Capítulo 29 🌙

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Arianne

Asher me ayudó a desempacar las maletas cuando nos guiaron a nuestra habitación. Ahora está duchándose y no ha vuelto pronunciar palabra. La habitación es enorme, pero tiene una decoración sencilla. Cortinas blancas cubren las ventanas, una cama suficiente para dos personas, relojes y cuadros antiguos adornan las paredes.

Abro las ventanas y miro las calles de Baggot. La lluvia no se ha detenido y crea un hermoso escenario que me hace sonreír. Una canción irlandesa retumba en la casa vecina. De pronto, tengo la necesidad de bailar bajo el aguacero y perderme en la buena música. Estar lejos de todo lo conocido se siente asombroso. Quiero ver lugares exóticos, saborear el aire diferente y no recordar nada de lo que he vivido. Quiero olvidar un momento que soy Arianne Laroux.

Espero tener un poco de tiempo para conocer a una ciudad tan preciosa como Dublín.

—¿Arianne? —Escucho la voz de Asher desde el baño —. ¿Puedes pasarme una toalla?

Frunzo el ceño.

—Sí —digo —. Ya voy.

¿Quién olvida llevar lo más importante a la ducha? Rodando los ojos, empiezo a rebuscar entre los cajones y encuentro una toalla azul. Lo inhalo como una boba antes de dirigirme al baño. Huele a Asher, mi aroma favorito.

—¿Asher? —Toco la puerta.

Cuando se abre, mi boca cae al suelo por la vista explícita. Mi pecho se siente apretado y mi aliento sale en bocanadas de aire. Asher está desnudo como si fuera lo más normal del mundo. Las gotas de agua se deslizan de su cabello y su piel húmeda. Se ríe entre dientes mientras evito mirar más abajo. Mis mejillas arden por el exceso de rubor. Mi reacción no se debe solo a la timidez, también es excitación en todo su esplendor. Si estaba ansiosa por nuestros besos compartidos en el jet, ahora me encuentro peor.

—Ari —Me da una sonrisa torcida—. ¿Tienes calor? Estás roja.

Me río con nerviosismo.

—Uff, sí. ¿Has visto el clima? Hace calor.

Chasquea la lengua.

—Está lloviendo.

Mierda. Que alguien me dé puñetazo en la cara lo antes posible. No puedo dejar de mirarlo boquiabierta y el ego de Asher aumenta cada segundo. ¡Idiota!

—¿De verdad? No me di cuenta —Le aviento la toalla en el pecho que se desploma al piso.

Se pellizca el puente de la nariz con una risa.

—No tan rápido, bonita.

Intento irme, pero sus brazos se envuelven alrededor de mi cintura y chillo removiéndome entre risas mientras me arrastra al interior del baño. Oh, no. Él no hará eso.

—¡Suéltame en este mismo instante!

—Nop —Se burla —. Ahorraremos agua.

Mis gritos se intensifican cuando me conduce bajo el chorro de agua fría. ¡Voy a matarlo! Estoy empapada de pies a cabeza, indignada con él mientras me pone de espaldas y me desnuda con sus ágiles dedos.

—Relájate.

Mis dientes castañean.

—Dame agua caliente.

Lleva la mano al grifo y la temperatura del agua cambia, pero provoca un efecto estremecedor en mi cuerpo. Siento a Asher en todas partes, su aliento, su tacto, la forma en que su pecho sube y baja, la intensidad de sus ojos avellanas. Me encuentro flotando mientras me rindo a las sensaciones. El aroma a cítricos y menta llena mi nariz. Agacho la cabeza, pero su dedo en mi mentón me obliga a mirarlo.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora