Capítulo 28:
Más cerca de a verdad
Paula solo quería saber lo que había pasado en la academia, y en vista de que soy la única, aparte de Ismael y la enfermera, quería saber los hechos desde mi punto de vista, ya que el viejo lobo estaba de muy mal humor.
Le relaté todo, desde el momento en que fuimos atacados en la biblioteca, hasta lo que ocurrió cuando ese vástago tocó mi piel. Cómo mi mente me proyectó a un lugar oscuro y siniestro. Se lo conté y detallé con la intención de que le diera algún sentido, hasta deseaba que confirmara las sospechas de Gabriel. Él es el descendiente de un demonio, pero soy yo quien podría ser un espía de los rebeldes. O también podría confirmar la teoría de Dimas: que soy alguien importante que las fuerzas oscuras desean contener. En cambio, solo recibí un largo silencio, un asentimiento y un murmullo:
—Continúa, Dess.
Así que le conté cómo terminé en los brazos de Dimas para volar por los aires y llegar a esas calles solitarias donde se encontraban los estudiantes raptados, y cómo terminé siendo aislada por los vampiros. Luego me envió a mi habitación para que durmiera un poco. Además de eso, dio órdenes explícitas para que me mantuvieran custodiada; es decir, que no puedo estar sola.
Quise preguntar la razón de tantas molestias, pero cada vez que intenté realizar la pregunta la evadía con mucha naturalidad.
Santiago y Ronald han decidido que pasarán la noche en la sala, para estar más seguros de que nada ni nadie entre a raptarme. No es que no me agrade la idea de estar protegida ante la posibilidad de que los vástagos estén cerca nuevamente en la academia, el problema es que existe mucho misterio, nadie termina de decirme la razón por la cual se toman tantas molestias. Todos parecen conocer mi pasado y yo sigo teniendo un rompecabezas con demasiadas piezas extraviadas.
El ataque de la academia hizo que todos volvieran.
Karla se ha ido con la manada para alcanzar a Dimas y los demás. Se han retrasado demasiado, todos están muy preocupados. El resto se han dividido por la academia, para resguardarla en caso de recibir otro ataque.
—¿Te encuentras bien? —la voz preocupada de Anastasia me hace volver a la realidad.
La culpa no me deja tranquila, todo esto está ocurriendo por mi culpa, aunque aún no sé muy bien por qué. Comienzo a inclinarme por las suposiciones de Gabriel.
—Solo estoy preocupada por los chicos —susurro.
—Ellos estarán bien —al ver que sus palabras realmente no me tranquilizan, añade—: cada uno de ellos saben cuidarse mejor que tú.
Ese fue un golpe bajo, pero me hizo sentir mejor. Tengo muy poco tiempo en la academia, y ellos han pasado años entrenándose para ataques, para luchar contra cualquier peligro.
Ella me hace ir hasta la ventana, tan lejos de la puerta cómo es posible.
—Santiago y tú, ¿están juntos? —pregunta en un susurro.
—No lo sé. Ese beso fue inesperado. —Siento que es estúpido esforzarnos tanto por mantener un tono tan bajo para secretear cuando hay un vampiro en la sala. Él de seguro que está al tanto de nuestros cuchicheos.
—Inesperado para ti. Se ofreció para cuidarte, y al igual que a nosotros le preocupa mucho tu pérdida de memoria. Pero como él y Romina son de la misma especie, te podrás dar cuenta lo difícil que es que demuestren sus sentimientos.
Sí, los ocultó muy bien. Mostraba indiferencia la mayor parte del tiempo, aunque ya al final era más amable... Siempre se preocupó por mí.
—Nos debe estar escuchando.
—Cierto, no se puede tener privacidad con un vampiro. Les llevaré algunas sábanas a los chicos —anuncia, pero su voz es interrumpida por el ruido de la puerta al ser abierta.
Ambas nos quedamos anonadadas al ver como Ronald y Santiago pasan el colchón de la cama de Romina a nuestra habitación.
Lo dejan en medio de nuestras camas.
—Romi no estará feliz —expresa la cambiante, negando con suaves movimientos.
—Santiago y ella son íntimos amigos, ¿no es cierto? —se excusa Ronald sin darle importancia.
—Yo nunca dije eso —replica el vampiro con los brazos cruzados—, todo esto ha sido idea tuya.
Me dejo caer sobre la cama mientras los escucho discutir. Anastasia se encuentra rotundamente en contra de que duerman en la habitación con el colchón de la vampira, su novio en cambio no pretende pasar la noche en el incómodo sofá. Y Santiago... bueno, él solo apoya la opinión de Ronald, además de que es más fácil vigilarme si están cerca. Sus palabras se vuelven susurros ininteligibles mientras el sueño me envuelve.
Siento como alguien cubre mi cuerpo con alguna manta, supongo, y susurra:
—Dulces sueños.
El vestido lavanda cubre mis pies desnudos, sobre la suave hierba. Una suave brisa ondea la tela de mi vestido y bate las ramas de los árboles, el cielo es un manto azul que se extiende más allá de lo que pueden ver mis ojos. Observo la naturaleza que me rodea, y sé que he estado aquí, sé que estoy en un sueño... Como si hilos invisibles dominaran mi cuerpo, emprendo la marcha sin saber a dónde me dirijo, solo avanzo bajo la sombra de los frondosos árboles.
Mi instinto me grita que me detenga, que no debo seguir, pero no tengo control de mí misma. A medida que continúo, otras personas se unen a mí al camino sin rumbo que he elegido.
Ninguna de las personas que me acompaña me son conocidas, y ninguna ha volteado a mirarme. Sus miradas se encuentran perdidas en el destino incierto que nos ofrece este camino.
No pensé que existía algo al final, pero me he equivocado. Hay un hermoso y esplendoroso lago, el agua cristalina nos da la bienvenida. Me siento tentada por la tranquilidad... me acerco cautivada, hechizada... Giro bruscamente cuando siento una mano sobre mi hombro.
Un señor de baja estatura y la piel arrugada, de ojos claros, mantiene su mano sobre mi hombro.
—No te acerques al lago. Nadie quiere ver lo que refleja —dice como un abuelo protector.
Sin esperar una reacción de mí, se aleja. A diferencia de mí, nadie más se ha acercado al lago. Todos les huyen a las aguas cristalinas.
Vuelvo mi atención al lago, no comprendo la advertencia del señor, no hay nada malo en las aguas del lago. Se ven tan pacíficas, puras... Mis pies se mueven despacio al borde, observo mi rostro reflejado en el agua.
Unos opacos y tristes ojos grises me observan, una densa y oscura cabellera descansa sobre mi espalda, una débil sonrisa decora mis labios. Mi piel es clara, el agua se mueve con una delicadeza inexplicable y mi imagen comienza a cambiar con cada movimiento. Mi rostro reflejado se ha convertido en un rostro cadavérico, con los ojos hundidos y excesivamente brillantes, y una sonrisa mostrando más huesos que carne.
Dejo escapar un grito, y retrocedo con las piernas temblorosas. Pero mi propio reflejo me persigue, es difícil sacarlo de mi cabeza. Intento seguir a los demás, pero cada vez están más lejos de mí, y por más que avanzo no los puedo alcanzar. La naturaleza comienza a desvanecerse hasta que solo existe un sendero desprovisto de toda vida, un manto oscuro cubre mi hermoso cielo. Y las personas también han desaparecido.
El silencio sepulcral que envuelve el lugar me hace escuchar los latidos de mi propio corazón, a un ritmo frenético.
—Es tan gratificante verte de nuevo, Dessire —esa voz me hace temblar, un miedo se adhiere a mí como una segunda piel—. Tengo que admitir que para ser una simple chica confundida me has causado demasiados problemas.
No sé de dónde proviene la voz, pero creo conocerla, solo que no consigo ubicarla en mi mente.
—Ha habido otros antes que tú —susurra la voz—, y han sido más inteligentes. Todos han decidido unirse a mí antes de... bueno, eso ya tú lo has experimentado. No creo que sea necesario detallarlo.
No entiendo de qué habla, ¿qué se supone que he experimentado?
Siento su presencia a mi espalda, el susurro de su voz hace que se me erice la piel. Algunos pasos, y queda ante mí.
Es un hombre de gran estatura, con cabello rizado como si fueran hilos de oro y unos profundos ojos oscuros y brillantes. Su cara es delgada y perfilada, es muy atractivo, hermoso. Una belleza inhumana.
—¿Quién eres? —mis palabras salen con temor. Su rostro no me es conocido, pero sí su voz. Es un rostro que veo por primera vez.
—Ya eso lo sabes —dice mientras me rodea—. Has logrado escapar de mis vástagos, pero no lograrás escapar de mí. No otra vez.
—Dess, despierta —una voz llena mis oídos, se escucha tan lejana.
Él toma mi brazo, y siento como mi piel se quema, un calor sofocante que calcina mi carne, forcejeo para liberarme, pero él es más fuerte que yo. Ha logrado inmovilizarme, sus ardientes dedos acarician mi rostro obligándome a verlo directamente a los ojos, hay tanta maldad en ellos, tanta crueldad... Entonces recuerdo que esto es solo un mal sueño, y necesito despertar.
—Dessire, despierta, solo es una pesadilla —esa voz cada vez está más cerca. Dejo mis propios miedos a un lado y me concentro en esa voz, en salir de esta maldita pesadilla.
Tengo la garganta seca de tanto gritar, casi no puedo respirar. Santiago me mantiene en sus brazos, mientras Anastasia ha corrido a la sala en busca de un vaso de agua.
Intento tranquilizarme, pero todo fue tan vívido, el ardor en mi brazo aún no ha desaparecido, sus ojos oscuros siguen grabados en mi mirada. Ninguna de las palabras tranquilizadoras que recita Ronald ha surtido el efecto deseado.
Él se ha tendido nuevamente en el colchón, mientras yo lloro desconsoladamente en el pecho del vampiro.
—Tómate el agua —dice Anastasia al mismo tiempo que se acomoda en el borde de mi cama.
Pienso en negarme, pero eso solo empeorará la situación, y ya están bastantes preocupados por mis pesadillas y mis gritos. Así que lo agarro con mis manos temblorosas, mis ojos observan el agua del vaso en movimiento y ese lago aparece nuevamente ante mis ojos, mostrándome un rostro demacrado. Aterrada, lo suelto y Santiago lo alcanza antes de que se derrame en mis sábanas.
—Toma solo un poco, te sentirás mejor. —Acerca el vaso a mis labios, no creo que en realidad un poco de agua me haga sentir mejor, pero no tengo fuerzas ni para negarme.
—Deberíamos ir por Paula —sugiere Anastasia.
Niego sin mediar palabra. No es para tanto, solo ha sido una pesadilla más, solo tengo que tratar de borrar esas imágenes de mi cabeza. O por lo menos lograr que no me sigan afectando.
—Solo necesita descansar —expresa Santiago.
No quiero dormir, no quiero hundirme nuevamente en una pesadilla. Pero el cansancio se niega a mis deseos, mis párpados comienzan a ceder, y mi consciencia se pierde entre los susurros de los chicos.