Pablo y Adela [EN EDICIÓN]

By elvientoadentro

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La primera vez que la vi, pensé que el diablo me perseguía para llevarme al infierno. Literalmente. Adela es... More

Sinopsis
Prólogo
1. De cuando el diablo y yo nos volvimos a encontrar
2. Las rubias siempre vienen bien
3. El diablo no deja de perseguirme
5. Definitivamente Adela está loca
7. Prometo que le ayudaré
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Entrevista a Adela por @UnDemonioRadioactivo
Capítulo 18
Entrevista a Pablo por @Andsig4
Capítulo 19
Entrevista a Lucía por @Romi_Arias
Entrevista a Adela por @Andsig4
Capítulo 20
Entrevista a Pablo por @Undemonioradioactivo
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
ESTO NO ES UNA ACTUALIZACIÓN
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
IMPORTANTE
Capítulo 46 (penúltimo)
Capítulo 47 (y final)
AVISOS IMPORTANTES

4. De indecisiones y advertencias

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By elvientoadentro


4. De indecisiones y advertencias

Han pasado alrededor de dos meses desde que entré a trabajar a la tienda. Ya no soy el nuevo, a pesar de que nadie más a llegado a trabajar conmigo. Lo bueno de todo, al fin Pollito Culito quedó en el pasado. Ya puedo sentir que estoy estable en mi nuevo trabajo. Tan estable que Lucía Aguilar, la diosa griega de cabellera larga y rubia, al fin ha aceptado salir conmigo. No es que yo sea un galán, pero por mi propia perseverancia (insistencia diría mi hermana) siempre terminan saliendo conmigo.

A pesar de que ya es de noche, todavía no hace frío. Esto debido a que estamos recién entrando al otoño. Las calles de Arboleda del Sol, la ciudad donde vivimos, están cada vez más animadas. Es viernes y los cuerpos de todos quienes salen a sus fines de semana de libertad, lo saben. Elijo un restaurante de comida italiana, uno de los más elegantes de la ciudad, y cuando llegamos Lucía se ve fascinada. Un hombre en la puerta nos recibe y nos lleva hasta la mesa que reservé cerca de la ventana. Antes de irse, nos entrega las cartas.

—Qué es este lugar—dice Lucía, observando todo. Yo, en realidad, me dedico a observarla a ella. Luce radiante, en un vestido azul de tirantes—. ¿Aquí venderán ravioles?

—Me imagino que sí—respondo, todavía atontado con lo linda que se ve—. ¿Te gustaría comer eso?

Ella duda, colocando su dedo índice sobre sus labios.

—Mmm... No, creo que preferiría comer tortellini.

Asiento y levanto una mano.

—Entonces, llamo al camarero para que los pida. ¡Hey, tú, chico!

Un muchacho con traje negro y rostro de aburrido se acerca a nosotros. Su cara grita "¡Sáquenme de este lugar!" y siento que lo comprendo. Una vez fui camarero y era aburridísimo.

—¿Ya decidieron qué van a comer?—inquiere con voz nasal y monótona.

Antes de que yo pueda decir algo, Lucía se me adelanta.

—Comeremos lasaña de verduras.

Espera, ¿qué? Yo me quedo mirándole de una pieza. ¿Tan indecisa es? Como lo que de verdad quiero es una buena noche en la cama junto a ella, me hago el tonto. Asiento al camarero y dejo que se vaya con el pedido.

—Así que... ¿A qué te dedicas?—le pregunto, todavía un poco anonadado con los cambios.

Ella me mira sin entender.

—... ¿A trabajar contigo en la tienda?

—No—digo yo, reforzando mi mensaje al negar con la cabeza—, me refiero a qué es lo que haces en realidad o te gustaría hacer.

Observo a Lucía suspirar. Por un momento, parece que se va a un lugar lejano en su mente. Mira la ventana con la vista perdida:

—La verdad no tengo idea—responde, luego de unos segundos—. Ayer tenía muchas ganas de dedicarme a la danza, pero mañana querré ser maestra de cocina tal vez.

Estoy completamente de acuerdo con lo que ha dicho, pero no quiero decirle que es una indecisa sin remedio.

—Deberías hacer algo que genere dinero también—le sugiero—. Para sobrevivir, me refiero.

Ella deja de mirar la ventana y me sonríe.

—Es por eso que trabajo en la tienda, en realidad.

—Tiene sentido... —murmuro, llevando mi vista a la ventana también.

Esa ha sido mi regla de oro para la vida. Conseguir dinero. A pesar de que alguna vez en mi vida quise estudiar derecho (más por mi padre que por mí), terminé dejándolo al par de años (y mi padre casi me deshereda por eso) porque, la verdad de las cosas, no sé qué quiero hacer en la vida. Y debido a esa situación, no sé a qué dedicarme. Es por eso que he tenido diferentes trabajos, todos en diferentes cosas, para ver si algún día, encuentro aquello que realmente valga la pena hacer.

Estoy distraído pensando aquello, cuando veo pasar una mancha amarillenta entre la separación de dos autos estacionados. Pestañeo. ¿Ha sido alguien con un sweater de abuelita color crema o solo lo estoy imaginando? Pestañeo otra vez. Debe ser mi imaginación.

Vuelvo la vista a Lucía.

—Tierra llamando a Pablo—ser burla de mí, con una risita.

—¿Ah?

—Te decía que voy al tocador. No tardo—dice ella, mientras se levanta.

Cuando desaparece, me paso las manos por la cara. Debo estar cansado demasiado cansado. Es imposible que haya imaginado a Adela andando por la calle. Y si es así, seguramente es porque todos los días la veo en la tienda. No falta nunca, siempre llega antes que todos. Es como si esa tienda fuera su hogar. Y por otro lado, tampoco deja de perseguirme. Tendré que hablar con ella sobre eso.

Estoy pensando en aquello, cuando escucho unos golpeteos en la ventana. Doy un respingo del susto. Vuelvo la vista hacia el vidrio y definitivamente no puedo creerlo.

Ilabaca de tu madre.

Es Adela.

—¡Pablo!—articula detrás del vidrio de la ventana.

No puedo creerlo. Esto ha superado todos los niveles. "¿Qué estás haciendo aquí?" articulo con los labios, gesticulando además con las manos. La castaña me dice con sus manos que espere y se da la vuelta para entrar al restaurante. Apenas llega, se sienta en la misma silla en la cual estaba sentada Lucía.

—Espero que tu excusa sea buena, Adela—le advierto, tocándome las sienes—, porque esto está empezando a sobrepasar todos los límites.

Ella jadea cansada y mira en dirección al baño. Luego vuelve la mirada hacia mí y me mira con gran preocupación.

—Pablo, créame, esa mujer es mala—me advierte. Echo la cabeza hacia atrás, sin entender a qué se refiere. Me quedo boquiabierto, por lo cual continúa hablando—. ¡De verdad que es mala! La he estado investigando, porque siempre hago una pequeña investigación sobre los trabajadores de la tienda.

—¿Qué? —pregunto, esta vez enojado— ¿Me estuviste investigando a mí también? ¿Quién eres? ¿Sherlock Holmes?

—No.—Sacude la cabeza, un poco avergonzada. —Bueno, sí, Pablo. Pero eso no es lo importante ahora. ¡Creo que Lucía está metida en algo malo! Pero primero debo conseguir pruebas de ello.

Basta. Esto ya es demasiado.

—Adela, ¿de qué estás hablando? ¿Cómo va a estar metida en algo? ¡Es como una puerta, por dios!

—¿Como una puerta? —pregunta ella confusa.

—¡Que es tonta!

—Ay, no lo había entendido—asegura y se empieza a reír de buena gana como si hubiese lanzado el chiste del año.

Suspiro frustrado. ¿Qué voy a hacer con esta muchacha, por el amor de dios? En ese preciso instante llega el camarero con la lasaña para dos personas y se queda observando a Adela.

—¿Qué sucede?—pregunta ella al chico.

Él no le responde. Simplemente, rueda los ojos y se va negando con la cabeza. Sé lo que está pensando. Antes estaba con una chica hermosa y luego se transforma en... bueno, en Adela.

Me quedo mirando la puerta del baño al que ha entrado Lucía con preocupación. Como vea a Adela sentada en su silla, me quedo sin noche de pasión. Me dan ganas de gritarle a Adela: "¡¡¡No me arruines esto, por favor!!! ¿No ves que el pajarito quiere salir?", pero en cambio digo:

—Adela, tienes que irte

—Pablo, yo sé que usted encuentra que esto es de locos...

—¡Claro que sí!

—... pero necesito que me ayude a desenmascararla.

—Mira, a mí me gustaría hacer otras con ella, pero no precisamente desenmascararla.

—¿Cómo?—pregunta Adela, pero justo en ese momento Lucía sale del tocador.

Mierda, mierda, mierda.

El pajarito (pajarotote, en realidad) esta noche no va a salir.  



_______________
Esto ya comienza a tomar forma, jajaja. Espero que les agrade. Me queda por escribir (no subir) un solo capítulo de El Despeñadero de los Sueños, así que ahora le estaré poniendo un poquito más de atención a esta novela y a Frances Dunham, que espero poder volver a subir dentro de las próximas semanas. 

Un abrazo infinito.
-Youngbird93

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