La Casa GAY

Autorstwa La_dona_que_escribe

24.8K 3.6K 2.2K

"La casa GAY, un lugar para todo aquel hombre homosexual que fue rechazado por su familia, tirado a la calle... Więcej

Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Especial Rubelangel
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Especial Wigetta
Capítulo Veintiuno
Capítulo Veintidós
Capitulo Veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiséis
Capítulo Veintisiete
Capítulo Veintiocho
Capítulo Veintinueve
Capítulo Treinta - Final
Epílogo

Sinopsis

2.3K 237 69
Autorstwa La_dona_que_escribe

Samuel, un joven español de 18 años con su cabello castaño casi a rapa, piel un poco bronceada por el trabajo y con un poco de musculatura. Le dio un sorbo más a su cerveza, mezclándola con el sabor de la sangre que salía aún de su labio. Llevaba casi dos horas sentado en la acera, las cervezas que había comprado se habían agotado y ya no aguantaba los gritos. Pensaba esperar a que su amigo saliera de allí, pero parecia que jamás iba a suceder eso.

Suspiró cansado antes de ponerse de pie de forma tambaleante, dejó que la bebida alcohólica se resbalara de su mano y empezó a caminar hacia la entrada de la desgastada casa.

Los gritos de dolor y furia no paraban, estaba agotado tanto física como mentalmente y no estaba seguro de lo que iba a hacer. Atravezó el jardín y llegó hasta la puerta, miro el timbre pero pasó totalmente de él para acabar golpeando la puerta con su puño cerrado, usando más fuerza de la requerida.

Lo último que se escuchó del interior de la casa antes de que la puerta se abriera fue un cristal estrellándose contra la pared. Un hombre obeso, de baja estatura pero más fuerte que el joven de 18 años, apareció en la entrada, sus ropas estaban sucias tanto de café como de sudor, su mirada se veía cansada y llena de cólera. Samuel se preguntó, cuando había sido la última vez que lo vio reír, recordo aquellos paseos nocturnos en la playa con su mejor amigo y con ese señor. Sonrió nóstalgico.

--¿¡Qué carajos quieres muchacho?!-- habló con odio, ese era el único sentimiento que albergaba su alma en aquellos momentos.

--Vine a llevarme a Diego-- dijo seguró el chico, sin trabarse a pesar de estar algo borracho --, no pienso permitir que siga dañándolo.

El hombre rió con ganas --¿Acaso no lo sabes? Ese estúpido es gay. Largate Samuel, déjame acabar de castigarlo.

Iba a cerrar la puerta pero el castaño la detuvo con su mano.

--No señor-- Samuel miro al interior de la casa, su amigo sollozaba en silencio sentado en el suelo, con la mirada agachada --, me ha dejado claro que usted no lo quiere, pero él es mi mejor amigo. Diego vendrá conmigo, y usted jamás tendrá que volverlo a ver, ambos nos iremos.

--¿Por qué te quieres llevar a esta basura?-- susurró enfadado, miro detrás suyo donde su único hijo seguía llorando.

--Por que es mi hermano, y también soy gay.-- el hombre le miro impresionado.

Notó las marcas de golpes en su rostro, la sangre seca bajo su nariz y parte de su labio inferior. Se dio cuenta que en la calle, al lado de un par de cervezas vacias, había una mochila y una maleta.
Gruñó sintiendo repugnancia, pero se hizo a un lado dejándolo entrar.

--Toma tus cosas y largate de mi vida bastardo.-- ordenó mientras caminaba hacia la cocina.

Samuel fue hasta su amigo, a pesar de estar bajo los efectos del alcohol le ayudo a ponerse de pie y lo acompaño hasta su habitación, empacaron lo más rápido que pudieron y lo más importante. En menos veinte minutos, salieron de la casa con tres maletas pertenecientes al menor por meses.

--Gracias-- susurró con voz rota --, si no hubieses llegado estaría muerto.

Samuel sonrió, pasó su brazo por los hombros del chico y caminaron hacia dónde estaban sus cosas.

--Por nada chaval, para eso estamos-- se colgó la mochila a la espalda y tomó por la agarradera la maleta --, vámonos.

Diego, un muchacho de nacionalidad mexicana, pero que había vivido toda su vida en España al lado de Samuel, le veía cómo un superheroe. Castaño claro, piel morena y lampiña, ojos color almendra y sonrisa tímida. La familia de Luque y la familia Hernández eran de escasos recursos, con padres violentos y madres desinteresadas.
Tal vez fue por eso que cuando se conocieron, de 7 años, se hicieron inseparables y se juraron amistad eterna.

Se habían apoyado en todo momento, desde la muerte de la madre de Diego hasta cuando Samuel quedó en la ruina con su familia y ni les alcanzaba para comer. A pesar de las adversidades, entre ellos lograban hacer que las penas duraran poco o no les afectaran como debería. Se amaban, como hermanos.

Ninguno de los dos se sorprendió cuando admitieron ser homosexuales en una de sus pijamadas, incluso les alegro saber que tenía otra cosa en común. Lamentablemente, sus padres no pensaron lo mismo.

Estos amigos caminaban en un barrio pobre, aún sucios de lágrimas y sangre, sin hogar y sin un fúturo claro. A pesar de haber vivido unos momentos aterradores, donde ambos fueron golpeados y humillados por sus padres, sonreían conversando de los posibles trabajos que les gustaría obtener y de lo que les gustaría estudiar.

Fue hasta que el cielo nocturno los rodeó, que ambos se preocuparon por donde pasar la noche. A Diego se le ocurrió algo.

--¡Tío, ya sé que podemos hacer!-- antes de que Samuel le preguntara, Diego salió corriendo por la calle arrastrando sus maletas.

--¡Espera!-- gritó el castaño pero de nada sirvió, el menor siguió corriendo por la acera y a Samuel no le quedó más que seguirle.

Siguieron recorriendo las calles por al menos veinte minutos, y cuando Samuel ya se sentía cansado por treaer consigo más maletas que su amigo, pararon. Diego le sonrió ansioso, agradecido por que le cargara un par de sus maletas.

--Llegamos.-- dijo, mirando a la contrucción frente a la pareja.

Una antigua y dañada casa, que parecía ser la sombra de un un lugar elegante y majestuoso. A Samuel le parecía un lugar mediocre y horrible, pero a Diego le salían las lágrimas de los ojos admirándolo.
El moreno se acercó a la pequeña reja, apenas la tocó está cayó provocando que ambos se sobresaltaran asustados. Rieron nerviosos y entraron al lugar pisando aquel trozo de fierro.

En la puerta principal Samuel debió usar su fuerza para abrirla ya que la madera estaba inflada y raspaba en el suelo. Apenas se abrió lo suficiente, ambos entraron como pudieron, pasándose las maletas por el reducido espacio.

Samuel pensaba que estaban haciendo un acto vandalico, que habían entrado por la fuerza a esa casa y que dentro de poco la policía llegaría a sacarlos. Aparte de que estaba asustado, ese lugar no le agradaba mucho.

En cambio a Diego nada le borraba la sonrisa, dejó todas sus maletas en la puerta y con su celular en la mano comenzó a avanzar por la casa iluminando su camino. A su amigo sólo le quedó permanecer de pie al lado de la puerta, congelado y con las pertenencias de ambos a su alrededor.

--¡SAMUEL! ¡Quiero que veas esto!-- Diego gritó desde el pasillo, entrando a una sala.

El muchacho miro nervioso a su alrededor, definitivamente estaba aterrado, podía imaginar a una niña con sus ropas ensangrentadas tras él. Corrió por el suelo de madera, haciéndola crugir. Cuando entró a donde estaba su amigo chocó con él sacándole una risita.

--No tengo miedo.-- dijo tratando de sonar sincero, pero no podía engañar al moreno.

Miro a la habitación y el miedo desapareció, admiró el lugar encontrándolo encantado y misterioso. Había un par de sillones y muebles por la habitación con sabanas encima, el suelo tenía hojas y polvo por todas parte, pero lo que más resaltaba era una enorme ventana rota por donde la luz nocturna entraba con claridad, impidiendo que la obscuridad existiera en esa habitación.

Samuel caminó por el lugar asombrado, se acercó a la ventana y admiró la luna.

--¿Donde estamos?-- se atrevió a preguntar.

No obtuvo respuesta por lo que se giró encontrándose con su amigo al borde de las lágrimas, su sentimental y torpe amigo. Ambos se observaron, la sangre aún existía en sus rostros, estaban algo adoloridos pero juntos.
Diego corrió y abrazó a Samuel, después de todo lo ocurrido en el día las lágrimas salieron de los ojos de los dos con libertad.

Estaban solos, acabados y destrozados, pero juntos.

El menor se apartó del abrazo limpiando sus lágrimas, miro la hora en su celular y mordió su labio inferior.

--Son las tres y media de la madrugada, vamos a ver las habitaciones de arriba.-- se iba a dar la vuelta pero su amigo le detuvo del brazo.

--No, hoy dormimos aquí, yo no salgo de esta habitación ni de coña.-- ambos rieron y caminaron hacia uno de los sillones.

Samuel retiró las polvorientas sabanas mientras que Diego traía las maletas a la habitación. Dentro de diez minutos ya estaban cada uno recostado en un sofá, uno frente a otro y juntos, simulando una cama. Se miraban el uno al otro con sonrisas tristes.

--Cuando era un niño, aquí celebrabamos la Navidad, era la casa de mi abuelita. Eran tiempos maravillosos, yo era consentido por ella y llenado de amor y galletas-- contó quien los había traído aquí --. Siempre le decía que amaba su casa, que era asombrosa y ella me aseguraba que iba a ser mía.

》Cuando cumplí nueve ella murió, y una semana después mi madre igual lo hizo. Yo escuchaba a mis tíos pelear con mi padre, querían esta casa pero en el testamento de mi abuela estaba a mi nombre-- Samuel pasó una mano por la mejilla lastimada de su amigo, acariciándola con cariño --. A mi padre le importo eso un carajo, con la partida de mi madre ya no le importaba nada por lo que decía que por él, esta casa podía pudrirse.

》Está noche, mientras caminabamos, recorde todo y decidí venir aquí. Soy mayor de edad, está casa me pertenece ahora así que podemos quedarnos aquí.

Samuel lo observó en silencio, procesando la información. No tenía la menor idea de que se tenía que hacer para tener los papeles que afirmaran de que esa propiedad era de su amigo, pero luego lo resolverían.

--Eres muy inteligente, anda vamos a dormir.-- sonrieron una última vez antes de caer dormidos, lo necesitaban.

*****

Tres días duros habían pasado para este par de inseparables amigos. Entre ellos y el novio de Diego, Carlos, se encargaron de arreglar la casa un poco. Limpiarla, tirar los muebles que ya no sirvieran y reparar algunas cosas.

No tenían ni luz ni agua, servicios que amablemente les prestaba el novio del menor en su casa. Allí fueron a ducharse y a cargar sus móviles para cualquier cosa.

Ambos empezaron a buscar mejores trabajos, querían empezar desde cero y dejar esa casa en perfectas condiciones. Mientras sólo debían ser pacientes.

Era de noche, la ventana rota estaba bloqueada con unos tablones. Los tres miraron cómo había quedado, complácidos.

--Uf, estoy agotado.-- se quejó Diego dejándose caer al sofá. Carlos se sentó a su lado y pasó su brazo por los hombros de su pareja.

Llevaban apenas unos amorosos meses de noviazgo, y todo iba de maravilla. Él era igual de moreno que su novio, mantenía una sonrisa casi siempre y era bastante cariñoso.

Besó la mejilla de su pequeño y luego miro a Samuel --Está quedando bien este lugar pero, ¿Seguros que no quieren ir a mi casa a dormir? Unos sillones son mejores que estar en esta casa helada y sin energía.

--Oh no cariño-- Diego se apresuró a negar --, estaremos bien. En cambio tu ya te debes ir, no vemos mañana ¿Vale?

Carlos asintió besándole los labios, se puso de pie y chocó su mano con la de Samuel en señal de despedida --Ve con cuidado hombre, hasta mañana.

--Sí, ahí tienen su cena y las linternas por si las ocupan, cuidalo.-- le recordó el muchacho y luego se fue.

Hambrientos, Samuel y Diego tomaron la bolsa con comida china y se sentaron en el suelo. Dejaron encendidas dos linternas a su alrededor, la comida entre ellos y empezaron con su trabajo.

Diego soltó una risita y miro a su amigo --Joder, miranos, comiendo algo de un puesto de la calle donde probablemente cocinan con perros, en el suelo de una casa abandonada, sudados y rechazados.

Samuel le sonrió de vuelta --¿Qué querías? Al menos tenemos techo tío, existen personas con peor suerte que nosotros.

--Es horrible que pasen este tipo de cosas.-- dijo con una mueca el menor.

--Somos gay, la gente nos castiga así, con desprecio-- susurró Samuel jugando con su comida --, no somos naturales.

Rápidamente Diego negó --No te quiero escuchar otra vez decir eso Samuel, jamás. No somos anormales, somos personas y tenemos el mismo derecho que todos.

--Eres el único que piensa así Diego, despierta.-- él negó con su cabeza, molesto con las palabras de su amigo.

--¡No!-- mas fue todo lo que dijo, sabía que él tenía razón al decirle que pocos pensaban de esa manera. Era decepcionante.

--Sí, eres homosexual y te dan la espalda. Bendito al que le acepten, pero eso no sucede con regularidad.-- para Samuel la conversación terminó ahí, pero para Diego algo grande comenzaba.

--Escucha, tengo una idea-- de pronto se sintió totalmente emocionado --. Esta casa es enorme Samuel, tú y yo solo ocuparemos la primera planta, nos sobraran otras dos y varias habitaciones.

--¿Qué quieres decir?

--Este será un refugio-- se puso de pie --, ellos vendrán de cualquier parte si son rechazados y aquí serán aceptados con los brazos abiertos.

--¿Quienes? ¿Por quienes tío?

--Los homosexuales, como tú y yo, viviremos unidos. Nosotros los recibiremos.

Samuel miro a su amigo como si estuviera loco, pero sonrió y asintió, sacándole un grito de emoción. No importaba que hicieran, con solo verlo feliz le bastaba. Le quería como un hermano menor.

Diego volvió a sentarse y elevó su vaso con refresco --¿Quieres brindar?--preguntó Samuel divertido, tomando también su vaso.

--Por nosotros, un par de homosexuales abandonados y por nuestros fúturos proyectos, esta magnífica casa.-- el menor acercó a su vaso al de su amigo sin chocarlos.

--Por una casa para hombres gay.-- aportó Samuel sin juntar el vaso al de su amigo.

--¡Por la Casa Gay!-- ambos rieron y finalmente, sus vasos se unieron.

~~~~~~~~

Aquí está mi nuevo proyecto, no estoy segura de cuando les pueda mostrar el primer capítulo pero esperemos que pronto.

Pues no sé que más decirles, solo que espero que les atraiga está historia y que confíen en mi. Espero que les guste.

Gracias por leer. <3

La dona que escribe 🍩✏

Czytaj Dalej

To Też Polubisz

79.2K 6.9K 39
- 𝑉𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑆𝑎𝑡𝑜𝑟𝑢 𝑐𝑎𝑠𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑡𝑎𝑛 𝑚𝑎𝑙𝑜 - 𝑑𝑖𝑗𝑜 𝑠𝑢 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑜 - 𝐻𝑒 𝑜𝑖́𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑠...
407K 41.1K 105
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
124K 7.3K 22
Chiara se muda a Madrid en busca de nuevas oportunidades para lanzar su carrera como artista. Violeta se dedica al periodismo musical, trabajando en...
81.7K 4.6K 10
El maldito NTR pocas veces hace justifica por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suc...