Y me terminaste gustando #1

By _pauusimon_

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Porque todo lo que empieza, termina. Fecha de su nuevo inicio: 16 de julio de 2021 Fecha del final de edición... More

Nota aclaratoria
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GRACIAS
¿Tercera temporada?

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By _pauusimon_

EDITADO  EL 16.07.21

IRENE

Hay días buenos y días malos. O eso dicen. Pero si no lo veo no lo creo; o mejor dicho, si no lo vivo no lo creo. Mi vida es un constante bucle, cada día es igual o peor que el anterior. Ahora mismo, tenía a dos copias idénticas recordándome las veinticuatro horas que dura el día, la mierda de vida que yo tenía. Y yo sinceramente, si supiera que tengo otro lugar al que ir, no me lo pensaría dos veces: cogería mis putas maletas y saldría de este casoplón sin dudarlo ni un segundo.

Realmente puede parecer que mi historia es la típica: mal comienzo, buen final. Ja. Me entra la risa solo de pensarlo. Pongo la mano en el fuego de que nadie pagaría por escribir una historia como la mía; una vida como la mía. Aunque no siempre he estado en el subsuelo, antes solía tener unos padres fusionados en una sola persona: mi abuelo. 

Él era una persona muy importante para mí, y no porque fuera la única persona que tenía, sino porque era quien cada día me cuidaba, me arropaba, me quería, me enseñaba a ver la vida de otra forma. Él simplemente era...En pasado. Tras su fallecimiento, me quedé completamente sola. Intenté huir de los servicios sociales pero no tuve suerte. Pasé un tiempo en un orfanato de mi ciudad, aislada de cualquier persona para evitar encariñarme de alguien al que quizás más tarde le tenía que decir adiós. Me daban miedo las bienvenidas porque sabía que después vendrían las despedidas. 

Un tiempo después, tuve la suerte de que una familia adinerada me adoptara. No por el dinero, sino porque perdí las esperanzas de volver a tener una familia. Mis padres adoptivos eran ejemplares, querían lo mejor para mí y me encantaba que me lo recordasen día sí y día también. Sin embargo, todo polo positivo tenía su polo negativo. Los hijos. Insoportables. De verdad, que parecía que los adoptados eran ellos. Nada que ver con sus padres; eran idiotas, egoístas, egocéntricos, creídos, idiotas...Sí, lo repito. Eran IDIOTAS. Ah, y eran iguales. 

Y te preguntarás, ¿a qué se refiere con "iguales"? Pues, a que son gemelos. Dani y Jesús. Eran altos, morenos y de ojos color café. Físicamente no estaban nada mal, pero la personalidad se comía al físico... Y ellos precisamente no destacaban por tener personalidad. A ver, si es que encima de todo eran dos copias idénticas, ¿qué esperabas? Una prueba más de que la originalidad no era su punto fuerte. 

Sin embargo, el hecho de ser gemelos les ha facilitado una buena fama y popularidad en el instituto -cosa que hacía que fueran más desagradables-. Además, gracias a la grandísima casualidad de que se llamaban como los mismísimos Gemeliers, en el instituto bromeaban mucho acerca de ello y se les subía más el pavo a la cabeza. Como si no tuvieran bastante ego ya.

En cuanto a su círculo social, por amigos tenían a unos lameculos, y de verdad, parecían una secta o algo peor. Yo me llegué a plantear si el instituto estaba sufriendo una pequeña pandemia de retrasados, porque empezaba a pensar que las gilipolleces que hacían son contagiosas y, que por eso lo que hacía uno, lo repetía el otro. 

Pero lo peor no era eso, sino que también iba a su clase. Estupendísimo, Irene. Era insoportable mi vida y, de verdad, creo que nada podría ir a peor. ¡Odiaba compartir el oxígeno con ese par de tarados! No me aguantaban, pero es que yo a ellos menos; y no era justo, ellos eran dos -y repetidos-.

Mientras que yo tenía aficiones y hobbies como una persona normal, como por ejemplo, leer, bailar, pasar el rato con amigos -aunque no es que tuviera muchos la verdad, solo uno en concreto, Álvaro- Ellos tenían otros planes, como joderme la vida. Sospechaba que, o no tenían otra cosa que hacer, o eran idiotas pero de verdad.  Por lo menos, en casa se comportaban un poco pasotas, es decir, pasaban de mí. ¡Lo agradecía, y Dios no sabía cuánto! 

Sinceramente, nunca he entendido el porqué de llevarnos tan mal. A mi me caían como el culo por razones obvias, ¡porque me jodían, literalmente, la existencia! Sin embargo, nunca he llegado a entender qué les hice yo. No me dio tiempo a hacerles nada malo. Fue pisar su casa y ¡pum!

Nunca se preocuparon por mí -ni lo hacen ahora-. La primera vez que me rebelé a ellos fue una noche que no estaban sus padres. Me tiré a la piscina -no literal- y les conté lo mal que lo estaba pasando, con ellos y lo mal que lo pasé anteriormente. ¿Resultado? La piscina estaba vacía, no recibí ayuda por parte de ellos. Una vez más, el único salvavidas que me esperaba ahí era yo misma. 

Pero si había algo que hacía que mi vida tuviese un ápice de alegría y de sentido, era lo único que me pudo dejar mi abuelo: su emisora. Recordaba aquellos días en los que mi abuelo y yo encargábamos pizzas y helados, y nos poníamos a entrevistarnos mutuamente. Cuando murió, el vacío que me dejó fue enorme. Tuve suerte en conocer a Álvaro, mi mejor amigo desde entonces. Resultaba ser el hijo de un gran amigo de mi abuelo. Gracias a ellos dos, la emisora de mi abuelo pudo salir adelante. La reformamos y la convertimos en un lugar maravilloso en el que refugiarse y pasar las horas. 

Álvaro y yo tuvimos la grandiosa idea de ayudar a la gente que necesitaba consejos. Al principio nos pareció un poco cutre, pero tras ver la película de Radiorebelde, nos dimos cuenta de que quizás no era tan mala idea. A día de hoy, no nos arrepentíamos ya que nos iba bastante bien, y muchas veces habíamos sido cómplices de personas que sufrían violencia de género -tanto en hombre como en mujer-. Gracias a nuestra ayuda, pudieron solucionar esos problemas. 

— ¡Vamos chicos!—. La voz de Eva llamó mi atención. Se encontraba sujetando la puerta del coche trasera, esperando a que mis hermanastros y yo entrásemos—. Vamos justos de tiempo. 

Rumbo al instituto otro día más. O cárcel. Me gustaba más ese nombre porque era mas realista. ¡A saber qué me deparaba esa mañana! Lo mismo me echaban una foto desprevenida y la subían. Twitter o Instagram. ¿Qué red social sería la afortunada de lucirme como meme hoy? 

No tenía fuerzas para más humillaciones, pero últimamente la chica fuerte que mi abuelo crió, se estaba quedando sin coraza y se estaba volviendo más débil. 

— ¿Quieres un auricular?—. Tardé en reaccionar porque la pregunta venía de Jesús. Le miré y ví cómo me lo tendía. Wtf ? ¿En serio? Su bipolaridad últimamente me estaba empezando a preocupar. A lo largo de esta semana no había parado de ser amable conmigo, a excepción de en el insti, ahí me trataba como una auténtica basura—. La oferta expira. Tic, tac. 

Sin entender nada, acepté su auricular y dejé que Rels B me amenizara un poco la mañana, no sin antes agradecerle un poco cortante a Jesús su gesto:

— Gracias.— le respondí, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, al mismo tiempo que se cortó la canción  y comenzó a sonar un tema de Justin Bieber. 

Al principio, nos quedamos mirándonos mientras suena "Love Yourself". Mis ojos se desviaron a sus labios cuando comenzó a moverlos cantando la canción para sí mismo. Observé cómo sus comisuras se curvaban y reprimí una arcada al darme cuenta de lo inútil que había parecido. Genial, ahora su ego seguro que se multiplicaba. 

Cuando llegamos al instituto, Juan aparcó en batería y los tres bajamos del coche. Nos despedimos y emprendimos el camino restante a la entrada de mi querido matadero. Tras sonar el motor del coche, nos giramos y, al desaparecer al final de la calle, mis dos hermanastros aceleraron para entrar separados de mí. 

— No saben el favor que me hacen.— me dije en voz baja, mientras guardaba mi móvil en el bolsillo pequeño de la mochila. 

Nada más entrar, las miradas de todos los días se posaron en mí. Intenté refugiarme en mí misma y pensar que ya era viernes; solo tendría que aguantar un mes más hasta que me dieran las vacaciones de verano.

Extraje mis apuntes de Biología de la mochila para poder repasar bien el apartado que no me dio tiempo a estudiar. Recordé el día en el que me hicieron una foto mientras repasaba para un examen, la cual editaron y subieron a redes para mofarse de mí. Me giré bruscamente para comprobar que nadie me estaba sacando una foto y me choqué con un armario empotrado andante. Los folios salieron disparados y el tío con el que me había chocado ladeó la cabeza mientras se reía. Por un momento pensé que se agachaba para ayudarme a recogerlos pero, ¡qué ilusa de mí! Era obvio que a mí precisamente eso no me iba a suceder. Vi como pisoteaba los folios que habían a sus pies, y se marchó.

—Imbécil.—dije en voz baja mientras iba recogiendo mis apuntes en medio del pasillo—. Mierda.— suspiré cerrando los ojos cuando vi que me faltaba una hoja, concretamente, la que me tenía que mirar.

—¿Buscas esto?—me giré ante esa voz tan familiar y me encontré con mi estúpido hermanastro, Jesús. Nada bueno.

— El que faltaba.— le sonreí falsamente. Sin embargo, detecté algo extraño en su mirada. Se acercó a mí lentamente con el rostro serio. Se inclinó hacia mí y noté su aliento en mi nuca.

— ¿Tan gilipollas piensas que soy?— me susurró en el oído.

— Créeme, lo eres.— le respondí, imitando sus pasos y quitándole mi hoja de la mano. Mis ojos y los suyos entraron en una batalla de miradas, donde ambas desprendieron ira y fuego.

— Cariño, dime que no la estabas ayudando.— una voz de pito, realmente insoportable, apareció  a su espaldas, provocando su desconcierto. Noté cómo su mandíbula se tensaba y me quitaba esta vez él el folio de las manos. 

— Nunca.—soltó duro, mientras retrocedía unos pasos y rompía la hoja, para después dejarla caer al suelo. Le plantó un beso a Elisa, su novia, y desaparecieron por el largo pasillo.


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