Capítulo 3 🌙

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Arianne

Ordeno cada cosa en su lugar cuando me calmo. Si estallo podría delatarme a mi madre y debo ser discreta si quiero salir de aquí. Mi cabeza apenas procesa la información que leí en esa carta. ¿Lo peor? Hay varias más. Son muchos hechos que desconozco y me siento una ignorante en un mundo tan cruel.

¿Cómo podría estar lista para enfrentarlo si mi propia madre no me dio las herramientas indispensables?

Estoy asustada en estos momentos, pero soy imparable. Nadie va a impedir que luche mis batallas. Ni siquiera mi madre si decide convertirse en una aliada. Me pondré una armadura y demostraré que me ha subestimado.

Sí puedo aceptar los retos que me ofrece la vida.

No le temo al mundo.

Ya no soy una chica asustada.

Preparo una pequeña maleta con lo necesario para el viaje. También decido tomar un poco del dinero que encontré en el sótano. Me ayudará a sobrevivir los siguientes días hasta que encuentre un trabajo y me establezca en New Hope.

No planeo quedarme ahí por mucho tiempo. Iré a investigar y no regresaré con las manos vacías. Alguien debe darme una respuesta. Si mamá desea quedarse en este bosque mientras los recuerdos la atormentan día y noche, respetaré su decisión.

Yo encontraré al monstruo que arruinó nuestras vidas.

Haré justicia.

Llegaré a New Hope en casi veinticuatro horas y quiero estar preparada. Alzo mi maleta sin hacer mucho ruido, tampoco verifico a mi madre por miedo a echarme atrás. Una despedida hará más difícil la situación. Me iré lo antes posible.

La alfombra silencia mis pasos mientras salgo y llego hasta el viejo auto estacionado cerca del porche. La brisa es fría y el suelo está embarrado por la llovizna. Las botas, la chaqueta de cuero y el jeans oscuro me mantienen más cálida.

Le doy un vistazo a la casa con un dolor físico insoportable. Mi pecho duele como si alguien lo hubiera pisoteado, pero encuentro las fuerzas para apartar los ojos y entrar al auto.

—Hasta pronto, mamá —susurro.

Me pongo el cinturón de seguridad, el motor del auto ruge a la vida cuando arranca y en ese instante la puerta de la cabaña se abre de golpe. A través del espejo retrovisor veo a mamá acercarse precipitadamente. Viste una bata blanca y hay lágrimas en sus ojos. Su cabello castaño está alborotado por el viento mientras corre directo a mi dirección.

—¡¡Arianne!! —exclama. Su grito es desgarrador —. ¡¡Arianne!!

Siento un abrumador afecto que me quita el aliento al oír su voz. Me gustaría que hubiera una manera de hacer que sea más fácil para ambas, pero no hay otra alternativa. Necesito avanzar.

Sola.

—¡Vuelve aquí! —implora —. ¡Vuelve aquí y hablemos! ¡Arianne!

Me rompe el corazón esa mirada en su rostro. Percibo la vergüenza y la culpa. La ira y el dolor. Es casi como mirarse en un espejo. ¿Cuántas veces he visto esa misma mirada en mis ojos? Me dan ganas de llorar y abrazarla. En cambio, me trago el sufrimiento y piso el acelerador.

—Lo siento, mamá.

Entonces abandono la cabaña mientras sus gritos de dolor me persiguen el resto del camino.

🌙

Apenas puedo respirar, jamás imaginé que me dolería tanto alejarme de mamá. Limpio la humedad en el borde de mis ojos mientras conduzco. Antes no tenía el valor suficiente de averiguar lo que oculta ese pueblo por mí misma. Era una niña que necesitaba el permiso de su madre para cualquier acción. Hoy soy una mujer adulta, muy capaz de hacer sus propias elecciones. ¿Y qué si me equivoco? Me queda el consuelo de que esta vez sí pude elegir. Nunca aprenderé si no lo intento por mi cuenta.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora