A la mañana siguiente desperté con un fuerte dolor en mi entre pierna, me removí en la cama topándome con un cuerpo, me giré de inmediato y vi a un Donghae dormido a mi lado. Su expresión era tan relajada y pacífica que quise quedarme todo una eternidad observándolo.
Pronto recordé que debía tomar pastillas para no quedar embarazada, a pesar de que a Donghae les encantaban, yo no podía decir lo mismo sobre eso. Aunque me llevaba mal con la mayoría de ellos, tenía esperanzas de que si algún día tendría un hijo lo amaría por el hecho de ser mío.
Me levanté de la cama con prisa arrepintiéndome al instante, el dolor era insoportable por lo que tuve que caminar con cuidado.
-¿Qué pasa? -oí su voz adormilada desde la cama.
-No puedo caminar -le dije sin voltearme.
De inmediato una carcajada salió de su boca, molesto para mis oídos.
-¿Te estás riendo de esto? -ahora si me giré, con mis manos en las caderas.
-Es que me recordaste lo que hicimos anoche -habló con voz profunda mientras se acercaba desde la cama, se levantó frente de mí y depositó un pequeño beso en mis labios-. Lo siento.
-No lo sientas, ahora tienes que ir a mi habitación, buscar un frasco con pastillas en la mesita de noche y traerme agua -hablé molesta.
En vez de reflejar cualquier gesto de fastidio, sonrió en media luna mirándome con dedicación.
-En un segundo vuelvo, amor.
Si no fuera porque tengo un fuerte dolor, me hubiera lanzado en la cama emocionada por llamarme amor. Dios, amaba a este hombre con una fuerza fuera de este mundo.
Al poco tiempo después llegó con el frasco de pastillas y el vaso con agua, era como un niño chiquito después de hacer una travesura.
-¿Qué pasa? -pregunté una vez que ya me tomé las pastillas.
-Te tengo una sorpresa -habló con sus cejas alzadas y con la mirada más pícara que haya visto.
-¿Qué sorpresa? -salté a su lado.
-En veinte minutos lo sabrás -sonrió-. Arreglate y vamos.
Luego de bañarme y arreglarme con unos short, una polera casual y unos botines estaba lista en un tiempo récord. Amaba las sorpresas y más si él me las hacía.
Entramos en el auto y la curiosidad me impedía quedarme callada y preguntar una y otra vez que a dónde íbamos, Donghae solo me sonreía diciéndome que esperara.
-¿Qué haces? -pregunté una vez que disminuyó la velocidad.
Una vez que ya había parado por completo, extendió la mano hasta el botín del auto, sacando un pequeño pañuelo rojo.
-Ponte esto en los ojos -pidió tendiéndome el pañuelo.
-¿Por qué?
-__________ -carraspeó las palabras mirándome con los ojos entre cerrados-. Por favor, quiero que sea una gran sorpresa.
Lo miré por unos segundos batallando en qué hacer, pero luego al ver la insistencia de sus ojos opté por vendar mis ojos.
-Buena chica.
-Ni que fuera perro -hice un mohín.
-No, no lo eres -negó con rapidez-. Eres mi mujer.
Iba a responder, pero fui interrumpida por sus labios contra los míos, en un beso bastante especial y tierno.
Luego de su gesto de ternura, sentí que pasamos una eternidad en el auto, mi trasero estaba cuadrado de tanto estar sentada y ya impacientaba por bajarme, aún así, para no fastidiarlo más, me mantuve en silencio, no quería tener una discusión y hacer que esta sorpresa se acabara.
-Ya llegamos -habló a la vez que detuvo el auto y luego apagó el motor.
-¿Ya me puedo sacar la venda?
-No, aún no.
Se bajó del auto y pensé que me había dejado sola, pero antes de hacer cualquier cosa sentí que a mi lado la puerta se abría, luego unas manos me hicieron bajar para luego guiarme. Al salir de inmediato el canto de los pájaros, el ciento cálido y el sonido de los árboles me recibieron, en el trayecto pude olor su perfume a la perfección, sintiendo su cuerpo varonil y esculpido detrás del mío, protegiéndome.
-Ahora -habló deshaciendo el nudo en la parte trasera de mi cabeza-...puedes ver.
Sacó la venda pudiendo ver todo lo que había en frente de mí, una casa o más bien una cabaña completamente de madera, daba la impresión que tenía dos pisos, pero la casa era demasiado alta, grande para dos personas y realmente hermosa y acogedora.
-¿Por qué...
-Quiero que este sea nuestro lugar -habló abrazándome por detrás, aún así sabía que estaba sonriendo-. Quiero que aquí podamos hacer miles de cosas, alejados de todos, solos tú y yo, ___________.
El gesto era lindo, más no dejaba el hecho de lo que ocultaban sus palabras, nosotros no podíamos salir como una pareja normal, expresarnos nuestro amor en público o simplemente decirnos te quiero en frente de todos, después de todo, y aunque lo oidiase, Donghae era mi padre legalmente.
-Esto es hermoso, Donghae -salté en su pecho abrazándolo con mucha fuerza, este lugar sería como nuestro refugio secreto, y estaba muy feliz de que sea sólo nuestro-. Es perfecto.
-Eso esperaba -me sonrió con calidez, tanto que mi corazón de derritió al verlo tan perfecto ante mis ojos.
Poniéndome de cuchillas, besé sus labios con pasión para fundirme en sus labios finos, los que tanto deseaba.
-Te amo -le susurré cuando me alejé, sin poder dejar de verlo.
-¡Te amo! -gritó sorprendiéndome gratamente.
-¿Qué? -murmuré entre risas por su comportamiento.
-Que te amo, ___________ -tomó mi rostro entre sus manos sin dejar de sonreír-. Te amo, te amo demasiado.
Ante su confesión tan profunda, fue inevitable que mis ojos se llenaran de lágrimas de alegría. Esto era todo lo que querían, estar con él sin importarnos nada más.
Después de subir los dos peldaños, entramos en la cabaña. Era mucho más acogedora, cálida y amplia. Con dos dormitorios, un baño, una sala de estar junto al comedor, una moderna cocina y más una preciosa vista de un lago.
-¿Cuándo conseguiste la cabaña? -pregunté a la vez que comíamos sentados en el marco del ventanal que daba hacia la laguna.
-Hace unos años, la verdad es que siempre quise tener un lugar así y estar contigo -confesó mirándome fijo.
-Entonces eso quiere decir que hace años que sientes cosas por mí, ¿no? -le pregunté divertida.
-Exacto, y cada vez que te miraba sentía que me enamoraba más de ti. De verdad me siento como un adolescente cuando estoy contigo, me haces sentir vivo, __________ -habló con sinceridad, agitando los latidos de mi corazón.
-¿Sabes?, muchas veces me maldecía por estar enamorada de ti, pensaba que nunca me ibas a mirar con los mismos ojos que yo lo hacía, pero cuando besé tus labios por primera vez y tú me correspondiste, tuve una mínima esperanza de que sentías lo mismo que yo -confesé con una risa nerviosa, avergonzada por declararle mis pensamientos.
Él pasó un brazo por mis hombros, abrazándome hasta llevarme hasta su pecho.
-Pero ahora ambos sabemos lo que sentimos, ¿no? -asentí con una sonrisa.
-Después de mucho tiempo -dije alargando la "u" en "mucho".
-Lo bueno lleva su tiempo -habló con orgullo.
-¿Bueno?, lo nuestro es maravilloso, Donghae -hablé lanzándome contra él hasta acostarme encima de su cuerpo, y así poder besar cada parte de su rostro.