Prólogo

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Manhattan, New York, año 2014

El tránsito fluía lento esa tarde. El reloj marcaba la una. Kerian respiraba con hastío. Estaba estancado en una enorme fila de automóviles. Los conductores protestaban constantemente con el claxon de sus vehículos. El ruido era algo fastidioso. Sus dedos tarareabancon insistencia sobre el volante. Escuchaba la radio; no se oía nada interesante. Cambió deestación; Sia apareció con su singular y aguda voz. La escuchó detenidamente. La melodíaque cantaba lo calmaban un poco. Trataba de no perder la paciencia. Los nervios comenzaban a carcomerlo. Ese día daría el mayor paso de su vida; a las seis de la tarde le propondría matrimonio a su novia, Jennifer.

Una semana. Ese era el tiempo que le había llevado organizar todo. Se encargó debuscar el momento y el lugar adecuado. Lo había preparado todo con mucha cautela. Cuidócada detalle. Ella no sospechaba nada.

De su traje gris, sacó un pequeño objeto. Lo miró detenidamente. Esa cajita cambiaríapor completo su vida. Era roja y aterciopelada, relucía con inocencia sobre su palma. Sonrió para sí mimo. No cabía duda de que su hermana era toda una experta en cuanto a joyería serefería. Ya había visto el anillo y estaba totalmente seguro de que a Jennifer le fascinaría.

Fabiola era la única que sabía de su plan. Sus padres no tenían idea de aquello. Su hermana se había encargado de escoger la sortija adecuada para la ocasión; y se lo agradecía infinitamente. Abrió la pequeña caja y observó aquel precioso anillo. Este era una pieza maravillosa, exquisita; de aro plateado, acompañada por un reluciente diamante dorado. Aquel objeto representaba muchas cosas para él: amor, compromiso, confianza y lealtad. En ella, él lo había encontrado todo. Estaba seguro de que Jennifer era la mujer indicada.

***

Eran las seis de la tarde; la hora había llegado. El sol comenzaba a ocultarse en lo más lejano del Río Hudson. Kerian se encontraba nervioso. Caminaba impaciente de un lado aotro. Esperaba con ansia a Jennifer. Hacía quince minutos que le había enviado un mensaje. Y hacía diez minutos. Y hacía cinco también. Esperaba que ella no se molestara por tantainsistencia. En todos le recordaba el lugar donde la había citado y en cada uno se despedía con la misma frase: "Te amo".

Revisó su WhatsApp también. Ningún mensaje. Su cabeza comenzó a trajinar milesde posibles razones por las que se estaba tardando demasiado: se enteró del plan y la invadió por completo el pánico, se atascó en una presa o, sencillamente lo olvidó. Se inclinaba máspor lo segundo. Le parecía más razonable. No quería comenzar a meterse ideas absurdas en la cabeza.

Pasó media hora. Una. Dos. Nada. El cielo oscureció. Apenas si probó la lasaña que había preparado su hermana. Se veía exquisita, pero no le apetecía en ese momento. Sentado en una de las sillas, comenzó a beber con desánimo de la botella del vino tinto que había comprado. El líquido le aliviaba momentáneamente el nudo en la garganta. Era agradable. Comenzó a sentir calor. Desabrochó un par de botones de su camisa blanca. Apagó las velas que adornaban de manera estratégica el centro de la mesa. Se sentía agobiado. Intentaba llamar a Jennifer y esta no contestaba. Estaba enfadado y confundido a la vez. ¿Por qué no llegaba? Y, sobre todo, ¿por qué no le cogía el teléfono? ¿Le habría pasado algo? La incertidumbre lo estaba matando. Ya eran casi pasadas las nueve de la noche. Una fugaz idea cruzó su mente. Le marcaría a su mejor amiga; Johanna. Al sexto timbrazo, esta contestó.

-Sí. Hola...-habló fuerte, casi gritando.

De fondo se escuchaba música. Era electrónica. "De ninguna manera Jennifer podría estar allí, a ella no le gusta ese tipo de música" pensó.

-¿Jenny está allí? -Indagó directo; sin rodeos.

-Hola Kerian, ¿eres tú? -dijo mientras elevaba aún más el tono de su voz. ¿A caso él no sabía lo que ocurría? Sonrió maliciosamente.

-Sí, no conozco a otro -respondió secamente-. ¿Y bien? -continuó-. ¿Está contigo ella sí o no?

No quería ser brusco, pero el fastidio y la desesperación estaban comenzando a ganarle terreno. Estaba harto de no recibir ninguna respuesta.

-Eh... sí... pero...-fingió nerviosismo. ¿Le contaba la verdad? Sería más que agradable escuchar su reacción.

-¿Pero...? -Le alentó a proseguir él.

Johanna inspiró profundamente y respondió sin miramientos:

-Mira Kerian, seré breve, no estamos en New York. Anoche tomamos un vuelo a Los Ángeles. Estamos en California, específicamente en Tomorrowland... Espera, ¿tú no lo...?

-¡¿Qué?! -No la dejó terminar. Sus ojos se abrieron como platos y su mandíbula se desencajó. "No podía ser cierto" pensaba. "Ella jamás le dejaría plantado". Ayer le había prometido que no faltaría a la cita. ¿Cómo era posible? ¿Qué la motivó hacerlo?

-Sí Kerian. Jenny, yo y Gary, habíamos quedado en...

-¿Gary está allí? -Le volvió a interrumpir. "Ese hijo de puta" pensó. ¿Por qué no le había comentado nada? ¿Acaso no era su mejor amigo? Y, ¿qué rayos hacía él allá? Él aborrecía ese tipo de música. A Gary le encantaba más el rock. No lograba imaginar el porqué.

-Kerian, ella y Gary llevan saliendo desde hace una semana, es normal que él esté con ella y...

Colgó.

***

Eran pasadas las doce de la noche. Kerian manejaba su Audi con vertiginosa lentitud. Las autopistas de Manhattan, por extraño que parezca, estaban casi desiertas. A excepción de algunos vagabundos, borrachos, amigos que se divertían en los clubes y alguna que otra pareja manoseándose sin pudor en las esquinas.

No tenía destino al qué llegar. Nada ni nadie lo esperaba. Ni siquiera podía llorar. Estaba tan vacío. Ya no le quedaban lágrimas por derramar. Se miró al espejo retrovisor: unas bolsas pronunciadas surcaban debajo de sus ojos. Estos estaban rojos e hinchados. El color ámbar había desaparecido de ellos. Ahora sólo dibujaban una profunda y amarga desolación. Pasaron varios minutos y su móvil vibró; era un mensaje. Lo miró por varios segundos tratando de leer lo que ponía.

Fabi:

¿Qué tal fue la cena? ¿Aceptó? Estoy desesperada por saber. Tómate el tiempo que quieras (que no sea mucho), pero me cuentas. Llámame cuando puedas, ¿ok? Bs.

La efusividad de su hermana le sacaron una sonrisa. Era tan común en ella. Tardó varios segundos pensando si responderle o no. Al final desistió y no le respondió. "Lo siento" se disculpó mentalmente con su hermana. No quería hablar con nadie ahora. Se metió el móvil al bolsillo de su pantalón. Fijó su vista nuevamente en la carretera. El sonido de su móvil lo sobresaltó.

-¡Mierda!

Lo sacó velozmente y observó que le había llegado un mensaje de WhatsApp; era de Jennifer. Su corazón se desbocó y comenzó a palpitar con ímpetu sobre su pecho. Aparcó el coche y lo detuvo a un lado de la carretera. Rápidamente abrió el mensaje, quizá con la esperanza de que negara lo que su amiga le había dicho. Frunció el ceño al ver que era una imagen. La seleccionó y la imagen comenzó a descargarse con aguda lentitud. Instantes después, allí estaba la imagen, totalmente nítida. Su corazón terminó de romperse en mil pedazos al observar lo que aquella imagen le afirmaba con toda claridad. Era verdad. Ellos dos estaban juntos. En California. De fiesta. Bailando felices. Se besaban y sonreían mientras sujetaban un par de bebidas en sus manos. Él la sujetaba de la cadera. Una lágrima se le escapó. La furia lo volvió a atrapar.

Cerró con fuerzas sus ojos. Respiró profundo una y otra vez, queriendo apaciguar su enojo. Los abrió de inmediato. Algo captó su atención; el sonido de una bocina que pitaba incesantemente. Miró a su izquierda. Y ahí lo vio. Un camión se dirigía hacia él a toda velocidad. Avanzaba descontroladamente. Pisó el acelerador e intentó avanzar. Sin embargo, una luz lo cegó y fue demasiado tarde. El camión estaba a tan sólo unos centímetros del auto. Un ruido aparatoso lo golpeó. Su coche rodó sobre el asfalto en varias ocasiones. El dolor lo comenzó a oprimir. Sus ojos se cerraron de golpe y la oscuridad se cernió sobre su cuerpo. Fue presa de un profundo, convulso e inquieto sueño. A partir de ese momento, su vida ya no volvería a ser la misma.

Haylin: A través de tu piel |PARTE 1| EN EDICIÓN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora