Amor Masoquista

By AlexaD01

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Elena era una chica que llevaba una vida casi normal. Como cualquiera de nosotras. Nunca pensó que el día de... More

Prefacio
Acerca de la autora
Capítulo 1. Felíz cumpleaños
Capítulo 2. ¿Qué me pasó?
Capítulo 3. Obsesión
Capítulo 4. No puede ser
Capítulo 5. Comienza los Problemas
Capítulo 6. ¡Qué estúpida soy!
Capítulo 7. Chica especial.
Capítulo 8. ¡En una hora!
Capítulo 9. ¿Socio?
Capítulo 10. ¿Socia?
Capítulo 11. Me gustas.
Capítulo 12. Mi hermosa Elena
Capítulo 13. No tientes tu suerte
Capítulo 14. Confío en ti.
Capítulo 15. Ya no soy vírgen.
Capítulo 16. Sólo un día más
Capítulo 17. Último atardecer
Capítulo 18. Miserable
Capítulo 19. No me dejes.
Capítulo 20. Condenada por 100 años
Capítulo 21. Estúpido vampiro bipolar
Capítulo 22. Regreso a casa
Capítulo 23. Confesiones.
Capítulo 24. Graduación
Capítulo 25. ¿Terminamos?
Capítulo 26. Más confesiones
Capítulo 27. Soy un cobarde
Capítulo 28. Como no me di cuenta
Capítulo 29. Ahora o nunca
Capítulo 31. Ángel
Capítulo 32. Aléjate de mí
Capítulo 33. ¡Hombre lobo!
Capítulo 34. Chica Rebelde.
Capítulo 35. ¡Los Ángeles, allá voy!
Capítulo 36. La verdad.
Capítulo 37. Nuevos dones
Capítulo 38. Encuentro final
Capítulo 39. Es mucho más que amor
Capítulo 40. Inglaterra
ADELANTO
Capítulo 41. "Una relación caóticamente hermosa"
Capítulo 42. Te perdí
Capítulo Final
Epílogo
Nota final
Aviso
#emocionada

Capítulo 30. Bendita adicción

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By AlexaD01

Dedicado a PamelaCano01


Alex

—¡Elena!... —escuché gritar a Sebastián al mismo tiempo que mal decía observando todo a su alrededor a través de la ventana.

Pero no me preocupaba en lo absoluto. No me podía ver, ni percibir que estuve ahí.
Miré a Elena, la cual estaba aferrada a mi cuello con los ojos cerrados, lo que me parecía gracioso.

Supongo que debía estar pensando que lo que hice era una completa locura. Pero en nuestro mundo de oscuridad ya no habia nada sobrenatural que nos llegase a sorprender. Todo era posible.

Me detuve en un parque bastante lejos de donde estaba el hotel para poder hablar con Elena.

—ya puedes abrir tus ojos —le susurré al oído al mismo tiempo que la dejaba en el suelo.

Ella los abrió despacio, observó el lugar detalladamente y luego su mirada recayó en mí.

—¿no me digas que me sacaste del hotel para traerme a caminar al parque? —preguntó molesta. Yo negué con la cabeza.

—tranquila, no me agradezcas —respondí sarcástico—. ¿Cómo querías que supiera que tu "novio" te tenía prácticamente secuestrada e idear un plan de rescate? —espeté malhumorado.

Soltó un bufido y rodó los ojos.

—bien, tienes razón. No había manera de que lo supieras —reconoció— pero... y ahora que sigue.

—ni pienses que te saqué de ese hotel para dejarte aquí y sóla —musite.

—y si lo hicieras tampoco pienso quedarme aquí —se cruzó de brazos— en... estas fachas —dijo mirando sus pies descalzos y su pijama de dos piezas que le cubría solo lo necesario.

Si todavía fuera humana, seguro que en estos momentos estaría totalmente sonrojada.

—extraño ver ese sonrojo en tus mejillas —solté de pronto. Tarde me había dado cuenta que no sólo lo había pensado cuando vi que alzó la mirada frunciendo su entrecejo.

—¿por qué eres tan bipolar? —preguntó enarcando una ceja.

—¿por qué eres tan testaruda? —contraataque.

—¿Qué?

—siempre arruinas el momento mágico —susurre entre dientes. Se veía tan hermosa cuando se enojaba.

—en serio... ¡momento mágico! Jajajaj —se río burlándose de mí.

No podía creerme que una vampiresa de otro clan se estaba burlando de mí en mi propia cara. Ésta mujer definitivamente me volvería loco uno de estos días.

Solté un suspiro para tranquilizarme.

—¿terminaste? —pregunté de forma seria tomando una posición intimidante para que recordara con quien estaba hablando. Ella asintió con la cabeza colocando una de sus manos tapando su boca para no volver a reirse.

—bien, entonces lo que sigue es llevarte a un lugar seguro, un lugar secreto y lejano donde Sebastián no pueda encontrarte.

—no tengo una guarida secreta y lo más seguro es que ya me esté buscando en mi casa y la de Cam.

Comenzó a caminar de una lado a otro preocupada y lo único que lograba era frustrarme más de lo que ya estaba.

—te llevaré a un hotel —dije al final. Detuvo su andar e intentó preguntar más cosas, pero se lo impedí—. No más preguntas por ahora, salgamos de aquí, no estamos seguros.

Asintió algo reticente, pero poco a poco se acercó a mí.

—¿cómo estas tan seguro que si vamos a un hotel no nos encontrará? —preguntó curiosa como siempre.

—tenemos la ventaja de que, mientras seamos neblina no percibirá nuestros aromas —le expliqué— ahora vamos.

Se aferró a mi cuello, pero no tan fuerte como la primera vez. Mientras yo la apegaba a mi por la cintura. No fue necesario cargarla y ésta vez mantuvo los ojos abiertos.

Me detuve en uno de los mejores hoteles cinco estrellas de la ciudad.

La tomé de la mano animándola a entrar. Ella no puso objeción, pero sabía que estaba incómoda y apenada por no tener zapatos y estar en ropa para dormir. Le dije al oído que me esperara en el lobby del hotel mientras pedía una habitación.

Subimos hasta el piso 16 por el elevador. En completo silencio caminamos por el largo pasillo hasta encontrar el número indicado en la llave.
Abrí la puerta y la dejé pasar primero. Ella sin prestarle mucha atención a los lujosos detalles de la habitación me atacó con sus preguntas.

—¿y bien? Ya estamos aquí.

—la habitación está registrada a mi nombre, no hay forma de que te encuentre tan fácil —expliqué.

—vale, y eso quiere decir...

—debo volver a mi casa, estoy más que seguro que irá a buscarte ahí —informé.

—¿por qué? —preguntó frunciendo el entrecejo— espera, ¿qué? Pretendes que me queda en estas cuatro paredes todo un día hasta que regreses por mi en la noche —espetó haciendo gestos graciosos con sus manos y entornando sus ojos hacia mí en forma de reproche.

No me permitió responder y volvió a hablar

—y pensar que sólo tenía que cuidarme de la vampiresa para que ahora también Sebastián esté tras de mi —musitó frustrada.

Yo negué con la cabeza y sonreí por la forma en que se refería a Xiomara.

—oh, lo siento —fingió disculparse— pero me importa un cuerno que te moleste como le digo a tu esposa —dijo la última palabra con amargura.

—Xiomara ya no es mi esposa —dije y me miró sorprendida y algo incrédula— el consejo me exigió que me divorciara de ella y yo gustoso accedí —le informé.

—n... no, no lo sabía, Sebastián no me comentó nada —susurró.

—así parece —coincidí. Era obvio que a él no le convenía que Elena lo supiera. Sería una razón más para alejarse de él.

—necesito ropa —dijo sentándose en el borde de la amplia cama flexionando sus piernas sosteniendo su barbilla entre sus manos.

Yo me acerqué a ella a paso lento, quedando de pié frente a ella. Acaricié un mechón de su cabello y lo coloqué detrás de su oreja.

—creo que a veces olvidas que no eres una simple humana, bien puedes elegir a una chica de tu edad, alimentarte de ella hasta dejarla inconsciente e intercambiar de ropa —dije mientras ella me miraba analizando mis palabras— tendrás doble beneficio de una sóla víctima.

—¿¡qué!? —me miró de forma reprobatoria.

Me encantaba que no haya perdido esa bondad que reflejaban sus ojos cuando era humana.

—sólo era una sugerencia —musité con voz inocente, mientras me sentaba a su lado.

—vaya sugerencia —dijo rodando los ojos.

—no tienes que quedarte todo el día aquí, puedes disfrutar de la piscina, el gimnasio, sala de belleza —musite acariciando su hombro siendo sólo un roce.

Me miró algo nerviosa y luego me dedicó una leve sonrisa.

—Olvidaba lo bipolar que es tu carácter.

—Mi carácter es según la situación lo amerite —me defendí.

—¿y que amerita tu carácter en estos momentos? —me miró fíjamente a los ojos. Le sonreí de lado.

—si te lo digo quizás no me creas —susurré.

—a veces los hechos lo dicen todo, son mejor que miles de palabras.

Y al decir eso, la besé sin pensar en otra cosa que no fuera el dulce y adictivo sabor de sus labios.

No fue sorpresa para mí que me siguiera el beso. Un beso lento disfrutando cada roce de nuestros labios. Dejé mi mano derecha detrás de su espalda y con la izquierda acariciaba su mejilla.

Lentamente me separe de ella, no sin antes volver a darle un beso corto. Pero al abrir mis ojos recordé la dura realidad.

—lo siento —susurre para después levantarme de la cama— no debí.

—no lo sientes. Lo disfrutaste tanto como lo hice yo, ya no estoy con Sebastián. Ahora ya ambos estamos libres —dijo poniendo los brazos en jarra.

—Elena... —intenté hablar.

—no me vengas con excusas Alex —me interrumpió— si seguiste a Sebastián para saber de mí y me ayudaste a escapar y te tomas la molestia de pagarme una habitación en uno de los mejores hoteles no es por cumplir como gobernador principal. Para hacer ese trabajo tienes a vampiros bajo tu mando. Lo hiciste tú mismo, porque tienes razones más fuertes, y me lo acabas de demostrar en ese beso —terminó de decir rozando su labio inferior con su dedo pulgar.

—puede que tengas razón en todo lo que acabas de decir, pero no es el momento para discutir eso.

«¿Cuándo será el momento entonces?» me reprochó mi subconsciente.

Elena bufo y se cruzó de brazos molesta.

—ya tengo que irme... —ella rodó los ojos y luego habló:

—"lo siento, no debí" —dijo con burla— que yo recuerde la primera vez que me besaste no dijiste esas palabras y mucho menos parecías arrepentido de haberlo hecho —concluyó.

Y con eso logró su cometido: sacarme de mis casillas. Apreté mis manos en puño y solté un gruñido.

Sin poder evitarlo la bese nuevamente, siendo esta vez un beso necesitado por ambos. Quería tenerla para mí, que fuera mía para toda la eternidad. De nadie más.

La bese con fuerza, dominando su boca con mi lengua. Con mi mano la atraje más hacia mí, enredando mis dedos en su cabello, mientras ella hacía lo mismo. Bendita adicción a sus labios, los saboree, chupe y mordí su carnoso labio inferior.

Me separé bruscamente de ella. Sus ojos brillaron peligrosos al igual que los míos.

—regresaré antes del amanecer —dije. Pasé por su lado y cerré la puerta dando un portazo.

Los sentimientos de culpa, ira y deseo hacían un completo y jodido caos en mi cabeza.

Era un maldito idiota. Quería destrozar lo primero que se cruzara en mi camino. Saciar mi sed, beber la sangre de un humano hasta la última gota.

"O desgarrarle la garganta a Sebastián, cortarle la cabeza y prenderle fuego hasta que sólo queden cenizas" me recomienda mi subconsciente.

—ya veremos que pasa... —susurre a la nada.

Salí del hotel y me volví neblina, dejándome llevar por el viento. Mientras recordaba todo lo que había pasado con Elena en aquella habitación.














¡OMG! Parece que han despertado los pensamientos asesinos en Alex. "Es el efecto Elena" .wow!

En fin, no le doy más larga a esta nota. Sólo una cosa más...
<<Voten y comenten.>>

Besos, Alexa 😘

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