MICHELLE
- ¿Estas emocionada? – pregunta mi mejor amiga en un chillido.
- Un poco, mis padres estaban aquí hasta el dia de ayer. – explico con una mueca.
Lis frunce el ceño y después detiene su paso.
- ¿Aquí en Mystic Falls? – deja las bolsas de ropa en el suelo. – Pensé que odiaban este pueblo.
- No lo odian, solo temen que me pase algo aquí.
- Es un pueblo silencioso y tranquilo, dudo que te pase algo malo. – se encoje de hombros y suspiro.
- Mi padre es cazador, Lis.
Ella me mira sorprendida y maldice.
- ¿Tu padre es un asesino? – frunzo el ceño ante su pregunta y niego. – Mata personas.
- Lis, son seres inhumanos que desean dañar a la raza humana.
- No todos. – contracta.
- Lo sé.
Todavía es extraño hablar de este tema entre nosotras. No todos los días te consigues un novio mitad lobo que anda por ahí, desnudándose y peleando con otros seres sobrenaturales.
Es simplemente irreal.
Hoy, se decidió una doble cita.
Bastante cursi en mi opinión pero los chicos insistieron en llevarnos a cenar en un bonito restaurante a las afueras de Mystic Falls.
- Estas bolsas pesan un poco. – se queja mi amiga tomando sus bolsas mientras trata de mantener balance.
- Te dije que compraras lo necesario. – me burlo. – Compraste casi toda la tienda.
- Tengo que verme caliente para mi chico. – es todo lo que dice antes de continuar su camino.
Busco en mi bolso mi móvil ya que comienza a sonar y cuando lo encuentro, choco con un muro.
Levanto la vista y me encuentro con unos ojos bastantes familiares y en su rostro, una pequeña pero burlona sonrisa.
- Michí. – me ayuda a levantarme.
Su angelical rostro y aquel cabello caramelo que enloquecería a cualquier mujer, están como le recordaba desde la última vez que le vi, vez que se negó a acompañarme a Mystic Falls.
- Nathan. – le sonrió. – No esperaba verte por aquí.
- Bueno, he venido a visitar un viejo amigo. – contesta. – Y también te extrañaba, negra.
- Es bueno verte de nuevo, Nathan. – le imito. – También me hacías falta.
Él se acerca y me envuelve en un cálido abrazo, rio cuando siento sus manos en mis costillas, haciéndome cosquillas.
Un carraspeo nos sobresalta y nos separamos para mirar a la persona a nuestro lado.
- Lis, él es Nathan. Es un buen amigo de Richmond. – le presento. – Nathan, ella es mi mejor amiga; Lis.
- Es un placer, Lis. – mi amigo estrecha su mano y Lis la toma sonriente.
- Digo lo mismo. – asiente. – Pensé que Michí no tenía amigos en Richmond.
- Soy el único y su favorito. – comenta divertido.
Los tres reímos y miro el reloj en mi mano.
- Bueno, debemos irnos. – anuncio. – Nos veremos por ahí, Nate.
- Adiós, amor. – se despide con un beso en la mejilla y después continuamos nuestro camino a mi apartamento.
(..)
- Michelle, estas preciosa. – susurra mi novio mirándome con descaro, empieza con mi profundo escote en mi busto y termina al final de mi vestido, que termina un poco más arriba de mis rodillas. – Esto será difícil.
Lis se enreda a Max y besa sus labios con pasión.
- Te extrañe tanto. – le susurra esta embelesada.
- Solo fueron veinte-cuatro horas, amor. – habla su novio, mirando sus labios para después devorárselos otra vez.
- ¿Vamos? – me pregunta Nick. Vale, esperaba un beso parecido o algún contacto físico con mi atuendo pero al parecer, falle.
Caminamos hasta el automóvil de Nicholas y me abre la puerta como todo buen caballero.
Antes de entrar completamente al asiento del pasajero, Nick jala mi brazo e impacta sus dulces labios con los míos, haciéndome jadear por la impresión.
- Te ves de puta madre pero si queremos cenar, debo contenerme. – sonríe e imito su acción.
Max y Lis se acomodan en los asientos traseros y Nick pone un poco de música.
Pasamos el largo viaje cantando canciones como "Thunder" de Imagine Dragons y "Wolves" de Selena Gómez y Marshmello, canción un poco irónica.
Luego de viajar por tanto bosque, llegamos a un muy bonito e iluminado restaurante, al parecer es italiano.
Nunca espere un restaurante de comida italiana.
Los chicos bajan del auto y nos ayudan a bajar del automóvil.
- Vaya, muy bonito. – halago. – ¿Cómo hiciste la reservación?
Nick habla con una camarera y ella nos hace un amago para seguirle.
- Mi prima, Tatiana es la dueña. – se encoje de hombros.
- ¿La tímida?
- Ella no es tímida. – afirma.
Bueno, entonces le caigo mal.
Llegamos a nuestra mesa y nos sentamos en la mesa, con vista al magnifico bosque.
- Debo admitir, nunca espere algo así. – señalo el lugar.
- Si, también lo admito. – habla mi amiga, divertida.
- Hieren nuestro corazón. – Max se toca el pecho dramáticamente y reímos.
- Bueno, sabemos quién es la mujer en la relación. – Max me mira indignado y los demás se ríen a carcajadas.
- ¿Qué van a ordenar? – pregunta una chica pelinegra a nuestra mesa, mira a mi acompañante y frunce el ceño, como si le reconociera de algún lado. – ¿Nick?
Nicholas levanta la mirada del menú y mira sorprendido a la chica.
- ¿Leila?
La chica le sonríe ampliamente antes de inclinarse y besarle en los labios.
Oh no.
Ella no acaba de hacer eso.
(..)
- ¡Suéltame, puta! – chilla la pelinegra mientras jalo su cabello falso. – ¡Él no es tuyo!
- ¡Es más mío que tuyo, hija de puta! – ambas caemos al suelo y le abofeteo el rostro para luego cerrar mi puño e impactarlo contra su rostro operado.
- ¡Michelle, basta! – grita Nick acercándose.
- ¡Aléjate, follador de zorras! – chillo molesta.
- ¡Michí, ya para! – Lis suelta un chillido irritante y me alejo de la pelinegra, bajo los brazos de Max.
Les explico, hace una hora la Leila esa, ha seguido a Nicholas al baño y se le ha tirado encima como una gata en celo, le toqueteo el pene y le beso el cuello como una puta, no me contuve y me lance a golpearle porque ¡El imbécil de mi novio no hizo nada para separarla! El simplemente se quedó estático. Le perdone a esa idiota que besara a mi pareja en mi cara pero no perdonare esto, a ninguno de los dos.
Tatiana, la prima de Nicholas se acerca a paso lento, mientras rueda sus ojos. Mira a Leila y se acerca a ella, más tarde observo como la camarera sale corriendo a la salida mientras derrama un mar de lágrimas.
- Sígueme. – Tatiana jala mi brazo y me levanta del suelo. – Quédense aquí, solo le pondré hielo.
- Es mi novia.
- Y por tu culpa ella está herida. – contracta y él se tensa, mirándome arrepentido.
Tatiana comienza a caminar y entramos a la cocina.
- ¡Salgan! – les grita a sus cocineros. – ¡Tienen cinco minutos!
Tatiana me empuja a una silla alta y me siento en ella.
- Gracias. – susurro.
Ella busca el hielo y lo pone bruscamente en mi frente.
- ¡Auch! – me quejo por el frio.
- No seas tonta. – gruñe.
Después de unos segundos, Tatiana aleja el bolso de hielo de mi frente y lo tira al fregadero.
- Ya está. – camina hasta la puerta pero se detiene, oliendo algo en el aire.
- Michelle. – le miro directamente a los ojos. – Corre.
Y todo pasa en cámara lenta; Tatiana suelta un quejido de dolor y una mano se incrusta en su pecho, arrancando su corazón. Su cuerpo cae al suelo con la mirada perdida y miro al atacante.
Es un vampiro – me repite la voz en mi cabeza. – Corre.
Y eso es lo que hago pero no lo suficientemente rápido, ya que me toma del tobillo y me arrastra a la salida del local, golpeando mi cabeza con algo duro y perdiendo el conocimiento.