Pablo y Adela [EN EDICIÓN]

Oleh elvientoadentro

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La primera vez que la vi, pensé que el diablo me perseguía para llevarme al infierno. Literalmente. Adela es... Lebih Banyak

Sinopsis
Prólogo
1. De cuando el diablo y yo nos volvimos a encontrar
2. Las rubias siempre vienen bien
3. El diablo no deja de perseguirme
4. De indecisiones y advertencias
5. Definitivamente Adela está loca
7. Prometo que le ayudaré
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Entrevista a Adela por @UnDemonioRadioactivo
Capítulo 18
Entrevista a Pablo por @Andsig4
Capítulo 19
Entrevista a Lucía por @Romi_Arias
Entrevista a Adela por @Andsig4
Capítulo 20
Entrevista a Pablo por @Undemonioradioactivo
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
ESTO NO ES UNA ACTUALIZACIÓN
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
IMPORTANTE
Capítulo 46 (penúltimo)
Capítulo 47 (y final)
AVISOS IMPORTANTES

Capítulo 36

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Oleh elvientoadentro

36

En mi loca carrera por zafarme, me calzo la capucha de la sudadera porque no quiero que sepan que soy yo quien les ha estado espiando; corro tan rápido como puedo en dirección a las puertas desde dónde he saltado. No me detengo a pensar qué tan tonto puede ser lo que estoy haciendo, así que elijo una puerta al azar y me lanzo con toda mi fuerza sobre ella.

Milagrosamente (y sospechosamente también para mí, que soy un hombre de mala suerte), el candado cede y la puerta se abre de par en par. Sin embargo, como no todo podía ser tan bueno, caigo al suelo rodando y, a juzgar por el dolor en mis rodillas, sé que más de alguna magulladura debo tener. De todas formas, me levanto en ese momento, sin prestarle demasiada atención y corro como si no hubiera un mañana.

Tal vez no exista si no logro escapar, pienso.

Siento como todos corren detrás de mí y sus gritos diciendo que me detenga. Pero lo que más logro sentir, es el aire entrando y saliendo de mis pulmones, mientras el corazón me retumba en los oídos.

—¡Detente!—me grita uno de ellos. Uno de los que no conozco.

Me dan ganas de gritarle: "¡¿De verdad crees que voy a caer con eso, imbécil?!"

El miedo se eleva a niveles estratosféricos, cuando una bala pasa casi rozándome y da contra la acera. Ni siquiera he oído el disparo, solo oigo la explosión contra la acera y el grito ahogado que viene acompañado de un ligero salto de mi cuerpo.

¿Quién mierda son ellos? Corro con el triple de miedo que antes, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no caerme. Me pongo a correr en zigzag, porque he visto en una película que así se corre de las balas. En algún momento, aquello me habría parecido divertido, pero cuando otra bala pasa a mi lado, destrozando un macetero que no tiene la culpa, decido que ni loco quiero vivirlo otra vez.

De a poco, voy sintiendo que las voces se apagan. No todas. Siento gritos de hombre, pero no me detengo a discernir de quiénes son. Me limito a correr por la calle, hasta que doblo velozmente por otra. Una bala rompe el concreto del edificio demasiado tarde como para alcanzarme, de modo que no me alcanza. Diez pasos más adelante me topo con una bifurcación en la calle. ¿Derecha o izquierda? En un milisegundo decido correr a la izquierda. Las voces se escuchan, pero a lo lejos.

¿He sido lo suficientemente rápido? Por la calle que voy, aparece una especie de callejón. Me lanzo a él sin pensarlo dos veces, sintiendo como cada una de mis respiraciones me hieren la garganta con el esfuerzo. Las palmas de las manos me palpitan, porque me he hecho daño con la caída. Pero lo peor de todo, es darme cuenta de que he entrado en un callejón sin salida.

Mierda. Esto se ha salido demasiado de control. Lo único que pienso es que este es mi fin.

En el callejón, hay una especie de arbusto pequeño, lo suficientemente tupido para ocultar a una persona. Me lanzo contra él, y trato de esconderme. Sin embargo, no consigo calmar la respiración y sé que esos idiotas me podrían encontrar. ¿En qué mierda me he metido? Siento como si el corazón se me saliera del pecho, del puro miedo. Saco el celular con las manos temblorosas y sé que debería pedir ayuda, pero no es eso lo primero que hago. En cambio, tecleo:

"Siempre tuviste razón, Adela. No estás loca. Confío en ti, siempre confié en ti".

Envío el mensaje.

Estoy por llamar a la policía cuando veo que una figura se desliza hasta el callejón. El corazón se me detiene en ese preciso momento.

***

Me quedo en silencio, aguardando, tratando de controlar el temblor del cuerpo. Mantengo el celular contra mí, observando a la figura entre las plantas. Solo veo una sombra y no alcanzo a distinguir quién es. Mi mirada se queda clavada en el arma que lleva en la mano: un revólver.

Trago saliva, mientras la figura camina de lado a lado. Observa el arbusto, pero no le presta atención realmente, así que no me ve. De modo que se desliza tranquilamente hasta la salida del callejón. Sin embargo, mi teléfono comienza a sonar con una melodía débil. Fernanda me está llamando, en el peor momento de todos.

La sombra se desliza con velocidad hasta mí, y yo siento que el miedo es demasiado como para ser real. ¿Qué me hará? ¿Me asesinará y me dejará tirado? ¿Enterrarán mi cuerpo en cualquier parte? ¿Me cortarán en trocitos y me darán a los perros? ¿Por qué no le escribí a Adela que la quiero? ¿Por qué no le dije a Fernanda que es la mejor hermana que podría desear?

Cuento cinco segundos hasta que el hombre finalmente me encuentra. Abre el arbusto de golpe y su cara se descubre: Es Perro quien me ha encontrado.

***

Me apunta con su arma directo a la cabeza. Lo observo como un animal asustado, a punto de morir. Yo soy la gacela y él es el león. La puta madre, me ha encontrado y voy a morir. Adela ni siquiera tiene idea de que estoy aquí para ayudarme esta vez. Voy a morir y quizá me lo merezco por idiota.

Dios, discúlpame por ser quién soy. Sobre todo, discúlpame por decir que no creo en ti y hablarte de todas formas. Si existes, debes ser una bestia genial. Por favor, no me dejes caer al infierno. Soy muy joven para estar toda una eternidad allá. Lo del porro... La puta madre. Quiero decir, la santísima madre. Ah, diablos. Oh, cada vez la cago más. ¿Decir "cagar" está permitido dentro del vocabulario del cielo?

La mirada de Perro es extraña. Quiero hablar, pero su arma apuntándome entre las cejas me insta a no hacerlo. ¿Justo tengo que morir a causa de él?

Mi vida pasa ante mis ojos, pero solo son escenas de todas las estupideces de las cuales me arrepiento. Soy cualquier cosa. Pude haber aprovechado más. Pude haber dejado de tener miedo. Pude haber terminado con Lucía y haberle dicho a Adela que me gusta.

Ella se irá al cielo, lo sé. No sé si he sido tan bueno como para encontrarme algún día allá. Quizá no la merezco. ¿Cómo podría merecerla?

Perro le quita el seguro a su arma, todavía mirándome y mis ojos se abren del miedo. Mi instinto de supervivencia grita en mi interior, diciéndome que corra, que busque la forma de escapar, que moriremos si no lo hacemos. Me grita que hay que vivir, hay que vivir.

¡TIENES QUE VIVIR!

Sin embargo, de improviso Perro deja de mirarme, quita el arma de mi cabeza y se va de mi lado.

—¡Aquí no hay nadie!—grita hacia las afueras del callejón, alejándose como si nunca me hubiera visto escondido.

Cuando dejo de verlo, mi cabeza comienza a dar vueltas y vueltas, y dos segundos después devuelvo absolutamente todo lo que tengo en el cuerpo. Las arcadas y los espasmos en el estómagos son muy fuertes y a juzgar por el sudor helado que corre por mi cuerpo, sé que esta es una experiencia que no quiero vivir nunca más en mi vida.

La cabeza sigue dando vueltas, y de a poco, los bordes de mi vista se van volviendo negros. Un instante después, me desmayo.

***

—¡Pablo! ¿Pablo, está bien?

¿Qué?

—¡Pablo, por favor! Despierte, por favor—urge una voz dulce.

Abro un ojo. ¿Estoy viendo un ángel? Abro el otro. No, es Adela. Su rostro está inclinado sobre mi cabeza.

—Pablo, por Dios, ¡No me asuste así nunca más! ¿Qué está haciendo aquí?

¿Qué estoy haciendo aquí?

En cuanto lo recuerdo, suelto un grito ahogado y me levanto de golpe.

—¡Auch!—decimos los dos al mismo tiempo.

Le doy con mi frente a la de Adela, y tengo que afirmarme de ella cuando me mareo. Me sostiene firmemente, pero su agarre es amable.

Mi mente empieza a maquinar con velocidad: ¿Quiénes eran Mauricio y Jota? ¿Cuánto lleva Lucía haciendo esto? ¿Por qué Perro no me entregó a sus compañeros de delito?

—No te haces una idea de lo que acaba de pasar, Adela.

—¿Se emborrachó y terminó aquí?—pregunta, con una sonrisa divertida.

A mi me parece totalmente fuera de lugar, pero verla me parece muy reconfortante. Verla a ella me hace sentir seguro al instante.

—¿Por qué lo dices?—pregunto con la voz débil, sobándome la cabeza. Todavía no logro recomponerme por completo.

Apunta el vómito a un lado de mí, el cual mancha parte de mi sudadera. De todas las personas en el mundo, Adela es la única que no debería verme en este estado.

—No. Adela, he venido porque alguien me ha dicho que lo haga. No sé quién fue, pero casi... Casi... —digo y otra oleada de arcadas vuelve a mi cuerpo. Devuelvo hacia el otro lado, ante la vista de Adela que soba mi espalda. El mismo miedo que he sentido antes vuelve con fuerza otra vez. Nunca en mi vida me había sentido tan vulnerable.

—Pablo, tiene las manos y las rodillas heridas. Sea lo que sea que haya pasado, tenemos que ir limpiarlo antes. No puede estar así.

Me limpio la boca con la manga, puesto que no tengo nada más y asiento.

—Salgamos de aquí lo más rápido posible.

—Un taxi me está esperando a la salida del callejón—asegura usando esa voz de líder. Sé que tiene la situación controlada. Ni siquiera dice nada por el lamentable aroma que llevo en el cuerpo, debido al vómito.

Adela es increíble.

—¿A dónde iremos?—le pregunto, tratando de ponerme en pie.

—Pablo, no se esfuerce. Yo le ayudo—dice ayudándome y sosteniéndome por la espalda—A mi casa.

Abro los ojos como platos.

—¡¿Qué?! No, por supuesto que no. No dejaré que Maite me vea así.

Adela me mira y sonríe de medio lado.

—No se preocupe. Ella no está. Está todavía en el voluntariado. Hoy llegará tarde, porque se quedará con sus amigas a tomar el té y conversar—me asegura.

La miro suspicaz, mientras avanzamos hacia el taxi.

—¿Estás segura?

Ella suelta una risa.

—Créame.

Asiento firmemente. No hay nada mejor que haya podido decir, así que le suelto:

—Desde ahora, te juro que lo haré siempre.

____

¡Hola, chicos!

.
Subí dos capítulos en menos de una semana. Algo debe estar sucediendo en mi cabecita.

¡Gracias a tod@s por leer!

Les cuento que estaré editando El Despeñadero de los Sueños y puede que agregue una especie de Prólogo. Está participando para los Wattys, así que voy a tratar de dejarla lo más linda que pueda.

Preguntas:

1) ¿Qué habrá pasado con Perro?
2) ¿Por qué Adela es tan linda? 😍
3) ¿Qué creen que pase de aquí en adelante?

Con amor,
-Youngbird93🌻🌻🌻

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