Black Wings [Supernatural]

By its_the_impala

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[LIBRO UNO] -¿Sabes lo importantes que son las realidades alternativas? -Lo sé. -En esta realidad, tus amigui... More

Sinopsis
1. Fin de una época
2. Un mal presentimiento
3. Nueva esperanza
4. Encuentro no esperado
5. Datos particulares
6. Relación con mejoras
7. Vestimenta complicada
9. Información adecuada
10. Cómo sobrevivir a un mal sueño
11. Una linda mañana
12. Peleas de hermanos
13. Entrenamiento
14. Pasos para ser cazador
15. Muerto de miedo
16. Primera cacería oficial
17. Lo inesperado es mejor
18. Uno con el otro
19. Charlas necesarias
20. Un lirio de significado especial
21. Calma con los niños irresponsables
22. Missing in Action
23. Los conocidos no podían faltar
24. ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
25. La vida ante tus ojos
26. Un vacío negro
27. Los esperados reencuentros
28. Un respiro de la realidad
29. Secretos y más secretos
30. Bulletproof Heart
31. Lo lamento mucho
32. Una simple atracción... ¿O no?
33. Hey, soul sister
34. Enemigo de mi enemigo, es mi amigo
35. Déjenme sola
36. Girls just wanna have fun
37. Confesión de amor
38. Habla, Dr. Phil
39. Decisión complicada
40. La dama del vestido azul
41. Sin cordura, no hay esperanza
42. Countdown
43. Pocas horas
44. Directo al Infierno
Agradecimientos
Extra: Material Visual

8. Sentimientos ocultos

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By its_the_impala

8. Sentimientos ocultos

Lily se probó las diez camisas y Dean sonrió e hizo un gesto afirmativo a cada atuendo. Luego de eso, se pasaron otras dos horas más buscando remeras básicas de distintos colores para combinar con las camisas. Unas negras, otras grises, verde opaco, azul marino, blanco crema, entre otros. Lily pareció comprar toda la tienda.

Luego de la vestimenta básica, pasaron a buscar zapatos y abrigos. Dean admitió que si iba a cazar o aprender a defenderse, necesitaría zapatos cómodos y prácticos. Unas botas cortas eran adecuadas, Lily eligió tres modelos sencillos. Uno marrón claro, otro de un tono más oscuro y finalmente unas negras. Como abrigo eligieron dos camperas de jean, una más clara que la otra, y una de tela parecida a la de Sam que la rubia utilizó aquella mañana.

Dean ya no tenía fuerzas para cargar toda la ropa, así que fueron a pagar, cuando estaban en la fila, Lily se desesperó y preguntó por la plata. No quería gastarles todo lo que tenían, pero Dean le tranquilizó diciendo que el dinero no era problema.

Dean debía admitir que ir a comprar ropa fue más divertido de lo que creía. Después de que Lily accediera con sus gustos, buscaron juntos ropa para la joven. La rubia se divertía al ver las remeras vergonzosas que Dean le mostraba con una sonrisa pícara. Y ella le mostraba ropa interior vergonzosa mientras él bromeaba diciendo que le quedarían lindas unas pantis con unicornios y arcoíris.

En ese momento, la rubia olvidó que estaba en otro mundo. La situación era tan normal y divertida, que no pensó en los problemas. Se olvidó por completo de Moah y Amy, se olvidó que estaba en otro mundo en el cual ella no había nacido. Se olvidó de todos sus problemas.

La relación sin duda iba mejorando, tal vez más de lo que Lily esperaba en una salida. Después de los momentos incómodos, Dean era el mismo idiota que bromeaba con ella com cualquier cosa. Ese Dean le agradaba, y parecía feliz. Lo único que ella quería es que su familia fuera feliz, después de todo el drama y las tragedias que pasaron aquellas versiones de sus hermanos, merecían algo de felicidad y diversión barata.

Dean admitió para sus adentros que la rubia era una excelente amiga si se proponía dejarle entrar. Era divertida con su gran sentido del humor, y Sam tenía razón. La única amenaza que Lily presentaba era comerse su tarta, cosa que toleraría por un buen arreglo luego. Se sintió algo idiota al desconfiar tan abruptamente de su hermana de otro mundo. No le pediría perdón a Lily, porque él no se acostumbraba a decir eso. No podía expresarse a la hora de hablar de sentimientos. Pero trataría de recompensarle por cómo la había tratado esa mañana.

A eso de las seis de la tarde, ambos salieron de la tienda. Dean levaba muchas de las bolsas y Lily peleaba para que le dé un par.

-¡Se te van a gangrenar los dedos! -le gritó la rubia tratando de quitarle algunas bolsas, pero le era imposible. Dean era mucho más alto que ella y tenía más fuerza.

-¿Se me van a qué? -preguntó confuso evitando el agarre de Lily. El cazador sabía muy poco de términos médicos y poco le importaba. No necesitaba conocimientos científicos o médicos para patear traseros sobrenaturales.

-Gangrenar. -repitió la joven dejando de luchar.

-Eso te lo has inventado. -señaló el cazador sin preocupación.

-No lo he hecho. Cuando cortas la circulación de tus extremidades como las piernas, brazos o dedos -insistió en el último—, las células se mueren y se te gangrena. La piel se pone de un color negro verdoso y se esparce. La única solución es cortarte la parte gangrenada de tu cuerpo.

-Dios, eres una enciclopedia de cosas raras -se quejó Dean rodando los ojos—. Como Sam -agregó al final en murmullos. Ya tenía suficiente de nerd en un hermano como para tener otra hermana nerd.

-Me alegra saber que en este mundo sigues siendo un ignorante burlón -comentó ella rondando los ojos. El Dean de su mundo era exactamente igual al del ese mundo, le sorprendía que tuvieran tanto en común considerando que Sam tenía diferencias con su otro yo.

Dean dejó las bolsas en la cajuela, aunque todas no entraron entonces un par tuvo que dejarlas en el asiento trasero. Lily esperaba en el asiento del copiloto mirando el cielo que pronto oscurecería. Esa sería su primera noche en aquél mundo, con sus otros hermanos. Aunque teóricamente su primera noche en esa dimensión la pasó con Castiel luego de desmayarse al escapar del gimnasio.

Por un momento pensó en el morocho. Pasó todo el día sin verlo y lo extrañaba aunque no lo conociera a fondo. Su presencia le hacía sentir segura, se sentía conforme y cómoda. Hasta podía admitir que lo extrañaba. Negó con la cabeza. ¿Cómo vas a extrañar a alguien que prácticamente ni conoces? Pensó sin estar segura de sus sentimientos.

Sus emociones se volvían locas al estar cerca del ángel, tal vez porque era una criatura majestuosa, pero la razón le impedía actuar decididamente. Debería hablar tarde o temprano de sus sentimientos extraños hacia Castiel. Ni ella los entendía completamente. Pero luego se dio cuenta de que no podía hablar con nadie del morocho, porque las dos únicas personas que eran adecuadas para la charla no estaban en ese mundo.

La primera sería su madre. La rubia le contaba todo a Mary. Y su madre opinaba al respecto dándole consejos y avisos en una relación. Sin Mary a su lado, probablemente ella sería un desastre en la vida. Pero Mary ya no estaba, ni en su mundo ni en esa realidad alternativa. Eso le dolía terriblemente.

La segunda persona sería Amy. Su mejor amiga desde los trece años. El misterio de Amy quedó en la otra dimensión. Tendría que hablar del tema con Castiel cuando volviese, quería sabes sobre la castaña. Quería saber que si amistad era una mentira, quería saber exactamente qué era ella, quería entenderla. Después de que Mary se fuera a un lugar mejor, Amy le ayudó en su relación con Brady, la apoyó con comida sabrosa cuando terminaron, criticó a su ex-novio y siempre estuvo para sus lágrimas. Le costaba entender qué era Amy porque no importaba lo que fuera, desde los trece años la apoyó. Eso le cambiaba toda su perspectiva haciéndole dudar de toda su vida. Hablaría con ella de Castiel, pero la castaña quedó atrapada en su otra dimensión y no parecía salir de ella para estar con ella. Una parte de ella estaba preocupada por su amiga.

Pronto Dean entró en el auto, haciendo que la rubia se despegara de sus pensamientos. Si algo odiaba Lily de ella era en el pensar demasiado. Pensar demasiado era su perdición, y ahora que no tenía con quién compartir esos pensamientos... Era más difícil.

Eso sí, tenía a Sam y a Dean de esa dimensión que parecían ser más unidos que sus verdaderos hermanos. Pero no era lo mismo. La confianza entre los tres era estable pero todavía necesitaba trabajo. Además eran hombres, ellos nunca entendían los raros y entrecruzados pensamientos de las mujeres.

-¿Estás bien? -preguntó su hermano al ver que ella no respondía a su presencia. Sus ojos estaban clavados en un punto fijo fuera del auto y su cuerpo inmóvil.

Lily no se había dado cuenta, pero había empezado a llorar una vez más. Por mucho que quisiera convencerse, estar en un mundo que no era el suyo, sabiendo que existían cosas sobrenaturales que querían dañarle... Era demasiado para digerir y extrañaba su antigua vida. En la cual lo más terrible era encontrarse con Brady y su nueva novia por la calle.

-¿Qué? Sí, sí, estoy bien -respondió tratando de convencerse de eso.

-No lo pareces -comentó Dean. Él y los sentimientos no tenían una relación directa, pero sabía cuando alguien estaba mal. Lily tenía los ojos llorosos y, para sorpresa de Dean, pudo leerle los gestos.

La chica pasó por demasiado en tan poco tiempo. Su vida cambió radicalmente y no para un buen sentido. Lily no aparentaba ser muy fuerte, era más la típica chica dulce la cual ls pasan cosas malas. Y tal vez todo el tema de divertirse antes con él había relucido y Lily extrañaba su hogar.

-Solo quiero ir a casa -confesó rompiendo en llanto. No quería que criaturas mitológicas le persiguieran, no quería creer que su amiga era algo sobrenatural, no quería que sus compañeros hayan muerto por su culpa. No quería nada de eso.

Lily dirigió sus ojos verdes hacia el cazador. Dean sintió una presión en el corazón al verla tan afligida. No sabía por qué, tal vez le agarró cariño en tan poco tiempo, pero le dolía verla así. Sentía que la joven necesitara alguien que la proteja y tal vez en su mundo, él la protegía.

Se movió del asiento para acercarse a la rubia. Ella se envolvió en sus brazos y ocultó su rostro apoyándolo en su torso. Las lágrimas no tardaron en inundar sus ojos y pronto la remera del cazador. Él intentó tranquilizarla acariciándole el cabello y susurrándole que todo iría bien.

-No sé qué hice para que me pase todo esto -confesó Lily contra el pecho de su hermano—. Supongo que las cosas simplemente siempre me salen mal.

-Nada de lo que ocurrió fue tu culpa, Lily -respondió Dean. Esa actitud de echarse toda la culpa era típico de los Winchester, pero Lily no merecía ese peso en sus hombros.

La rubia se separó de su hermano. Sus ojos estaban más que vidriosos y su rostro parecía estar tan afligido... Dean conocía esos gestos y esas palabras. Lily por dentro estaba rota, quebrada.

-¿Que no es mi culpa? -preguntó indignada, enojada—. ¿Sabes por qué Moah mató a cinco de mis amigos? -preguntó aunque no esperaba respuesta—. ¡Porque me quería a mí! ¡Dijo que todo era un espectáculo para él! ¡Murieron por mi culpa! ¡Todos mueren por mi culpa! -dijo en sollozos. Nunca admitió que estaba rota por dentro, pero en ese instante sentía que su ser se derrumbaba. Ella se derrumbaba y nadie estaba para atraparle—. ¡No importa lo que haga o diga, todos salen heridos por mi culpa! ¡Mamá! ¡Amy! ¡Josh! ¡Todos!

Sus lágrimas no paraban de caer y cada parte que ella había construido para evitar derrumbarse había sido en vano. Dean no supo qué decir, simplemente le abrazó.

Lily últimamente tenía esos ataques. Tenía pánico por todas las cosas malas que habían pasado en su vida, y en menos de una semana, las cosas malas aumentaron en su memoria. Por mucho que dijera "estoy bien" frente al espejo, nunca se convencía de ello. Sabía que no estaba bien, pero nadie la necesitaba como problema.

-Lamento que hayas presenciado eso -habló el cazador.

En ese momento, todas sus dudas y desconfianzas se esfumaron. Lily estaba tan destrozada por dentro como lo estaba él. Solo que ella lo demostraba con lágrimas, mientras que él lo ocultaba con música en las noches y odiándose al verse en el espejo. Viéndola tan quebrada, sintió ganas de golpear algo o alguien. No entendía cómo el Dios que existía le daba entrada a tanta tristeza y destrucción en el corazón de la rubia, la cual simplemente buscaba algún lugar para sentirse segura de nuevo.

Lily permaneció contra el torso del cazador. No quería salir de ahí. Eso le recordaba varios momentos con su verdadero hermano, aunque ya no sabía la diferencia. Cómo Dean la estaba consolando, era propio de un hermano. A pesar de no ser del mismo mundo, el sentimiento de ambos de tenerse era el mismo. Ya no existía el hermano de su dimensión, porque eran la misma persona en distintos lugares.

Se alejó un poco del rubio y sonrió con fuerza. Las lágrimas caían por sus rosadas y levantadas mejillas. Se secó las lágrimas, después de tener una tarde y mañana divertida, tendría tiempo para llorar sus penas sola en su nueva habitación. No tenía que molestar a Dean o a Sam con sus problemas. A veces así se sentía ella, como un problema para otros.

Esos sentimientos que tenía estaban ocultos o apagados por el momento. Estaba tan nerviosa después de la fiesta y cuando se levantó en aquél motel con Castiel, que esas emociones no habían surgido. Pero luego de adaptarse al lugar, aparecieron y le pegaron como nunca habían hecho.

Estaba acostumbrada a sentirse un problema o una decepción para otros. Estaba acostumbrada a liberar todos esos sentimientos al estar sola y en las noches. A lo que no estaba acostumbrada era a tener hermanos de otra dimensión que parecían preocuparse demasiado por ella.

-¿Podemos ir al búnker? -pidió con una sonrisa falsa—. Estoy bien -le dijo, aunque no sabía a quién trataba de convencer, a Dean o a ella.

El cazador asintió al pedido sin creerse por un segundo que ella estaba bien. Sabía leer a las personas y sabía que Lily manejaba tan bien su odio a sí misma como él lo hacía. Tenían mucho en común, más de lo que Dean hubiera querido. Él sabía que estaba roto por dentro, buscando una milagrosa luz al final del túnel, pero ésta nunca llegaba. Sabía las veces que se miraba al espejo y prefería romperlo en vez de quedarse mirando la decepción que todos pensaban que era. Lo sabía y le dolía que Lily se sintiera igual. Podía no saber mucho de la chica, pero esos sentimientos ocultos que acababan de resurgir de la rubia... La definían por completo.

Encendió el motor y dejó el auto en silencio. Lily se apoyó contra la ventana del pasajero y miró cómo el cielo se oscurecía. Solo podía pensar en Moah, en esa noche y en Castiel. Si el morocho verdaderamente era un ángel, ¿podría ayudarle con esos sentimientos horribles hacia ella misma? ¿O simplemente tendría que seguir adelante como cualquier persona?

Dean pasó por una tienda de comida rápida, compró tres hamburguesas simples como cena ya que la joven no iba a querer salir del búnker, no después de lo ocurrido. No se tardó mucho y luego partieron hacia el escondite de los Hombres de Letras.

Una vez llegaron, Sam los saludó con una sonrisa y preguntando cómo les había ido. Lily sólo le sonrió con dificultad al demostrarse feliz y llevó varias bolsas hacia su habitación. El castaño se sorprendió al ver que Lily parecía cortante, miró a su hermano con reproche.

-¿Qué hiciste? -acusó el menor. Dean dejó las otras bolsas con ropa en la mesa larga y miró a su hermano con ojos entrecerrados y sin sorprenderse de que le acusase de algo con Lily.

-Yo no he hecho nada -dijo el mayor. Se acercó a su hermano para contarle lo ocurrido—. Tenías razón, Lily solo es una chica dulce a la que le han pasado cosas horribles. Me contó que ese Moah mató a sus compañeros porque la buscaba a ella. Sin duda es una Winchester por el dolor que oculta tras esos rizos -admitió el cazador moviéndose de un lado a otro—. No se merece ese dolor y no sé cómo hacerle entender que las cosas malas simplemente pasan.

Sam comprendió al instante cómo se sentía Lily, por mucho tiempo él se sentía igual. Al ser el favorito de Azazel muchas cosas cambiaron en su vida, muchas personas incluyendo sus padres y novia murieron por ese demonio. Lily estaba pasando por lo mismo, solo que ella era más frágil.

-Yo me encargo -indicó el castaño. Dean asintió, su hermano era mejor al demostrar sentimiento y sensibilidad. Mejor que él—. ¿Cómo estuvo el ir de compras? -preguntó antes de irse, seguía siendo el hermano menor y le gustaba hacerle bromas a Dean.

-Fue más divertido de lo que pensé -admitió el cazador. Pero luego al ver las cosas que dijo, negó con la cabeza y apuntó a su hermano—. Si llegas a decirle que dije eso a alguien, te mato. ¿Quedó claro?

-¿No confías en mí? ¿Por qué me interesaría arruinar la poca reputación de macho alfa que te queda? -preguntó Sam con broma. Claro que apreciaría contarle a alguien lo que recién escuchó, aunque no sabía a quién.

-Cállate -ordenó Dean.

Luego Sam tomó las bolsas restantes y caminó hacia la habitación de su hermana. Ya la podía considerarla como tal, porque algo le decía que no podría volver a su mundo. Tal vez un mal presentimiento.

Tocó la puerta por las dudas y escuchó la suave voz de la rubia diciéndole que podía pasar. Lily había tirado las bolsas de ropa en su cama y empezó a guardarlas doblándolas con delicadeza. Tenía, como toda habitación del búnker, un armario y una repisa con cajones.

Lily había empezado con eso porque si no lo hacía, su mente volvía a los recuerdos y pensamientos, que conllevaba más lágrimas y sufrimiento. Debía mantenerse ocupada la mayor parte del tiempo para no desmoronarse.

Sam colocó las bolsas faltantes en la cama y se sentó en la pequeña silla de la habitación. No interrumpió a la rubia sabiendo que era su manera de actuar con los sentimientos de culpa. Todos tenían una solución temporal diferente.

Se tardó media hora en guardar las prendas en silencio, sin hablarle al cazador sentado en su silla. Por momentos se olvidaba de que Sam estaba ahí. Terminó de ordenar todo en poco tiempo. Luego juntó todas las bolsas y las dejó en el cajón más bajo por las dudas.

Se giró hacia Sam con una sonrisa leve y se sentó en su cama. El cazador la miraba con atención, esperando al mejor momento para charlar de aquello que la rubia no quería recordar. Estoy bien, se dijo una vez más sabiendo que Sam le daría algún tipo de sermón o charla de su culpa. Pero no importaba lo que él dijera, sus sentimientos no cambiarían.

-Estoy bien, Sam -repitió pero en voz alta. No quería ser problema para sus hermanos.

El castaño negó con la cabeza. Sabía que no estaba bien. Se levantó de su asiento y corrió la silla hasta estar en frente de Lily. A la rubia todo el tema le aterraba, nunca confesó que no estaba bien. Nunca dejó salir sus sentimientos, eso era algo nuevo. Y le aterraba aunque tenía esperanzas de sentirse mejor.

-No lo estás, Lily -reconoció Sam con compasión. Esas cuatro palabras fueron suficientes para que la rubia negara con la cabeza, afirmando las palabras de su hermano.

-Ya no sé lo que es estar bien -comentó ella mirando cualquier lado menos la mirada comprensiva de Sam, eso simplemente la derrumbaría aún más—. Siempre me digo a mi misma que estoy bien. Lo repito como si fuera una mantra. Estoy bien. Estoy bien -nunca había confesado nada de lo que estaba diciendo. Las lágrimas volvieron a resurgir—. Porque tengo miedo de que si por un momento paro, me ahogaré en todas las razones por las cuales no estoy bien...

Dean justo había entrado en la habitación. Había decidido ir con Lily sin importar que no pudiera ayudare al expresarse. Ella necesitaba apoyo en esos momentos y él sentía que debía ir a ayudarle.

Cuando ambos hermanos escucharon aquella confesión de Lily, sintieron un peso en sus corazones. Sam se dio cuenta de lo quebrada que estaba, Dean presenció una vez más cómo Lily se derrumbaba.

En ese instante, ambos la adoptaron como hermana. Sintieron que debía protegerla de los males de la vida, que debían ayudarle sin importar qué se confesaba. No soportaban verla así, lo único que ella necesitaba era soporte.

Ellos serían su soporte.

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