Capítulo 6. ¡Qué estúpida soy!

3.9K 247 15
                                    

Dedicado a melizaordonez

—Cariño, no me invitas a la fiesta —escuché la voz de una mujer, me soltó de golpe y al alzar mi vista, vi la mujer, era la misma con la que había soñado.

Por instinto retrocedí al ver como ella se acercaba, pero Alex le impidió el paso agarrándola por la cintura, ella sin pensarlo dos veces lo besó ferozmente. Ella era muy hermosa, sin duda yo no era competencia alguna.

Lentamente se acercó a mí, rodeándome mientras caminaba haciendo un círculo deteniéndose detrás de mí.

—tu olor es embriagador —susurró en mi cuello haciéndome poner más nerviosa de lo que ya estaba.

—déjala —habló Alex chocando su mirada con la mía— ya me alimente de ella.

Definitivamente era solo un banco de sangre para esos dos.

—sólo quiero probarla, seguro no recordará nada al despertar —dijo hacia Alex sin dejar de observarme. Su mirada me daba escalofríos.

—¡detente! —ordeno él— vayámonos. Tengo que hablar contigo—. Aquello hizo que ella se enfureciera, me tomó por el cuello para después estamparme contra el duro y áspero suelo. Aunque me dolió, no me quejé, hasta que sentí un raspón en mi rodilla. Maldije por lo bajo cuando vi la sangre salir de esta. Mi vista fue directa donde estaba Alex y aquella mujer. Su mirada no era nada amigable, en cambio demostraba "deseos de beber de mi sangre"

—¡es ella verdad! —gritó aquella mujer sacándome de mis estúpidos pensamientos, presentí que la noche no terminaría nada bien.

—sí —afirmó él. Mi cabeza no procesaba lo que ellos hablaban— después tendrás tiempo con ella.

No entendí que quiso decir con eso, pero no era nada bueno lo que me esperaba. Aunque creo que de alguna forma me protegió de ella, pero sus palabras y actitud demostraban lo contrario. Ella sonrió con cara de desquiciada y en unos segundos desaparecieron.

Mi cuerpo reaccionó por el dolor que sentía, creo que esa loca me había roto algún hueso.

—genial, ahora cómo salgo de aquí —susurré. No sabía dónde estaba, ni que tan lejos puedo estar de la disco. Mi cabeza dolía así que, decidí llamar a Camille para que viniera a buscarme.

—¡Hola!

—Camille —logré decir entre sollozos— te necesito.

—¿Elena que sucedió? ¿Dónde estás? —preguntó ella preocupada.

—no lo sé —no pude más y estalle en llanto. Me sentía tan patética tirada en el suelo, sin fuerzas para levantarme o defenderme— ve a la disco de siempre, búscame en los alrededores.

—Dios... iré en seguida.

Me sentía sola, indefensa. Como fui tan estúpida. Me comporté como toda una inmadura ante mi amiga, no paraba de llorar, tenía un sentimiento de culpabilidad. Ella me lo advirtió y yo como una masoquista no me importó nada, ni me detuve a pensar en las consecuencias.

Luego de varios minutos, mi llanto seso. Miré la hora en mi celular, eran casi las cuatro de la madrugada. Como pude me levanté y decidí caminar por la calle, pero mi celular timbró.

—Cami.

—sí, dime exactamente dónde estás, que ves a tu alrededor.

—estoy en la calle afuera de un edificio abandonado. Hay algunos árboles cerca, no distingo mucho, está oscuro.

Amor MasoquistaWhere stories live. Discover now