Ángel "Un beso silencioso"

By cesarvelasquez965

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Para Anna la importancia de su vida es poca, pasa noches en fiestas y siempre está en problemas, todo esto pa... More

Prólogo
Capítulo 1: Anna
Capítulo 2: Steven
Capítulo 3: Anna
Capítulo 4: Steven
Capítulo 5: Anna
Capítulo 6: Steven
Nota
Capítulo 7: Anna
Capítulo 8: Steven
Capítulo 9: Anna
Capítulo 10: Steven
Capítulo 11: Anna
Capítulo 12: Steven
Capítulo 13: Anna
Capítulo 14: Steven
Capítulo 15: Anna
Capítulo 16: Steven
Capítulo 17: Anna
Capítulo 18: Steven
Capítulo 19: Anna
Capítulo 20: Steven
Capítulo 21: Anna
Capítulo 22: Steven
Capítulo 23: Anna
Capítulo 24: Steven
Capítulo 25: Anna
Capítulo 26: Steven
Capítulo 28: Steven
Capítulo 29: Anna
Capítulo 30: Steven
Capítulo 31: Anna
Capítulo 32: Steven
Capítulo 33: Anna
Capítulo 34: Steven
Capítulo 35: Anna
Capítulo 36: Steven
Capítulo 37: Anna
Capítulo 38: Steven
Capítulo 39: Anna
Capítulo 40: Steven
Capítulo 41 : Anna
Capítulo 42: Steven
Capítulo 43: Anna
Capítulo 44: Steven
Capítulo 45: Anna
Capítulo 46: Steven
Capítulo 47: Anna
Capítulo 48: Steven
Capítulo 49: Anna
Capítulo 50: Anna
Capítulo 51: Steven
Capítulo 52: Anna
Capítulo 53: Steven
Capítulo 54: Anna
Capítulo 55: Steven
Capítulo 56: Anna

Capítulo 27: Anna

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By cesarvelasquez965


Los domingos siempre fueron aburridos para la menor, el estar encerrada en este lugar no hacia la diferencia que estar con su novio David, no había visto a ninguna de sus amigas desde que salió de la celda de castigo, ya que según dicto la oficial que la saco del encierro, Olivia todavía seguiría castigada.

Esa noche no pudo dormir bien, sobre todo por los alucinantes sueños que tenía acerca de Steven... Culpó a la droga, culpó al cansancio y a su retorcido cerebro de jugarle esas tretas acerca de sus sentimientos.

Mientras jugueteaba con el tazón de comida podía observar a sus alrededores como cada uno de los círculos permanecían como estatuas vivientes, el ambiente en el gran comedor era tenso, podía sentirse aquella espesa bruma pasar por la nariz de la castaña.

La mayoría de las jóvenes permanecían en silencio devorando sus propios alimentos, recordaba que la pequeña joven de traición le había dicho que no todas las chicas habían participado en la prueba, que solo eran las seleccionadas.

El engranaje de su cabeza seguía girando y girando, aún no tenía claro como quemaría aquella bandera que bailaba petulantemente ante todos.

Pero sabía que no podía esperar para la siguiente prueba del viernes para hacer su jugada, las cosas ya eran difíciles en este lugar como para permanecer más tiempo.

—Podría decir que esa mente malévola trama algo. — acuña Steven sentándose en la mesa junto a la menor, ella sonríe sin motivo alguno mientras se pierde en aquellos pozos verdes.

Aparta la bandeja con los restos de comida y hace un gesto desganada.

—No podemos seguir aquí, hay que actuar rápido. — expone agachando el rostro y colocando sus manos en la cabeza.

El moreno extiende su mano hasta la mesa para tratar de tomar la de la castaña, ella busca aquello intangible mirando como sus perfectos labios se curvan para sonreírle, una corriente eléctrica paso por la palma, y sintió como su corazón se aceleró, por un segundo sintió el contacto del espíritu.

—Estoy contigo sin importar cuál sea el plan. — propone sin inmutarse por lo que sintió la menor, parecía de lo más tranquilo, quizás aquello simplemente fue producto de su imaginación.

—Tengo que hablar con Karla. — indica levantándose de la mesa, su corazón latía tan fuerte que sus oídos se taparon por el bombeo, ¿Qué había pasado ahí? Simplemente se imaginó el tacto del espíritu y ya había perdido una fracción de control, ni siquiera se quería imaginar que pasaría si él se transformara en masa tangible.

—Allí esta. — señala con voz ronca.


El moreno camina delante de ella y por primera vez pudo observarlo sin que aquellos destellantes ojos la miraran de forma traviesa, Steven traía unos vaqueros color negro, con una camisa gris, no recordaba que aquel vistiera de la misma forma cuando entraron al reclusorio, pero después de examinar su ropa miro que este era de espalda ancha y sus brazos fuertes podrían estrangular a cualquiera, aunque él no hablaba mucho de sí mismo Anna comprendió porque Angélica estaba fascinada por él, aquel ser es simplemente perfecto.

Gira su cuello para mirar porque la menor tardaba, cuando se encuentra con aquellos ojos de avellana su rosto comienza arder, sintió que estaba roja hasta las orejas.

—Anna, ¡Camina! — se queja sonriendo de forma ladina, ella traga su propia bilis mientras se cohíbe en el mismo lugar sin poder dar un paso.

Después de medio segundo traga una enorme boconada de aire, y con todo el esfuerzo que podía hacer hace que sus pies avancen.

—Ando algo distraída. — canta sin verle al rostro.

Las chicas del circulo de desastre quizás eran las más vanidosas que existía en toda la correccional, ninguno de los dos sabía la procedencia de aquellas jóvenes, por qué pagaban su condena en aquel lugar, o como lograron formar una facción de muchas aspirantes, algo en particular las hacia especiales para Rojo que las mantenía exactamente cerca de la droga.

La interpelada camina con pasos firmes hasta la mesa de su círculo, justo al pararse enfrente de aquella una de sus líderes la observo con el entrecejo fruncido.

—¿Por qué vienes hasta ahora? — pregunta con voz de mando.

—¿Disculpa? — duda la susodicha arrugando la nariz.

—eres de nuestro circulo Anna, tienes que comer con nosotras no con tus sucias amigas. —atestigua mientras se miraba sus uñas recién pintadas.

El olor a quita esmalte se impregna en la nariz de la menor, apretó los puños llena de rabia, el espíritu captó de inmediato que ella estaba a medio segundo de partirle la cara a la líder de la mesa.

—Anna, después le partes la madre, ahora la necesitamos de nuestro lado. — apunta el moreno imponiéndose en aquella escena, la menor lo observa por el rabillo del ojo y mientras su pecho baja y sube por su acelerada respiración logra calmarse un poco.

—No sabía que todavía estaba en el círculo. — dice débilmente, Karla la observa uniendo sus cejas con duda. — después que reprobé la prueba, pensé que me echarían.

Si de algo estaba seguro caucásico, era que la niñata podía actuar bien, cuando aquella agacho el rostro, por un segundo casi la abraza de la pena. Pero conocía muy bien a la menor, como para saber que usaba esas tácticas en la escuela para salirse siempre con la suya.

Dos de las chicas de desastre se levantaron para consolar a la acongojada versión de Anna, le ayudaron a sentarse mientras que su líder acariciaba su hombro, otra joven acomodaba su cabello para hacerle una trenza.

—Anna, todasreprobamos esa prueba. — propone la líder. — si tu padre tiene dinero y noquiere que estás dando problemas la prueba es la solución. — añadió la joven de cabellos lustrosos, aquello perforó directamente en el pecho de la joven, ahora entendía porque fue enviada a este lugar, después que su madre se fue a Madrid, su padre no quería cargar con ella, y mantenerla encerrada hasta la posteridad era la mejor opción que esperar que hiciera líos en la escuela, o ser expulsada.


No culpaba a su padre, él no le debía nada a ella. Después de fallarle. Se llamaba a si misma valiente y no tuvo el coraje para decirle como fueron las cosas con su madre.

No iba a disimular después de aquello. Quizás su papá la odiaba...

—¿Porque ayudan a Barón si no les permite salir de aquí? — exhibe su punto de vista, como podían permanecer en un círculo que ellas mismas se sentenciaban.

—Ahora tengo que hacer algo. — propone la líder, después de terminar de trenzar su cabello la otra joven se levanta para colocarse a un lado de la mayor. — Karla explícale todo, ella ya es de las nuestras.

Después de aquellas palabras tan suaves como la seda, siguió su camino con dos de las jóvenes del mismo círculo.

—Tengo que ir a sembrar, si quieres puedes acompañarme. —indica ella levantándose para dirigirse al portón general.

—No creo que me dejen salir, hoy no me toca hacer nada. — propone la castaña.

Steven camina adelantándose para que la menor lo visualice a él y solo a él, este sonríe ampliamente y con su voz tan agridulce pronuncio.

—¡Mocosa somos la mera crema de este lugar! — bufo abiertamente. —podemos hacer lo que queramos.

Trató de contener la risa por un segundo pero su boca se fue desplegando por si sola hasta que se carcajeo ampliamente.

—Podemos hacerlo, esa es la ventaja de ser parte de un circulo. — dijo Karla tratando de entender la risa de la joven.

Tenía que concentrarse, lo sabía a la perfección. Sigue su camino hasta el exterior de la correccional, ninguno de los guardias mencionó nada al ver que ella se pavoneaba en las afueras, quizás con aquello era lo que les ofrecía Barón, poder sentirse como en casa.

Una de las jóvenes que se encontraba en una esquina donde sembraban zanahorias parecía estar llorando, pasaron justo donde esta ella y los quejidos sacaron de sus casillas a la castaña quien se inclinó para verle el rostro.

—¿Qué es lo que sucede? — duda la menor, aún tenía la servilleta del almuerzo que no había usado, busca en sus bolsillos y se la coloca entre las manos, aquella prácticamente niña la sujeta empujando las lágrimas de sus mejillas.

—Nunca saldré de este lugar. — grazna.

—No puedes pasar la prueba. — deduce la menor.

Ella rompe en llanto mojando el uniforme, a juzgar por la edad ella tenía unos trece años, y por su pequeño cuerpo le recordaba a Olivia.

—Ella es diferente. — alza Steven, Anna lo observa y mira como el une las cejas al ver a la niña y después a Karla.

—¿Por qué ella no pasa la prueba? — pregunta la castaña a Karla quien permanecía como estatua.


—Tú. — arrulla la niña al ver el rostro serio de la interrogada. — ¿Por qué no le dijiste la verdad?

—No podía hacerlo, perdóname. — responde con voz apagada.

—¿De que hablan? ¿Quiero saber la verdad? — escribe Anna colocándose de pie junto a la joven de desastre.

—El padre de Fernanda no quiere que su hija permanezca en este lugar. — dice el nombre de la mas pequeña. — pero es el que proporciona todos los vegetales que suministran en este lugar.

—¿Qué pasó con la prueba? — pregunta Anna apretando los puños, comenzaba a alterarse, pero esta vez Steven enfurecía junto a ella.

—No la pasé por la droga. — responde entre jadeos. — le dije a mi padre de la droga, y como habían pasados las cosas, entonces me acusaron que ingería esas sustancias por mi propia cuenta...

Las lágrimas rodaban por sus ojos de manera constante, quizás el nudo en la garganta le evito seguir hablando ya que no termino su historia.

—Es por eso que la droga la suministran los círculos, los guardias no podrían ya que sería ilegal, Barón tiene todo calculado a la perfección, nadie sale si ella no quiere. — dice Steven apesarado al ver como la niña se rompía en pequeños pedazos.

—¿Por qué no hiciste algo? — la acusa mientras Karla mantenía la cabeza abajo.

—¡Ella le dijo a mi padre que yo consumía esa droga! — chilla tapando su rostro con sus manos.

—Lo siento... Fernanda, no era mi intensión... yo...

Tanto el moreno como ella quedó boquiabierto con aquella confesión, después de mostrar interés por ayudar a Anna, parecía que solo era una fachada disfrazada de buena persona.

—¡Traidores! — dice Anna recordando como Raquel los llamó. —No quiero ser parte de su círculo...

—Anna perdóname, no podía hacer nada...

—Eres una cobarde. — dice en tono voraz, la pequeña abraza la cadera de Anna agachada en el suelo. — no vuelvas a acercarte a mi...

La joven no lo dudo dos veces antes de seguir su camino por la tierra, con los hombros encogidos y apaleada por todo lo que le había dicho, se sentó en el suelo dejando caer su cuerpo al suelo.

—Ella no le importa nada más que su estúpido círculo. — propone el moreno.

—Escúchame, vas a salir de este lugar muy pronto, ya lo veras. — promete la menor, el espíritu le sonríe al ver en la fuerza que mostraba ella, avanza de regreso al interior de la correccional dejando más tranquila a la menor.

No tenía deberes que hacer, tampoco trabajo acumulado, por lo que siguió su camino recorriendo los pasillos, mientras el espíritu caminaba junto a ella, recordó el momento en que estaban separados, y una chista de suspicacia los llevo hasta la terraza del edificio, contar con el moreno era como maná del cielo para la castaña, quien con facilidad abrió la puerta que tenía seguro.


Salen de golpe sintiendo la corriente de aire que se colaba en toda la terraza, observa a los alrededores, nadie podía estar en aquel lugar, sobretodo porque con unas cuantas sabanas podrían salir a la perfección.

Avanza hasta la orilla recordando uno de los sueños que había tenido la noche anterior, observa a Steven y sus perfectos labios le sonreían cada vez que se encontraban.

—Si tan solo pudiera tocarte. — piensa ella.

Traga una boconada de aire, regresando su vista al exterior, donde no se miraba otra cosa que la carretera y árboles.

—Anna, justo por aquí podemos acceder a la bandera. — propone el interpelado.

Ella observa el punto de vista, y la única porfa de pasar seria haciendo equilibrio en el filo de la pared de bloque, conocía a Steven a la perfección sabía que aquella frase significaba que el traería la bandera para quemarla.

—Puedo hacerlo. — manifiesta ella viendo cómo podía pasar por la malla que rodeaba la terraza.

—Sabes muy bien que no me refiero a eso. — acusa a la menor.

Ella avanza hasta la esquina lateral donde no podían verla, deja que el aire choque su rostro como no lo hacía hace días, sabía que sin importar cuando le dijera el moreno, era algo que ella tenía que hacer.

—Desearía en este momento que tuvieras vida, y evitaras que yo lo hiciera. — dice alzando sus manos y alcanzando el brazo de Steven, no hubo contacto alguno, pero ella sintió aquella corriente eléctrica de nuevo. — sabes, eres lo mejor que me ha pasado, y nunca hubiera hecho las cosas que hice por si sola.

—No es verdad, y lo sabes.

—Haz sentido alguna vez, que el propósito en tu vida cobra magnitud y fuerza, que la misma dirección de las cosas se dan por si solas. — explica ella. — es justo lo que pasa aquí, sé que puedo hacer una diferencia para estas chicas, y voy hacerlo o morir en el intento.

Observa de nuevo aquella y única pasada para llegar hasta la bandera, nunca se había puesto a pensar si les tenía miedo a las alturas, o si en el techo de la oficina de la oficial Barón estaba construido al cien por ciento, pero sin importar cuán difícil seria llegar a ese símbolo de unidad para los círculos, ella marcaría la diferencia y se alzaría junto a cada una de las jóvenes que estaban presas en aquel lugar...




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