Después de ti

By IamGarciaV21

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Después del primer amor, llega el amor verdadero y eso lo experimenta el hijo del gran empresario Aarón Ferre... More

Frases:
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo XI
Capítulo XII
Anuncio:
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Epílogo
Dallan

Capítulo X

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By IamGarciaV21

Su llamada será desviada al buzón de mensajes al finalizar el tono…

—¡Maldita sea! — Susurro, lanzando el móvil al sofá a mi lado. Llevo horas tratando de contactar a Nadia Rossi, la niñata se ha burlado de mí, me ha dejado malditamente plantado.

¡Nunca en mi puta vida me habían dejado plantado!

Tomo las llaves de mi Ranger Rover y camino a la salida de mi mansión. Sino atiende su teléfono debe estar en alguno de sus dos trabajos. Ahora mismo deseo con todas mis fuerzas que este en casa de mi hermana. A mí nadie me planta.

Decidí conducir yo, hoy no necesito a Bruce, por lo que le he dado la noche libre. Conduzco lo más rápido que me permite la ley y aprieto el volante cuando algún semáforo cambia a rojo para mí… joder, es como si todo se interpusiera para que no llegue a tiempo; o simplemente para que no llegue.

—¿Qué haces aquí a esta hora? —Pregunta Alana cuando me ve llegar, está en pijama.

—¿Dónde está Dallan? —Digo, para no preguntar directamente por ella.

—Ya está dormido. ¿Pasa algo?

—¿Su niñera lo cuido hoy? —Alana me mira con el ceño fruncido —Es que me llamo diciendo que se sentía solo, ella está para eso, ¿No? —Su rostro se relaja.

—No. ¿Sabes qué no? Es muy raro, ella nunca ha faltado.

—Maldita sea… —Me volví para salir de allí. Escuche a mi hermana decir algo, pero la ignore por completo.

¿Dónde estás, Nadia Rossi?

Cuando mi reloj marcó las doce de la media noche me di por vencido, pare de tratar de encontrarla por toda la ciudad. En mi mano, mi vaso de whiskey dibuja círculos en el aire. Solo somos el y yo ahora mismo. Mi cabeza cae en el respaldo del sillón de cuero y mis ojos se cierran por inercia para sumergirse en un mundo donde ella aun este conmigo; Daniela Parker nunca saldrá de mi vida, es como un recuerdo que me perseguirá por el resto de mi existencia.

Su cabello brillante al igual que su sonrisa me transportan a un lugar donde la puedo tocar, su rostro, su cintura, sus ojos… esos ojos. Si hubiese sabido que tenía tan poco tiempo… que ella solo seria unos segundos en mi vida le abría entregado la mía, abría estado dispuesto a morir por ella.

Entro a mi oficina seguido por el ruido de los tacones de Verónica, tomo asiento y la observo delante de mí, lleva una carpeta en sus manos y la abertura de su falda ceñida al cuerpo me hace recordar el comentario de la señorita Rossi, diciendo que vestía con muy poca ropa. Tiene razón.

—Debe reunirse con su padre, esta vez no será para trabajo; deben planificar las vacaciones familiar de este año con su hermana. También quería informarle que su viaje a Dubái posiblemente chocara con las mismas. Debe decidir a donde ir. —La observo desde mi escritorio con mi rostro apoyado en mi mano, sino se me insinuara tanto sería demasiado perfecta como secretaria.

—Cancela el viaje a Dubái. —Ella me observa un tanto asombrada y enojada, pero al final asiente. Imagino a que su cara se debe a que ella me acompaña a cada viaje.

Son las tres de la tarde cuando alguien irrumpe en mi oficina, levanto la vista de mi laptop con el ceño fruncido y claramente enojado, odio que hagan eso. Me encuentro con una Alana claramente desesperada y preocupada. Me levanto enseguida y un nudo se forma en mi estomago al pensar que le pudiese haber pasado algo a Dallan.

—Lucas… —Camina hacia mí, rodeo mi escritorio y llega hasta donde estoy para mirarme aun con preocupación —.Lucas, ya sé porque Nadia no ha aparecido. —Al escuchar su nombre, una sensación extraña invade mi pecho, pero la ignoro y es reemplazada por rabia, no olvido lo de ayer. Le doy la espalda para que no note mi disgusto y ella vuelve hablar —Su madre fue internada muy mal por neumonía aguda.

No pude evitar que mis ojos se abrieran con asombro. Me vuelvo hacia ella y la observo sin decir nada. Nos quedamos en silencio por unos segundos, igual de conmocionados, sé muy poco de ella, pero espero pueda tener a alguien consolándola.

—Debemos ir con ella. —Propone, yo niego de inmediato.

—No, si quieres que te lleve lo hare, pero no entrare allí y la veré mal. —Odio pasar por este tipo de cosas y las evito, aunque a veces es inevitable. Ella solo asiente.



Alana baja de la camioneta y yo aparco en la primera plaza vacía que encuentro en el gran hospital. Abraham la escolta y eso me deja un poco más tranquilo, ya que estamos en el hospital generar de la ciudad. Nunca había estado aquí por algún familiar o amigo; ellos pagan buenos seguros para ser atendidos en las mejores clínicas de la ciudad.

No bajo de la camioneta en ningún momento y mi hermana lleva casi una hora dentro. Ni de coña entrare en ese lugar donde solo huele a muerte y enfermedad. Odio los hospitales.

Tomo mi celular y marco el numero de mi hermana con la esperanza de que me diga algo, quedo en hacerlo; pero debe estar tan concentrada en la situación que lo ha olvidado.

Contestan al tercer tono:

—¿Por qué no bajas? —Susurra antes de que pueda hablar.

—Sabes que odio los hospitales. ¿Qué ha pasado? — Mi tono de voz es duro, estoy desesperado por saber de ella.

Es cierto, la señora empezó con una tos leve y al parecer se agravo, los médicos han dicho que ya está estable pero deben dejarla internada por unos días más. —Mierda, paso las manos por mi cabello frustrado. Mis palabras salen antes de que pueda pensarlas.

—¿Cómo esta ella? —Pregunto sin más. Mi hermana se queda callada un par de segundos.

—¿Cómo crees que pueda estar? Preocupada, ya hice que ingiriera algo. No había comido desde ayer por la tarde. —Frunzo el ceño y trago con dificultad.

—No lo sabía, sabes que apenas y hablo con esta chica. —Suelto.

Pues es raro que no la hayas investigado sabiendo que iba a cuidar a tu sobrino. Voy en un rato, puedes irte si quieres; estoy con Abraham y puedo irme en un taxi. —Cuelga la llamada.

Ruedo los ojos exasperado, es tan amargada y suele perder la paciencia tan rápido. Recuesto mi cabeza en el respaldo de mi asiento y un suspiro brota de mí. No hago nada aquí, necesito irme.

No sé a dónde ir, por lo que cuando me doy cuenta estoy entrando a la mansión Vernacci. He llamado a Ian y me ha informado que se encuentra en casa de su padre; no tuve a donde más ir. Esto es lo malo de no tener verdaderos amigos.

Al entrar me encuentro a Logan en la sala principal con una chica. Camino un poco más despacio al verlos y no le puedo quitar la mirada a ambos. Aun recuerdo el día en que el hermano de mi cuñado intento invitar a salir a Daniela, lo que él no se esperaba es que ella siempre fue mía, que solo tenía ojos para mí y su amor fue tan sincero que me invadió por completo y termine aun más enamorado que ella. Desde ese entonces nuestra relación es un poco tensa.

La chica es simple, como muchas; labios inyectados, nariz operada, una chica plástica mas. Frunzo el ceño cuando me sonríe y el hermano de Ian se levanta de donde estaba sentado.

—Lucas —camina hacia mí y estrecha mi mano —Mi hermano esta en el piso de arriba. —Bueno, a decir verdad, creo que era yo el único que veía nuestra relación un poco tensa, el pareció superarlo.

—Lucas Ferreyra —Volvemos la mirada a las escaleras a un lado. Ian baja despreocupado. —. ¿Qué te trae a mi humilde hogar? —Frunzo el ceño, ¿humilde? Jodido creído.

—Esta casa es mas de Logan que tuya, y donde vives con mi hermana de es mi sobrino. Así que mi querido cuñado, no tienes nada. —Sonrió, dándole una cara de “así que calla tu bocota” el sonríe.

—Cierra la boca, idiota. —Pide.

(…)

Han pasado tres meses desde que la madre de la madre de la señorita Nadia fue internada, afortunadamente pudo salir de esa situación. Recordar los últimos meses no es nada fácil, Nadia me odia con toda su alma. Ni siquiera puede estar en el mismo lugar que yo. Eso, ahora mismo será un gran problema ya que nos acompañara en nuestras vacaciones de este año. Mi hermana Alana insistió en hacerlo, primero, porque Dallan se lo pidió y segundo porque nunca en su vida ha viajado. Yo podría llevarla a tantos lugares… Cierro mi maleta después de meter la ultima sudadera y la bajo de mi cama para entonces encaminarme a la parte baja de mi mansión. Abraham y Bruce nos acompañaran como nuestro equipo de seguridad.

Alana me ha dejado un mensaje diciendo que ya están en el lugar donde tomaremos un avión privado. Mi padre lo ha querido así. Cuando llego, ya varios han abordado, Bruce toma mi maleta y yo subo para darme cuenta, que el ultimo espacio vacío está al lado de la señorita Nadia. Mierda, ¿Por qué no me fui en el otro avión? Hemos alquilado dos, ya que asistiríamos la familia de Ian y la nuestra.

—¡Tío! Al fin llegas. Pensé que nos dejarías embarcados de nuevo —Habla Dallan, eso fue hace varios años, ¿No lo ha olvidado?

—Ya ves que no. —Sonrió para él, puedo ver por el rabillo del ojo que ella me observa —. Ven aquí, ¿Puedo sentarme contigo?

—No puedo ir sin el cinturón de seguridad, eso dijo mamá, ve a sentarte porque estamos por despegar. —Mierda. Tomo asiento a su lado sin siquiera mirarla, ¿ella no me quiere cerca? Está bien, no me acercare. Abroche mi cinturón y fije la mirada al frente, necesito que lleguemos rápido.

México es nuestro destino de este año, hablo con mi padre y tomamos una copa en el viaje, la miro de soslayo solo para verla perdida en sus pensamientos. Ni siquiera se debe acordar que íbamos a tener una cita alguna vez.

Al llegar, tres camionetas nos esperan para llevarnos a la casa que reservamos cerca de una hermosa playa, no sé cómo voy a sobrevivir por casi tres semanas en una misma casa con todos ellos.

Llego exhausto, viajar es una mierda. Todo es una locura cuando llegamos, mamá y Alana nos asignan habitaciones a cada uno. Gracias a Dios la casa es inmensa y cada uno puede tener en su cuarto. No soportaría compartir el mío, bueno, al menos que fuese con una pelirroja de ojos esmeralda.

Bruce, papá e Ian se ocupan de ir por comida, Alana mi madre y Nadia mañana irán de compras al supermercado.

Subo a mi habitación a dejar mi maleta, por alguna maldita razón abro la puerta y me encuentro a Nadia sobre la cama. Frunzo el ceño confundido. ¿Qué hace aquí? La mirada que me da es de odio puro.

—¿Qué…? Eh… —Frunzo los labios —Creo que estas en mi habitación. —Hablo, me mira con ojos entornados y cejas juntas con rabia.

—¿Por qué no termina de ubicarse y sale de la habitación? —Niego, bajando la mirada. Está bien que este enojada por ni siquiera aparecerme en el hospital.

—¿Cuál es su problema? —Pregunto, soltando mi maleta y acercándome a ella. Se levanta erguida, retadora. Ay, Nadia Rossi, no sabes dónde te metes.

—¿Mi problema? Pues, un narciso, troglodita, ególatra que no soporto ahora mismo. —Trague con dificultad y mi mandíbula parecía querer romperse. Debí controlarme, negué, baje la mirada y reí. Su rostro se enrojecido, parece que verme reír la enfurece.

—Hace unos meses atrás el hombre narciso y toda esa mierda que has dicho te beso —Frunzo los labios y ladeo la cabeza —. Y parece que te gusto.

—Vete a la mierda. —Suelta. En vez de enojarme, esta situación me parece graciosa.

—Solo si me acompañas. —Sonrió sarcástico. Camina enojada y pasa por mi lado, abre la puerta y me indica con la mano que salga.

—Compórtese, Nadia. No quiero que las personas en este lugar piensen cosas que no son.

—Me vale una puta mierda lo que usted quiera que piense la gente. ¡Salga ahora! —Indica con la mandíbula apretada.

¡A la mierda todo!

Doy los dos pasos que me separan de ella y quito la puerta de sus manos para cerrarla nuevamente, después de esto, la tomo y la estampo contra la pared asegurándome de no hacerle daño. Estoy muy cerca de su rostro.

—No me haga enojar, Nadia. No me gustan estos juegos. No tengo la culpa de los que paso. —Reclamo.

—Suélteme, respete mi espacio. —Pide.

—A la mierda el espacio, yo te quiero para mí. —Anuncio. Ella trata de apartarme y desvía la mirada. No se lo permito y tomo su barbilla para hacer que me mire —.Déjame sacarte ese dolor que llevas dentro, Nadia. —Propongo, rosando sus labios. Se queda inmóvil y la siento temblar. Esta chica es mía. Vuelvo a tomar sus labios, me abro paso en su boca con mi lengua y aprieto mi agarre en su cintura, la siento relajarse y coloca una de sus manos en mi torso empuñando mi camisa. Jadea cuando la pego a la pared y beso su mandíbula, su cuello. Suspiro en su cuello y eso eriza su piel, bese nuevamente sus labios y me aparte un segundo para mirar sus ojos, veía miedo en ellos, está asustada por todo esto y no me parece extraño. Lo que sentía ahora mismo en mi pecho también me está dando miedo.

Metí mi mano por su camiseta y empecé a subirla. La quería ahora mismo.

—Nadia, baja, ya llego la comida. ¿Estás allí? —Soltó mis labios y bajo la mirada, era Dallan. Carraspeo y respondió:

—Sí, Dallan. Bajo en un segundo, pequeño.

—Está bien, iré por mi tío. —Responde. Escuchamos sus pasos cuando camina al cuarto siguiente.

—¿Ves? Esta es mi habitación. —Sonrió.

—De acuerdo, me equivoque. —Nos quedamos callados mirándonos uno al otro —. Piénsalo, Nadia. Quiero esto. Como te lo propuse antes. —Su mirada oscurece y asiente seria.

—Voy a pensarlo. —Anuncia, pero no veo más que seriedad en su mirada.

—Por favor —Coloco un mechón detrás de su oreja — . Te veo mañana. —Vuelvo a rosar sus labios y salgo de la habitación tomando mi maleta y dejándola a ella pegada a la pared.





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