - Así que, ¿qué dices?

La joven estuvo a punto de negarse amablemente a su proposición ya que estaba allí de vacaciones para pasar el tiempo con sus amigos, no saliendo con sus vecinos, pero en el instante en que el muchacho volvió a elevar la vista para conectar sus ojos, sintió como si su corazón estuviese a punto de salírsele del pecho. ¿Por qué debían existir personas tan atractivas en el mundo? ¿Wae? ¿Cómo esperaban que humanos simples como ella pudiesen decir que "no" a esos rostros perfectos? Cuánto desearía tener el pie de crema del que Ho Seok habló ayer para poder arrojárselo en la cara, caviló.

- Yo... - susurró, sin estar seguro de qué decir - no lo sé...

Él no se vio animado por su respuesta y terminó por ponerse de pie.

- Mian, fue rudo de mi parte preguntártelo así - se disculpó mientras guardaba las manos en sus bolsillos y fijaba sus ojos en sus zapatos -. Debí darme cuenta que dirías que no cuando me mentiste sobre tu edad, es sólo que... creí que estabas interesada en mí o algo.

Aterrada, lo vio girarse sobre sus talones y alejarse cabizbajo por el muelle en dirección a su amigo, quien seguía apoyado en el poste. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Por qué se sentía angustiada por dejarlo irse sólo así? De repente, la canción Whatever de Oasis comenzó a resonar en sus oídos. De entre la larga lista de reproducción de su teléfono, ¿por qué debía escucharse esa canción? Algunos hubiesen creído que se trataba de una coincidencia con la situación que vivía pero, por supuesto, la mente de Paris no funcionaba de la misma forma que los demás por lo que escogió tomarlo como una especie de señal sobre lo que debía hacer y, dejándose llevar por sus propios deseos, se levantó y corrió hacia el muchacho para detenerlo por la muñeca y colocarse en frente de su camino.

- Estoy interesada - soltó sin más.

Una enorme sonrisa brillante e infantil se materializó en su rostro al escucharla.

- ¿Lo estás?

- Ye - admitió, y luego sus nervios volvieron a salir a flote y lo único que fue capaz de decir fue: - Tienes lindos dientes. Debo irme. Annyeong.

Una vez le hubo devuelto su chaqueta, quiso salir corriendo lo más rápido que sus piernas le permitiesen pero oyó a su voz gritar:

- ¡Mi nombre es Min Yoon Gi!

Se detuvo en seco, alejada ya varios metros del muelle, y se giró para corresponder a su sonrisa.

- ¡Bae Paris! - Ella rió al imaginar lo estúpidos que se veían gritando a mitad de la playa. - ¡¿Qué tan genial sería que personas apareciesen de la nada y cantaran una canción estúpida como en un dorama o un musical?!

Yoon Gi soltó una carcajada que le recordó a la que había escuchado el día anterior cuando tropezó y, mientras alcanzaba a su amigo Nam Joon en la distancia, elevó una mano en alto.

- ¡Exijo que Gong Yoo haga mi papel!

- ¡Y yo a Jun Ji Hyun!

- ¡Algo alta para ti, ¿no crees?! - le dijo, y, a pesar de no estar segura, pudo jurar que estaba enarcando una ceja en su dirección.

Fingiendo estar ofendida, hizo a un lado su trenza y posó una mano a su cadera.

- ¡Este es mi dorama, puedo elegir a la actriz que me representará!

Quiso seguir caminando de regreso a la cabaña pero el joven la detuvo una segunda vez.

- ¡¿Puedo hacerte una pregunta?!

- ¡Ne, saldría con Choi Jin Hyuk! - bromeó.

- ¡¿Cuándo aceptarás tener una cita conmigo?!

Le hubiese gustado simplemente decirle que "sí" pero no confiaba en poder cumplir con su promesa si lo decía en ese momento por lo que prefirió cambiar el tema de la conversación, algo en lo que era casi una profesional.

- ¡Esta es la parte del musical donde alguien debe aparecer con una canción convincente! ¡Cuando la tengas terminada, entonces me la cantarás y te diré si acepto o no! - finalizó, y levantó una mano para despedirse y se escapó, dejando al muchacho confundido.

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