La inútil del grupo [One Piec...

By JustLoveMusic

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Un grupo de piratas lleno de increíbles guerreros y guerreras, y luego estoy yo. Soy la inútil del grupo, ni... More

Introducción
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
AVISO
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Epílogo

Capítulo 24

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By JustLoveMusic


Me duele todo el cuerpo. Intento levantarme, pero me es imposible. Sólo puedo mover los dedos de los pies y manos. Parezco una loca moviendolos todos a la vez, rápidamente. Observo cómo los muevo, ya que no puedo hacer otra cosa. 

Grito, por si alguien me escucha. Nada. El silencio reina en mi habitación. Los pájaros cantan afuera, y los rayos del sol entran fuertes por la ventana. Parece que hace mucho calor.  

Por fin alguien abre la puerta, pero no puedo ver quién es. Anda lentamente, como si pensase que estoy dormida.

- ¿Hola?

- ¡Midori! - es Sora, le reconozco por su voz - No sabía que estabas despierta. ¿Qué haces ahí quieta?

- Si pudiese levantarme, lo haría.

Se sienta a mi lado, y me mira de arriba a abajo. Me siento incómoda, por alguna razón. Apoya con cuidado el brazo detrás de mi cuello, y me levanta de manera que quedo sentada, pero sigo sin poder moverme.

- ¿Quieres salir fuera? - pregunta él, interesado.

- Ojalá pudiera.

- Claro que puedes.

Al principio no entiendo porque dice eso, pero lo hago cuando me coge en sus brazos.

- No hace falta, Sora. Peso mucho.

- No pesas nada. - dice él, seguro, y parece que dice la verdad.

Me saca de la habitación, y camina hacia el jardín. Hace un día increíble, no hay ni una nube sobre el cielo. Los ojos de Sora brillan por la luz, hoy están preciosos. Él no parece nada cansado después de haber andado bastante cargándome. 

Me deja sentada, apoyada sobre un árbol. Cierro los ojos, y el viento hace que mi cabello se mueva, haciéndome cosquillas sobre mis mejillas. Sonrío.

- Se está muy bien aquí. - digo, y Sora saca fresas de su mochila.

- ¿Hace cuánto que no comes fresas? - pregunta él.

- Lo mínimo para echar de menos el sabor. - digo, y el suelta una carcajada. - ¿De dónde las has sacado?

- He ido al pueblo. - al ver que le miro mal, añade: -  Me han dado el permiso, claro está. La última vez que comí fresas fue con siete años.

Saca un pequeño cuchillo de su cinturón, y empieza a cortarlos. Me da uno a la boca, y lo saboreo como si no hubiese comido en días. Aunque creo que es así. No recuerdo qué fue la última cosa que comí.

Terminamos con todas en un santiamén. Ojalá las pudiese comer todos los días. Seguro que Sanji tendrá una receta con fresas que estará deliciosa. Tendré que preguntárselo cuando nos volvamos a ver. Aunque ahora no debería de pensar en eso.

El viento vuelve a pegar, pero esta vez más fuerte, y con él trae algunas nubes bien cargadas de agua. Se acerca una tormenta, no hay duda alguna. Intento mover el pie, y lo logro. Aunque sólo sea un poquito.

- Tendremos que irnos ya. - dice Sora, al fijarse bien en el cielo - Creo que se acerca una buena tormenta.

Al verme mover un poco el brazo sonríe, e intenta levantarme. Pero sigo sin poder hacer nada. Maldigo en alto, y Sora vuelve a cogerme en brazos. Esta vez me agarro fuerte a él, ya que vuelve corriendo. Unas gotitas empiezan a caer del cielo, y en un minuto ya está lloviendo fuertemente. Sora corre aún más rápido, y llegamos a mi habitación empapados.

Me sienta sobre la silla, y el suelo se empapa.

- ¿Estás bien? - pregunta, jadeando.

- Sí. - digo, y él se sienta sobre el suelo, frente a mí. - ¿Por qué no puedo moverme?

- No lo sé, Midori. - dice él, serio - Al clavarte su katana tan fuertemente, todo tu cuerpo estará en shock. No hay otra explicación.

- ¿Qué paso con Hikari?

- Lo echaron. - dice él, mientras se quita el jersey y lo deja sobre la estufa -   Estaba loco, pero nos dimos cuenta demasiado tarde. Lo siento. - añade, y se tapa la cara con sus manos.

- No es tu culpa, para nada. Ojalá pudiese apoyar mi mano sobre tu hombro, pero no me puedo mover. 

Vuelve a mirarme, y sonríe, aunque se le nota triste y agotado. Se acerca hacia mí, agarra mi muñeca y apoya mi mano sobre su hombro. Sonrío. Le agarro fuerte de su camiseta. 

- Así que sólo puedes mover los dedos. - dice él, con una pequeña sonrisa.

Me abraza de repente, cosa que no me esperaba. Intento mover mis brazos, y lo logro. Hundo mi cabeza sobre su pecho, y él suspira. Me sujeta fuertemente, tanto que me duele.

- Lo siento. - dice él.

- ¿Por qué?

- No puedo hacerlo. 

Me deja sobre el suelo, y sale de la habitación.

**************

Por fin ha llegado el día. Parece que mi corazón va a salir de mi pecho. Inspiro, y relajo los hombros. Tengo que tranquilizarme. 

Las calles de Sabaody están repletas de gente. Sigo por el bosque, hasta que veo el Sunny Go. Al principio no me lo puedo creer, pero ahí está, después de dos años. Intacto, con una extraña burbuja a su alrededor. 

Pero no tardo mucho en mirar a otra parte. Veo su cabello verde desde lejos, se le ve mucho más musculoso, se nota que ha estado entrenando muy duro. Grito su nombre, pero no logra verme. Corro mientras muevo las manos con todo el entusiasmo del mundo. Por fin me ve. Una pequeña sonrisa ilumina su cara.

Extiende sus brazos, y me abraza fuertemente. Sonrío.

- Cuanto tiempo, ¿verdad? - dice él, y ríe.

Nos separamos, y me mira de arriba a abajo, al igual que yo. Los dos rebosamos de felicidad.

Apoya su mano sobre mi mejilla, y cierro los ojos. Todo es tan perfecto... el leve sonido de las olas, el canto de los pájaros...

Siento sus labios sobre los míos, y es entonces cuando recuerdo lo mucho que le echaba de menos.

***************

- ¡Midori!

Despierto. Es la mujer del director de la escuela de espadachines.

- ¿Tienes fiebre? Estás muy roja. - dice ella, mirándome con extrañeza. 

- No, no. Estoy perfectamente.

Me he levantado a toda prisa, y ni siquiera me he dado cuenta. Ha sido un reflejo. Doy pasos hacia delante y hacia atrás, y la mujer me mira extrañada.

- Ya veo que estás mucho mejor. - dice ella, y me hace un gesto con la mano para que la siga.

Para y salimos al balcón. Está lloviendo a cántaros, y hace muchísimo frío, se me congela la nariz en muy poco tiempo. 

- Ahí le tienes. - dice ella, y se va.

Miro hacia donde ha señalado, y por fin puedo ver una sombra negra entre la lluvia. Puedo oír a alguien entrenar, pegando una y otra vez al muñeco. ¿Quién puede estar entrenando con éste tiempo y a estas horas? Miro al reloj que hay sobre la pared del salón: las tres y cuarto de la madrugada. Es Sora, no tengo ninguna duda.

Corro entre la lluvia, con mucho cuidado, ya que el barro hace que me resbale constantemente.

- ¡Sora! - grito, y él para. Me pongo frente a él, y mira al suelo. - ¿Qué estás haciendo?

Me ignora completamente, y sigue pegando al muñeco de madera. Mucho más fuerte que antes, y rápidamente. Agarro su espada de madera con mis manos, ni siquiera sé cómo lo he hecho sin hacerme daño. Ha sido tan rápido...

- Hace demasiado frío para entrenar, y estás empapado.

- Me da igual. - dice, y me aparta bruscamente. Es ahí cuando me saca de mis casillas.

- ¿Pero qué coño te pasa? No te entiendo. - la rabia invade mi cuerpo, y no pienso dos veces antes de decir cualquier cosa - Estoy harta.

Me doy la vuelta, y vuelvo hacia dentro. Hasta que oigo sus pasos y grita mi nombre. Le ignoro completamente.

- Desde que llegaste... - le oigo gritar, entre la lluvia - Todo en mí ha cambiado. Nunca antes me había sentido así. No dejaba de pensar en ti. Todo el maldito día. Pensé que sería algo normal, eras la primera amiga que he tenido en toda mi vida. Pero no ha cambiado. Te veo en todos los lados. Cuando por primera vez vine a esta escuela, nos enseñaron que el amor te destruye. Poco a poco, se convierte en tu debilidad. Y es así. Pero no he podido evitarlo.

Me paro en seco. Me doy la vuelta, y ahí esta Sora, jadeando. Su cabello rubio ha cambiado de color al estar totalmente mojado. Me mira fijamente a los ojos, y yo no sé qué decir. Me quedo allí, parada como una estúpida. Pero ¿qué se supone que tengo que decir? No me esperaba esto para nada.

- Supongo que no te lo esperabas. - añade, y sonríe. Pero sé que no sonríe de verdad. No es como cuando está feliz o ríe, es totalmente diferente.

Me acerco hacia él, y le abrazo. Esta caliente, y se siente tan cálido...

- Lo siento. - me susurra, pero niego con la cabeza. 

Hunde su cabeza sobre mi hombro, y pasamos así lo que a mí me parece una eternidad. No tengo palabras para describir este momento, ni tampoco puedo decirle nada. No sé qué hacer.

Se aparta, y me mira a los ojos, esos ojos que ahora están sumidos en la oscuridad. Siento una presión sobre el pecho, y pego sus labios contra los míos. No sé cómo ni porque, pero simplemente lo hago. Y él profundiza el beso.

Cuando nos separamos, puedo notar mi rubor sobre mis mejillas. Los dos corremos a mi habitación, y dejamos todo el pasillo empapado, pero tampoco nos importa mucho.

Me quito los calcetines y entro en el baño para ponerme un nuevo pijama. Cuando abro la puerta, Sora se está quitando la camiseta.

- Eh... deberías volver a tu habitación. Ya sabes, no se puede dormir en la habitación de otro. - digo, bastante nerviosa.

Coge una toalla del baño, y se seca el pelo tras ponérselo al rededor del cuello. Se queda mirándome fijamente, y abre la puerta. Pero no quiero que se vaya. Le agarro de la mano, y me acaricia el cabello húmedo.

************

- Tengo que irme ya. - digo, aunque todavía no me lo puedo creer.

Sora me mira fijamente, lleno de tristeza. Yo estoy igual. Por una parte tengo muchas ganas de ver a los demás, cuánto han cambiado, pero voy a echar mucho de menos a Sora, sin ninguna duda.

- No te vayas... - dice él, y entrelaza nuestros dedos.

- Sora...

Tengo toda la cara tapada, y la katana bien guardada en mi mochila, que es gigante. Tenemos el barco a nuestra derecha, está llenándose poco a poco. Hay un hombre que sujeta un cartel en el que pone 'RUMBO: SABAODY'. Sora me quita el gorro y la bufanda que tengo, y me acaricia la mejilla.

- ¿Volveremos a vernos algún día? - pregunta, y me duele oír el tono de su voz.

- Pues claro. - digo, aunque no estoy muy convencida de ello - Todavía tenemos una larga vida, supongo.

- Me haré mucho más fuerte, lo juro. - dice, mirando al cielo - Tendremos que enfrentarnos, tal vez.

Alzo el dedo meñique, y hacemos una promesa. Los dos con una sonrisa triste, porque no sabemos si volveremos a vernos.

- El amor no es malo del todo, pero lo será si desapareces de mi vida. 

- No voy a desaparecer. Te escribiré. De verdad.

Quedamos abrazados lo que me parece muy poco tiempo, pero el hombre del cartel empieza a gritar que el barco ya va a partir hacia Sabaody. Miro a Sora, que tiene la vista clavada en el suelo. Pongo mi mano sobre su barbilla, para que me mire, y suspira.

- Me tengo que ir ya, en serio. No quiero ir nadando. Así que espero qu-

Es entonces cuando presiona sus labios contra los míos. Creo que los voy a echar de menos. Todo este lugar, la relajación, los ojos de Sora que reflejan el mar... todo. Pero tengo que seguir adelante. Pegamos nuestras frentes, y me despido de él con un beso en la mejilla.

Corro hacia el barco mientras me pongo el sombrero de paja con un lazo azul y una bufanda blanca para taparme la cara, que por cierto no es muy adecuada en pleno verano.

- Llega tarde, señorita. - dice el hombre, y me mira con extrañeza al verme así de tapada de cuello para arriba - Partimos ya.

Me siento sobre un hueco que hay entre dos personas, y paso el largo viaje apretujada entre tanta gente.

Cuando por fin veo la isla Sabaody en frente, no me lo puedo creer. Me trae tantos recuerdos que no parece que hayan pasado tan solo dos años.

¿Cómo estarán los demás? ¿Habrán cambiado mucho? Seguro que son mucho más fuertes que antes, y puedo decir que yo también he cambiado mucho. 

Nos esperan grandes aventuras, pero primero tengo que buscar a los demás, y estoy tan nerviosa que siento nauseas.


[ Pronto llega el verdadero salseo, así que preparaos xD

Tengo muchas ganas para escribir el reencuentro ^w^ ]




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