Epílogo

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P.V. Elena

—¡Wow! —exclamó Alan con una enorme sonrisa dibujada por sus delgados labios rosas— creo que me he enamorado —suspiró colocando su mano en su pecho para darle algo de dramatismo a la situación.

No pude contener la risa y mirarlo con ternura. Él era mi ternurita aunque odie que le llame así, aún no entiendo por qué para Camille es un adolescentes insoportable.

Lucía muy elegante con su traje azul marino, camisa blanca por dentro y un gato en su cuello. Ya me imagino a cuántas tiene babeando detrás de él. Debía reconocer que sabe como presumir muy bien lo guapo que es. Él es el resultado perfecto de Adam y Camille.

—¡fuera hombres! —gritó mi amiga, exagerando un poco, empujándolo con fuerza.

—pero ma... ¿No se supone que el novio es quien no debe verla? —se agarró firme al marco de la puerta.

—¡he dicho fuera! —volvió a gritar exasperada Cami.

—oye, tranquila. Alan tiene razón, no pasa nada —lo defendí a lo que él me agradeció con una sonrisa ladeada— gracias por tu cumplido amor, ahora te pido que te retires, tu madre aún debe terminar de peinarme.

—está bien tía Elena, iré a presumir con papá y tío Alex que yo si pude ver lo hermosa que quedaste —dijo guiñándome un ojo y con una pequeña risilla malvada.

—que malo eres. ¿Te he dicho que eres mi sobrino favorito?

—sí, lo sé. Porque estoy más que seguro que la que está ahí adentro -señaló con su dedo índice la barriga de Cami— será niña. Mi pequeña, hermosa, mocosa hermanita —le saca la lengua a su madre para molestarla. Ella en respuesta le lanza un gruñido nada amistoso.

Como olvidar ese pequeño-gran detalle. Camille estaba de tres meses y medio de embarazo. Quizás por eso su mal humor y Alan se aprovecha de eso para fastidiarle la paciencia.

—tranquila, sólo tiene catorce, apenas está empezando a vivir.

—no lo soporto. Te juro que si de aquí al otro mes mi mal humor no cambia terminaré dándole un merecido golpe.

—jajajaja ya Cam. Termina el peinado para colocarme el velo, no quiero hacer esperar tanto tiempo a Alex

—¿Qué clase de novia eres? —dijo en modo de regaño— toda novia debe hacer esperar al novio. Además así te cobras las veces que te ilusionaste sin ser correspondida.

—primero malhumorada y ahora malvada —comenté negando con la cabeza- no me imagino cuánto hiciste esperar al pobre Adam.

Y así entre comentarios y risas Camille terminaba de arreglarme para mi boda, mientras me relataba como había sido la de ella en el mundo de los lobos.

Para mí era como si hubieran pasado meses sin saber de ella, de Alex y de mis padres. Pero no, habían transcurrido veinte años. Bueno, no es que tuviese un reloj y mucho que hacer en el infierno como para saber cuánto tiempo transcurría. Lo único que podía hacer era soportar el calor del fuego que no se apagaba y morderme la lengua para no gritar por las torturas que me hacían los malditos demonios.

Pero gracias al cielo y a Alex, pude regresar nuevamente a este mundo.
Veinte años.

Veinte años en donde no pude disfrutar momentos tan felices de mi amiga. Su boda, su transformación, el nacimiento de Alan.

Momentos de tristeza y dolor como la muerte de Alberto (el cual murió de depresión al enterarse de mi muerte) la muerte de Nany (de cáncer en el estómago) la pobre sufrió en menos de ocho años dos pérdidas grandes, eso hizo que descuidara por completo su salud hasta el punto de enfermarse y morir.

Amor MasoquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora