Polos Opuestos |PAUSADA y REE...

By inaxhone

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¿Cómo deberías sentirte cuando nadie es capaz de entenderte? Giselle es una chica inteligente, simpática y si... More

1. Vive y deja vivir.
2. ¿Niñera?
3. Bienvenida a la casa de los Collins.
5. ¿Fiesta en casa de Dylan? P.1
6. ¿Fiesta en casa de Dylan? P.2
7. Todo lo malo me pasa a mí.
8. Los polos opuestos, se atraen.
9. Esto... ¿Es una cita?
10. "¿Qué haces en mi casa?"
11. Castigados.
12. ¡Sorpresa! (1)
13. ¡Sorpresa! (2)
14. ¡Sorpresa! (3)
15. Sentimientos.
16. Colores.
17. Lo odio.
18. Lluvia de estrellas (1)
19. Lluvia de estrellas (2)
20. Aceleración cardíaca.
21. Parque de atracciones.
22. "Te dejo estéril"
23. Ensayo.
24. Reencuentros y corazones rotos.
25. Romeo y Julieta.
26. Confesiones de última hora.
27. Desesperación máxima.
28. No todo el mundo cambia.

4. No entiendo nada.

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By inaxhone

Me quedé unos segundos en estado de shock  analizando la situación. ¿Cómo no me había dado cuenta de que tienen el mismo apellido? "Collins" "Jackson Collins". Me di una hostia mental por no haberme percatado de ello.

Pero a mi defensa puedo decir que hay muchas personas con ese apellido, y que de tantas que hay no pensaba que fuera a acabar concretamente en su casa.

—¿No os vais a saludar?—nos preguntó Loren.

Volví a la realidad y le saludé como si no le hubiera conocido nunca.

—Encantada—Le extendí la mano.

—Igualmente—me estrechó la mano—¿Así que tú eres la niñera de mi hermanita?

Parecía que un gato me había comido la lengua. No podía articular palabra, no sabía si era por el hecho de que tenía a mi peor enemigo delante o por el simple hecho de que tendría que estar aguantando a él y a sus estúpidas bromas de machito egocéntrico todos los días.

—Sí.

—Pues qué bien, me alegro por ti.

—¡Qué guay que os llevéis bien!—Dijo Loren—Voy un momento a mi habitación a por tu póster Giselle, y lo dejo en el comedor porque si no se me olvidará. Ahora vuelvo.

Y salió de la cocina para irse corriendo hacia su habitación, dejándonos solos. Miré al suelo sin saber que hacer o qué decir. ¿Qué se suponía que se hacía en estos casos?

Volví a mirarle a los ojos en cuanto escuché que volvía a hablarme, pero esta vez no de tan buena manera como lo había hecho delante de su hermana.

—Mira empollona, voy a actuar como si no te conociera de nada, ¿vale? Lo voy a hacer por mi hermana porque ella no tiene por qué enterarse de nada, así que actúa igual que yo. Yo dejaré de llamarte empollona y tú dejarás de odiarme mientras estés aquí dentro.

Parpadeé varias veces quedándome anonadada. ¿Estaba escuchando bien? Intenté no reírme en su cara para demostrarle lo poco maduro que había sonado todo lo que me había acabado de decir, pero no respondí sino que mordiéndome el labio inferior para no soltar ni una barbaridad, mientras me miraba con aires de superioridad.

A lo mejor yo también estaba cambiando y me estaba dejando de tonterías de inmaduros que vienen a joderme cada dos por tres.

—No hace falta que digas nada, harás eso y punto. Y ni se te ocurra decirle a nadie del instituto que haces de niñera en mi casa, ¿te ha quedado claro?

Arqueé una ceja, intentando contenerme de nuevo la risa que exigía por salir. Me hacía gracia lo mucho que intentaba cuidar su imagen de malote y de que nadie le podía decir cuatro cosas porque él era mejor que cualquier otra persona. Pero aún así, ¿dónde se supone que me había metido?

—Ya estoy aquí—dijo Loren antes de que yo pudiera decir nada, poniéndose a nuestro lado. Nos sonrió y Jackson le sonrió de vuelta, haciendo como si no hubiera pasado nada durante su ausencia—¿A que es simpática Giselle, tete?

—Mucho, cariño—Contestó, siendo hipócrita y mirándome con una gran sonrisa falsa.

—Nos hemos hecho muy amigas, ¿a que sí Giselle?—Dijo Loren.

—Sí—respondí, para luego mirar a otro lado. Notaba la mirada de Jackson encima de mí, y era algo que no podía aguantar. Odio que la gente se me quede mirando fijamente.

—¿Te pasa algo? Te noto nerviosa.

—No, tranquilo—Contesté a Jackson, sonriendo falsamente.

Coloqué mi pelo detrás de mis orejas para luego carraspear la garganta y dirigirme a la encimera a por los trozos de bizcocho que había cortado anteriormente para repartirlos entre las dos.

—Tomar los trozos de bizcocho, uno para ti y otro para ti—dije mientras le entregaba los trocitos a cada uno—No tengo hambre, algo ha hecho que se me cierre el estómago—miré a Jackson, dándole a entender que su presencia me quitaba las ganas de todo.

—Como quieras—Dijo Loren comiéndose su trozo de bizcocho.

Después de coger los trocitos de bizcocho fuimos al sofá los tres a ver un rato la televisión, aunque más que nada para ver los dibujos favoritos de Loren.

Me giré para mirarla y la veía un poco distraída, como aburrida. Así que se me ocurrió una idea.

—¿Quieres que juguemos a algo?

Loren giró su cabeza hacia mí y asintió con la cabeza, entusiasmada.

—Ahora que también está mi tete podríamos jugar a algo los tres.

—¿Qué quieres hacer?—pregunté, aunque el hecho de que el hermano se añadiese al juego que ibamos a hacer no me causara mucha gracia.

—No sé. Tengo muchos juegos en la habitación.

—¿Qué juegos tienes?—Preguntó ésta vez Jackson.

Intenté no reírme por el hecho de que ni su propio hermano sabía que juegos tenía en casa. Jackson me miró mal, pero me hice la despistada.

—La oca, el parchís... Los juegos más aburridos.

—Un poco—Dijo Jackson.

—Esperad, tengo un juego que me gusta mucho, ahora vengo no os mováis.

Loren salió escopeteada por las escaleras para subir a su cuarto. Suspiré y me acomodé mejor en el sofá. Sinceramente, no me gustaba estar a solas con Jackson, no era una sensación buena para mí.

Miré de reojo para ver que hacía. Estiró sus piernas y las puso encima de la mesita, mientras hablaba por su móvil con vete a saber quién. Llevaba puesto unos tejanos negros que estaban rotos por las rodillas, una camiseta gris básica, unas vans negras y el pelo alborotado. Siendo sincera, Jackson era un chico atractivo, pero eso no quitaba lo imbécil que era.

—¡Juguemos al Hedbanz!—Dijo nada más llegar y lanzarse al sofá con una caja en las manos.

—¿Qué es eso y como se juega?—preguntó Jackson.

—Yo os lo explico.

Se colocó bien la celpa del pelo y abrió la caja. Sacó tres bandas de color azul, y nos dio uno a cada uno.

—Tenéis que poneros esta banda en la cabeza y donde hay ese hueco—señaló un hueco que había para colocar una carta—tenéis que colocar una carta que cogeréis sin mirar. Vamos a sentarnos en el suelo para jugar mejor.

Ambos asentimos y seguimos las reglas y las ordenes de la niña. Nos sentamos en el suelo en redonda.

—Ahora dejaré las cartas en medio y tendréis que coger una y sin mirarla colocarla en el hueco de vuestra banda.

Cada uno cogió una carta y la colocó en el hueco de la banda, como anteriormente había dicho Loren.

—Vale, muy bien. Ahora yo tengo otras cartas—las enseñó—Que os las repartiré a cada uno, donde pone los ejemplos de las preguntas, las mismas que tenéis que hacer. El juego consiste en que cada uno tiene que averiguar qué es, es decir, que es lo que tiene puesto en la carta de la banda de la cabeza, y a partir de las respuestas que nosotros le digamos averiguarlo, ¿sabéis?—Asentimos—Pues bien, comienza tú tete.

—Creo que lo he entendido—dijo mirando la carta de los ejemplos, y visualizando una a una las preguntas—¿Soy una mascota?

—No—Dijimos las dos a la vez.

—Me toca—Dije. Miré la carta buscando una pregunta—Vale... ¿Soy un animal?

—No—Dijeron ambos mirando mi carta.

—¡Me toca!—Dijo Loren entusiasmada—¿Soy comestible?

—Sí—Dijimos Jackson y yo a la vez.

Y así sucesivamente, hasta que no nos dimos cuenta de que habían pasado un par de horas. Me lo había pasado realmente bien y todo el rato eran risas y bromas entre nosotros.

Jugamos aproximadamente como unas seis partidas. En la primera yo era una lavadora, Jackson una paloma y Loren espaguetis. Vi por primera vez una faceta de Jackson que no había visto nunca; su auténtica risa, su sonrisa sincera, como se comía el coco intentando saber qué era... Me hacía pensar que no era tan imbécil realmente, pero la realidad siempre me daba de frente y entendía que era así por su hermana, porque al fin y al cabo seguía siendo el mismo gilipollas que se conoce en el instituto y fuera de él.

—¡Hija! Ya estoy en casa.

Escuchamos a Lisa entrar y saludar a su niña pequeña.

—¡Mamá!—Gritó Loren y se levantó para ir corriendo tras su madre.

Observé un rato la escena de madre e hija y me dio por pensar en la mía y en que solo hacía un día en que se había ido y ya la echaba de menos. Ese momento que acababan de tener ambas de verse después de muchas horas sin poder por trabajo, también lo quisiera tener yo ahora mismo con la mía, porque nosotras siempre habíamos estado muy unidas desde que nací, y siempre ha sido como una amiga para mí, con la que sabía que podía contar con todo y que no me iba a juzgar.

—¿Te lo has pasado bien?—preguntaron a mi costado, sacándome de mis pensamientos.

—Muy bien—miré a Jackson.

Hubo unos segundos de silencio, hasta que volví a hablar.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Dispara—Dijo, mientras recogía las cartas del suelo.

—¿Por qué no eres así siempre?

—¿Así? ¿De qué me hablas?

—Así. Tú mismo. No eres el mismo que se conoce en el instituto—Le dije con toda mi sinceridad y sin que pareciera que me estaba metiendo en sus asuntos, cosa que tampoco quería.

—Soy el mismo—Me respondió esta vez en modo cortante.

Rodeé los ojos afirmando lo que había dicho anteriormente; sigue siendo el mismo gilipollas de siempre, pero delante de su hermana era otro.

—No quería molestarte—Le dije y me levanté.

Iba a ir en dirección a Lisa pero noté que alguien me cogía del brazo. Miré hacia atrás para observar a Jackson incorporándose del suelo y levantándose, quedando cara a cara conmigo.

—Gracias por cuidar de mi hermana.

Fruncí el ceño sin saber a qué había venido ese agradecimiento, pero rápidamente cambié la expresión para sonreír sincera.

—No es nada.

—¿Mañana vienes de nuevo?

Intenté no sonreír por la pregunta que me había acabado de hacer. ¿Por qué tan interesado en sí volvería o no?

—Claro, hasta que tu madre ya no me quiera más aquí dentro—Me reí y me sonrió.

—¡Giselle!

Alguien me llamó, interrumpiéndonos a Jackson y a mi. Sonreí a la mujer que se dirigía a donde yo me encontraba.

—¿Cómo os lo habéis pasado?

—Muy bien, tu hija sabe como quemar el tiempo—Le sonreí—Ya me voy.

Me dirigí a una silla del comedor donde se encontraba el póster que me había regalado Loren. Le guiñé el ojo y le dije que me lo llevaba, lo que ella asintió sonriendo. Vino corriendo y me abrazó.

—Eres la mejor niñera del mundo—Le correspondí el abrazo y sonreí.

—Me tengo que ir, mañana nos vemos.

Me despedí de cada uno de los que estaban en la salita (incluyendo a Jackson) para luego dirigirme a la puerta.

—¡Ya hablaremos del dinero!—Me gritó Lisa antes de que pudiera cerrar la puerta detrás de mí. Alcé el pulgar y me volví a despedir desde lejos.

Cerré la puerta y me di cuenta de lo tarde que era. ¿Ya se había hecho de noche? Me acerqué al bus que había cogido antes para venir hacia aquí y miré a que hora pasaba. Me senté a esperarlo mientras mi cabeza no dejaba de darle vueltas a la tarde que había tenido, y acompañada del popularucho e irresistible del instituto. Jackson vivía en la misma casa que la niña a la que tenía que cuidar, y mientras estaba con su hermana había demostrado que en parte tenía buen corazón, y que no siempre era tan despreciable como lo demostraba. La verdad es que prefería que todos los días fuera como lo ha sido hoy, pero sin duda alguna el amable y risueño Jackson le daba mil patadas a aquél egoísta machito que da a entender en el instituto.

Llegué a casa y encendí todas las luces para irme en dirección a mi habitación. Dejé el póster en la cama mientras buscaba por los cajones el celo. Cogí el póster gigante y lo coloqué en el techo justo encima de mi cama, donde tenía un gran espacio vacío.

Eran las ocho y cuarenta, y la verdad es que tenía un hambre que no podía conmigo. Me senté en mi cama y cogí mi móvil marcando el número del repartidor de pizza. Antes de que el pudiera hablar, salté rápidamente pidiendo una pizza cuatro quesos, dándole mi dirección y con un gracias al final, le colgué.

Fui al comedor y puse la televisión. Empecé a hacer zapping para ver que podía ver hasta que paré en mi querido canal Disney Channel. Pasaban los años y seguía gustándome este canal y casi todo lo que daban en él.

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