Dulce Maldad [En Librerías]

By JessRe

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«Detrás de toda belleza, se oculta el peor de los males» #1 en fantasía 16/02/17 #2 en fantas... More

Dulce Maldad en librerías 🌙
Trilogía Destinados 🌙
Sinopsis 🌙
Prólogo 🌙
Capítulo 1 🌙
Capítulo 2 🌙
Capítulo 3 🌙
Capítulo 4 🌙
Capítulo 5 🌙
Capítulo 6 🌙
Capítulo 7 🌙
Capítulo 8 🌙
Capítulo 9 🌙
Capítulo 10 🌙
Capítulo 11 🌙
Capítulo 12 🌙
Capítulo 13 🌙
Capítulo 14 🌙
Capítulo 15 🌙
Capítulo 16 🌙
Capítulo 17 🌙
Capítulo 18 🌙
Capítulo 19 🌙
Capítulo 20 🌙
Capítulo 21 🌙
Capítulo 22 🌙
Capítulo 23 🌙
Capítulo 24 🌙
Capítulo 25 🌙
Capítulo 26 🌙
Capítulo 27 🌙
Capítulo 28 🌙
Capítulo 29 🌙
Capítulo 30 🌙
Capítulo 31 🌙
Capítulo 32 🌙
Capítulo 33🌙
Capítulo 34🌙
Capítulo 35 🌙
Capítulo 36 🌙
Capítulo 37 🌙
Capítulo 39 🌙
Capítulo 40 🌙
Capítulo 41 🌙
Capítulo 42 🌙
Capítulo 43 🌙
Capítulo 44 🌙
Capítulo 45 🌙
Capítulo 46 🌙
Capítulo 47 🌙
Capítulo 48 🌙
Capítulo 49 (Final) 🌙
Agradecimientos 🌙
Secuela 🌙
Portadas 🌙

Capítulo 38 🌙

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By JessRe

Arianne

Llegamos al famoso club irlandés llamado el Infernus. Lo primero que noto es el olor. Aquí no solo hay humanos, también licántropos. Ashton me abre la puerta de la camioneta mientras Asher pone una mano en mi espalda baja. Quiero ver la cara de Julianne cuando vea que tomé prestado unos de sus espectaculares vestidos. Espero que no le importe, ella no los necesitará en la cárcel.

Hay mucha gente en la fila esperando para entrar. Dudo que logremos pasar en pocos minutos. La demanda es bastante. Los hombres que custodian la puerta nos miran de pies a cabeza con algo parecido a la reprobación. Me pego más a Asher.

—Extranjeros —Es lo primero que dicen cuando nos ve.

Les frunzo el ceño.

—¿Hay algún problema con eso? —pregunta Ashton.

El bastardo se ríe con sus ojos en mí y Asher gruñe. No quiero que se meta en ninguna pelea.

—Esperen la fila como todos —ordena el custodio —. Hay más de cien personas antes que ustedes.

Lo sabía. Ashton rebusca en su bolsillo y mis ojos se abren cuando saca varios billetes.

—Son dólares americanos —dice mi cuñado —. Doscientos para ser exactos, más de lo que vale una entrada aquí. ¿Vas a dejarnos pasar o seguirás siendo un imbécil?

Mi mandíbula cae abierta. Pienso que el neandertal le dará una paliza, pero a cambio su boca se inclina en una sonrisa de tiburón. Listo. Comprado.

—Adelante —cede mientras acepta los billetes —. Me encanta negociar.

Se hace a un lado y entramos mientras varios gritos indignados se dirigen a nosotros. El dinero compra al mundo, aunque mucha gente no lo apruebe. La música revienta mis tímpanos, y cuando salgamos de aquí, estaré sorda. El ritmo de la canción electrónica empieza a acelerar y las personas saltan mientras bailan. Es una locura.

—Buscaré a Axel —manifiesta Ashton, retirándose.

El ambiente es entretenido y suena canciones geniales. No pienso en mis entrenamientos, la loca de Julianne o lo que me espera con Abigail. Simplemente disfruto como una adolescente normal de dieciocho años.

—Axel me escuchará —espeta Asher —. Me tiene harto con su actitud de imbécil desconsiderado.

Sonrío.

—No creo que tus amenazas le importen —señalo la pista de baile.

Visualizo a su hermano con Audrey y un chico muy atractivo. Los tres comparten besos lujuriosos mientras se toquetean en un baile sensual. ¿Ashton? Fuma casualmente en una esquina sin ánimos de unirse a la diversión. Es un alma tan vieja. ¿Quién viene a un club si no es para bailar? No hay señales de Julianne.

—Espero que sea el siguiente en encontrar a su compañera —dice mi lobito —. Será la única forma de que siente cabeza.

Envuelvo los brazos alrededor de su cuello.

—Deja de preocuparte por los demás.

—Imposible. Julianne es una asesina y debemos detenerla.

Ruedo los ojos y miro nuestro entorno.

—No la veo en ningún lado. ¿Qué tal si disfrutamos un rato? Nunca vine a un lugar como este.

—¿De verdad? Hay tanto que debes conocer, bonita.

—Enséñame.

Observo como las luces de colores alumbran sus rasgos faciales y alborota las mariposas de mi estómago. Es tan hermoso. Memorizo cada detalle sin pudor y mis labios ansiosos le besan el cuello mientras sus manos bajan a mi trasero para apretarlo. Se me escapa un gemido.

—Quiero llevarte a una cama después —Su voz profunda me hace sudar —. Desnudarte y hacerte cosas muy sucias.

—¿Sí? ¿Cómo cuáles?

Sus dedos se arrastran dentro del vestido y toca mi ropa interior. Soy chocolate derretido, mis piernas débiles se abren, invitándolo a acariciarme dónde solo él sabe.

—Primero, te arrancaré este vestidito —Habla, su tono ronco y excitado —. Después besaré cada centímetro de tu cuerpo y te haré gritar mi nombre mientras te llevo a otro mundo.

Le sigo el juego, mi mano dirigiéndose dentro de su pantalón.

—¿Qué mundo?

—Uno lleno de placer, Arianne. Uno dónde no querrás a ningún otro hombre más que yo.

Se inclina hacia mí y me besa. El beso no es dulce o lento. Es ardiente, hambriento y desesperado. Mi boca se abre para darle paso a su lengua y me come con largos gemidos necesitados.

La combinación de su aroma, sus gruñidos, las luces y la oscuridad me provoca hambre. Tanta hambre. Sin despegar su boca de la mía, me lleva a un rincón dónde presiona mi espalda contra una pared, me levanta y mis piernas le rodean la cintura. El vestido corto sube a mis muslos, dándole acceso a mi ropa interior y gimoteo cuando nos frotamos para calmar la fricción.

—Dioses, Arianne... —Se queja —. No puedo soportar un minuto más sin entrar dentro de ti.

Mi risa agita mis pechos y Asher las mira sin disimulo.

—¿Qué tal si me llevas a ese mundo cómo prometiste?

Su rostro se tensa cuando traga saliva.

—Estás matándome aquí, amor.

Hundo su rostro en su cuello y callo los gemidos mientras sus manos permanecen en mis caderas. Nuestros cuerpos creando fricción y ávidos de encontrar la liberación. Inserta su dedo en mi ropa interior y encuentra mi clítoris.

No puedo más.

Me muerdo los puños y mis ojos revolotean hacia la pista de baile dónde la veo. La mirada marrón de Julianne se encuentra con la mía y me quedo paralizada. Hay celos, frustración y rabia en su rostro. Por un momento pienso que va a darse media vuelta e ignorar lo que hacemos Asher y yo, pero su siguiente movimiento no lo predije.

—Ella está aquí —Le digo a Asher —. Ahí viene.

—Mierda...

Es rápida cuando me aparta violentamente de Asher y me ataca.

Genial.

Sabía que esta loca arruinaría mi noche.

—¿Cómo te atreves a usar mi vestido? —grita.

Un segundo estoy en sus brazos y al siguiente con Julianne sobre mí.

Estoy furiosa. Dejo salir cada ira reprimida y es mi turno de atacar con todas mis fuerzas. Jamás imaginé que ella reaccionaría de esta forma, pero se ha delatado solita. Está volviéndose loca viendo a Asher junto a mí. Ignoro los gritos de las personas en el club y golpeo a Julianne. Un círculo se ha formado a nuestro alrededor y la música suena a todo volumen aumentando mi adrenalina. Estoy a horcajadas sobre ella, gruñéndole como una salvaje.

Mi mano se cierra en puño y le doy un fuerte puñetazo en el rostro. Julianne me gruñe furiosamente e intenta atacarme, pero no es rival para mí. Grita cuando mis manos empiezan a quemarla. Llamas arden en mis palmas. Hace un pobre intento de darme una bofetada, pero me muevo con facilidad dejándola en el suelo con mi pie sobre la base de su garganta.

Una presión más y estará muerta. La aplastaré como una cucaracha.

—Detente, Arianne —suplica Asher, preocupado —. Se ha terminado.

Julianne chilla debajo de mí.

—Maldita zorra.

Trato de atacarla nuevamente, pero los fuertes brazos de Asher se tensan alrededor de mi estómago. Lucho para salir de su agarre, golpeando mi cuerpo hacia atrás y adelante, pero es inútil. Es demasiado fuerte.

—Tú eres mejor que esto —susurra en mi oído y dejo de luchar —. Cálmate.

Noto cientos de ojos sobre mí y la vergüenza no tarda en venir. Me rebajé a pelear como una perdedora igual que ella. ¿Qué me pasa? Quiero que la tierra se abra y me trague entera.

—Lo siento por eso —Me disculpo, ignorando las miradas curiosas.

Axel y Ashton ayudan a Julianne a ponerse de pie que no para de lloriquear. Su labio está partido y un rasguño cubre la mitad de su mejilla. Dioses, es horrible. Quedó mucho peor que yo.

—¿Te crees superior? —chilla —. Juro que te mataré, estúpida. Esto no se quedará así.

—¿Te has escuchado, Julianne? —espeta Asher —. Suenas como una psicópata.

No digo nada esta vez y me aferro a mi lobito. Asher está molesto y dolido. Defendió muchas veces a Julianne hasta por encima de mí, pero ella lo único que ha hecho fue decepcionarlo. Nunca fue su amiga.

Los hombres de seguridad se acercan y nos ordenan que salgamos del club. No protestamos y nos dirigimos hacia un callejón oscuro. Julianne se queja de que acabo de arruinar su ropa cara y cabello. ¿Está hablando en serio? Fue ella quién me provocó.

—¿Dónde está Audrey? —pregunta Asher, mirando a Axel cuando nos detenemos en un callejón.

Axel se encoge de hombros.

—No lo sé —responde su hermano —. Ella simplemente desapareció cuando vio a Ashton.

De acuerdo, no me gusta cómo suena eso. Estoy empezando a desconfiar de Audrey al igual que Ashton. Asher posa sus ojos en Julianne y pregunta entre dientes:

—¿Era necesario armar ese espectáculo tan patético?

Julianne no se inmuta por su tono brusco.

—Sé lo que está haciendo —responde —. Ella quiere echarme en cara que es feliz a tu lado.

Otra vez la misma mierda.

—Asher y yo estamos juntos. ¿No puedes aceptar eso? —musito en un tono dulce e inocente que la irrita más —. Cuando amas a una persona quieres verlo feliz a pesar de todo. No importa con quién.

El odio contorsiona su rostro.

—Disfrútalo, porque dudo mucho que duren —escupe con veneno —. Yo me encargaré de ello.

La sonrisa viene a mis labios porque esto es muy entretenido. Me encanta presionarla, me encanta cómo cae a mi trampa sin que haga mucho esfuerzo. La asesina está en mis manos.

—¿Y qué harás, Julianne? —cuestiona Asher —. ¿Matarla como lo hiciste con las demás?

Julianne está a punto de llorar y presiona una mano sobre su pecho como si doliera.

—Odio que me trates así desde que ella apareció —solloza —. Odio que desconfíes de mí.

Asher niega.

—He leído tu diario.

La rubia se pone blanca.

—¿Qué?

—Escribiste los nombres de todas las chicas con quién salí —continúa Asher —. Y Arianne está incluida entre ellas.

Julianne me lanza una mirada de pánico.

—¿Pueden detenerse un momento? —espeta Axel, sonando molesto —. Vámonos de aquí, algo raro...

Las palabras mueren en su boca cuando cuatro hombres nos acorralan en el callejón oscuro. Asher no pierde tiempo, y me posiciona detrás de su espalda, gruñendo.

—Vaya, vaya —dice uno de los hombres y me mira —. Ha sido tan fácil atraparlos.

Un extraño mal estar invade mi estómago y quiero moverme, pero no puedo. Estoy paralizada debido al mal presentimiento. Ellos desean algo y presiento que es a mí.

—Retrocedan si valoran sus vidas —advierte Asher —. Aquí no hay nada que les interese.

Mi piel se eriza cuando los ojos de los maleantes se posan en mí y trago saliva. Sospechas confirmadas:

Me quieren a mí.

—Te equivocas, chico —Habla el hombre mirándome —. Hay una recompensa a cambio de entregar a la druida.

Mi voz es temblorosa cuando pregunto:

—¿Recompensa?

—Cada licántropo en Irlanda está cazándote, la recompensa es muy alta —masculla —. Ven con nosotros y te prometo que nadie saldrá herido.

Asher pierde el control.

Veo sus potentes patas, sus gruñidos, su pelaje negro y su energía. En menos de un segundo ha cambiado de forma.

Ashton también.

Ambos hermanos lucen feroces e iguales en su forma de lobo. Pero a diferencia de Asher, los ojos de Ashton son azules cuando me mira.

Él también quiere protegerme.

Asher se abalanza sobre las amenazas, gruñendo agresivo y con los colmillos relucientes. Axel también cambia de forma y la batalla real entre licántropos empieza. Julianne está encorvada cerca de una pared con los ojos en shock.

Necesito hacer algo.

Debo hacer algo.

La furia y el terror me están dando fuerzas y la adrenalina fluye. En mis manos se forman pequeñas bolas de fuego y lo lanzo hacia el imbécil que ataca a Asher. Un aullido de dolor me hace saber que di en el punto donde yo quería.

«Bien, bonita, bien».

Oigo la voz de mi compañero en mis pensamientos y sonrío orgullosa. La desesperación siempre ha sido mi mejor motivación. En ese momento nadie se acerca a mí cuando ven lo que puedo hacer. Los colmillos de Asher se clavan en el costado de su rival y el lobo aúlla. Julianne cambia de forma sorprendiéndome y una punzada de envidia me invade. Ella lo hace con facilidad y ayuda a los Karlsson.

Es hermosa en su forma lobuna. Su pelaje es marrón claro como el de Axel. A diferencia de los machos, ella es un poco más pequeña. Los Karlsson la superan en tamaño, pero Julianne no se ve débil peleando. Todo lo contrario: fuerte y difícil de vencer.

El fuego fluye en mis manos y se me ocurre una idea. Miro al suelo y formo un círculo de fuego a mi alrededor a modo de protección. Nadie pondrá atacarme. Estoy tan orgullosa de mí misma. Puedo controlar mis poderes.

«Puedo hacerlo».

Por el rabillo del ojo veo a Asher luchar, gruñendo rabioso, desesperado y atroz. Tengo que admitir que da miedo, pero no todo es color de rosa. Más hombres aparecen en el callejón y sostienen arman que lucen letales.

Armas con balas de plata.

Mierda.

Levanto mis manos con las llamas ardiendo y los ojos de los hombres se abren desmesuradamente. La pelea se detiene y los Karlsson al igual que Julianne mantienen a sus enemigos en el suelo.

—Les daré una oportunidad para huir —Mi voz suena alta y sin miedo —. Si se van ahora mismo, olvidaré que me han atacado y no morirán achicharrados. ¿Qué dicen?

—No negociamos con brujas —dice uno de ellos y ruedo los ojos con fastidio.

¡Odio que me llamen bruja! Me recuerda a Abigail. Yo no soy ni de cerca como ella.

—Druida —Le corrijo irritada —. La palabra correcta es druida.

El hombre que apunta su arma hacia mí se mantiene imperturbable. Él es un licántropo como todos, pero no cambiará de forma. Su mejor defensa es el rifle que sostiene.

—Escucha, druida —masculla con sarcasmo —. Si quieres salvar a tus amiguitos, obedece como una buena perra y ven con nosotros.

Asher gruñe ante el insulto.

—Cuida tu lenguaje si quieres vivir, patán. Soy capaz de quebrar tus huesos.

Mira a sus amigos y suelta una carcajada.

—¿Quebrar mis huesos? —bufa —. Las perras como tú lamen mis bolas a menudo.

Mis pensamientos son violentos, llenos de sangre y muerte. El hombre sostiene su cabeza y su arma vuela lejos de su agarre. Oigo a sus huesos crujir y sus amigos retroceden como si yo fuera un demonio. Me mantengo en mi lugar, más quieta que una estatua. Sé que mis ojos cambiaron a negro porque están a punto de mearse en los pantalones.

—¿Quién quiere ser el siguiente? —sonrío como un querubín adorable y los gritos del hombre se detienen.

Silencio.

—Nadie morirá hoy si me dicen el nombre de la persona que ha puesto la recompensa —Miro a un rubio de ojos azules —. ¿Quieres hacer los honores, querido?

Él traga saliva.

—No sabemos su nombre, pero puedo decirte que no es irlandés. La recompensa proviene de Estados Unidos.

Aulus o Abigail.

—Bien —digo con calma —. Ahora retrocedan lentamente y olviden que me han visto aquí. Dejen sus armas en el suelo.

Obedecen mientras los Karlsson liberan a sus contrincantes.

—No recibimos órdenes de bruja —insiste uno.

—Oh, Dios... —Me quejo, mirándolo —. ¿Eres imbécil?

Y como si fuera un estúpido suicida, intenta abalanzarse sobre mí, pero Asher se interpone. El tipo lo apunta con su arma y mi mundo se detiene. La descarga eléctrica que sale del cañón lanza lejos al amor de mi vida y su cuerpo impacta contra la pared de ladrillos. Puedo sentir su dolor y me deja sin aliento. Es cruel, violento y despiadado. Cuando el hombre pretende dispararle nuevamente, la persona que menos espero salva a Asher.

Julianne.

Pero esta vez no es herida por descargas eléctricas. Si no con balas de plata.

—¡Vámonos! —grita uno de los hombres. Aprovechan mi conmoción para cambiar de forma y huir del callejón como unos cobardes.

Salgo de mi circulo formado por fuego y de inmediato ayudo a Asher. Sus hermanos hacen lo mismo, manteniéndose en sus formas. Sé que, si intentan cambiar, quedarán desnudos.

—¿Asher? —balbuceo angustiada y toco su pelaje negro —. ¿Estás bien, lobito? ¡Dime que sí!

Él acaricia mi mano con un hocico y habla en mi mente:

«Julianne está herida».

Observo a la rubia y mi pecho duele al verla inmóvil en el suelo. Un charco de sangre se forma a su alrededor y jadea debido al dolor.

—Oh, Dioses... 

🌙

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Pueden encontrar una versión mejorada y capítulos inéditos de Dulce Maldad en librerías. Más información en: www.planetadelibros.com.ar

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