Todo lo que quiero

由 VainillaRz

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Los Miller #2 Al mujeriego y egocéntrico William Miller le llegó su hora, juegos y bromas no lo son todo. Su... 更多

Comencemos
Dedicatoria
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo final 41
EPÍLOGO
Agradecimientos

Capítulo 15

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由 VainillaRz

Brooke

—¿Y después de entregar esto William es quién decide el artículo a escribir? —la pregunta de Bennet me distrae de mis pensamientos, puedo decir que no soy la mejor para capacitar, sin embargo él me lo ha puesto fácil, dejando de lado que de vez en cuando me distraigo en sus lindos ojos azules, es muy inteligente y aprende rápido, muchas cosas no he tenido ni que decirle, observa y aprende, pero también si tiene alguna duda como ahora la pregunta sin ninguna clase de nerviosismo.

—Sí, disculpa. Como pudiste notar todo se queda en nuestra área, si quieres hacer algo diferente se lo dices a Miller y él lo comenta con el señor Hitman, también podrías ir directo con el señor Hitman, pero casi siempre anda muy ocupado.

—¿Ocupado como trayéndote siempre comida y obsequios para tu bebé? —su pregunta no es maliciosa sino bromista, escondo un poco mi rostro porque todavía me da pena que el señor Hitman casi se la viva en mi cubículo, siempre pregunta si necesito algo o si ya salí a comer, Miller no está mejor, me trae los refrigerios a mitad de la jornada y siempre me mantiene en su línea de visión, tan solo esta semana ya me ha movido más cerca de su oficina de lo que nunca he estado.

—Está muy feliz con la noticia—trato de justificar.

—Es lindo, pero se me hace muy extraño que le llames a tu papá "Señor Hitman"—eso me deja congelada, Bennet no se mete en terreno personal y por la vibra que se siente es una primera vez también para él.

—Oh, no. Es que el señor Hitman no es mi papá.

—¿Cómo? Pero cuando estuve con él siempre hablaba de una forma tan fraternal sobre ti, luego te conocí y es obvio que adoras a ese hombre y los detalles que tiene contigo, incluso cuando te dice "Brooke, no te olvides del ácido fólico" me parece poco creíble que ese hombre no sea tu papá.

—Tenemos una conexión... ¿especial? podría decirse, llevo un tiempo trabajando con él y conectamos muy fácil, él y su esposa desafortunadamente nunca pudieron concebir más familia. Yo lo veo como parte de mi familia porque es lo más cercano que he tenido desde hace mucho tiempo.

—¿Y William? no sé si me explico, pero están casados y esperando un bebé ¿No es esa tu familia?

Me quedo en silencio porque entiendo que no lo ocultamos tan bien la primera vez y no hemos tocado el tema de nuestro matrimonio en el trabajo, por ello tampoco lo hemos hablado con Bennet, al ver mi expresión se comienza a explicar.

—Sus anillos, tú lo tienes en esa cadena que cuelga de tu cuello y William lo carga todos los días en el bolso del pantalón y él cada vez que piensa se lo pone en el dedo anular y comienza a girarlo. No fue difícil notar que tienen la misma transcripción.

Tampoco sé cómo explicar eso.

—Sí estamos casados, pero no es mi esposo.

—¿Se casaron por el bebé? Porque no te ves de esa clase de chica que quiera estar con un hombre como William, me sorprendí mucho al darme cuenta que son esposos si te digo la verdad.

—¿Alguien como Miller? ¿Qué quieres decir?

—Bueno, es obvio que William es creativo, espontáneo y muy social. Tu eres más del lado reservada y se ve que guardas algo con mucho recelo, no te ofendas, eres brillante, me gustas, pero un matrimonio como el de ustedes no lo veía probable, hasta que supe de su bebé y luego de los anillos.

—No es mi esposo, esposo, no lo que se dice esposo.

—¿Pero están casados? —me pregunta confundido.

—Sí.

—¿Y están esperando un bebé? —se equivoca, son dos, pero no lo corrijo, todavía no lo sabe ni el señor Hitman, esperaba darle la noticia hoy.

—Sí.

—Entonces sí es tu esposo.

—No en el sentido tradicional de la palabra—me encojo de hombros no queriendo dar más explicaciones.

—Sensacional, tengo una compañera que está casada, pero en realidad no tiene esposo, que ama y actúa con un hombre como si fuera su papá, pero... no es su papá. Permíteme decirte que eres la compañera más interesante con la que he trabajado—los dos nos reímos de esa conclusión porque no tiene ni pies ni cabeza, pero está lógicamente bien captada. Por más contrario que eso suene.

—Bueno, la vida no es fácil.

—¿Y ya saben el sexo del bebé? —ese es un tema que no me molesta tocar, de hecho, hablar de mi embarazo es más fácil que cualquier cosa.

—No, pero quisiera. Solo tengo siete semanas.

—¿Siete semanas? —se ve un poco sorprendido causando que me ría otra vez, como no hemos dicho que son mellizos todos creen que estoy más avanzada, claro que no se puede creer que solo tenga siete semanas.

—Sin ofender, te ves un poco más grande que eso—tal vez esta mañana sí me hubiera ofendido, recuerdo que en cuanto me levanté me puse a llorar porque no me podía levantar tan rápido como antes, me sentía realmente en el cuerpo de otra persona y aunque amo a mis bebés el verme en el espejo me hizo sentir incómoda.

—Me lo dicen mucho, pero son gajes del embarazo.

—¿Brooke? ¿Te has tomado el ácido fólico? —la pregunta viene directamente del señor Hitman recordándonos la conversación pasada, Bennet no se ríe, pero me ve con una expresión clara de "Te lo dije". El hombre de traje perfecto se acerca a mí y besa mi frente.

—Sí, señor Hitman. Lo hice, ayer y por supuesto que lo hice hoy.

—Brooke, es por tu bien y el de el pequeño pie de foto.

—¿Pie de foto? —le preguntamos Bennet y yo al mismo tiempo.

—Vaya, chicos. Veo que se han coordinado bien, me agrada y sí, pie de foto porque es una parte pequeña del periódico ¿Lindo, no? —no, pero me lo guardo, se ve demasiado feliz como para romperle el corazón sobre lo malo que es ese apodo.

—Pudo llamarlo maní—sugiere Bennet.

—¿Maní? ¿No es el maní lo que te causa náuseas esta semana? —aparece Miller interrumpiendo la conversación de los tres— Oh, hola, señor Hitman. Solo vengo a preguntar si...

—Si alguien le pregunta de nuevo a Brooke por su ácido fólico romperá algunos huesos—lo interrumpe Bennet, me río porque tiene razón, estoy un poco cansada de estos dos hombres sobreprotectores, es bueno saber que están ahí, pero no me gusta que me hagan sentir inutil.

—Lo siento, solo tengo algo que mostrarte—me extiende la mano y todos nos quedamos un poco quietos, acepto su ofrecimiento y me guía a su oficina, grande es mi sorpresa cuando abre la puerta y veo que su escritorio está ahora a un lado de la habitación y justo del otro lado, en frente, hay un escritorio vacío con una pequeña lámina con el nombre de Brooke Walker, mi nombre.

—¡Miller! ¿Tu hiciste esto? —pregunto emocionada por el bonito detalle.

—Sí, hablé con el señor Hitman—lo señala—Y creyó como yo que era una buena idea, necesitarás ayuda, pero sé que no querrías dejar de trabajar así que aquí tendrás suficiente espacio por si quieres trabajar tanto o si quieres tomar un descanso en el sofá.

—¡Muchas gracias!—me emociono abrazándolo lo más que puedo, creo que de todos los detalles este es uno de los más lindos, porque no me está deteniendo en lo que me gusta hacer, sabemos que tendré que dejar de ir al campo de acción, pero aquí puedo trabajar de modo seguro en lo que me gusta.

—Muy bien hecho, William. —lo felicita el señor Hitman—Ahora podemos ayudarte a traer tus cosas, será más fácil de ese modo.

Regreso a mi lugar muy emocionada, pero mi celular me interrumpe, pensaba en ignorarlo hasta que veo el número.

Maldición.

Me resigno tomando el celular.

—Disculpen, debo tomar esto—les digo alejándome de los tres. Veo que ellos comienzan a empacar en una caja las pocas pertenencias de mi cubículo.

Me meto en el pequeño cuarto de limpieza que está prácticamente vacío para tener un poco de privacidad y solo ahí puedo responder.

¿Brooke?

—¿Qué necesitas?—voy directo al grano, no tengo ganas de perder el tiempo con él.

Necesito algo de dinero—suspiro totalmente cansada, no me ha dicho ni tres oraciones cuando ya estoy arrepentida de no haberlo ignorado.

—¿Tiene que ser hoy? Tengo mucho trabajo encima.

Sí, hoy. Lo necesito lo más rápido posible o vienen por mí, ya debes saber que los sujetos como tu noviecito no perdonan.

—No vuelvas a relacionarme con esos tipos, iré—me rindo—¡Pero esta será la última vez que te ayudo! ¿Me escuchaste?

La risa de fondo me causa un malestar tremendo en mi estomago—Te veré en casa a las siete, pero no actúes como si fuera un favor, me lo debes y lo sabes.

—Te veo en la tarde entonces y no me importa lo que pienses te estoy avisando que esta es la última vez, pásame la cantidad por mensaje. —cuelgo el celular deseando desaparecer.

No importa el tiempo, él siempre tiene la habilidad de hacerme sentir mal, recupero o trato de fingir que recupero un poco de mi compostura para ver a los dos hombres todavía en mi pequeño cubículo, el señor Hitman sabe que algo va mal con solo verme, pero Miller luce confundido. Por suerte Bennet está en otro lado.

—Perdón, necesito descansar un poco ¿Está mal si me retiro de una vez?

El señor Hitman me da el permiso un poco contrito por no contarle nada más—No te preocupes, puedes irte a descansar, solo promete que te estarás cuidando.

—Por supuesto, mañana vendré más temprano y tendrá todo en orden, lo prometo—recojo mi bolsa con William siguiendo detrás, no voy a pelear con él en este momento y creo que él lo siente porque en silencio me lleva hasta la salida, se asegura que me vaya en un taxi sin pedir mayor explicación, y aunque lo pidiera ¿Qué le puedo decir?

—Si necesitas algo avísame, estoy al pendiente. No sé lo que está pasando, pero me tienes a mí—me saca de mi pequeña crisis, solo le regalé una débil sonrisa antes de irme a mi lugar, necesito tiempo para prepararme psicológicamente, cada vez es más difícil, sin embargo, en esta ocasión me prometo que es lo último, por mis bebés es la última vez que puedo hacerlo, no me arriesgaré de nuevo.

Llego a mi departamento tirando las llaves en la pequeña mesa de la sala, recojo un poco la ropa que tenía tirada y trato de mantenerme en calma, luego lo pienso un poco más a fondo, es mejor descansar para no tener este pendiente que me está comiendo viva, me relajo un poco sobre mi cama sosteniendo mi pequeño vientre, tendré que esperar para mañana a decirle al señor Hitman sobre los bebés. Tengo tantas cosas que debo hacer, esto es una realidad que me alcanza más pronto que tarde.

Me pierdo tanto en mi cabeza que cuando menos lo imagino la alarma suena haciendo que parpadee un poco, a pesar de haber descansado todo este tiempo me siento exhausta, si hay un cambio que definitivamente estoy resintiendo es el cansancio no racional, suelo hacer mucho y ahora solo hago el menor esfuerzo y me siento cansada.

Tomo la decisión de no pensarlo demasiado para tomar mis cosas nuevamente, camino al cajero más cercano y saco únicamente lo que necesito, para cuando el taxi me deja en la sección de casas que le pedí se vuelve a asentar un malestar en mi estómago.

No tenía mucho en esta vida, así que ahora con mi gran chaqueta trato de ocultar mi vientre, no quiero que él sepa de mi debilidad, porque mis bebés ahora son mi debilidad y no quiero que tenga ninguna ventaja de dañarlos. Tengo una la sensación al caminar por la calle que me llevaba directamente a él, me pone inquieta, es tarde, definitivamente peligroso y no podía dejar de venir a este maldito lugar. Localizo la casa que tantos malos recuerdos me trae para lentamente abrir la puerta. Al principio todo es oscuridad, después la luz a mi derecha se enciende y en medio de la cocina está él. Ese hombre de metro noventa con cabeza inundada de canas y ojos castaños tan horriblemente parecidos a los míos, ha sido el encargado de que aún mantenga mis pesadillas.

—¡Pero si ahí está! ¡Mi hija, la más exitosa!—avanza unos pasos hasta mí, pero retrocedo, no pienso jugar a la familia feliz en este momento solo cierro mis ojos tratando de no llorar.

—Aquí está—tiro el pequeño fajo de billetes que traía en mi bolso cayendo en el desgastado y atrofiado sofá, en realidad no hay nada aquí más que una mesa en el centro de la cocina, un televisor y ese pestilente sofá.

Es momento de largarme y no volver. Antes de poder salir su voz me detiene.

—¿Te vas tan rápido? ¿Acaso no soportas la culpa de verme así?

Me vuelvo bruscamente, eso encendió una llama en mi interior que nunca he sido buena en controlar, camino al interior de esta pocilga que llama casa.

—Tú quisiste hundirte en esta mierda solo, no me vengas ahora con eso de que es mi culpa que vivas así—su rostro no solo se pone rojo si no que puedo jurar que esas arrugas y ojeras lo hacen ver más aterrador, por puro instinto trato de poner distancia entre los dos nuevamente, pero no lo consigo a tiempo, una cachetada de su parte me toma totalmente desprevenida.

—¡A mí me vas a respetar! Siempre fuiste una mal agradecida y por eso Dios te castigó, por tu culpa, todo lo que nos pasó fue por tu culpa ¡Acepta de una vez que eres una asesina!—sus palabras pesan más que el golpe y sin poderme contener las lágrimas comienzan a salir.

—¡No es cierto!—comienzo a gritar—¡Tú eres el imbécil que ocasionó que mamá ya no esté aquí, ella sabe.

—¡Ella sabe que eres una asesina! Por eso se fue—comienzo a respirar más pesadamente, me estoy aturdiendo en todos mis sentidos, no me siento segura así que hago lo de siempre, corro, corro y no me detengo.

Todo regresa a mi cabeza, los recuerdos, los gritos, el fuego ¡Ya no puedo más! Mi cabeza va a explotar y el aire me comienza a faltar, nada de esto es bueno. Sacó el teléfono y en un intento de pedir ayuda marco el número de Eli, la necesito más que nunca en este momento.

¿Hola?—no escucho bien su voz por alguna clase de interferencia, pero decido no detenerme así que cómo puedo vuelvo a hablar.

—¿Eli? Ven por favor, te necesito—las lágrimas comienzan a volver borrosa mi vista.

—No soy Elisa, soy Will, pero dime dónde estás y voy inmediatamente—no quería estar ni un segundo más aquí así que le dije entre jadeos y lamentos la que creía era mi ubicación actual.

Me recargue en la pared y caí hasta el suelo, nerviosa, sola y sin poder detenerme, justamente por esto tiene que ser la última vez, nada vale más que el bienestar de mis bebés. Mi pasado debe quedar atrás porque mi presente son ellos.

No puedo regresar porque estar cerca de cualquier cosa que me recuerde lo que pasó me mantendrá estresada, cansada y en el punto de un colápso, tal como está sucediendo, me va a costar mucho no regresar porque siempre he sido la idiota con esta culpa en la espalda, solo que ya no lo puedo permitir, no puedo mantener la culpa si me hace poner en riesgo a mis hijos o a mis hijas, si alguien sabe lo que se siente tener unos padres dañados soy yo y no les daré eso, así que con todo el dolor de mi corazón tiro mi celular al suelo y comienzo a pisotearlo con fuerza, alejandome de toda persona que podría contactarme para recordarme lo que pasó, el celular está hecho trozos cuando escucho la voz de Miller.

—¿Brooke?—levantó la vista y lo veo diferente a como estaba esta mañana, ahora está asustado, no lo culpo he de parecer una loca— ¡Por Dios! ¿Qué fue lo que te sucedió?—me toma cerca de sus brazos para verificar si puedo caminar bien. No sé en qué momento se bajó de su precioso carro negro. O en qué momento llegó.

Lo único que quiero es contarle todo, necesito decirle de la clase de persona con la que se casó, pero en cuanto se dé cuenta me odiará y se alejará de mí inmediatamente, no quiero que repudie a mis bebés por mi culpa, mis errores son míos y de nadie más.

—Ven sube—me ayuda a subir a su auto, una vez que técnicamente me acomoda en el asiento se dirige al lugar del conductor.

—No quería molestarte— susurro temblando un poco, luego las lágrimas en mis mejillas me dicen que no he podido dejar de llorar.

—Brooke, no me molestas, nunca me molestas. Te llevaré a mi casa porque no te ves bien como para dejarte sola en tu departamento—por primera vez la soledad no albergó mis emociones, pero aun así permanecí en silencio, podía sentir su mirada interrogatoria afortunadamente él no me presionó por más hasta que en un semáforo en rojo me miró con más atención de la debida.

—Brooke ¿Eso es un golpe?—su voz se tiñó de una seriedad que jamás había escuchado en él. Incluso sonó amenazador.

—Por favor, no quiero hablar de eso ahora.

—No habrá mejor momento para hablarlo. Necesito saber ¿Qué ocurrió? Tengo que llevarte al hospital.

—No, no es necesario. Prometo decírtelo, solo no ahora.

—Escucha, me preocupas y también nuestros pequeños, recuerda que no estás sola, ellos dependen de ti ¿Te parece bien que si el doctor en urgencias no encuentra nada mal nos vamos a casa?

Quería decirle que no, no tengo ganas de más burocracia, solo quiero dormir, pero tienen razón. Nuestros bebés me necesitan, asentí esperando que tomara la dirección al hospital.

Para nuestra suerte la visita a emergencias fue corta y aunque no revelé nada sobre el golpe sí dejé muy en claro que Miller no tuvo nada que ver. Me recomendaron reposo por unos días y que no faltara a mi siguiente cita con mi ginecólogo, aparte de eso solo eran unos moretones y mi susto.

Miller quedó para nada contento con que no le diera un nombre, pero lo respetó, como él siempre lo hace.

Ya con la noche encima la vista de una casa de un solo piso con grandes ventanales al frente me recibió, estaba ubicada dentro de un amplio terreno que si bien tenía vecinos, estaba lo suficientemente apartada para tener privacidad.

Me ayudó nuevamente a bajar y como me sentía tan cansada lo acepté sin decir nada, emocionalmente estaba destruida.

—Bienvenida a nuestro hogar—abre la puerta dejando ver una casa llena de cajas, parecía como si recién se hubiera mudado al lugar. Luego reaccioné a sus palabras.

—¿Nuestro?—pregunto enarcando una ceja.

—Bueno si es mía es de nuestros hijos y si es de nuestros hijos también es tuya—sonrío con ternura—Disculpa el desorden, me mudé hace unas semanas, soy malo en eso de desempacar y según mis deducciones será el hogar más conveniente cuando lleguen los pequeños.

Asiento sin saber qué decir, es una casa verdaderamente linda, tiene espacio y lo más importante es que no hay que subir cansadas escaleras.

—¿Will? —Matt se levanta del sofá que hay en la sala y se sorprende al verme aquí— Oh. Hola, Brooke ¿Qué te pasó?—pregunta caminando a mi lado para observarme, no quiero explicarle mucho así que solo le aseguro que estoy bien, tampoco me cree, pero lo deja pasar.

>>—Claro... Por cierto, Kian se ha quedado dormido en su habitación, al menos su lugar es lo más desempacado de toda esta casa.

¿Su sobrino estaba aquí? Volteo a ver a Miller que asiente con la cabeza.

—Muchas gracias Matt, como puedes ver fue algo de urgencia.

—Todo bien hermano, solo cuídala ¿Quieres?—me señala. Matt besa el dorso de mi mano para despedirse —Cuídense los dos. Te llamo mañana para ver qué pasará en el periódico.

Ambos hombres se despiden y cuando Miller regresa a mí me lleva por un pasillo lleno de puertas, abre uno brevemente y noto que es la habitación de su sobrino, hay una luz hermosa que da sombras en el techo con formas de estrellas y lunas, además está alegremente pintada con personajes animados de los pitufos y de varios superhéroes, una mezcla curiosa.

—Los ama—responde Will como leyendo mi mente.

—¿Le tienes una habitación especial a tu sobrino?

—En cada casa que he tenido, cuando viene a visitarme me gusta que se sienta cómodo, él eligió todo lo que ves.

Sin duda Will será un gran padre, que pena que no pueda estar segura de que yo sea una buena madre. Al salir ajusta su luz, le da un beso en la frente y lo dejamos descansar.

Me muestra la habitación que usaré y cuando me presta algo de ropa, antes de salir vuelve a hablar.

—¿Por qué no me dices quién fue? Te puso en riesgo a ti y a nuestros bebés.

Porque no quiero ponerte en peligro a ti, pienso. En su lugar solo agacho la mirada, no quiero hablar de esto ahora, eventualmente tendré que hacerlo, pero si no es necesario no lo haré.

—Hay cosas de las que no puedo hablar.

Sujeta mi rostro de una forma delicada acariciándome con sus pulgares.

—Ya no estás sola. Por favor entiendelo—acerca sus labios a los míos sin juntarlos, solo toma aire y besa mi frente.

—Descansa, Brooke.

—Descansa, Will—cierra la puerta dejándome con el corazón a mil por hora, ya no estoy sola me repito una y otra vez acariciando mi vientre.

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