Se corre el rumor de que le g...

By Yezabelle

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»Tener una pareja es fácil, es cosa de seguir los siguientes pasos: Elige a un chico cualquiera; haz que se c... More

1. El consejo de la tía
2. El chico del asiento de atrás
3. Rumores de pasillo
4. Parece que le gustas
5. Un rumor, mil suposiciones
6. En el silencio de la biblioteca
7. El consejo de la tía (Segunda parte)
8. Temporal de sorpresas
9. ¿Y quién te crees que eres?
10. Aniversario de errores
11. Fiesta de desconocidos
12. Entre confesiones y lágrimas
13. El árbol que da a la ventana
14. El chico de Hong Kong
15. La semana del deporte
16. La inauguración del atletismo
17. La triatlón
Epílogo
E1: Hermanos (Familia Do)
E2: El niño de Hong Kong (Kai)
E3: Entendimiento (Baekhyun)
E4: Besos y sonrisas (Chanyeol)
E5: Furia atrayente (Kai)
E6: Completo idiota (Kai)
E7: Completo idiota II (Kai)
E8: En casa de los Do (Kai)
E9: Sorpresa (TaoRis)
E10: Imperturbable (Kris)
E12: Descubriendo (HunHan)
E13: Aprendiendo (HunHan)
E14: Tensión en las montañas (ChanBaek)
Entrevista a personajes
Segunda Temporada reactivada
Agradecimientos

E11: Orgullo agotado (Tao)

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By Yezabelle

Por supuesto, ninguno fue capaz de hacer lo acordado.

Tao había llegado a clases con un semblante serio, sin la calidez característica de su rostro y ver a Yifan más frío que nunca con los demás, no ayudaba para nada.

Todos los compañeros de aula se dieron cuenta de que algo había pasado entre los dos muchachos y no hicieron preguntas. Con el transcurrir de los días, para alivio de Tao, su celular ya no se llenaba de tantos mensajes. Pero el precio de la tranquilidad, le había costado la persona más importante en su vida.

En cuanto sonaba la campana de recreo o salida, Kris salía del aula de inmediato sin darle mirada alguna.

Pero ya no había marcha atrás.

Tao solo había sido sincero y la reacción del otro no había ayudado mucho. Era fácil culparle por no haberlo comprendido. Pero el pelinegro también sabía que insinuar algo como 'salir con otras personas' había sido un error y Kris, por supuesto, había aceptado la propuesta sin titubear.

Solo que no se esperaba oír lo siguiente:

—Sí, lo juro —decía una chica de otro grado en el umbral de la puerta, charlando con una compañera de aula—. Oímos a Yifan hablar por celular con alguien y se despedía con un 'te quiero'.

—Se pudo haber estado despidiendo de alguien de su familia —trató de razonar su amiga.

—Eso también creía, hasta que murmuró un "gracias por estar a mi lado, necesitaba escucharte" y sonrió después de andar serio en estos días. O es su hermana favorita o es que sale con alguien.

Oh, pero Yifan no tenía hermanos...

Tao se quedó quieto, asimilando lo escuchado y fijó su vista en su libro de Literatura.

Así que finalmente se había cumplido lo acordado.

Wu Yi Fan salía con alguien.

•••

¡Fiesta en la casa de Chen! Promete ser épica, ¡no faltes!

•••

El sonido bajo retumbando en los parlantes hacían zumbar sus oídos, pero decidió no quejarse y siguió bailando con sus amigos, tratando de distraerse, evitando que el nombre de cierta persona aparezca en su mente. La sala amplia de la casa de Kim Jongdae estaba llena de cuerpos sudorosos que olían a alcohol, algunos danzando de forma tan obscena y otros escapando a algún rincón oscuro del lugar.

Un buen amigo, llamado Junhong, le preguntó si quería algo suave para beber y Tao asintió de forma distraída. Ambos muchachos no solían beber alcohol, por lo que un ponche de frutas no estaba nada mal.

A lo lejos reconoció la figura de Krystal Jung, quien no dejaba de mirar a Kim Jongin y Tao rodó los ojos. Por lo que sabía, ella estaba con Minho, pero eso no parecía importarle a la muchacha.

Junhong apareció con dos vasos y le dio uno a Tao, quien agradeció y bebió con lentitud. El ponche esta delicioso.

—No sé si esto deba de importarte porque me dijiste que no tocara el tema, pero oí que Wu vendrá acompañado el día de hoy.

—¿Qué?

El chico se removió algo incómodo.

—Yifan. Al parece traerá a su novia o algo así.

Siendo realistas, no habría porqué sorprenderse. La fiesta era malditamente conocida por la escuela.

—Bueno, supongo que gracias por la advertencia —respondió el pelinegro con calma y sonrió—. No te pongas tenso Zelo, los problemas que tenga con Kris no tienen porqué afectarte.

El muchacho asintió, aún preocupado, pero dejó el asunto. Bailaron dos o tres canciones más y luego el menor le pidió a Tao ir a la cocina por agua.

—No quiero que mamá me mate si llego borracho —se disculpó el chico.

Tao rió por la reacción tan asustadiza de su amigo.

—Vamos por agua, entonces.

Cuando esquivaron cuerpos sudorosos, el sonido se amortiguó un poco cuando entraron a la otra pieza de la casa. Había más alcohol en la mesa, pero Zelo abrió la nevera y encontró una botella de agua, bebiéndola con rapidez.

—¿Cómo vas a regresar a casa, Junhong? —preguntó Tao, mirando el reloj plateado de su muñeca.

—Jongup me llevará, no te preocupes.

—Creo que ya debo de ir a casa. Iré por mi abrigo. Seguro que estarás bien, ¿no? —Tao siguió preocupado.

—Ve con calma, Taozi. Te veo mañana.

Tao salió de la cocina y se dio cuenta que todos habían dejado de bailar para ver algo más en la sala. ¿Qué estará pasando? Su confusión pasó a la incredulidad cuando vio a Krystal y a Kai besándose con furia.

Santa mierda.

Esta fiesta en serio nunca iba a pasar al olvido.

Pero su sorpresa pasó a segundo plano cuando vio a Kyungsoo alejarse de la escena, con el rostro mortalmente pálido y casi al borde del colapso.

—Kyungsoo, ¿qué pasa? ¿Estás bien? —le preguntó preocupado.

—Sácame de aquí —susurró con desesperación el pelirrojo.

—¿Dónde están tus cosas?

—En la pieza de Jongdae.

—Vamos a buscarlas. Pero relájate, te ves sumamente mal.

Tomando su mano helada, Tao lo ayudó a buscar su abrigo y a ponérselo, y lo sacó de la casa lo más rápido que pudo. Caminaron y caminaron, alejándose cada vez más de la casa de Jongdae.

En ningún momento soltó a Kyungsoo, porque no estaba muy seguro de que el pelirrojo estuviera cien por ciento consiente. Tao no estaba seguro de qué rayos estaba pasando, pero ver a su amigo tan perdido y temblando sin darse cuenta no hacía más que preocuparle aún más. Ignoraron a varios chicos que preguntaban dónde era la "famosa fiesta", el pelinegro decidió tomar un taxi hasta el parque Jaemi.

Quizás hubiera sido mejor dejar a Kyungsoo en su casa, pero Tao sabía que eso no era lo mejor en ese momento. Su instinto le dijo que eso no era lo que el pelirrojo realmente quería. Así que, tras pagarle al taxista, se bajaron y Tao dirigió a Kyungsoo a una banca que estaba oculta de la vista desde la calle. Nadie los vería ahí.

—Kyungsoo... —comenzó Tao lentamente, con algo de timidez y mucha preocupación—. ¿Qué está pasando?

Por un instante, Tao pensó que Kyungsoo no le había escuchado pero, tras unos segundos, el pelirrojo comenzó a reaccionar. Para cuando finalmente vio el rostro de Kyungsoo y sus bellos ojos completamente atormentados, de inmediato se acercó más al pelirrojo y lo tomó entre sus brazos, sosteniéndolo.

Y ahí, en ese parque desierto, en medio de la noche, y en los brazos de Tao, Kyungsoo empezó a sollozar.

No sabía cuánto tiempo habría pasado, pero el pelinegro sostuvo a su menudo amigo sin decir nada. Le daba pequeñas caricias en la espalda como un gesto reconfortante y murmuraba palabras suaves de consuelo hasta que por fin pudo charlar con Kyungsoo.

Finalmente, el pelirrojo le había revelado que le gustaba Kim Jongin.

Bromeando sobre su triste situación mutua, los dos chicos se abrazaron y se despidieron, con Kyungsoo agradeciéndole por sacarlo de la fiesta y estar con él en esos momentos. Tao solo rió y le dijo que podía compensarle comprándole un frasco de Nutella por sus servicios. Kyungsoo prometió llevárselo para la práctica de canto.

Solo cuando vio seguro apartar la vista del pelirrojo, Tao caminó hacia su casa con pesar, aún con la duda de si Yifan había acudido a la fiesta con su novia.

•••

Una semana transcurrió en calma y Tao estuvo aliviado de no escuchar nada referente a su ex mejor amigo. La herida en su corazón empezaba a sanar muy lentamente, pero ya era algo bueno no hacer una mueca cuando oía su nombre.

A pocos días del evento más importante que unía a los colegios, el curso de canto estaba más que empeñado en mejorar. Para alivio-fastidio de todos, Krystal y sus amigas se retiraron del curso, haciendo que todo lo organizado se fuera al tacho y habían tenido que empezar casi de cero. Pero el constante trajín, el salir de noche y exigirse demasiado ocasionó que Tao nuevamente enfermara y para el último ensayo su voz desentonó por estar afónico.

—No puedo continuar —dijo con esfuerzo e hizo una reverencia a modo de disculpas—. Lamento no haber cuidado de mi salud como correspondía —tosió un poco.

—Ve a descansar, Taozi —respondió la maestra con pena—. Kyungsoo y Jungkook vayan a primera fila, por favor.

En el receso, el pelirrojo procuró que Tao bebiera algo caliente y lo abrigó con cuidado.

—Ve a casa, Tao —murmuró Kyungsoo, muy preocupado—. No quiero que te dé fiebre. Hablaré con la maestra para que te dé el permiso, ¿vale?

El pelinegro, apenado, asintió.

Minutos después, Kyungsoo y Tao caminaban por el pasillo de la escuela, rumbo a la salida, cuando pasaron por las canchas de básquetbol.

Lo vio totalmente concentrado en el juego, dribleando el balón con destreza y encestando muy sonriente. Era increíble que ya hubiera pasado casi un mes desde que dejaron de hablarse, recordando entonces que Kris también participaría en las Olimpiadas. Solo cuando notó que el rubio estaba a punto de mirar hacia su dirección, siguió caminando con Kyungsoo.

—No puedo salir de la escuela —se disculpó el pelirrojo—. Por favor, llámame en cuanto llegues a casa.

—No te preocupes Kyung, un resfriado no me dejará al borde la inconsciencia —bromeó Tao y se despidió de su amigo.

Solo cuando vio que ya no estaba cerca, suspiró adolorido. Sus músculos protestaban por el esfuerzo y caminó con lentitud a la reja principal de la escuela. Pero no contaba con tropezar y mucho menos con caer, poniendo su brazo derecho en un intento de amortiguar la caída... Solo que fue peor cuando oyó un chasquido en su muñeca.

Entumecido por las pastillas contra el resfriado, no fue consciente del dolor hasta que oyó a Junhong gritarle que despertara.

Joder.

Intentó girar la articulación y gimió de dolor como un niñito pequeño.

—Vamos, vamos, despierta, ¿Taozi? ¿Me escuchas? —murmuraba el chico, ayudándolo a ponerse de pie para llevarlo a la enfermería.

—Duele... —gimoteó el pelinegro con la voz quebrada, acunando su muñeca lastimada contra su pecho.

—¿Puedes caminar bien? ¿Quieres que te cargue? —dijo Zelo con preocupación.

Tao estaba mareado y ver los rostros de otras personas desconocidas a su alrededor le provocó náuseas. ¿Qué le estaba pasando?

Pero Zelo no esperó respuesta alguna. Tomó a Tao entre sus brazos, pidiendo a sus amigos que le ayudaran a despejar el camino a la enfermería. El pelinegro solo fue consciente del alboroto causado por su estúpido accidente y tuvo ganas de llorar. Algunos chicos salían de sus aulas a husmear y el equipo de básquet no fue la excepción... Por un momento, Tao realmente tuvo la esperanza de verlo, como en los viejos tiempos, en donde si algo malo le pasaba al otro, ninguno dudaría en ayudarse mutuamente.

Pero todo se hizo añicos cuando vio a Yifan ignorándolo, aún dentro de la cancha, conversando sonriente por celular.

Ya nada importaba.

Zelo no se despegó de su lado, ni siquiera cuando la enfermera le invitó a retirarse. Nada importó. Ni siquiera cuando le dijeron que no podría hacer deportes en un mes. Adiós al pasatiempo hogareño del wushu. Adiós Olimpiadas.

Adiós todo.

Zelo lo llevó a casa y por suerte, la madre de Tao estaba allí, quien de inmediato los recibió con gesto preocupado. Solo cuando Tao estuvo bien cubierto en la seguridad de su cama, su amigo se despidió.

Ahora Tao se lamentaba en medio de papel higiénico, sopa y vitaminas sabor a fresa. Amber había tenido la amabilidad de ponerlo al día con las tareas y el pelinegro estaba sumido en la tristeza, con la voz afónica, con un cabestrillo en la muñeca y sabiendo que su participación en el coro ya era cosa del pasado.

Pero una muñeca fracturada no dolía tanto en comparación a la indiferencia de Kris.

Cero llamadas, cero mensajes, cero correos. Todos habían tenido el amable gesto de visitarle en el transcurso de los días, algunos le dejaron mensajes positivos en internet.

¿Pero algo de Wu Yi Fan? Nada en absoluto.

Dicen que el dolor te lleva a derrumbarte para que te mortifiques en tu miseria. Pero otras veces ese dolor puedo conducirte a hacer cosas estúpidas.

Y eso fue lo que sucedió con Tao.

•••

Fiesta a lo grande en la casa Huang solo si Wu Yi Fan pierde en el partido de básquetbol.

¿Alguien quiere apostar?

•••

El miércoles en la mañana se llevó a cabo el juego de básquet y para tristeza de la secundaria Baekseok, se perdió en ese deporte. Con la culpa consumiéndolo, Tao no tuvo más remedio que preparar las cosas para la fiesta en honor a su ex mejor amigo. Zelo le miraba con algo de decepción por haber cometido algo tan infantil, pero le ayudó a mover las cosas.

Y lo peor era que sus padres no sabían de esto. Ambos habían viajado a una convención de artes culinarias y habían depositado la confianza en su único hijo para que cuide la casa.

Así que ahora estaba allí, hundiéndose en la miseria mientras todos se emborrachaban al ritmo de la música. Quería detener todo, pero si había apostado algo, simplemente debía de cumplir con ello, ¿cierto? Estar sentado bajo el único árbol del patio de su casa debía de ofrecer un aspecto digno para retratar una de las escenas más deprimentes de toda Corea del Sur.

—Parece que tu muñeca está mejor, ¿no? —dijo alguien.

Tao levantó la cabeza con sorpresa y cuando reconoció a Kyungsoo, la pena volvió rápidamente.

—He cometido un grave error, Kyungsoo —se lamentó Tao, con la voz ronca y cerrando los ojos con pesar.

—¿Lo dices por la fiesta? Porque, si es así, es todo un éxito —replicó el pelirrojo con tono ligero.

—Dije que si Kris perdía en básquet haría una fiesta en mi casa —confesó Tao con pena—. Y ya ves, acá estamos.

—Pero, ¿por qué hiciste eso? —preguntó Kyungsoo ahora más serio.

—No sé... Quizás porque quería lastimarlo —respondió el chico.

—¿Estás arrepentido, entonces? —inquirió el pelirrojo.

—Por supuesto que sí. Si Kris se entera me va a matar. Ya no seremos amigos, pero sé lo importante que era este campeonato para él. No sé porque lo hice.

—¿Y por qué sigues con la fiesta? Podrías llamar a la policía y todos tendrían que irse —ofreció Kyungsoo.

—No. Siempre cumplo con mis promesas y no seré yo el que termine esto —replicó el chico con determinación—. En realidad, estoy esperando que alguno de mis vecinos se anime a llamar a la policía. No sé por qué han demorado tanto.

—Podríamos romper una ventana y así estarían obligados a llamar, ¿no crees? —sugirió Kyungsoo.

—Eso ya lo pensé —dijo Tao con una mueca y el pelirrojo suspiró.

—Bien, como no lo harás tú, lo haré yo —anunció Kyungsoo levantándose—. Llamaré a la policía y solucionaré los problemas de todos. Incluidos los míos.

—Verdad, ¿qué haces aquí, Kyungsoo? —preguntó Tao con curiosidad.

—Minseok y Junmyeon están acá en evidente estado etílico. Y es muy probable que Baekhyun y Luhan también. Así que vine a salvar el día —explicó el pelirrojo buscando su celular en su bolsillo—. O la noche. Aunque, ¿qué pasa si al llamar a la policía te metes en problemas? —preguntó Kyungsoo de repente con preocupación.

—Me lo merezco. Dale, llama a la policía —insistió Tao levantándose también.

Kyungsoo comenzó a marcar el número de la policía. Antes de llamar, Kyungsoo le miró una última vez y Tao asintió. Con ese último incentivo, el pelirrojo apretó el botón verde y esperó unos segundos.

—Buenas noches, policía de Busan, ¿cuál es su problema? —dijo una voz femenina.

—Buenas noches, mis vecinos están teniendo una fiesta en su casa y hay mucho ruido. Estoy tratando de hacer dormir a mi bebé y podría jurar que hay menores de edad en el lugar bebiendo alcohol.

Tao tuvo que reprimir la risa, mientras Kyungsoo se esforzaba en mantener la seriedad. La policía le pidió una dirección y Tao le indicó la de sus vecinos. En 15 a 20 minutos más estarían ahí.

—Bien, ahora solo hay que esperar y todo habrá terminado —sonrió Kyungsoo.

Tao le dio un aplauso golpeando su mano buena con su pierna y el pelirrojo hizo una reverencia, como si acabara de terminar una obra teatral. Tao estaba más aliviado y eso lo mantenía ligero, casi libre de culpa.

Aunque la felicidad no duró mucho...

Se estaban dirigiendo de vuelta a la casa cuando se percataron de que algo estaba pasando. La música seguía fuerte, pero las personas ahí estaban serias y preocupadas. Era demasiado pronto para que la policía llegara.

Con extrañeza, ambos chicos se miraron para después mirar a la multitud. Y todos los miraban a ellos. No, no miraban a Kyungsoo.

Miraban a Tao. Preocupación y miedo era lo que había en sus miradas.

¿Qué había pasado mientras estaban en el patio?

—¡Kyungsoo! —exclamó Minseok desde una esquina—. ¡Pensé que no vendrías!

El chico se acercó al pelirrrojo y le dio un abrazo y entonces le dijo algo al oído que provocó que Kyungsoo abriera los ojos aún más. Cruzó la mirada con Tao y este lo miró frunciendo el ceño.

—¡¿Dónde está?! —gritó alguien a lo lejos.

Oh, no.

No ahora, por favor.

El miedo y el nerviosismo invadieron los ojos de Tao en menos de un segundo.

Kris estaba cerca y sonaba muy, muy enojado.

—Oh, ahí estás Tao —dijo Jongdae entrando al lugar con una muy rara expresión de preocupación en su rostro—. Jongin y Chanyeol están tratando de controlar a Kris, pero en serio que tiene planes de matarte. ¿Qué has hecho ahora, pequeño panda?

—¿Pequeño panda? —preguntó Minseok extrañado.

—Es de cuando estábamos en el grupo de scouts siglos atrás —explicó rápidamente Tao, tratando de no entrar en pánico.

—¿Estuviste en el grupo de scouts? —preguntó esta vez Minseok a Jongdae.

—Me pareció útil saber cómo armar un campamento —respondió Chen levantando los hombros.

—Aunque solo duraste un semestre —reveló Tao con tono acusatorio.

—Tenía muchos códigos, me aburrió. ¿Y cuánto duraste tú? ¿Un año? —inquirió con ironía Jongdae.

—Kris está en alguna parte de esta casa con intenciones de asesinar a Tao, ¿y ustedes hablan de lo mal scouts que fueron? —interrumpió Kyungsoo serio.

Tanto Jongdae como Tao guardaron silencio.

Jongin y Chanyeol solo le estaban dando unos segundos más de paz, pero si no hacían algo ni siquiera se quería imaginar el espectáculo que habría en ese lugar. Y la policía venía en camino...

—¡Muévete, Kai! ¿Dónde demonios está? —volvió a gritar Kris y Tao evitó estremecerse.

Estaban en la sala de al lado. Las personas que estaban en el lugar comenzaron a murmurar entre ellos, probablemente preguntándose qué estaba pasando.

—¡Muévete, maldita sea! ¡Joder, que no lo voy a matar! —gritó Kris.

—Luces como si lo fueras a matar y si lo lastimas, te rompo el brazo —amenazó Jongin.

—Claro, como si yo fuera capaz de lastimarlo —exclamó el chico con ironía.

Oír la voz de Yifan cada vez más cerca solo le provocaba escapar del lugar y desaparecer de la faz de la tierra. El silencio absoluto reinó en el ambiente cuando Kris entró. Pero, en vez de esconderse, Tao dio un paso enfrente, como si estuviera preparado para la batalla. Pero él sabía que no estaba listo aún.

Y después de un mes de una amistad rota, lo primero que dijo fue:

—¿Vienes a disfrutar de la fiesta? —preguntó con inocencia—. Lo que me parece perfecto, pues es en tu honor.

Oyó perfectamente cómo todos ahogaron una exclamación de asombro y por primera vez, sintió con amargura qué era la venganza.

Definitivamente no se sentía bien.

—¿Por qué demonios lo hiciste? —preguntó Kris con un gruñido, mirándole directo a los ojos—. ¿Querías humillarme, es eso?

—Vamos, apuestas son apuestas. Eso ya lo sabes —replicó el chico con tono aburrido.

— Olvídate de la estúpida apuesta, sabías lo importante que era este campeonato para mí —exclamó Kris con enfado—. Lo enojado que estaría si perdía.

—Disculpa, ¿he lastimado tus sentimientos? —replicó Tao fingiendo inocencia.

Nadie hacía el más mínimo ruido en el lugar, como si esperaran que una bomba fuera a estallar en cualquier segundo.

La expresión de Yifan cambió por una de completo desconsuelo.

—¿En qué momento te convertiste en un puto insensible? —exclamó finalmente Kris, mirando a su examigo como si no lo reconociera.

—¿Puto insensible? —repitió Tao con incredulidad—. ¿Y eso es porque no consideré tus sentimientos si perdías en básquet? No seas petulante, no eres ni el primer ni el último deportista en perder.

—¡No es eso lo importante! ¡Eres tú! —gritó con exasperación el chico—. ¡Tú eres el que ha cambiado!

—¿Cómo? Siempre he cumpliendo con mis apuestas y eso lo sabes bien.

Kris no replicó, solo le observó con expresión desolada y cuando vio el cabestrillo, cerró los ojos con pesar.

—Te quedan 10 minutos más o menos antes de que llegue la policía —murmuró Kyungsoo de pronto.

Tao lo miró y asintió.

—Mira, la apuesta la hice en un mal momento —comenzó a explicar con algo más de calma—. Lo siento si te lastimó. Ahora tengo mayores problemas con los que lidiar.

—¿Sabes? Me alegro que ya no seamos amigos. No te quiero entre mis amigos... Eres tan solo un error en mi vida —declaró Kris con decepción.

—Como quieras —murmuró Tao, bajando la mirada para que no vieran cómo su mandíbula amenazaba con temblar.

—¿Así de fácil? ¿Así de fácil dejas todo irse? —inquirió Kris aún más desilusionado—. ¿Toda la amistad?

—Dejé de luchar cuando tú dejaste de hacerlo —replicó el pelinegro con voz baja y su vista empezó a empañarse.

—¡La policía! —gritó alguien desde otra habitación.

Bien, no necesitaban mayor advertencia para que todas las personas en el lugar comenzaran a salir de la casa. Por cualquier modo posible. En cosa de segundos todo se volvió caos absoluto.

—¿En serio no vas a tener muchos problemas? —preguntó Kyungsoo preocupado.

—Voy a estar bien, gracias por llamar —respondió Tao con una sonrisa, aunque con tristeza en sus ojos.

—Un momento —interrumpió Kris—. ¿Tú llamaste a la policía, Kyungsoo?

—¿Kyungsoo? —preguntó a su vez Jongin con extrañeza.

—Está bien, él lo quería —confesó el pelirrojo mirando al pelinegro.

La música seguía fuerte y los gritos solo agregaban más ruido al ambiente. Por lo que se podía escuchar, la policía no estaba feliz y buscaban responsables. Y eso que aún no contemplaban el hecho de que había presencia de alcohol y menores de edad en el lugar.

—¿Tú hiciste que llamaran a la policía? —preguntó Kris a Tao con desconcierto.

—Estoy cansado y la noche no parecía acabar pronto —replicó el chico con indiferencia mientras veía a todas las personas huir de su casa.

—Solo que quede una cosa en claro —exclamó Kris como si tuviera todo el tiempo del mundo para hablar—. Yo nunca dejé de luchar por ti.

—Sí, sí lo hiciste —replicó Tao mirando a los ojos al chico—. Solo que no te diste cuenta.

—Claro, fácil para ti decirlo. Tú no eres el que está enamorado.

Eso último salió casi como un susurro. Nadie, absolutamente nadie, había esperado escuchar esa confesión por parte del chico.

Mucho menos Tao.

—¿Qué dijiste? —preguntó con voz ahogada.

Kris le miró como si ni él mismo pudiera creer lo que había dicho. Vio miedo en su mirada y eso confundió al pelinegro aún más.

—¿Estás enamorado? —insistió Tao acercándose al chico—. ¿De quién?

—Da lo mismo ahora —replicó Kris bajando la mirada.

—No, no es así. Maldita sea, ¡dime! —Tao lo golpeó con su mano buena en el pecho.

—No se supone que me tenía que enamorar de mi mejor amigo —dijo finalmente el chico mirándolo con pena y frustración en sus ojos—. Lo jodí todo y lo siento por eso.

Todas las lágrimas que Tao había estado tratando de controlar bajaron por sus ojos libremente. Si se había sentido miserable al hacer esto en venganza contra Kris ahora se sentía una completa mierda.

¿Cómo pudo haberlo sabido? ¿Cuán estúpido había sido en todo este mes? Tratando de no quebrarse allí mismo, de asimilar lo confesado y no echarse a llorar como un pequeño, vio cómo Kyungsoo se acercó y lo abrazó con fuerza, al mismo tiempo que le habló en su oído.

—Por favor, por favor, dile lo que sientes. No cometas el error de dejarlo pasar. No dejes que tu orgullo lo destruya todo, ni que el miedo se apodere de ti. Además, ya sabes sus sentimientos, ¿no?

Kyungsoo se separó de él y vio cómo Tao lo miraba casi aturdido. El pelinegro volvió a mirar a Kris, quien lucía tan miserable como él. ¿Decir lo que sentía? Tenía miedo, por supuesto. Pero Kris estaba ahí, buscando una respuesta sin preguntar.

Tao vio por última vez a Kyungsoo, quiera era llevado de la cintura por Jongin y le dio una pequeña sonrisa.

Mientras todos escapaban desesperadamente, los dos chicos se miraron como si nada más existiera a su alrededor. Tao carraspeó.

—Yo...

—Tao, no tienes que hacer esto —musitó el rubio, mirando al suelo.

—No, escúchame, por favor —suplicó el otro—. No creas que todo está jodido, Yifan, y mucho menos pidas perdón, porque se supone que tampoco debía de enamorarme de ti, pero tú y tu malditos abrazos y tus sonrisas y todo lo que haces solo logró que yo... yo... —esperen, no se suponía que diría eso—. No, mierda, no debería de haber dicho, no, olvídalo, olvídalo... —empezó a divagar y maldijo en chino.

Kris oyó cada balbuceo de Tao y lo detuvo sujetando sus hombros con firmeza, sintiendo algo extraño en su interior.

—¿Qué fue lo que dijiste? —susurró casi sin poder creerlo.

Tao le miró a los ojos brillantes y el rubio solo atinó a apartar las lágrimas suavemente con sus dedos. Fue encantador ver cómo las mejillas del pelinegro se tiñeron de rojo, así de simple, con un solo toque y sus labios formaron una pequeña sonrisa.

—Yo... —musitó Tao, avergonzado y muy tímido—. No me hagas repetirlo Yifan, no seas así —gimoteó infantilmente y solo atinó en refugiarse en los brazos del otro. Kris soltó una carcajada sincera después de un mes entero y apretó al muchacho entre sus brazos, aún en shock. Acarició su cabello oscuro con delicadeza, sintiendo cómo los hombros de la persona que había robado cada rincón de su corazón se relajaban contra su pecho y besó la parte superior de su cabeza.

—Cielos, Taozi, no sabes cómo te he extrañado —confesó Kris en voz baja, sin aflojar su agarre.

—No sabes cómo lamento haber hecho esta fiesta, no sé qué...

—Shh... Ya pasó, cariño...

—¿Ustedes son los propietarios de la casa?

La voz gruesa del oficial que les miraba con una ceja enarcada rompió su burbuja, haciendo que ambos se separaran, pero Kris no soltó la mano de Tao.

—S-soy el hijo de los propietarios —respondió el pelinegro con voz tímida.

—¿Usted organizó la fiesta? —dijo el mismo oficial.

—Y-yo...

—Ambos hicimos la fiesta, señor —respondió Kris—. En cierta forma la culpa es mayoritariamente mía porque el motivo de celebración soy yo. Disculpe si ha generado problemas en el vecindario.

Los ojos de Tao se ampliaron a más no poder al oir las palabras de Yifan.

—Van a tener que acompañarnos a la comisaría, jovencitos. Una fiesta de este tipo ha perturbado la tranquilidad de los vecinos, pero el hecho de que haya menores de edad y alcohol en el mismo lugar...

—Con todo el respeto señor, el alcohol no lo compramos —eso era verdad—. Solo preparamos ponche, algo ligero en general. Las botellas lo trajeron los propios chicos y eso ya escapa de nuestras manos. Como prueba puede revisar cada boleta y cuenta de ahorro que se usó, así comprobará lo que le digo —respondió Kris con naturalidad.

Maldita sea, Tao sabía cuán buen negociador podía ser Yifan, pero esto sobrepasaba el límite.

El policía suspiró y volvió a pedir que lo acompañasen. Así que tomados de la mano, ambos caminaron hacia el coche, viendo a lo lejos cómo algunos compañeros los observaban.

•••

Yifan y Tao pudieron haberse salvado de la policía, pero nadie los salvó del castigo de sus padres. Para Kris, un mes sin salir a pasear y le cancelaron las clases de dibujo hasta nuevo aviso (adiós al nuevo Picasso del siglo XXI). Para Tao, no más vitaminas de fresa, no más clases de wushu... hasta nuevo aviso.

Pero eso no importaba en lo absoluto para ambos jóvenes.

Podían verse en la escuela y recuperar todo el tiempo perdido, solo que esta vez, andando tomados de la mano y murmurándose palabras cursis que avergonzarían a más de uno. Ambos chicos se conocían tan bien uno al otro que sus miradas resultaban ser intensas, tanto así que los demás tenían que mirar a otra parte porque tenían la sensación de interrumpir un momento íntimo.

Kris había desarrollado la manía de acariciar la espalda y besar las ojeras de su Taozi y el pelinegro adoraba refugiarse en los brazos cálidos de Yifan. Ambos habían encontrado la forma de transformar sus diferencias en algo positivo y lleno de cariño.

Oh, a todo esto, ¿qué hay de la supuesta novia?

Todo un malentendido.

Yifan no había dedicado el tiempo por celular en una novia o una supuesta hermana, pero de que era chica, definitivamente lo era. Kris le mostró la foto al pelinegro, preséntandole a la pequeña hija de 10 años de su prima segunda, quien residía en China. Tao se había sonrojado y se recriminó internamente por dejarse llevar por un estúpido chisme.

Kris solo había reído con ternura ante la reacción de su ahora novio y le besó con suavidad, en un intento de calmar sus tartamudeos llenos de vergüenza.

—Ya todo pasó, Taozi —murmuraba contra su pelo—. ¿Ya dije que te amaba?

—Lo has repetido como dieciocho veces en lo que va del día —respondió el pelinegro con una risita.

—Súmale más uno —le dio un corto beso en los labios—. Te amo.

—También te amo —respondió Tao, besándole de nuevo y sin dejar de sonreír.

* * *

PD: ¿Ya leyeron For angels to fly? Kyungsoo como prostituto, Jongin bien enamorado de él, ya saben, lo típico del Kaisoo (?) #okno xd

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