La Espada de Oro (Los Elegido...

By Max_Carrington_16

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Observa alguna imagen de la tierra. Linda ¿cierto? Si lo vieras con mis ojos, ya no pensarías lo mismo. Mis o... More

Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Segunda parte: el Campamento
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Tercera parte: la búsqueda
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Agradecimientos
Nota del Autor

Capítulo 2

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By Max_Carrington_16

Desperté.

 Me encontraba tirado en el suelo, en la calle donde me habían atropellado. Miré al cielo y se veía gris. Logré sentarme sin ningún dolor y observé mi entorno. Nada. Estaba solo. A excepción de las casas de color rojizo, las calles estaban vacías: no había ni un automóvil, ni una paloma, ni siquiera una basura. Me puse nervioso al instante, ya que había visto que la ambulancia llegabay me metían en ella.  Me incorporé sin ningún problema. Como si el choque no hubiese sucedido.

El lugar estaba muy tranquilo, no había ni un sólo ruido. Pero aquélla tranquilidad era terrorífica, no era de una tranquilidad relajante, no. Era como si me estuviesen espiando desde alguno de aquéllas casas. Lentamente, me dirigí a una de las casas, la primera que vi. Al acercarme y atravesar la verja, entré al pequeño jardín delantero. El pasto estaba seco al igual que las flores en sus macetas. Todo en ése jardín inspiraba tristeza...

  Atravesé el jardín hacia la casa. El porche era de madera y ahí había una pequeña mecedora desvencijada. Al acercarme a la puerta, descubrí que había un felpudo.

 —Carrington ―dije en voz alta y sorprendida por el nombre del felpudo: ése era mi apellido pero no era nuestra casa.

 Abrí la puerta y entré. La casa (al igual que la calle) estaba sola. Me encontraba en un recibidor con paredes sucias. Ahí había también un perchero tirado y varios portarretratos sin fotografías. En el recibidor había tres puertas y elegí la de la derecha. Al cruzar el umbral, me encontré en la cocina. Era una cocina cualquiera con la estufa, la nevera, la mesa y... ¿cartas?  Eso me pareció extraño así que mi vista se concentró en ellas. 5 sobres de extendían una encima de otra. Agarré los sobres y ninguna iba dirigida a alguien a excepción de la última, leí en voz alta para quién iba dirigida esa carta:

 —Max...

 Al instante me asusté, pero abrí el sobre. Lo que había ahí me confundió mucho más:

 "Hola, no me conoces pero yo a ti sí. Te hemos visto y sabemos que eres uno. Estás en El Sueño y pronto descubrirás quién eres"

 ¿Qué significaba esto? ¿Acaso una broma de mal gusto? ¿Y qué es El Sueño? Y yo sí sé quién soy ¿o no? Esa carta hizo dudar de quién era en realidad. Estaba tan confundido cuando de pronto, escucho un chirrido. Eran el chirrido de llantas en el asfalto. Rápidamente solté el sobre en la mesa y salí de la casa sin inspeccionarla del todo.

 Al salir, a unos cuantos metros más allá, un automóvil se acercaba a gran velocidad a la casa. Al momento me puse feliz ya que creí que podía hablar con alguien, pero no podía estar más equivocado

 El automóvil se detuvo en la acera de en frente de la casa y la puerta se abrió. De ahí salió una persona joven de gran altura, llevaba lentes de sol y el ceño fruncido. Su oscuro cabello lo llevaba corto como si estuviese en el ejército. Su ropa era igual de negra y llevaba una chaqueta de cuero. Al instante, comprendí que esa persona no era buena. Ese hombre entró por la verja impidiéndome salir, así que me dirigí hacia un lado de la casa para saltar. Al saltar la verja, algo me dio en los pies y me lanzó por los aires, cayendo en el centro de la calle. Al voltear, pude ver que las manos del hombre se incendiaban pero éste no decía nada. El hombre hizo unos movimientos con su mano y de pronto, una bola hecha de fuego salió disparada hacia mí. Me asusté al creer que eso (fuera lo que fuese) me podría matar, quería moverme pero estaba tieso. Poco antes de que la bola diera en mí, cerré los ojos. De pronto, escuché que alguien gritaba

 —¡¡No!!

 Al abrir los ojos, una mujer, mayor que el hombre, se puso frente a mí y desvió la trayectoria de la bola de fuego dándole al automóvil. Esto hizo que la camioneta explotara, lanzando al hombre por los aires. Me sorprendí por lo que hizo la mujer, ¿acaso llevaba guantes? No, no los llevaba. Le quise preguntar cómo hizo eso pero me interrumpió:

 —Levántate, tenemos que salir de aquí —dijo, secamente.

 — ¿Quién es usted? —pregunté.

 —No hay tiempo para preguntas ahora, ¡¡levántate y corre!!

Al momento que dijo eso, el hombre se levantó, ésta vez con mucha ira. Sus brazos, escondidos debajo del cuero, ahora se estaban incendiando y, aunque tuviese lentes oscuros, podía ver su mirada, sus ojos eran oscuros y su mirada infundía terror.

 —¡¡Corre!! —apremió la mujer.

Al instante, los dos corrimos en dirección contraria de la casa. Corríamos lo más rápido que podíamos sin parar. No sabía quién era ése hombre, pero no era muy estúpido para saber que tenía que escapar de él.  En una ocasión, volteé a la casa, nos encontrábamos en la esquina de la cuadra siguiente y el hombre hizo otro movimiento de manos y otra bola de fuego salió hacia nosotros. Volvió a hacer más movimientos y más bolas de fuego salieron.

  — ¡Cuidado! —grité, pero era tarde. Una bola de fuego alcanzó a la mujer y salió disparada hacia delante. Rápidamente me acerqué a ella y la ayudé a levantarse, no sin antes esquivar las otras bolas de fuego.

 — ¿Se... encuentra bien? —pregunté tímidamente.

 —No tendremos tiempo de escapar... —dijo, evitando mi pregunta—. Agarra mi brazo —dijo, y al hacer eso, se llevó la otra mano al bolsillo de su saco. Sacó una especie de monóculo y en la lente pude observar un bosque. Acto seguido, todo a nuestro al rededor empezó a disiparse. Todo comencé a emborronarse. Sentí como si alguien nos agarraba de la cabeza y nos levantaba del suelo. Miré hacia abajo y ya no estaba la calle y las casas. Nos encontrábamos en  un lugar blanco, no sentía el suelo, así que supuse que estábamos flotando. Después, un ambiente tétrico comenzó a formarse en frente nuestro. Se veía como si fuese polvo y luego tomase forma. Al formarse, vi que nos encontrábamos en un bosque, pero no cualquiera. Era el mismo que había visto en el monóculo. Los árboles eran altos y se veía neblina, como aquellos bosques de películas de terror.

 Al momento de... terminar de transportarnos, varias personas se acercaron a nosotros y formaron un círculo alrededor nuestro. La mujer se acercó al círculo y entró en la formación. Me sorprendí por eso y a la vez me asusté, aunque con lo que ha sucedido, no creo que sea lo más impactante. Observé la gente que se encontraba ahí, conté dos hombres y cuatro mujeres (incluyendo con quien me encontré) y a alguien con una sudadera con la capucha puesta y lentes oscuros. Creí que era el mismo hombre que me había encontrado, pero no, éste era más joven.  Pasaron algunos segundos en donde todos me seguían observando hasta que hablé:

 — ¿Qui... quiénes son...ustedes? —pregunté  nerviosamente.

 —Nosotros somos Los Elegidos —habló el hombre al lado de la mujer que encontré. El hombre era alto y robusto. Su mirada era seria con unos ojos marrones muy oscuro y tenía la piel blanca. Llevaba un sobretodo negro encima de una camisa gris y un pantalón negro. Podría tener entre 40 y 50 años.

 — ¡La Legión de los Superhéroes!- bromeó un hombre de no más de 30 años. Se encontraba a mi derecha. Llevaba una sudadera de color roja y jeans azules. Su cabello estaba revuelto y era de un color castaño claro. Su piel se veía bronceada, o no sé si era un efecto por la niebla. Su mirada era divertida, parecía estar disfrutando eso. El hombre me saludó alegremente y yo desvié la mirada hacia el primer hombre que volvió a hablar

 —Calla, Frank —dijo, refiriéndose al hombre alegre—. Bueno, como has oído, somos como una especie de superhéroes y necesitamos tu ayuda.

 — ¿Mi... ayuda? —pregunté en tono de burla—. ¿Cómo que mi ayuda? Nunca me piden ayuda....

—Pero nosotros sí —habló la mujer que me encontró—. Soy Ingrid, mucho gusto —dijo, acercándose a mí y alzando su mano para estrecharla. Yo hice ademán de estrecharla pero dudé, no conocía bien a ésa... a Ingrid. Como no estreché su mano, Ingrid la bajó y volvió a la formación

  — ¡Oh! ¡Pero qué modales que tengo! —dijo el hombre al lado de Ingrid—. Mi nombre es Arthur —éste no se acercó a estrecharla, en cambio, me presentó a los demás—. El de mi izquierda, como ya lo has visto, es Frank.

 — ¡Hola! —volvió a saludar alegremente, ésta vez le devolví una sonrisa que pareció más como una mueca de dolor.

 —La chica a su derecha  —continuó Arthur—, es Brenda —Volteé a verla y me quedé boquiabierto. Brenda era un poco más baja que yo, parecía de mi edad. Su cabello era rubio oscuro y ondulado, le caía por los hombros marcando su piel. Sus ojos eran de un color azul del color del mar, casi parecía tener el mar en sus ojos. Sus labios eran delgados y curvados mostrando una pequeña sonrisa. No me miraba a mí, pero sabía que su sonrisa era porque yo la estaba viendo. Oí que Arthur me hablaba, así que desvié la mirada comenzando a ruborizarme. Al instante noté esto así que baje la mirada

 —Hey —dijo Arthur tronando los dedos para atraer mi atención, cosa que hizo—, tranquilo, es de tu edad, nadie te la quitará —al decir eso, me ruboricé aún más, tanto que me tapé la cara con las manos. Arthur siguió presentándome a las otras mujeres, Sophie y Jennifer. Sophie era un poco más grande de edad que Brenda y yo, tenía el cabello rojo y los ojos negros. En cambio, Jenn era aún más grande que Brenda y yo, pero más joven que Ingrid, y su cabello era negro y largo. Sus ojos eran igual que Arthur. Probablemente se le olvidó el ser encapuchado porque no lo mencionó, es más, creí que sólo yo podía verlo.

 — ¿Y ustedes qué son? —pregunté.

 —Ya te lo he dicho. Somos un grupo que necesita tu ayuda y así salvaremos el planeta y a la humanidad —explicó Arthur.

 — ¿Qué? —pregunté entre carcajadas—.  ¿Qué clase de broma es ésta? —pregunté, pero ni yo me creía mis palabras, había visto las bolas de fuego y transportarnos al bosque fueron extraños

 —Esto no es ninguna broma —comenzó Ingrid.

 —Mmm... entonces en un sueño —pensé en voz alta—.  Si... seguramente lo es, me vi siendo subido a la ambulancia y aparecí en el mismo lugar —dije, sin dirigirme a nadie—, debería tratar de despertarme —abrí la boca y comencé a pegarme en las mejillas para hacer ruidos extraños y despertarme, pero no surtió efecto.

 —Max...- empezó Arthur y  eso me hizo que me detuviera, ya que nunca le dije mi nombre—, esto no es ninguna broma. Esto es El Sueño y...

 — ¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté asustado, con las manos aún en mis mejillas.

 —Nosotros somos....

 —Aléjense —susurré levantando un brazo hacia Arthur para que se alejara, tal vez sólo sea producto de mi imaginación.

 — ¿Qué dijiste? —preguntó Ingrid.

 —Aléjense —dije aún más fuerte—. ¡¡Aléjense!!

 —No, Max, tranquilízate...

 —¡¡No!! ¡¡No son más que producto de mi imaginación!! —grité, abriendo los brazos y cerrando los ojos. Me sentía asustado y nervioso. Comencé a temblar. De pronto, oí una voz conocida pronunciar mi nombre. La conocía tan bien que me asustó oírla en ése lugar.

 —Max…

 Esa palabra sonó en mi cabeza varias veces hasta que se escondió en mi cerebro. Aquella voz, la conocía tan bien. Levanté la cabeza y abrí los ojos. Todos me estaban viendo, y sólo sabía que podía provenir de cierta persona. El ser encapuchado había dado un paso adelante, estando más cerca de mí. Yo hice lo mismo y traté de mirar más allá de sus lentes oscuros, pero no pude.

 — ¿Ja... Jared?

 El ser encapuchado parecía de mi estatura y seguía estando serio. Todos desviaron su mirada a él. Volví a preguntar su nombre

 — ¿Jared... eres tú?

 El ser encapuchado no respondió, lo único que hizo fue agachar la cabeza y llevarse la mano a los anteojos. Se los quitó pero siguió con la cabeza agachada. Se llevó la mano a la capucha y comenzó a quitársela. Al quitársela, levantó lentamente su cabeza, pero lo que vi, no era Jared. Es más no podía ni siquiera ser un ser humano

 Su cara estaba distorsionada y borrosa. Sus ojos sólo parecían puntos negros y su boca y nariz parecían ser alargados hacia arriba. De pronto, su cara y su cuerpo comenzó a hacerse polvo y el polvo voló hacia arriba. Volteé a ver a los demás. Algo no estaba bien, sus caras estaban igual que la de el encapuchado. Todos comenzaron a hacerse polvo y fueron levantados hacia el aire y desaparecieron. De pronto, sucedió lo mismo con los árboles y el pasto que había ahí. Me asusté, me tiré al suelo y me agarré al pasto que quedaba, pero éste igual se disipó y desapareció. Cerré los ojos creyendo que así terminaría todo. Y al abrirlos, sólo había oscuridad.

 Me levanté sin sostenerme de nada. No había nada, era un lugar oscuro. Moví las manos hacia los lados para ver si encontraba algo con qué detenerme. Pero no había nada. Decidí caminar, pero creí que sería una estúpida idea. Me senté en un suelo frío a esperar. Cerré los ojos y abracé mis piernas y esperé. Pasaron segundos, minutos, posiblemente horas, y nada. No ocurría nada. Estaba asustado.

 Después de un tiempo, empecé a escuchar un sonido. Creí que era el que se escucha porque no había escuchado un sonido en mucho tiempo, pero no. Era un pitido. Era diferente. Lentamente me puse en pie y empecé a seguir el ruido. Levemente comenzó a sonar más fuerte, y mi angustia crecía, a lo cual comencé a correr. El pitido aumentaba con consideración, al igual que mi movimiento. No sabía qué me podía encontrar en frente, pero no importó. Seguí corriendo y corriendo hasta que vislumbré un punto de luz. Creí que era un truco pero no. Seguí avanzando y la luz se hizo más grande. Ya me había acostumbrado al sonido, así que creí que había desaparecido, pero no. Al parecer, el pitido provenía de la luz. Al cabo de algunos minutos, "llegué" a ella.

Era un gran arco, y debido a la mucha luz que se veía, pude ver que me encontraba en un túnel hecho de piedra. La luz era demasiado deslumbrante que tuve que cerrar los ojos y taparme con el brazo, pero no era suficiente. Cuando mis ojos se acostumbraron un poco a la brillante luz, del otro lado de la abertura,  vislumbré dos sombras. Eran dos siluetas de dos adultos. Parecían mirarme desde el otro lado de la entrada del túnel. Creí por el momento que eran gigantes, pero estaba equivocado. Eran una mujer y un hombre. Después pude distinguir pequeños rasgos faciales de los dos adultos y descubrí quiénes eran. Eran mis padres. No sabía cómo, pero estaban ahí. Supuse que tenía que cruzar la luz para alcanzarlos, así que, sin pensarlo dos veces, crucé la luz...

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