Un doncel como Naruto Uzumaki no es fácil evadir su belleza.
Sasuke estaba sentado en la silla de su escritorio, con un bolígrafo en la mano mientras terminaba de firmar unos últimos documentos. Él se estaba preguntando como lo haría para llevarse a un doncel como él a la cama. No sabia si Naruto accedería a las propuestas que tenía planeado hacerle hoy. Él podría negarse o incluso denunciarlo si tan solo le tocaba una pelo. Su reputación y su trabajo estaban en juego, pero era un riego que iba a tomar. Besarlo seria como estar en el paraíso y estaba casi convencido de que Naruto sentía lo mismo por él. Lo sospechaba por la manera de mirarlo en los recreos y después apartaba la mirada sonrojándose.
Él era virgen. Tenía un aire sexual pero a la vez tan virginal que le rara inevitable no sentir.
Soñaba con hacerle el amor de mil maneras, una y otra vez. Sasuke sabia que desearlo a tal intensidad era un error. No debía fijarse en un hombre que era diez años menor que él. Tampoco debía mírala de una forma distinta en comparación con los demás alumnos/as. Pero ya no había manera de hecharle atrás. Él lo haría. Arriesgaría a perder su trabajo con tal de poder probar esa deliciosa boca y ese glorioso cuerpo.