Haylin: A través de tu piel |...

By YustinR24

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Saga Haylin #1 Basada en el video "Dangerously" de Charlie Puth. Haylin Cooper es una mujer temerosa e ins... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21/ Parte 1
Capítulo 21/ Parte 2
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Noticias
Booktrailer
PUBLICACIÓN EN FÍSICO

Capítulo 2

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By YustinR24

Haylin

Me levanto con un fuerte dolor de cabeza. Aclaro mi vista. En la mesita de noche hay una nota escrita a mano: es de Nata.

Salí al súper, como te lo dije ayer. Gracias por hacerme compañía con la pizza. Eres una muy buena amiga. Y para que veas que te estoy completamente agradecida, recogí el desorden que habíamos hecho ayer. Bs.

¡Te quiero mi psico favorita!

Atte. Tu adorable amiga Nata.

Sonrío.

Frunzo el ceño y me pregunto qué hora es. Tomo el móvil que está en la mesita y observo la hora. ¡Mierda! Son las ocho menos cuarto. A las nueve tengo que estar en el consultorio. Me levanto como un tornado y corro directa hacia al armario. Lo abro y saco una falda plisada en negro. La de ayer era gris. Los colores que utilizo normalmente no suelen ser muy vivos, cavilo vagamente. Saco una blusa de manga larga en blanco. Siempre llevo una de estas, pienso con amargura. Tendré que ampliar mi guardarropa, me apunto mentalmente. Saco un sostén negro y unas bragas del mismo color. Me quito el pijama beige mientras pego pequeños saltos directa al baño.

Abro el grifo y dejo que el agua caliente caiga y calme el dolor de cabeza que siento. Cuando estoy lista, observo mi imagen con detenimiento en el pequeño espejo de cuarto de baño: piel morena, ojos de un profundo azul marino, cabello rubio oscuro -el cual me llega hasta la mitad de la espalda- y una cara redonda y delicada. "Eres endemoniadamente bella, Hayl" me dice constantemente Nata. Mis pechos son de un tamaño normal, ni muy grandes ni muy pequeños.

Salgo apresurada del baño y plancho mi cabello. Mientras lo hago, el recuerdo de la tarde de ayer me golpea con todo su poder en el rostro. ¡Qué pena! Pienso. ¿Cómo fui tan estúpida? Tendré que averiguar el apartamento del edificio en donde vive y pedirle una disculpa. Se la debo. "¡Mentirosa! También quieres volver a verlo, no lo niegues" grita mi subconsciente. Ignoro lo que dice. "No, es sólo por lo primero" me convenzo. O eso creo. Ya no estoy segura. Tal vez quiera verlo, sólo un poquito.

Termino de planchar mi cabello y busco unos zapatos de tacón pequeño en negro. No me gusta usarlos muy altos. Me los calzo y unos fuertes gritos captan mi atención. ¿Qué sucede? Se escuchan cerca. No le presto importancia. He de ir trabajar. Tomo mi bolso y salgo de la habitación. Camino por el vestíbulo y el sonido de vidrios quebrándose me sobresalta y me detiene. Escucho claramente un grito y reconozco la voz de a quién pertenece: el chico de ayer.

-¡Vete a la mierda Jennifer! ¡Sal del departamento ahora mismo y no vuelvas a poner un puto pie aquí nunca más en tu puta vida! ¡¿Te quedó claro?!

¿Es su novia? Me pregunto vagamente. Ella no contesta. Escucho la puerta cerrarse de golpe y el sonido de unos tacones dirigirse hacia mí. Ella se detiene y le dice algo antes de seguir caminando. Estoy totalmente segura que ha sido una especie de insulto.

-Espero que nos veamos el próximo sábado en la fiesta de compromiso Keri, o, mejor dicho, espero verte yo por allá. Porque tú ni imaginarlo, ¿cierto? -La risa que sale de su garganta es puro veneno.

Sigo caminando disimuladamente y escucho sus pasos detrás de mí. Le veo pasar con elegancia junto a mí y de soslayo, me observa. Es una mirada breve. Poco después, sigue marchando con aires de suficiencia. Lo que logro ver en ella me deja perpleja. Ojos verdes, labios de un carmín rojo, cabello rubio claro-el cual le llega hasta los hombros-, caderas estrechas y tez blanca como la nieve. Va vestida con una blusa sin mangas en color púrpura y unos jeans azules de corte alto, con unos zapatos de tacón alto del mismo color. Es hermosa físicamente, pero... lo que acabo escuchar salir de sus labios me hace pensar que por dentro es una mierda ¿Cómo se atreve a herirle de esa manera? Hija de... Suspiro. He de irme a cumplir con mis obligaciones. No me incumbe en lo absoluto esta situación.

Sigo mi curso, pero me detengo. La curiosidad me atrae. Tengo que verle, saber si se encuentra bien. ¡Mierda! ¿Y qué hago con las citas del trabajo? Ya sé, llamaré a Gina para que cancele todas. Le diré que mi ausencia es por asuntos personales. De por sí es sábado y no son demasiadas. Sólo son citas de rutina, que tienen que ver con aptitudes para un trabajo. No creo que me afecte faltar hoy. Y las ganas de disculparme con él son muchas también. No me siento bien conmigo misma.

Doy media vuelta y me sorprendo al verle salir. Le escruto. Ha llorado. Lo veo en sus ojos. Va guapísimo. No te desvíes Hayl... Ese pijama gris le resaltan un más que aceptable culo. ¡Haylin! Me reprendo. No seas pervertida. No es el momento. Cálmate. Además... lleva una camiseta que deja entrever que se esfuerza mucho por mantener el físico. Brazos delgados, pero musculados. Y un abdomen de muerte, plano, que deja cualquier cosa a la imaginación. Está para comérselo. "Haylin..." me advierte mi subconsciente nuevamente. "No es el momento..." Apenas si le has visto y ya pareces una adolescente hormonal. "Ok, ya" le digo para que no se lo tome a mal.

Saco el móvil y le marco a Gina. Ella contesta al segundo tono.

-Consultorio de la doctora Cooper, ¿en qué puedo ayudarle? -responde formal.

-Hola Gina, soy Haylin. Te llamaba para que cancelaras las citas que tengo hoy-murmuro-, ha surgido un problema y no podré llegar a tiempo, ¿de acuerdo?

-Claro doctora, enseguida.

-Muchas gracias Gina, eres muy amable.

-Ok. -Dice rápidamente y cuelga.

Frunzo el ceño. ¡Qué difícil poder entablar una conversación jovial con esta chica!

De pronto, algo capta mi atención. Bajo la mirada a sus manos y le observo: tiene los nudillos ensangrentados. Recuerdo los vidrios que escuché romperse. Miro sorprendida a aquel hombre. Ahora entiendo el porqué reaccionó de esa manera el día de ayer. Trata de defenderse. Intenta demostrar que nada le afecta, cuando en realidad no es así. Parece que esa mala mujer ha sido el detonante de toda su furia. En sus ojos logro vislumbrar el dolor. ¡Maldita! ¿Qué le habrá hecho?

Lo sigo con la mirada y noto que camina hacia el lado contrario de donde estoy. Se dirige hacia las escaleras. Frunzo el ceño. ¿A dónde querrá ir? Repaso mentalmente cualquier posible lugar remoto al que pueda ir y mi corazón se detiene de golpe. Al único lugar que puede ir si sube es a la azotea. No querrá hacer lo que estoy pensando, ¿o sí? Lo iré a comprobar y le detendré si es necesario.

***

Kerian

Subo las escaleras, una por una. El bastón, mi fiel compañero, me va indicando el camino. Mi mente ya no razona. Está totalmente nublada por el dolor y la humillación. Ya no siento dolor físico. No me importa haber golpeado aquel espejo. Ahora el dolor emocional me gana. Mi autoestima está por los suelos. Jennifer escupió con arrogancia sus planes sobre mi cara. Después de tanto tiempo... Regresó para destruir el muro que había construido durante tanto tiempo. Pisoteó nuevamente mi corazón. Se va a casar... Y sólo por dinero. ¡El maldito dinero! Dijo que había abandonado a Gary por un tipo con mucha más fortuna. Un importante empresario de Brooklyn, no me dijo su nombre. ¿Por qué mierdas regresó después de tanto tiempo? ¿Sólo para esto? ¿Humillarme?

Me dijo que lo mismo sucedió conmigo. Escupió que se había aburrido de mí por ser tan soso, serio, cursi y aburrido. Que ni siquiera el dinero de mi familia valía para quedarse conmigo, que no valía la pena. Todo se comenzó a derrumbar dentro de mí desde el momento en que murmuró con maldad:

-Ahora mírate: ciego, inútil y fracasado. Dime, ¿quién en este mundo se fijaría en alguien como tú? Nadie, sencillamente nadie...

Toco con el bastón la puerta de la azotea. Ya he llegado a mi destino. Tomo el pomo y abro la puerta. El denso aire de Manhattan da de lleno en mi rostro. Es agradable, pero no borran lo que quiero hacer. Pienso y ya no hay duda, lo haré. Perdón Fabi, pero ya no puedo más. Lo siento papá, lo siento mamá. Les suplico que me perdonen por ser tan cobarde. Esto ya me supera, sencillamente no logro concebir seguir viviendo. Camino despacio, buscando no tropezar con nada. Recorro ese largo trayecto hasta el final de la azotea. Ya lo siento cerca. Mi bastón colisiona con una superficie dura; allí está, el final del camino. Ese muro que separa mi vida de la muerte. Sólo he de cruzarlo y poner punto y final a todo. Escucho un portazo. No le presto atención.

Dejo a un lado mi bastón. Subo la rodilla izquierda al muro. Apoyo mis manos sobre él, inseguro. El corazón comienza a martillar con rudeza mi pecho. Respiro con dificultad; estoy nervioso. Subo con lentitud la otra rodilla. Al hacerlo, intento ponerme en pie, pero mi cuerpo se niega, temblando un poco. Listo, es ahora o nunca, me digo. Antes de impulsarme, algo, o mejor dicho alguien, me detiene. Toma con fuerza mi brazo y lo aprieta. Por extraño que parezca, el calor me invade al sentir aquel desconocido toque. Con cautela, una delicada voz susurra:

-Por favor, no lo hagas...

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