Capítulo 20. Condenada por 100 años

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Dedicado a NATALY2892


Me senté de golpe en la suave cama sintiendo que me asfixiaba, pero luego de inhalar y exhalar repetidas veces, era inútil, no me hacía falta el aire para respirar y vivir. Intuitivamente llevé mi mano a mi pecho y no sentí mi corazón latir.

Me levanté rápidamente. Era increíble la velocidad que tenía, me observé a mi misma y tenía puesto un vestido negro, que no recuerdo haber comprado al igual que unas botas del mismo color. Lo más asombroso es que no tenía cicatrices por ninguna parte de mi cuerpo y no sentía dolor alguno; sólo sentía mi garganta totalmente seca.

Bajé las escaleras en unos segundos, eso sí que había sido rápido a pesar de estar en el tercer piso de la casa. Busqué a Sebastián y lo encontré en su oficina de pie con la mirada perdida viendo por el gran ventanal detrás de su escritorio. Al notar mi presencia dio la vuelta con una gran sonrisa y un brillo en sus ojos que no había visto antes, yo por mi parte sentí la necesidad de acercarme a él, sin entender el por qué.

—hola... —susurré.

—hola hermosa —musitó él acariciando suavemente mi mejilla, pero ya no sentía frío porque mi piel era tan fría como la de él.

—siento algo... diferente hacia ti, como una dependencia —dije tratando de obtener alguna explicación.

—eso es porque soy tu creador —respondió con su típica sonrisa de lado, lo que provocó en mí ganas de besarle— y tenemos un lazo que nos une —terminó de decir rozando su dedo pulgar por mi labio inferior adivinando mis pensamientos.

Sin más acorté la poca distancia y lo besé, siendo un beso necesitado por los dos.

—te queda bien ser como yo —dijo terminando nuestro beso a lo que yo hice un mohín, aún no me agradaba la idea de que me habían asesinado y ahora estaba "viva" pero no de una forma común.

Me giró quedando frente a un espejo largo que había en la entrada de la oficina, sin quitar sus manos de mi cintura quedando detrás de mí.

—estás más hermosa que antes —dijo besando mi cuello.

—¿cuánto tiempo estuve dormida? —pregunté omitiendo su comentario, aunque tenía toda la razón.

—dos días que para mí fueron como meses, me sentía vacío sin ti —susurró en mi oído tomándome por sorpresa sus palabras.

—gracias por salvarme —fue lo único que respondí.

—no tienes que agradecerlo, eres mi novia y es mi deber protegerte —sentí como se tensó al decir lo último.

—¿qué pasó con.. Xiomara? —pregunté. Sabía que su repentina reacción era por ella.

Su mirada se tornó seria y ensombrecida de un momento a otro.

—quisiera decirte que acabé con ella —musitó haciendo sus manos puño— pero no es así, después de convertirte llamé a Patton para decirle todo lo que su esposa te había hecho —dijo con su voz cargada de odio.

—¿él no sabía nada? —pregunté sin entender bien lo que me decía Sebastián.

—no. Él estaba de viaje en Canadá, pero en seguida regresó a San Diego al enterarse de lo que su esposa había hecho y ahora él es el gobernador de su clan y sólo estaban esperando que despertaras para llevarte ante el consejo y tomar una decisión con respecto a Xiomara.

Tan sólo recordar todo lo que me hizo esa maldita sádica y enferma me dan ganas de buscarla y asesinarla con mis propias manos. Mis ojos se tornaron rojo e hice mis manos puño enterrando mis uñas en la palma de mis manos, pero no sentí dolor.

Amor MasoquistaWhere stories live. Discover now