Black Wings [Supernatural]

Da its_the_impala

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[LIBRO UNO] -¿Sabes lo importantes que son las realidades alternativas? -Lo sé. -En esta realidad, tus amigui... Altro

Sinopsis
1. Fin de una época
2. Un mal presentimiento
3. Nueva esperanza
4. Encuentro no esperado
5. Datos particulares
6. Relación con mejoras
7. Vestimenta complicada
8. Sentimientos ocultos
9. Información adecuada
10. Cómo sobrevivir a un mal sueño
11. Una linda mañana
12. Peleas de hermanos
13. Entrenamiento
14. Pasos para ser cazador
15. Muerto de miedo
17. Lo inesperado es mejor
18. Uno con el otro
19. Charlas necesarias
20. Un lirio de significado especial
21. Calma con los niños irresponsables
22. Missing in Action
23. Los conocidos no podían faltar
24. ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
25. La vida ante tus ojos
26. Un vacío negro
27. Los esperados reencuentros
28. Un respiro de la realidad
29. Secretos y más secretos
30. Bulletproof Heart
31. Lo lamento mucho
32. Una simple atracción... ¿O no?
33. Hey, soul sister
34. Enemigo de mi enemigo, es mi amigo
35. Déjenme sola
36. Girls just wanna have fun
37. Confesión de amor
38. Habla, Dr. Phil
39. Decisión complicada
40. La dama del vestido azul
41. Sin cordura, no hay esperanza
42. Countdown
43. Pocas horas
44. Directo al Infierno
Agradecimientos
Extra: Material Visual

16. Primera cacería oficial

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16. Primera cacería oficial

Pasaron un buen rato explicándole a Lily lo que implicaba la "enfermedad fantasmal", cuando comprendió todo decidieron hacer un plan. La primera víctima, Oscar Loren, murió hace una semana, luego cayó Paul Reckot hace cuatro días y recientemente el shérif Robinson hace unas horas. Por lo que sabían de los periódicos, la enfermedad duraba dos días aproximadamente antes de que el huésped muriera. Por lo tanto, tenían dos días para arreglar el tema.

Como casi toda enfermedad, se transmitió por tacto. Sam había estado en la morgue con los otros cuerpos y Dean con el shérif una vez muerto. El último odiaba volver a pasar por tal enfermedad, recordaba que la última vez no iba a ningún lado solo y le daba miedo hasta un pequeño perro. No quería repetir todo aquello con la rubia delante.

Los dos Winchester ya sentían el miedo correr por su sangre, la enfermedad por sus venas. Tosían de vez en cuando, pero cuando lo hacían era con tanta fuerza que salía sangre de ellos. Pronto adquirieron fiebre alta. Lily los obligó a recostarlos un rato, para que al menos se les bajara la fiebre. Les puso un paño con agua en sus frentes (a lo cual Dean se quejó como si le estuvieran violando) y esperó unos segundos sentada en una silla pensativa.

Pasó la noche sentada ahí, a veces dormida contra la mesa de madera. Consideraba que si mantenía despierta podía ayudar sus hermanos, quienes estaban sumidos en un sueño tremendo. No le dio valor de despertarlos a eso de las nueve de la mañana. Había pasado una mala noche, pero era peor que dormir tranquila en una cama sabiendo que sus hermanos serían la siguiente víctima de Brenda.

Una media hora más tarde, el castaño despertó tosiendo y con la piel algo pálida. La rubia tomó dos paños mojados y los colocó sobre la frente de cada Winchester. Sam se quedó despierto unos minutos con el paño refrescándole y luego se incorporó para ver a la muchacha que los cuidaba. Sonrió agradecido.

-¿Por qué yo no me contagié? -preguntó de repente Lily. Entendía lo de la enfermedad fantasmal, pero lo que no entendía era por qué ciertas personas se enfermaban. ¿Qué tenían ellos que no tuviera ella?

Sam se sentía algo mejor que la noche anterior, pero sin duda dejaría de estarlo si no paraban pronto al fantasma de Brenda. Dean se removió en su cama, posiblemente también despierto.

-Aparentemente nosotros entramos en el perfil de esos idiotas -respondió el castaño.

-¿Mataron a chicas que no querían acostarse con ustedes? -dijo con algo de nervios, esperando que los dos se negaran al instante. En cambio, se quedaron pensativos.

Dean se incorporó más, como su hermano, para ver a la rubia. Ésta tenía el pelo algo despeinado y unas profundas ojeras. Se sintió horrible por ser la causa de que Lily no durmiera tranquila. Cuando leyeron los periódicos sobre las muertes de Loren y Reckot, pensaron que sería un simple caso. Un Salt & Burn tranquilo, pero terminó siendo mucho más.

-Por favor díganme que no mataron a ninguna chica por el rechazo de ésta -rogó la rubia cuando no hubo respuesta de sus hermanos. Sabía que sus dos hermanos eran muy distintos a los de su dimensión, pero que sean asesinos era otro nivel que no estaba a dispuesta comprender de ellos.

-No, pero sí amamos a alguien que luego murió por nuestra culpa -comentó pensativo el castaño. Dean lo observó unos segundos pensando en lo dicho—. Los fantasmas no ven lo gris de las situaciones. No las matamos directamente, pero sí murieron por nosotros.

-Entonces ahora Brenda los persigue por haber amado a alguien y que esa persona muera. Genial -lanzó Lily algo enojada con el fantasma. Se cruzó de brazos mientras se recostaba contra el respaldo de la silla—. ¿Y si llamamos a Cas? Tal vez él nos pueda ayudar con esto.

Dean negó con la cabeza.

-No, Cas está ocupado descubriendo porque ese cretino con alas te quiere y cómo detenerlo. Podemos solucionar esto solos -aclaró mirando a ambos con una mirada acusadora, no querían que llamasen al morocho. Sam asintió, concordando con lo que su hermano dijo, mientras que Lily volvía a rendirse contra la silla.

-¿Por qué no descansas un poco? -dijo el castaño levantándose de la cama—. Estás muy cansada.

-Estoy bien -negó la rubia. La verdad era que se caía dormida, no había descansado ni tres horas seguidas la noche anterior, tenía miedo de descuidarse y de que Brenda entrase y matara a la única familia que le quedaba. Eso la mantuvo despierta la mayor parte de la noche.

-Te estas cayendo del sueño, Lils -aclaró el rubio opaco también levantándose de la cama—. Duerme una horas, nosotros nos encargaremos de por qué la perra de Brenda sigue aquí.

Los ojos verdes de la rubia se unieron con los verdes de sus hermanos. Sam y Dean tenían razón, debía descansar un rato si quería estar atenta cuando se presente el fantasma. Accedió y se recostó en la cama que había acordado como suya. No pasaron ni cinco minutos para que la respiración de la muchacha se volviera más pausada. Dean sonrió con ternura, Lily se había quedado despierta toda la noche ayudándolos y cuidándolos. Se merecía un descanso.

Sam tomó la colcha de su cama y la puso sobre la rubia con ternura, sin despertarla en ningún momento. El castaño también estaba agradecido de tener a Lily en su vida. Ella parecía un pequeño rayo de luz, uno suave y dulce. Apreciaba toda acción de la muchacha y pretendía darle un hogar con su hermano y él.

(...)

La rubia no se despertó hasta eso de las seis de la tarde. Sus dos hermanos no estaban en la habitación del motel, eso hizo que sus instintos se activaran al máximo. Se levantó rápidamente y recorrió la habitación con la mirada. No había nadie.

Se maldijo internamente, ¿cómo pudo haberlos dejado desprotegidos? ¿Cómo pudo ser tan tonta como para dormir y no ayudarlos? Empezó a caminar con rapidez a lo largo de la habitación, las manos en la raíz de sus cabellos, revolviéndolos pensando en qué hacer. No podía perder a sus hermanos. Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.

Lo peor era que no tenía forma de comunicarse con los otros Winchester. Tenía su celular ya que éste estaba en su pequeño bolso que había llevado a la fiesta cuando el morocho pasó entre realidades con ella, pero no había agendado ningún número. No tenía el número de Dean, tampoco el de Sam. Y mucho menos de Cas.

Dios, Cas, pensó la rubia con los ojos cerrados. ¿Por qué el morocho no se quedó con ella más tiempo? Sí, el ángel estaba buscando información sobre la amenaza que presentaba Moah en su vida, le estaba ayudando pero en ese momento necesitaba los brazos del morocho a su lado. Con él cerca, las cosas que le preocupaban no eran problemas. Con Castiel todo era mejor.

Antes de que pudiera seguir pensando en el morocho, haciendo que éste probablemente bajara, dos figuras entraron con rapidez a la habitación. Sam tenía unas bolsas grandes en sus dos brazos mientras Dean llevaba una pistola. Al entrar cerraron la puerta con una velocidad anormal, como si alguien les estuviera persiguiendo. A pesar de la reacción de sus hermanos, Lily estaba más que aliviada.

-¡¿Dónde se han metido?!

Los dos cazadores se sobresaltaron con el grito de la rubia. Sam casi tiró todo al piso y Dean se tomó el pecho con una mano tratando de hacer más lenta su respiración. Lily los miró con el ceño fruncido, ¿tenían miedo de ella?

-Dios, Lils. No grites -rogó el mayor de los dos. Cerró los ojos y empezó a hacer respiraciones profundas.

El castaño dejó las bolsas sobre la mesa redonda y luego se giró hacia la muchacha.

-Fuimos a por comida. Pero no queríamos ir solos, entonces fuimos ambos -aclaró éste. Lily pensó en lo dicho, si fueron ambos debieron haber ido en el Impala ya que el supermercado más cercano está algo lejos.

-¿Cómo es que no escuché el motor del auto? -era algo imposible que no lo escuchara.

-¿Y si chocamos? ¿Sabes cuántas personas mueren en accidentes de auto? -preguntó ofendido el rubio opaco.

Otra vez, la rubia frunció el ceño. En ese momento entendió el propósito del buruburu, era miedo. Dean y Sam estaban pasando por un ataque tremendo de miedo. ¿Ir ambos a comprar comida? ¿No usar el auto por miedo a chocar? ¿Asustarse de ella y su regaño? Definitivamente era el buruburu en el sistema de ambos. Rodó los ojos.

-Esta bien, comamos algo, relájense y luego iremos a la fábrica Gordenberg. Se nos acaba el tiempo -indicó la rubia sacando las cosas que compraron ambos Winchester.

-¿A la fábrica? -preguntó asustado Sam.

-¿A esta hora? -agregó igual de asustado Dean.

-Sí, chicos. Brenda fue cremada, algo la mantiene aquí. ¿Y si hay algo en la vieja fábrica? -razonó la más joven. Hacerlos salir del motel iba a ser algo muy complicado. Pero ni en sueños iría sola, al menos no por el momento.

-¿Y si vamos mañana? -pidió Dean con las manos unidas, un tic nervioso—. Cuando haya suficiente luz solar.

-Mañana estarás muerto, Dean -comentó ella con obviedad.

-Pues eso no me anima.

-Mira -dijo con dureza, mientras lo miraba intensamente y alzaba un dedo al aire—, no voy a perder la última familia que tengo porque esa enfermedad los hizo Shaggy y Scooby. Así que se arman con el poco valor que tienen y vamos a la fábrica. ¿Quedó claro?

Dean y Sam la miraban con los ojos bien abiertos. En ese momento no sabían a quién le tenían más miedo, a la rubia o al fantasma.

(...)

Dos horas más tarde...

Lily pasó mucho tiempo convenciendo a Dean de que el Impala era un auto seguro, que no chocaría. Cuando el rubio aceptó conducir, fueron muy lento hacia la fábrica. Otro retraso que les costaría la vida a ambos.

La rubia había hecho un bolso con todo lo que podrían necesitar en la fábrica Gordenberg. Tenía la pistola con la cual había practicado hace días, toallas por si sus hermanos decidían toser hasta sangrar, agua fresca también para los dos mayores, una linterna, un contenedor mediano lleno de sal y lo necesario para quemar los restos de Brenda en la fábrica.

Cuando llegaron ya era de noche prácticamente. La única luz que iluminaba era la lámpara pública de la calle abandonada. Aparentemente, después de la muerte de Brenda, la fábrica se desmoronó. El edificio estaba cubierto de grafitos y con suciedad color marrón por todos lados, tal vez óxido por las maquinarias de hierro. La puerta estaba abierta y también muy sucia.

Lily tomó la linterna e iluminó la puerta, indicándoles a sus hermanos que debían entrar por ahí.

-Yo no iré ahí dentro -indicó el castaño mirando con horror al edificio. Dean asintió, estando a favor de lo que su hermano había dicho.

La rubia se dio vuelta y observó varias gotas de sudor cayendo por sus frentes, tomó dos toallas de su bolso y la pasó por las mismas con ternura. Luego lo miró a los ojos y con una sonrisa dijo:

-Claro que irás -su voz era dulce pero amenazadora a la vez. Sam tragó con pesadez.

Los hermanos se miraron con los ojos abiertos, no sabían qué hacer para evitar un paro cardíaco. Lily sacó el bolso del maletero y cerró este con un ruido seco, haciendo que los otros dos se sobresaltaran nuevamente.

Del bolso sacó la pistola y la recargó como Dean le había enseñado. Se giró y le dio la misma a su hermano.

-No usaré eso -aclaró el rubio opaco—. Imagínate si se dispara sola.

-Para algo existe el seguro, Dean.

-No la usaré -decidió, tomó la linterna que sobresalía de uno de los bolsillos del bolso y la tomó con ambos manos sonriendo—. Yo iluminaré.

Lily rodó los ojos pero asintió, si tomó casi tres horas convencer a Dean de que el Impala era seguro, no podía imaginar cuánto tomaría convencerle de usar la pistola. Se quedó ella con el arma y se giró para mirar a Sam.

-Tú lleva el bolso -le ordenó dándole el mismo. El castaño asintió sin saber por qué le daba el pedazo de tela.

Lily caminó varios pasos tranquila hacia la puerta. Debía estar atenta, sus hermanos no le ayudarían con el caso solo estorbarían pero no podía dejarlos solos en el motel. Debía salvarlos del buruburu. Alzó la pistola antes de entrar a la puerta. Dean le alumbraba con la linterna aunque la hacía temblar demasiado. Escuchó un suspiro cansado y pronto la luz de la linterna se extinguió.

-¿Por qué hacemos esto? -preguntó Dean con berrinche. Lily podía notar que estaba muy asustado, más que el castaño quien parecía estar algo en shock.

-Porque no quiero que mueran.

-Me refiero a, ¿por qué rayos nos dedicamos a esto? ¿Por qué tú quieres ser parte de este mundo? -interrogó el cazador. Lily levantó los hombros.

-No tengo muchas opciones, Dean.

-Claro que las tienes -participó el castaño—. Puede olvidarte de todo este asunto de los fantasmas, demonios, ángeles... Puedes entrar en una buena universidad y seguir tu vida como era.

-No creo, Sammy. La vida que tenía la perdí, no quiero hacerme ilusiones -comentó algo triste, luego despejó sus pensamientos. Debía estar centrada en matar el buruburu—. Así que, este es el plan. Entraremos, matamos a esta cosa que los hizo Shaggy y Scooby y vamos a casa, ¿de acuerdo?

Los dos hermanos tragaron nuevamente con pesadez. Sam intensificó su fuerza al agarrar el bolso y Dean también pero con la linterna. Estaban muertos de miedo, no podían entrar pero sabían que no podían dejar a su hermana ahí dentro sola. ¿Por qué sus vidas tenían que ser tan complicadas?

Cazaban monstruos, los dos estaban muy seguros de que eso no era normal. No entendían por qué lo hacían, les daba miedo solo el simple hecho de pensar en esas criaturas sobrenaturales, ¿cómo se las manejaron para seguir vivos después de tantos años en la cacería? ¿Dónde guardaban tanto miedo? Pero lo que menos entendían era, ¿por qué Lily estaba tan inclinada en seguir con el trabajo familiar?

La rubia pasó por la puerta oxidada pidiendo al mayor que alumbre mejor. En una pared lejana vio un interruptor y deseó que el sistema de luces siga funcionando. Caminó con rapidez hacia el mismo y giró la perilla. Para la sorpresa de los tres, el deseo de Lily hizo su efecto, la luz dentro de la fábrica funcionaba. Los largos tubos de luz que colgaban del techo estaban gastados y muy sucios, la fábrica era iluminada a penas por aquellos tubos que seguían funcionando.

Lily observó a ambos lados. Habían dos largos pasillos. Antes de ir para la fábrica leyó que Brenda fue encontrada en uno de los compartimientos donde guardaban los productos ya hechos. Miró a los hermanos, debían separarse o no llegarían a tiempo para salvarlos.

-Bien, hay dos pasillos. Hora de... -empezó diciendo la joven.

-No te atrevas a decir "separarse", no somos la maldita banda de Scooby Doo -amenazó el cazador con la linterna. Lily rodó los ojos.

-¡Está bien! -gritó rendida—. Iré a chequear este pasillo primero y luego iré por el otro, princesas -comentó enojada tomando la linterna de las manos de Dean y el bolso del hombro de Sam. Haciendo que estos dos quedaran algo sorprendidos por la actitud de la misma.

No tenía a sus hermanos de su lado y tampoco estaba el ángel para ayudarla. ¿Algo más le saldría mal? Oh, claro y debe parar al fantasma de Brenda antes de que ésta mate a sus dos hermanos.

Caminó por el largo pasillo en silencio, tenía la pistola en alto pero luego decidió por guardarla. Ese arma no haría nada contra el fantasma y la bala podría rebotar sobre ella, era suicidio usar la pistola ahí dentro. La guardó y siguió adelante con la linterna en la mano. A pesar de que hubiera luz, Lily seguía sin ver con claridad.

Entró en la primer puerta que vio. Era grande, metálica, sucia y pesada. La corrió un poco y dentro observó una pequeña habitación con largas repisas metálicas, cajas de cartón y un pequeño escritorio. Se acercó al mismo y observó los papeles viejos sobre éste. Eran papeles de negociaciones, alguien planeaba vender todos esos productos a una tienda en el centro. Observó la firma del representante de la fábrica.

-Brenda Allison -leyó en voz alta. Dejó el papel a un lado. Ahí debía trabajar su fantasma cuando todavía era humana. Miró a los costados. Sacando un poco de repisas, reconocía el lugar. En un periódico viejo vio la escena del crimen, vio dónde el shérif y sus amigos la habían dejado. Era en esa misma habitación.

Recorrió las esquinas de la misma buscando sangre o algo perteneciente a Brenda que le hiciera mantenerse en aquél lugar. Entonces en la última esquina que chequeó, notó un pequeño líquido bordó casi en el piso.

-Bingo -comentó con una sonrisa. Se arrodilló cerca de la mancha y posó su bolso en el piso. Sacó unos fósforos y lo necesario para cubrir esa mancha de sangre. Le puso sal encima y prendió uno de los fósforos—. Adiós, Brenda.

Pero el pedazo de madera con fuego cayó lejos de donde se suponía. Lily salió volando por los aires, su espalda chocó contra la pared de cemento, haciendo que un par de huesos crujieran.

-Pero miren a quién tenemos aquí -dijo una voz masculina que la rubia no conocía. Un chico de veinte años, moreno y alto apareció de repente en escena.

Lily todavía tenía los fósforos en su mano y guardaba un encendedor en su bolsillo trasero. La sangre de Brenda estaba cubierta de sal y de liquido combustible. Debía acercarse lo suficiente para terminar con el buruburu.

En la lejanía escuchó pasos rápidos. Probablemente sus hermanos asustadizos que huían del fantasma de Brenda o por alguna estupidez que les haya dado miedo. Lily quería creer que era por la segunda opción, pero algo le decía que Dean y Sam corrían por sus vidas.

Estaba tendida contra la pared no podía moverse, una fuerza invisible le impedía hacer algo. El moreno caminó hacia ella y le quitó los fósforos.

-No, no, cariño. Dejaremos que Brenda se divierta con tus hermanos y luego veremos qué hacemos nosotros dos -habló con diversión soltando la caja de fósforos—. Fue fácil atraerlos hasta aquí.

-¿Quién eres? -preguntó la rubia intentando distraer al sujeto y poder sacar el encendedor de su bolsillo. Podía encender la llama de éste y lanzarlo a la mancha de sangre, así sus hermanos estarían a salvo. No le importaba la fuerza del tipo ni quién era, solo le importaba salvar a sus hermanos.

-Lamento no haberme introducido -señaló el joven con falsa modestia—. Lloyd -comentó mientras parpadeaba y sus ojos se volvían negros. Demonios, pensó la rubia. Para una primera cacería, no sabía que debía cargarse a un fantasma y a un demonio—. Sé lo que estarás pensando...

-Lo dudo -murmuró ella sin interés. Seguía intentando alcanzar el encendedor pero la fuerza del demonio le mantenía casi inmóvil.

-¿Qué hace un demonio y un buruburu en el mismo lugar? -continuó ignorando a la chica. Empezó a pasear por el lugar mirando las paredes mientras seguía relatando su plan—. Pues te explicaré, lindura. Solo porque pareces una chica indefensa -eso le molestó a Lily pero prefirió quedarse quieta y callada, prefirió centrarse en el encendedor—. Han habido rumores, sobre ti y un ángel que es una espina en el trasero de todos los demonios. Casitel, supongo que lo conoces. Bien, Crowley ha adquirido una peculiar curiosidad por ti y considerando que tienes al morocho como ángel guardián, su curiosidad aumenta. Te estuvimos observando por días, Barbie. Desde que llegaste aquí y te uniste con los Winchester. Así que debía traerlos para aquí, ¿qué mejor que convocar un buruburu y dejar que tus hermanos se infectasen con él? Admítelo, ha sido un hermoso plan.

-¿Un demonio tiene interés en mí? No me sorprende. ¿Él para qué me quiere exactamente? -preguntó la rubia. No tenía mucho interés en las mentiras de ese demonio, pero debía mantenerlo distraído. Logró mover su mano unos centímetros, la fuerza del demonio sobre ella parecía ir desapareciendo en su mano.

-No lo sé. Pero para cuando te entregue a él, tendré mi recompensa y me importa poco lo que te hará a ti. Sin tus dos hermanos ni tu ángel aquí abajo, no eres más que una hormiga pequeña e indefensa. -insultó mientras se acercaba más a la cara de la muchacha. Los ojos café del joven se dirigieron con rapidez a los labios de ella—. Aunque debo admitir que tienes un cuerpo inigualable, le das todo tipo de ideas pervertidas a un demonio.

-Cállate -escupió mientras lanzaba el encendedor prendido hacia la mancha de sangre. Ésta ardió y a lo lejos escuchó el grito desgarrador de una chica. Lily sonrió satisfecha, sus hermanos seguían vivos, el miedo a correr de ella les ayudó a mantenerse con vida. Ahora solo quedaba otro problema: el demonio.

-Aléjate de ella -ordenó una voz detrás del moreno. Éste se dio la vuelta con obvia molestia de una interrupción. Lily pudo observar al morocho que tantas emociones repartía en ella.

El moreno se alarmó al ver el de gabardina ahí mismo e intentó huir, pero el ángel lo atrapó enseguida. Posó una mano sobre su frente y una luz cegadora cubrió la sala. Lily cayó al piso cuando el demonio murió, ya que su fuerza no la arraigaba más a la pared.

-¡Cas! -gritó eufórica mientras corría a abrazarlo.

Para ser su primer cacería, había sido interesante y había terminado bien. Sí, definitivamente había terminado bien.

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